viernes, 28 de septiembre de 2012

The Duff Capitulo 36 Jemi



Ella no dijo mucho durante el viaje, aunque Joseph hizo varios intentos por mantener nuestra conversación. Al principio yo me pregunté si tal vez fuera por mi culpa, pero tuve tiempo para darme cuenta de que no era más que timidez. Cuando llegamos al camino de entrada de la casa grande, que yo sabía que debía pertenecer a la abuela de Joseph, Amy miró al asiento de atrás y dijo en voz baja: —Adiós. Fue un placer conocerte .
—Es maja—Le dije.

—Ella tiene que salir de su caparazón—.Suspiro Joseph.
La vio como corría hasta el porche delantero. Una vez que había entrado en la casa grande; no era una mansión, pero era evidente que su abuela tenía dinero, también. Volvió a mirarme.

—Puedes sentarse adelante, si quieres.
Asentí con la cabeza y salí del coche. Abrí la puerta del copiloto y me senté en el asiento en que habia abandonado Amy. Cuando estaba abrochando el cinturón de seguridad, oí a Joseph exclamar.
— ¿Cuál es tu problema? —Pregunté, mirándole. Pero supe la respuesta antes de que él me la dijera.

Una mujer de unos sesenta años acababa de salir de la casa y se dirigía hacia el coche. La abuela de Joseph, no habia lugar a dudas. Era la abuela la que odiaba. No le pregunté que quería ocultar. Me sentí un poco ansiosa cuando vi a la mujer .Estaba muy bien vestida llevaba un suéter salmón , el cual parecía caro, y unos pantalones perfectamente planchados.
Joseph bajó la ventanilla cuando ella se acercó, lo suficiente como para escucharla.

—Hola, abuela Jonas. ¿Cómo estás?
-No juegues conmigo, Joseph Adam. Estoy furiosa contigo en este momento—.

Pero ella no parecía furiosa. Su voz era aguda , suave y sedosa. Ella sonaba como a más dulce, pero sus palabras no encajaban en el papel.
— ¿Qué he hecho esta vez? —Preguntó Joseph con un suspiro.
— ¿Llevo los zapatos equivocados? ¿O es que el coche no está lo suficientemente limpio?

¿Qué leve imperfección has visto en mi hoy por la tarde?
—Te sugiero que te abstengas de utilizar ese tono conmigo—dijo con una voz por lo menos intimidante. Esto habría sido divertido si Joseph no pareciera tan incomodo.

—Vive tu vida como quieras, pero deja a Amy fuera de ello.
— ¿Amy? ¿Qué le he hecho a Amy?

—Honestamente, Joseph —Dijo su abuela con un espectacular suspiro. — ¿Por qué no dejaste que Amy cogiera el autobús? No estoy de acuerdo con tu manera de conducir con tus...-hizo una pausa- amigas en el asiento de atrás. —Ella miró a través de Joseph, con los ojos fijos en los míos por un instante antes de cambiar de nuevo a su nieto. —Yo no quiero que seas una influencia negativa para tu hermana.

Por un segundo yo estaba confundida. Yo era una buena estudiante. Nunca había tenido ningún problema en mi vida. Sin embargo, esta mujer pensó que de alguna manera yo podría ser una mala influencia para su nieta. Y entonces me di cuenta.

Ella pensó que yo era una de los vagabundas de Joseph. Ella pensaba que era una de las chicas cachondas que andaban con Joseph .Él me había dicho que su abuela desaprobaba su "estilo de vida." Ella odiaba la forma en que vivía. Y habia llegado en el asiento de atrás, ella había asumido que era otra fulana que había recogido.

Aparté la vista, mirando por la ventanilla para no ver la expresión de disgusto en el rostro de la anciana. Me sentí herida y enojada.
Sobre todo porque sabía que era verdad.

—Eso no es asunto tuyo —Gruñó Joseph. Yo nunca lo había visto antes tan enfadado. —No tienes derecho a faltar el respeto a mi amiga y ciertamente no es el lugar para decidir lo que hacer con mi propia hermana. Me conoces lo suficiente para saber que yo no haría nada para perjudicarla , a pesar de que las has convencido. No soy el monstruo que dices que soy, tu ya sabes.

—Creo que iré a buscar a Amy a la escuela a partir de hoy.
—Adelante—, dijo. —Pero no me mantendrás alejado de ella. Es mi hermana y mamá y papá se enfadaran si les cuento que estas tratando de separar a nuestra familia, abuela.

