martes, 9 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 33





Almorcé en mi dormitorio porque mamá había decidido invitar a Joseph a comer. Traté de decirme que no me estaba escondiendo, que sólo se trataba de no pasar toda la comida mirando la cara sonriente de Joseph

Dados los resultados, podía haber comido sola en el comedor, puesto que mi familia y Joseph lo hicieron afuera, en la mesa de picnic.

Comí un sándwich tostado de queso y luego me senté en la cama, tratando de ensimismarme en la obra de Dickens, ya que de todas maneras tenía que estudiarla para la escuela.

Las voces provenientes de la mesa de picnic flotaron con claridad a través de mi ventana abierta.

Veo que casi terminaste con los árboles del costado norte de la casa, Joseph.

Papá, ¿por qué siempre dices norte y sur en lugar de izquierda o derecha o algo así?
Porque es más preciso.

¡Claro, la gente inteligente habla con precisión, Liz!
Dejé a un lado el libro y me arrastré hasta la ventana.

Anne, preciosa, no muerdas de ese modo estaba diciendo mamá con su tono de gentil reproche. Acarició la espalda de Liz. 

Algunas personas usan unos términos otras, otros… No tiene nada que ver con la inteligencia.
Muchas gracias dijo papá con tono de disgusto, pero estaba sonriendo.

Mi padre usa norte y sur, digamos, en forma exclusiva dijo Joseph . Y, francamente, eso me vuelve loco.
Anne estaba sentada a su lado.
¿Qué quieres decir?

Bueno, por ejemplo si lo estás ayudando a mover algo, como esa pesadísima silla que mi madre no deja de hacernos trasladar de un cuarto a otro. Justo cuando te estás tambaleando debajo de todo ese pero, él dice: Ten cuidado, que el lado este no raye la pared.

 Y entonces tiene que detenerte y calcular dónde está el este, mientras tu columna vertebral se acorta dos centímetros.
Mamá se echó a reír.
Abandono el caso.

Cierra la ventana y vuelve a tu libro, me ordené a mí misma, pero no pude hacerlo. Permanecí junto a la ventana, hipnotizada, observando cómo almorzaban. Había viento, y el pelo ondulado de mamá y los suaves rizos de Liz aleteaban.

Joseph e estaba sentado en el extremo del banco, junto a Anne, con Debbie en su sillita alta a la cabecera, y la ayudaba a llevarse pedazos de queso a la boca. Mi hermanita todavía no es un as en materia de percepción de profundidad.

No logré apartar los ojos del grupo reunido alrededor de la mesa de picnic. Eran la viva imagen de la familia perfecta. A todos se los veía muy bien juntos, incluso a Joseph. De repente me pareció que él encajaba allí con toda naturalidad.

Dormí una larga siesta y, cuando me desperté, la casa estaba en silencio. Miré por la ventana y vi que el auto no estaba en el camino de entrada. Probablemente, toda la familia se había ido a algún lugar.

Tal vez habían llevado a Joseph con ellos. Tal vez estaban en el juzgado, empezando los trámites de adopción

Decidí probarme mi vestido para el baile frente al espejo de cuerpo entero de mis padres. Mamá me había ayudado a elegirlo unos días antes –estaba en medio de uno de sus poco frecuentes momentos dispendiosos- y quiso regalarme uno aun cuando todavía no me habían invitado.


Saqué el vestido del placard. Era muy sencillo, de seda negra, sin breteles, aunque tenía unas cosas misteriosas de poner y sacar a mitad de camino entre mangas y guantes, que se colocaban en los brazos. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 32




Epa, Demi, ese es mejor todavía que el otro…

Cerré la ventana con violencia. Casi no tuvo tiempo de sacar los dedos del camino. Se las arregló para permanecer allí, aferrado al antepecho.
¡Será mejor que vayas a atender el teléfono! 

gritó a través del vidrio . ¡Puede ser alguien que quiera invitarte al Baile de Otoño!
Luego perdió el equilibrio y se deslizó por la pared como una chinche de agua.

