viernes, 29 de junio de 2012

CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap2 Niley


Muy pronto se abrirían las puertas del salón y los invitados ocuparían sus asientos. Habría discursos, y luego los camareros se afanarían sirviendo la cena.
Miley tenía hambre. Su almuerzo había consistido en un yogurt y una fruta que había comido mientras realizaba los quehaceres de casa del fin de semana.
Cameron conversaba con un hombre que parecía ser uno de sus socios. Miley bebió un sorbo de agua fría mientras se preguntaba si debía unirse a la conversación.
En ese preciso momento, sus sentidos se alertaron y paseó la mirada por los invitados.
Sólo había un hombre capaz de alterar su equilibrio.
¿Un instinto innato? Como fuera, era una locura.
De todos modos echó una mirada a la familiar cabeza morena y supo que su instinto había acertado.
Nick Jonas. Un hombre de negocios de éxito, uno de los nuevos ricos de la ciudad... y un castigo personal para ella.
Nacido en Nueva York, de padres inmigrantes españoles, se decía que había vivido en los barrios bajos de la ciudad luchando por sobrevivir en las calles y que había hecho una temprana fortuna por medios de dudosa legitimidad.
También se rumoreaba que se había arriesgado a unos niveles que ningún hombre sensato se habría atrevido. Y esos riesgos le habían reportado una fabulosa suma de dinero.
Sumida en su fascinación, notó que se volvía hacia ella, murmuraba algo a su acompañante y luego se acercaba.
-Miley.
Su voz baja, profunda y casi desprovista de acento, tenía el poder de producirle escalofríos en la espalda.
Era alto, de constitución atlética, tez aceitunada, cabello oscuro, ojos casi negros y una boca tentadora.
Una boca que había saboreado brevemente la suya el día que, desobedeciendo a su padre, había persuadido a Cameron para que la llevara a la fiesta.



Tenía dieciséis años y las hormonas en pleno desarrollo. Una sensación de lo prohibido combinada con el deseo de jugar a ser mayor se convirtió en una mezcla peligrosa. Un hermano entregado a lo suyo, una copa de vino demás, un joven que intentaba llevarla por mal camino... y fácilmente habría podido perder el juicio. Salvo que en ese momento intervino Nick jonas, materializado de la nada, puso orden en el asunto y luego le enseñó con precisión de lo que tenía que cuidarse cuando decidiera coquetear despreocupadamente. Más tarde, llamó al hermano y en unos cuantos minutos los embarcó a casa en el coche de Cameron.             
Habían pasado once años de aquel fatídico episodio, diez de los cuales Nick había pasado en Nueva York haciendo su fortuna.
Sin embargo, ella aún conservaba en la memoria el vivido recuerdo del beso que le había dado.

En Nick Jonas se mezclaba un cierto salvajismo con una evidente sensualidad. Una combinación peligrosa que atraía a mujeres de quince a cincuenta años.
Con apenas treinta años. Nick Jonas ya era un hombre inmensamente rico.
Había vuelto a Australia hacía un año y muy pronto se había transformado en uno de los miembros más importantes de la alta sociedad de Sidney. Solía recibir invitaciones a todas y cada una de las renombradas reuniones sociales que se celebraban en la ciudad. Era selectivo a la hora de aceptarlas, pero sus donaciones para obras benéficas eran legendarias.

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