—Me temo que tu familia ya está rota, querido.
Hubo un ruido, lo que indicó que Joseph había cerrado su ventanilla y acelerado. Vi como
la mujer caminaba hacia su casa. Luego, derrapando, Joseph salió del camino y conducio a gran velocidad por la carretera. Le miré preocupada y sin saber qué decir. Por suerte, él habló primero.
—Lo siento. Yo no sabía que venía . Ella no te tenia que haberte tratado de esa manera.
—No pasa nada—Le dije.
—No, es así. Ella es una arpía .Y lo peor de todo es que ella tiene razón.
— ¿Sobre qué? — Le pregunté.
—Acerca de nuestra familia, —dijo. —Tiene razón. Esta rota desde hace mucho tiempo. Mamá y papá se han ido y la abuela ha conseguido interponerse entre Amy y yo.
Amy todavía te quiere.
—Tal vez-murmuró —Pero ella piensa peor de mí. La abuela le ha convencido de que yo soy un hijo de perra. He visto la forma en que Amy me mira ahora. Ella mira con tristeza. Como si estuviera decepcionada conmigo. Ella piensa que soy una persona horrible.

—Lo siento—, dije en voz baja. —Si lo hubiera sabido, no hubiera hecho la broma acerca de que sólo hacia cosas buenas para... para tu propio beneficio.

—Está bien—. El coche frenó un poco. —Honestamente, tienes razón. Y la abuela, también. Nunca quise que Amy me viera de esa manera.

No pude resistir la tentación y puse la mano sobre Joseph. Su piel era cálida y suave y yo podía sentir su pulso palpitar constantemente por debajo de mi palma. Me olvidé de mi coche y mi estúpida pelea con Selena. Soy la mejor . Quería que Joseph volviera a sonreír. Incluso esa sonrisa arrogante que solía tener. Odiaba que le doliera la posibilidad de perder el respeto de su hermana. Quería consolarlo. Me importaba todo él.
Oh, Dios mío.¿ De hecho, me importaba? 

The Duff Capitulo 35 Jemi




Alejé mis ojos de mis amigas mientras desaparecían tras un grupo de nuevos y volví mi atención al chico radiante en frente de mí. —Si te conocen del todo, Logan, lo creerán por completo, —dije—. Todos hemos sabido que estabas destinado para grandes cosas por un largo tiempo. Quiero decir, yo lo he sabido por años.

Logan parecía sorprendido. — ¿Años? Pero realmente no empezamos a hablar sino hasta hace unas pocas semanas.
—Pero hemos tenido clases juntos desde que éramos nuevos, —le recordé—. No tenías que hablarme para que yo supiera que eras genial. —Sonreí y lo palmeé en la espalda. —Y acabas de confirmarme que estaba en lo correcto. —El timbre sonó, y me volteé hacia las puertas que guiaban al estacionamiento de estudiantes.

—Te veo después, logan. ¡Felicitaciones!
—Sí. Gracias, Demi.
Mientras caminaba hacia las puertas dobles, me preguntaba si había dicho demasiado. ¿Me entregué como una casi-acosadora? Dios, esperaba que no. La última cosa que quería era asustar y alejar al pobre chico después de contacto humano real de menos de un mes. Eso realmente me haría una perdedora.

Estaba a punto de empujar la puerta abierta que me guiaba al estacionamiento de estudiantes cuando un sonoro “Ahem” llamó mi atención. Me volteé y vi a Selena inclinada sobre el casi vacío estante de trofeos, con sus brazos cruzados sobre su pecho. La manera en que sus ojos se redujeron me molestó de inmediato.
— ¿Qué? —Pregunté.

Ella frunció el ceño y dejó caer sus brazos pesadamente a sus lados. —Nada, —se quejó—. ¡Olvídalo!
— ¿Selena, qué estás--?
–Ahora no, D. —Se volteó y comenzó a alejarse de mí—. Tengo práctica de animadoras.
Mis manos volaron automáticamente a mis caderas. — ¿Qué demonios está mal contigo? — demandé—. Suenas como una completa perra.
Se detuvo y me miró sobre su hombro. — ¿Yo soy la perra? Me ignoras, y ¿soy la perra? ¡Qué demonios Demi! —Sacudió su cabeza—. Lo que sea. No voy a tener esta

conversación ahora. No cuando debimos haberla tenido hace diez minutos, como le dijiste a Miley que lo harías. Supongo que estabas muy ocupada pasando el rato con ese tonto para—
—Criticar a logan suena muy de perra para mí, Selena, —contraataqué. ¡Cómo se atrevía! Ella sabía que me gustaba. ¡Sabía que él prestándome atención era algo importante!