En línea estaba Alex Chase.
Hola, Demi. Juliet Miller me dejó ¿Quieres ir al Baile de Otoño?
Ahora bien, eso resultó ofensivo en varios niveles.

Antes que nada, tengan en cuenta la introducción a la charla. Está bien, yo no soy la primera elección de Alex para una cita. ¿Acaso tiene que sacarlo a relucir? Por supuesto, tal vez pensó que yo sabía que él salía con Juliet, por lo cual, si hubiera dicho: 

¿Quieres ir al Baile de Otoño?, yo habría podido contestar: Creía que estabas saliendo con Juliet, y luego él habría tenido que revelar el incomodo detalle de que ella lo había dejado. 

De modo que tal vez pensó que se estaba mostrando realmente sincero y honorable. Sin embargo, ¿yo no merezco un poco de consideración? ¿Un poco de cortesía? ¿No podía haber puesto primero la parte referida al hecho de ir juntos al baile?

En segundo lugar, ¿cómo estaba Alex tan seguro de que yo no tenía ya otra cita? Es decir, ¿no habría resultado igualmente fácil y mucho más halagador llamarme y decirme: Juliet Miller me dejó y, si todavía no tienes cita para el Baile de Otoño, qué me contestas?

Por supuesto, también hay que tener en cuanta a manera de ser de Alex. Recordé su comportamiento en la fiesta de Bobby Weller y pienso que, a pesar de lo buen mozo que es, yo no estoy muy segura de que querría ir al Baile de Otoño con alguien que piensa que este es un buen chiste: 

¿Qué es de color vede y rojo y se mueve a doscientas revoluciones por minuto?... ¡Una rana en una licuadora!.

 Sin embargo, apuesto y popular habían sido las dos cualidades que no podía borrar de mi lista de requisitos para el acompañante al baile. Supongo que habría tenido que sentirme halagada por ser su segunda elección.

Pero en ese caso, ¿cómo sabía y que era su segunda elección? Podría haber llamado a la mitad de las chicas del colegio antes de llegar a mí. Probablemente se había pasado toda la mañana llamando a las chicas y diciendo: Hola… Habla Alex…

 Escucha se me ocurrió… Estoy seguro, de que ya tienes acompañante… ¿No? Me resulta difícil creerlo… Oh, bueno, Juliet y yo rompimos….

Tal vez estaba tan desanimado por el rechazo, que acortó su discurso hasta llegar a Juliet Miller me dejó. ¿Quieres ir al Baile de Otoño?, ¡y sólo entonces se decidió a llamarme!

Oí que Alex carraspeaba y me di cuenta de que esperaba una respuesta. ¿Qué se suponía que dijera? Dudé entre: Escucha, muchacho, un orangután tiene mejores modales que tú

Perdí todo el respeto que te tenía cuando esa semilla de limón se quedó atascada en tu nariz hace tiempo, en la escuela primaria.

Finalmente, inhalé una profunda bocanada de aire.

Me encantaría dije. 

Marido De Papel Capitulo 18



Le dolió que oír que él lo admitía. Pasó por su lado sin mirarlo. Su cuerpo estaba temblando y sentía que su corazón estallaba en pedazos. 

No quería irse, pero no tenía más remedio que hacerlo, después de lo que había pasado. 

Incluso mientras bajaba las escaleras, siguió oyendo como Betty interrogaba suavemente a Joe.

Demi se dirigió a la puerta y oyó que alguien la llamaba desde la sala de estar.

—Buen Dios, no nos estarás abandonado, ¿no? —le preguntó Bob, atónito—. No sera por nuestra culpa, ¿verdad?
Ella lo miró sin expresión.

—Sí, me voy. Aunque supongo que tú eres tan víctima como yo —le dijo.

Bob abrió la boca para negarlo, pero la tristeza de sus ojos no necesitaba palabras. Se encogió de hombros y sonrió brevemente.