Lo sabía, ¿y estaba siendo una perra por ello? — ¡Estás actuando como una animadora coqueta con buen gusto!
Sus ojos relampaguearon, y por un segundo pareció como si fuera a golpearme. Seriamente pensé que iba a entrar por completo, en una pelea de chicas de reality show, jalándonos los cabellos, con mi mejor amiga en frente de las puertas del estacionamiento.

Pero ella se fue. Sin decir una palabra. Ni un sonido. Ella sólo se desvió hacia el gimnasio, dejándome molesta y totalmente confundida.

Yo me había peleado antes con Selena, suele pasar cuando se lleva tiempo siendo amigas. Pero este argumento realmente me desconcertó, sobre todo porque yo no sabía hasta donde estaba de acuerdo . Me asaltaron en el estacionamiento, tratando de averiguar lo que podría haber hecho para merecer ese drama. Las cosas tendrían que mejorar .
Mi coche no arrancaba. Lo traté varias veces, pero nada. La batería estaba completamente muerta.

—A la mierda- Grité, golpeando el volante con el puño.
Esto no era lo que necesitaba. ¿No había sido mi día ya bastante malo? ¿No había sido mi vida bastante mala? Era como si nunca nada fuera bien .
— ¡Mierda! ¡Maldita sea! ¡Al infierno! Pedazo de ...
— ¿Tienes problemas con el coche, Duffy?

Pare de despotricar algo ofendida. Abri la puerta y le dije a Joseph: —Mi coche de mierda no arranca. —Entonces vi a la chica a su lado. Delgada y con grandes pechos. No era Louisa Farr. Esta chica era mas guapa. Tenía un rostro redondo y dulce con el pelo rizado castaño hasta los hombros y unos grandes ojos grises. Más guapa que yo, por supuesto. Es probable que algunas estudiantes de primer año se sintieran atraídas por Joseph con solo echarle un vistazo; sonrisa sexy y un cochazo. Una vez más, sentí la punzada de los celos dominandome. Sólo SPM.
— ¿Quieres que te lleve? —Preguntó.

—No—le dije rápidamente. —Voy a llamar a... — Pero, ¿a quién iba a llamar?
Mamá estaba en Tennessee. Papá estaba en el trabajo. Demi estaba en el ensayo. No es que importara. Ella estaba enfadada conmigo de todos modos ella y Miley siempre las iban a buscar sus padres o iban conmigo. ¿Quién iba a venir a buscarme?

—Vamos, Duffy, — dijo Joseph, sonriéndome. —Sabes que puedes venir conmigo. —Él se inclinó para mirarme a los ojos. — ¿Qué es lo peor que podría pasar?

—Está bien—. No había forma de que fuera en el mismo coche con Joseph y su última conquista. No. No era una casualidad. —No seas ridícula. No tienes quien te venga a buscar .No tiene sentido que estés en el aparcamiento hasta el anochecer. Sólo tengo que dejar a Amy y entonces puedo llevarte a casa.

Amy, pensé. Así que ese es el nombre de la tonta. Entonces algo en el fondo de mi mente hizo clic. ¡Oh, Dios mío! ¡Amy! ¡Amy era su hermana! Miré a la chica otra vez, preguntándome cómo no me habia dado cuenta. Pelo rizado castaño, oscuros ojos grises, muy atractiva. El parecido era obvio. Yo era una idiota increíble. Joseph se acerco y cogio las llaves del coche.

—Muy bien—dije, sintiéndome mucho mejor. Cogí de nuevo mis llaves y las metí en mi bolso. —Voy a coger unas cosas—. Una vez que tuve todo lo que necesitaba, cerré la puerta y Joseph me guió hasta su coche, era fácil de detectar, ya que era el único Porsche del aparcamiento.

—Ahora, Duffy, — dijo Joseph mientras se sentaba en el asiento del conductor. Me senté atrás para que Amy, pudiera sentarse delante con su hermano. —Tendrás que admitir que yo también hago cosas buenas por la gente en ocasiones.

—Nunca he dicho lo contrario—.Le dije tratando de situarme en el estrecho asiento trasero. Dios, siendo un coche de lujo el porche tenia espacio cero para las piernas. Tuve que sentarse de lado con las rodillas casi en mi pecho. No era cómodo. —Siempre lo haces si sacas algo a cambio.
Joseph se burlo. — ¿Has oído eso, Amy? ¿Puedes creer lo que piensa de mí?
—Estoy segura de que Amy sabe como eres.
Joseph se quedó en silencio. Amy se echó a reír, pero ella parecía un poco nerviosa. 

The Duff Capitulo 34



Saqué mi trasero de ese salón de clases en el segundo en el que la campana sonó. Mi cabeza iba a explotar si escuchaba la risa femenina de oh-estoy-tan-feliz-de-que-estés-coqueteando-conmigo- Joseph otra maldita vez. ¡Qué importaba si era tan delgada como mi dedo meñique y tenía senos del tamaño de balones de baloncesto! Apuesto a que tiene un coeficiente intelectual de veintisiete.

Deténte, me dije. Louisa nunca me había hecho algo. No tenía derecho de pensar esas cosas de ella...aunque realmente pudiera ser una idiota.
Lancé mis cosas dentro de mi casillero y corrí hacia la cafetería, ansiosa de escapar del edificio de la escuela. Estaba tan concentrada en no pensar acerca de mis celos inducidos por el SPM hasta que salté a detenerme cerca de cinco pies de él.
— ¿Estás apurada? —me preguntó.
—Algo así, —suspire—. Disculpa por casi chocar contra ti.
—No es problema. —Nerviosamente jugó con sus lentes.
— ¿Piensas que te importaría ralentizar un poco el paso? Me gustaría hablar contigo.

No estaba tan sorprendida. Logan y yo medio nos estábamos volviendo amigos durante las últimas semanas. La mayoría de las veces hablábamos en clases de de “colocación avanzada”***, pero ya saben, era una mejora definitiva. En realidad, de alguna manera empezaba a sentirme cómoda a su alrededor. Si bien mi corazón todavía revoloteaba un poco cuando entraba en la habitación, ya no me preocupa el perder la voz.
—Seguro. —Dije. Al menos me daría algo más en qué pensar por un par de minutos.

Sonrió y avanzó un paso hacia mí. — ¿Puedes guardar un secreto? —preguntó mientras alcanzábamos la cafetería, donde el cuerpo estudiantil se congregaba, esperando por el timbre final que los despediría para la tarde.
—La mayoría del tiempo. ¿Por qué?
— ¿Recuerdas cuando falté a clases un par de semanas antes? ¿El día después de San Valentín?
—Uh-huh. Creo que fue el peor día en la vida del Sr, Chaucer, —dije—. Pensé que el tipo iba a llorar cuando se dio cuenta de no había nadie allí que hiciera la mayor parte de su trabajo por él.
Logan se rió –pero solo una pequeña risa— y dijo, —Estaba faltando a la escuela...bueno, por una entrevista. —Sacó un gran sobre de dentro de su suéter y susurró—, presenté para Harvard. Estaba mañana acabo de recibir la carta.

— ¿Por qué es eso un secreto?
Sus mejillas se sonrojaron de la forma más tierna posible. —No quiero ser humillado si no entro, —dijo.
—Entrarás.
—Eso no lo sé.
—Yo sí.
—Desearía tener tanta confianza en mí mismo como tú la tienes en mí.
—Oh, vamos, Logan, —dije seriamente—.Todos los mejores políticos —como senadores y presidentes— van a escuelas geniales. Vas a ser un excelente político, así que tienen que dejarte entrar. Además, eres uno de los chicos más inteligente de la clase de graduandos. ¿Eres el mejor de la clase, cierto?

—Lo soy, —Logan acordó, con el ceño fruncido hacia el sobre—. Pero...pero es Harvard.