—Supongo que sí. Pero he vivido con ello durante diez años, manteniendo a Betty lejos de Joe y cerca de mi chequera. 

Es curioso como la vida te hace pagar el daño que has hecho antes. 

Puedes obtener lo que quieres pero, a cambio, tienes que pagar un precio por ello. Algunas elecciones llevan su propio castigo.
—¿No es eso muy triste? —respondió ella—. Me parece demasiado.

—Realmente ella no lo quiere, —dijo suavemente, sin levantar la voz—. Solo quiere una forma de vivir igual de bien que antes, con dinero, mucho dinero para gastar. 

He perdido mi estatus de millonario, por lo que me he convertido en alguien de quien se puede prescindir. Quiere su dinero, no al hombre. No se dé por vencida si lo ama.

Ella levantó la barbilla.

—Si él me amara, me quedaría y lucharía hasta perder mi último aliento —contestó Demi—. Pero no me quiere.

Y no soy lo bastante valiente como para ver como, día a día, mi corazón sufre, sabiendo que me mira a mí y la quiere a ella.
Bob se estremeció.

—Eso es lo que tú has hecho durante diez años, ¿no? —continuó perceptivamente—. Eres mucho más valiente que yo, Bob. Supongo que la amas tanto que no importa.

—No es amor —dijo fríamente, con un absoluto desprecio por sí mismo, que ella nunca había escuchado en una voz de hombre.
Ella suspiró. Las necesidades de los hombres eran extrañas e inexplicables para ella.
—Creo que ambos estamos de suerte —dijo Demi mirando hacia la escalera con los ojos oscurecidos por el dolor—. 

Fui una tonta al venir aquí. Me dijo que no tenía nada que ofrecerme Nada, excepto su dinero. Lo que habría sido una vida vacía.
Bob Collins frunció el ceño.

—El dinero no significa nada para usted, ¿verdad? —preguntó, como si no pudiera comprender que una mujer quisiera a un hombre pobre.
Ella le miró.

—Todo lo que quería era que me amara —dijo—. No hay peor pobreza que la de ser privado de la única persona que te importan e el mundo —hizo un gesto y escondió la cara—. Cuida de ti mismo, Bob.


La vio irse, vio como se cerraba la puerta, como si fuera la tapa de un ataúd. ¡Qué tonto eres Joe, pensó, renunciando a una mujer que te ama así!

Marido De Papel Capitulo 17




Voy a casa —dijo tranquila—. Sabemos que esto fue un error. Puedes pedir el divorcio cuando quieras. 

El testamento solo requería un certificado de matrimonio. La propiedad ahora es mía y te prometo que no voy a vendérsela a cualquiera que pueda amenazar a tus caballos.

No estaba preparado para esa respuesta. La miró con sentimientos encontrados.

—La casa es bastante grande —dijo, sin saber que más que decirle.

—Tilly y tú no me echaréis de menos. Ella estará ocupada con las faenas domésticas y tú, de todos modos, nunca estás aquí —

no quiso mirarlo a los ojos mientras se lo decía, porque no quería que se diera cuenta del dolor que le habían producido sus frecuentes ausencias—. Creo que me compraré un perro.
Joe sonrió con frialdad.
—¿Para reemplazar a un marido?

—¡No será difícil reemplazar a un marido que ni siquiera duerme conmigo…! —Se quedó helada cuando se dio cuenta de que la puerta estaba abierta y Betty estaba allí, escuchando.

El hecho de que la conversación se terminara de forma tan brusca, hizo que él también se diera la vuelta.

Betty ni siquiera simuló estar avergonzada y sonrió victoriosa.
—Estaba buscando el cuarto de baño. Lo siento si he interrumpido algo.

—Hay un cuarto de baño en la planta baja y como sin duda ya sabes es la tercera puerta a la derecha —dijo Joe brevemente.