—Y tú eres Logan. —Me encogí de hombros—. Aún si no entraras, hay millones de otras escuelas que matarían por tenerte. Eso no importa, sin embargo, porque sé que entraste. Hazte un favor y abre la carta.
Logan se detuvo en el medio de la cafetería y me sonrió. —Ves, —dijo él—, esto es por lo que quería que fueras tú la que estuviera conmigo cuando la abriera. Sabía que serías— Lo corté. —Mientras que estoy segura de que tus próximas palabras que salgan de tu boca serán increíblemente dulces, estoy cien por ciento consciente de que estás evadiéndolo. Abre la carta, Logan. Incluso un rechazo será mejor que ponerte en este infierno. Te
sentirás mejor si solo la lees.
—Lo sé. Yo—
—Ahora.
Abrió el sobre, y me di cuenta de lo raro que era esto. Él estaba viniendo hacia mí con esta cosa tan personal. Por apoyo. Por estímulo. Atrás en Enero, nunca me hubiera imaginado ordenándole a Logan Tucker que abriera su carta de aceptación. Nunca me hubiera imaginado hablando con él, punto.

Dios, mi Dios, cuánto han cambiado las cosas.
De las mejores formas posibles, por supuesto.
Sacó el papel del sobre marrón con los dedos temblando y empezó a leer. Vi sus ojos escanear la hoja y agrandarse. ¿Era eso felicidad o depresión? ¿Sorpresa, quizás?

¿Sorprendido de que entrara o sorprendido de que no lo hiciera?
— ¿Bueno?
—Yo...yo fui aceptado. Logan  dejó caer el papel y lo dejó flotar con gracia hasta el suelo—. Demi, ¡entré! —Me agarró por los hombros y empujó hacia él, envolviendo sus brazos a mí alrededor.

Eso era otra cosa que no hubiera esperado de vuelta en enero.
—Te dije que lo harías, —dije, devolviendo el abrazo.
Sobre su hombro, divisé a Selena y Miley caminando a través de la cafetería. Me miraban mientras se movían por la multitud de estudiantes; me vieron abrazada entre los brazos de Logan. Pero por alguna razón las expresiones de sus rostros no reflejaban la felicidad que yo sentía. Miley se veía medio triste, pero Selena...bueno, se veía completamente furiosa.
¿Por qué? ¿Qué estaba pasando con ella? Con ambas.

Logan me apretó antes de dejarme ir y se arrodilló para agarrar su carta caída. —No puedo creerlo. Mis padres nunca lo creerán. 

jueves, 27 de septiembre de 2012

The Duff Capitulo 33 Jemi



Papá no estaba mejor al siguiente día.
O el día después de ese.
Regresó al trabajo al final de la semana, pero estaba segura de que no era la única que notó que llevó las resacas con él. Parecía que siempre había cerveza o whiskey alrededor de la casa ahora. Siempre estaba desmayado en el sofá o encerrado en su habitación. Y nunca me lo mencionó. Como si no lo notara. ¿Se suponía que debía ignorarlo? ¿Pretender que no era un problema?

Quería decir algo. Quería decirle que se detuviera. Que estaba cometiendo un error enorme. Pero ¿cómo? ¿Cómo una chica de diecisiete años convence a su padre de que ella sabe lo que es mejor? Si trataba de detenerlo, quizás se pondría a la defensiva. Quizás pensaría que lo he abandonado también. Quizás se molestaría conmigo.

Desde que papá había dejado de tomar antes de que yo naciera, realmente no sabía mucho acerca del proceso completo de sobriedad. Supe que tuvo un padrino una vez. Un tipo alto, calvo de Oak Hill al que mamá siempre le enviaba tarjetas de navidad cuando era una niña. Papá ya no habla más de él, y yo estaba segura de que, aún si lo intentara, no sería capaz de encontrar su número. Si lo hiciera, ¿qué diría? ¿Cómo funcionaba todo eso del padrino?

Me sentía impotente e inútil, y más que todo, avergonzada. Sabía que, con mamá ausente, era mi trabajo hacer algo. Sólo que no tenía idea de lo que ese algo era.
Así que en las semanas después de que mi mamá dejara Tennessee, pasé la mayor parte del tiempo evitando a mi papá en la casa. Realmente nunca lo había visto ebrio en mi vida, así que no sabía que esperar. Todo lo que tenía eran los detalles de conversaciones que había escuchado por casualidad cuando era una niña. Él había sido una persona violenta una vez. Tenía temperamento. No podía imaginarme esto viniendo de mi padre, pero no quería empezar a hacerlo en algún momento pronto. Así que me quedé en mi habitación, y él se quedó en la suya.