—Gracias, cariño —sus ojos se fijaron en las maletas y en la palidez de la cara de data y, sonriendo de nuevo, los dejó a solas.
La cara de Joe no expresaba absolutamente nada.
Demi recogió su maleta y dijo:

—Me llevo sólo esto. Si no te importa, ¿podrías enviar a alguno de tus hombres con el resto de mis cosas? Mi coche está todavía en el garaje, ¿no?
—Todavía está allí.
—Gracias.

Pasó por su lado y él la agarró el brazo, notando su rigidez y su tensión. Ella notó su cálida respiración.
—No te vayas —le dijo entre dientes.

Ella no podía permitirse el lujo de ser débil y formar parte de un trío. Betty lo quería y él siempre la había querido y no lo ocultaba. Demi estaba de más en su vida y no encajaba allí.
Levantó sus ojos azul oscuro hacía los marrones que tanto amaba.

—La compasión no es una buena razón para casarse. Ni lo es para cumplir un testamento. Tú no me amas, pero yo sí te quiero a tí, —añadió, hablando entre dientes, porque ella siempre lo había querido. Bajó los ojos y le dijo—: No quiero quedarme aquí.

Él la soltó como si tuviera la peste.

—¡Vete, entonces, si eso es lo que quieres! Nunca me hubiera casado contigo, si no hubiera sido porque me daba lastima de tí.
Su rostro palideció más aún.

—Además está lo que todavía sientes por tu ex esposa, —añadió ella.
Él miró burlándose de ella.

—Sí, está Betty.

Marido De Papel Capitulo 16



Su orgullo masculino le hizo decir:

—Puedo dedicaros uno o dos días —le dijo Joseph a Bob, asombrado por la cara enrojecida de Demi—. 

Después de todo, somos personas civilizadas. Y, como el divorcio ya es historia, creo que es una estupidez seguir guardando rencor por algo que pasó hace mucho tiempo.

Betty suspiró. Había ganado y lo sabía.
—Qué bonito es lo que acabas de decir, Joe. Eres tan dulce como siempre.

Demi se sintió excluida. Empezaron a hablar de los viejos tiempos y de conocidos comunes y, en ningún momento, incluyeron a Demi en la conversación. 

Sirvió el café y el pastel que había traído Tilly en una bandeja, pero podría haber sido invisible si se pensaba en la poca atención que Joe le dedicó. Después de unos minutos se excusó y abandonó la sala sin estar, realmente, segura de que notaran su ausencia.

Tilly se dirigía hacia la cocina con la bandeja, delante de Demi, murmurando para sí misma acerca de los hombres que no podían ver más allá de sus narices. Normalmente, Demi se divertía hablando con Tilly, pero hoy estaba demasiado preocupada por lo que podía pasar.

Demi subió las escaleras hasta su habitación, en la que dormía sola, y empezó a hacer el equipaje. 

Si Joe se iba, ella también lo haría. Ya estaba harta de ser una extraña en su vida, en su casa. Si hubiera tenido la más mínima esperanza de que un día pudiera amarla ahora, con la llegada de su ex esposa, se sentía como si le hubiera caído un jarro de agua fría. Cualquiera podía ver lo que, todavía, sentía por ella. 

Estaba tan atontado que ni siquiera había notado la falsa sonrisa que Betty le había dirigido a Demi. Bueno, que se fuera su ex esposa, buscando el pretexto que quisiera y que tuviera buena suerte.

Solo tardó diez minutos en hacer la maleta. Se puso una sudadera, los vaqueros y las botas. Se recogió el pelo y se miró en el espejo. Sí, estaba bien. Ella había sido una vez una chica de la alta sociedad, pero ahora era solo una pobre ganadera. Seguramente podría hacer lo que quisiera y Joe no la echaría de menos, siempre y cuando Betty, a pesar de estar casada, estuviera lista y dispuesta. 

Tampoco se daba cuenta de que s Dios él podía permitirse el lujo de comprarlo y a ella parecía no importarle formar parte del pago de esa comparandolo lestaba utilizando para que comprar el caballo. Gracias a dios 
Estaba revisando los cajones para asegurarse de que no se dejaba nada, cuando Joe entró en la habitación.