Me seguía diciendo que esto pasaría. Mientras tanto, había mantenido su pequeño secreto para mí misma. Por suerte para mí, mamá era lo suficientemente crédula para creerme cada vez que le decía que todo estaba bien por teléfono, a pesar de mis menos que buenas habilidades para la actuación.
Honestamente, pensé que esconder mis secretos de Selena sería lo más difícil. Siempre podía ver a través de mí, después de todo. Traté evitándola al principio, ignorando sus llamadas e inventando excusas cuando me pedía que saliéramos. Nunca la llamé para lo

de la Noche de Chicas que había sugerido en el baño. Estaba segura de que me bombearía con preguntas en el segundo en que me tuviera sola, así que siempre traté de usar a Miley, la pobre ignorante, como parachoques. Pero al pasar una semana, tuve esta extraña sensación de que Selena se estaba alejando de mí.
Llamó menos y menos.
Dejó de preguntarme si quería ir al Nest los fines de semana.
Hasta cambió asientos con Jeanine en el almuerzo, poniéndose al otro lado de la mesa – tan lejos de mí como fuera posible. Una o dos veces, la había pillado brindándome miradas malvadas.

Quería saber cuál era su maldito problema, pero tenía miedo de confrontarla. Sabía que si realmente hablásemos de ello, no sería capaz de seguir mintiendo acerca de papá. No a ella. Pero era su secreto, su vergüenza, no era mía para contarla. No dejaría que nadie, ni siquiera Selena, lo supiera.
Así que tuve que dejar pasar su rareza extrema por un tiempo.
Joseph era la única cosa llenándome esas semanas. Una parte de mi estaba horrorizada de mí misma, pero ¿qué podía decir? Necesitaba ese escape –esa altura— más que nunca, y siempre estaba a una corta distancia. Una dosis tres o cuatro veces por semana era todo lo que necesitaba para mantenerme cuerda.
Dios, era como una endemoniada drogadicta. Quizás mi cordura ya se había largado hace mucho tiempo.

— ¿Qué harías sin mí? —preguntó una noche. Estábamos enredados en las sábanas de seda de su cama gigante. Mi corazón todavía estaba palpitando por la altura de lo que acababa de hacer, y no me estaba ayudando colocando sus labios muy cerca de mi oído.
—Vivir una vida feliz...feliz, —murmuré—. Quizás hasta sería...optimista...si no estuvieras alrededor.
—Mentirosa. —Mordió el lóbulo de mi oreja juguetonamente—. Serías completamente miserable. Admítelo, Duffy. Soy el viento tras tus alas.
Mordí mi labio, pero aún así no pude contener la risa –y justo cuando estaba recuperando el aliento, también. —Acabas de imitar a Bette Midler*...en la cama. Estoy comenzando a cuestionarme tu sexualidad, Joseph.

Joseph me miró con un brillo desafiante en su ojo. —Oh, ¿en serio? —Sonrió antes de mover su boca de vuelta a mi oído y susurrando, —Ambos sabemos que mi masculinidad nunca se ha puesto en duda...pienso que solamente estás cambiando el tema porque sabes que es verdad. Soy la luz de tu vida.
—Tú... —luché en busca de palabras mientras Joseph presionaba su boca en el hueco de mi cuello. La punta de su lengua se movió abajo hacia mi hombro e hizo que mi cerebro se pusiera todo confuso. ¿Cómo se supone que iba a poder discutir bajo estas condiciones? —Como digas. Solo te estoy usando, ¿recuerdas?

Su risa sonó apagada contra mi piel. —Eso es gracioso, —dijo, con sus labios todavía apoyados sobre mi clavícula—. Porque estoy muy seguro de que tú ex está fuera de la ciudad ahora mismo. —Una de sus manos se deslizó entre mis rodillas—. Aún así sigues aquí, ¿cierto? —Sus dedos empezaron a deslizarse de arriba hacia abajo en mi muslo interno, haciéndome difícil el pensar en una respuesta. Parecía gustarle esto, porque se rió de nuevo—. No creo que me odies, Duffy. Pienso que te gusto mucho.

Me retorcí sin control mientras las manos de Joseph bailaron por el interior de mi pierna. Quería desesperadamente discutirle, pero estaba enviando corrientes eléctricas por mi espina dorsal.
Finalmente, cuando pensé que iba a explotar, su mano se movió a mi cadera y empujó su boca lejos de mi hombro. —Oh, gracias a Dios. —Susurré mientras él alcanzaba un condón en la gaveta de la mesita de noche, sabiendo qué venía después.

—Supongo que es una buena cosa que no me importe tenerte alrededor, —dijo con esa sonrisa arrogante—. Ahora, déjame responderte todas esas dudas que dices tener acerca de mi sexualidad.
Mi cabeza se llenó de nubes de nuevo.
Pero no podía negar que las cosas se estaban saliendo mucho de control. Se me hizo dolorosamente claro el viernes en la tarde en inglés que algo no estaba bien.

La Sra. Perkins estaba pasando unos ensayos viejos que había agarrado y hablando acerca de algún libro de Nora Roberts que acababa de terminar —totalmente inadvertida de que de que nadie la estaba escuchando— cuando se detuvo frente a mi escritorio. Me brindó esta grande y tonta sonrisa, como la sonrisa de una abuela orgullosa. —Tu ensayo estuvo maravilloso, —me susurró—. Una perspectiva tan interesante de Hester. Usted y el Sr. Jonas son un excelente equipo. —Luego me tendió una carpeta marrón y palmeó mi hombro.

Abrí la carpeta mientras se alejaba, un poco confundida acerca de lo que había dicho. Dentro había un papel que reconocí instantáneamente. El Escape de Hester: Un análisis por Demi Lovato y Joseph Jonas. En la esquina superior izquierda, la Sra. Perkins había
garabateado nuestra nota en tinta roja brillante. Un noventa y ocho. Una A. No pude evitar sonreír al ensayo. ¿Realmente había pasado un mes y medio desde que habíamos escrito esto en la habitación de Joseph? ¿Desde la primera vez que habíamos dormido juntos? Me sentí como si hubieran pasado décadas. Hasta milenios. Miré a través del salón hasta él, y mi sonrisa se desvaneció.

Estaba hablándole a Louisa Farr. No, no sólo hablando. Hablar solo implica la vibración de las cuerdas vocales, y había mucho más que eso sucediendo. La mano de él estaba en la rodilla de ella. Las mejillas de ella se estaban tornando rojas. Le estaba brindando su sonrisa linda, arrogante.
¡No! Sonrisa repulsiva. ¿Desde cuando pienso que esta muestra de arrogancia es linda? ¿Y qué fue este raro retortijón que sentí en mi estómago?
Miré lejos cuando Louisa comenzó a jugar con su cuello, una señal definitiva de coqueteo.
Perra.

Me sacudí, sorprendida y un poco preocupada. ¿Qué estaba mal conmigo? Louisa Farr no era una perra. Seguro, era una animadora de muy buen gusto —co capitana del equipo Skinny— pero Selena nunca decía nada malo acerca de ella. La chica solo estaba hablando con un chico guapo. Todas hemos hecho lo mismo. Y no era como si Joseph estuviera apartado o algo. No era como si estuviera comprometido con nadie.
Como yo...
¡Oh Dios! Pensé, dándome cuenta del significado de mi retortijón en la barriga. Oh Dios, estoy celosa. ¡Estoy jodida y seriamente celosa! ¡Oh, mierda!

Decidí que estaba enferma. Tenía fiebre o SPM** algo estaba perjudicando gravemente mi estabilidad mental, porque no había manera en el infierno de que estuviera celosa de que un hombre—perro como Joseph estuviera flirteando con alguien más. Quiero decir, esa era su naturaleza. El mundo realmente habría parado de girar si Joseph no flirteara con chicas pobres e ingenuas. ¿Por qué habría de estar celosa? Eso era ridículo. Así que debo estar enferma. Tenía que estarlo.

— ¿Estás bien, Demi? —preguntó Miley. Ella giró alrededor de su escritorio para mirarme—. Te ves como furiosa. ¿Estás molesta o algo?
—Estoy bien. —Pero mis palabras salieron a través de mis dientes apretados.
—De acuerdo, —dijo Miley. Era tan crédula como mi madre—. Escucha, Demi, en serio pienso que deberías hablar con Selena. Está algo molesta, y pienso que ustedes necesitan mucho tener un acercamiento. ¿Quizás hoy? ¿Después de clases?
—Sí... lo que sea. —Pero no estaba escuchando. Estaba muy ocupada buscando maneras de mutilar la cara perfecta de Louisa.
SPM. Esto era definitivamente un mal caso de SPM.