Había esperado encontrarla llorando, ya que tenía un carácter sensible y no la había tratado demasiado bien, sobre todo delante de sus huéspedes. Las observaciones de Betty le habían hecho sentirse como si fuera una posesión de Demi, y había reaccionado instintivamente. Ahora se arrepentía.

 Le había remordido la conciencia cuando ella salió tranquilamente, con la cabeza alta, sin mirarlo siquiera, y él había venido, cuando le había convenido, a pedirle disculpas por haberla humillado. Pero, al parecer, iba a necesitar algo más que una disculpa, si maletas eran alguna indicación de sus intenciones.


—¿Vas a algún sitio? —le preguntó seca y educadamente.

sábado, 6 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 31




¡No es justo! ¡Si ella puede hablarle, yo también!

Puse los ojos en blanco mientras me dirigía a la cocina. ¡Imaginen que alguien tenga celos de mi maravilloso privilegio de hablar con Joseph!

— No te preocupes, Anne — le dije — No quiero volver a hablar nunca con Joseph.

— ¿Por qué no? — Preguntó ella — ¿Por qué no te invito al Baile de Otoño?
La mire fijo.
— ¿De qué hablas?

Las mejillas de Anne estaban rojas de placer.
— Llamó tu amiga Rose y me dijo que te dejaba un mensaje: Dile a Demi que lamento lo de Joseph y el desastre del Baile de Otoño.

— Pedazo de animalito entrometido…— le lancé en tono cortante a Anne.
— ¡Demi! —se escandalizó mamá.

— Bueno, es la verdad — exclamé al borde de las lágrimas — Y mañana no va a ser capaz de mantener la boca cerrada frente a Joseph, y...y…

— No pude pensar en otra acusación contra mi hermana, pero necesitaba liberarme de algo más. — ¡Y probablemente me hará quedar como una tonta más grande aún!

El sábado por la mañana, un golpe en la pared me despertó de repente. Sonó como si un gorila hubiera dado con una liana contra el costado de mi casa.
Hundí la cara en la almohada y traté de volver a dormirme.

El golpe se produjo de nuevo. Seguido de un sonido sordo y escurridizo, como si el gorila se estuviera abriendo paso a lo largo del costado de la casa. Luego se produjo el inconfundible sonido de mi ventana al ser abierta.
Cerré los ojos con fuerza. No, no puede ser, me dije.

Hola, Demi dijo el gorila, cuya voz se parecía extrañamente a la de Joseph.

Me di vuelta en la cama. La cabeza de Joseph asomaba por la ventana de mi dormitorio, ubicado en el segundo piso.

Esto tiene que ser un mal sueño dije. Volví a cerrar los ojos.
No, es la realidad me corrigió Joseph.

Espié. Joseph todavía estaba allí, con la armadura para podar árboles de papá. Y llevaba una bincha roja en la frente.

Debo explicar que mi padre tiene todo ese equipo profesional para podar árboles porque Anne y Liz se asustan de la oscuridad (aunque lo niegan), y si una hojita cualquiera les roza la ventana, se vuelven locas y despiertan a papá totalmente histéricas. 

Entonces, con el tiempo, mi padre decidió que, para preservar sus ocho horas de sueño, debía hacer una inversión en un equipo profesional para podar árboles y en esa armadura. 

La idea es que puede trepar árboles con eso puesto y, si se cae, quedará allí colgado hasta que mamá llame a los bomberos, o a quien sea que uno debe llamar para sacar a un hombre de esa situación.

Pero ahora Joseph estaba usando esa armadura como mecanismo volador, libre de ruedas. Se colgaba de mi ventana como rana arbórea.

Nos miramos en silencio durante un momento, cosa rara en él, que habla tanto. ¿Qué esperaba que hiciera yo? ¿Qué gritara ¡Ladrones!?
Por fin, dije:

¿Sabías que entrar por la fuerza en un lugar es un delito? Trata de ingresar a la universidad con eso en tu solicitud.
Joseph sonrió.

Bueno, no rompí nada y no voy a entrar. Pareció reflexionar. Pero es un buen punto. Miró mi habitación. Caramba, tienes un tocador.
¿Y?

Mi hermana tiene uno dijo . Siempre pensé que era un poco como tener un mueble que aumentaba tu sentido de la vanidad o que...

Mira dije. Me senté en la cama, manteniendo la sabana sobre mi pecho. Tenía puesto otro camisón tipo baby-doll y no quería oír ningún comentario. ¿No se supone que debes estar trabajando?

Estuve trabajando casi dos horas protestó Joseph . Y todo el tiempo tu hermanita se queda parada debajo del árbol y me hace preguntas, y tu padre se asoma por la ventana de su dormitorio diciendo: No, esa rama no. Esa ramita tampoco.

Bueno, eso es el resultado de cultivar droga en clase dije yo.
El teléfono sonó en el vestíbulo ubicado frente a mi dormitorio. Miré en esa dirección. Volvió a sonar.

¿No vas a contestar? preguntó Joseph con un sonrisa.

Vacilé. ¿Por qué no atendía otro? ¿Por qué tendría puesto ese estúpido camisón? ¿No había aprendió la lección aquella vez que Joseph vino en busca del destapador de cañerías? Suspiré.

 El teléfono volvió a sonar y tomé una decisión. No iba a permitir que Joseph Conner me tuviera de rehén en mi propia cama.

Hice a un lado las sabanas y fui hacia la ventana.

Joseph abrió mucho los ojos y silbó. 

Marido De Papel Capitulo 15




—Además, no es como si yo estuviera tratando de romper el matrimonio, continuó Betty—. 

Bob y yo estamos en un apuró financiero terrible. 

Esa es la razón por la que está teniendo que renunciar a nuestras explotaciones en todo Texas y a nuestro caballo de carreras.

 Joe, incluso si no quieres comprar el caballo, podrías ayudarnos a encontrar a alguien que quiera comprarlo. 

Seguramente no nos negarás un poco de ayuda por los viejos tiempos, ¿no? Después de todo, solo tienes que ir a Corpus Christi, no a un país extranjero. 

Quiero decir que sólo estarás fuera de casa una noche.

Joe vacilaba, por lo que Betty se acercó a Bob, apoyándose contra él con una sonrisa seductora, como si le estuviera haciendo una oferta.—Díselo tú, cariño —le dijo arrastrando las palabras seductor amente.

Bob se sonrojo mientras la miraba a ella y dijo inquieto:
—Vamos, Joe, —dijo—. El establo del caballo está a la derecha de la carretera, a diez millas de donde vivimos. 

Tenemos sitio de sobra. Puedes pasar la noche y volver mañana —sonrió levemente—. Realmente no podemos esperar más.

 He tenido algunos problemas de salud, por lo que tengo que resolver esto cuanto antes. Fuimos buenos amigos una vez, Joe.

Estás haciendo el imbécil, quería gritar Demi. Lo está usando para llegar a tí, sobornándole con su cuerpo para que te engatuse y vayas a Corpus Christi y compres el caballo.

Joe sintió la tensión de Demi. Sus ojos se estrecharon cuando la miró y vio en su mirada los celos y la desconfianza. 

Que se sentía muy amenazada por Betty, y estaba desconcertado por la tortuosa indecisión que provocaban en él sus propios sentimientos. 

Según parecía, estaba atrapado entre dos mujeres, una que lo quería locamente y otra que le había roto el corazón y que, ahora, parecía querer recuperarlo a pesas de su marido.

Él miró vacilante a Demi que estaba enfadada con Betty por su intento de engatusarlo.


— ¿Acaso te tiene tu esposa atado a la pata de la cama? —preguntó Betty, intencionadamente.