miércoles, 26 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 23




Se me ocurre que podríamos poner montañas de cartulina en las paredes— continuó Swiss Kriss —. Y tal vez una enorme montaña de cartón piedra en el medio del gimnasio, como para tener que escalarla para pasar de un extremo a otro del salón.

Tuve una breve visión del juicio que podrían hacerle al colegio como resultado de vente chicos tratando de escalar un montículo de cartón piedra y cayéndose.
—Tal vez se pudiera instalar un declive en el piso del gimnasio— sugerí.

— ¡Caramba, es una Buena idea! — Reconoció Swiss Kriss—. ¿Cómo lo podemos hacer?
Sonreí.
— Bueno, en realidad no creo que sea posible, a menos que haya un terremoto. Era una broma.

— Oh. — Swiss Kriss estaba decepcionada — De todos modos, voy a llamar al encargado para preguntarle. Nunca se sabe— Sonaba un poco más optimista — Bueno, gracias Cynthia.
— Demi — la corregí.

— ¿Qué?
— Mi nombre es Demi — dije vacilante —. ¿Recuerdas? Tú me llamaste.
—Oh, por supuesto— dijo Swiss Kriss muy tranquila— Cynthia es la siguiente persona en mi lista. Lo siento. Y ahora, ¡Adiós!

Colgué y espere un minuto mientras observaba el teléfono. Estaba casi convencida de que Swiss Kriss perdería su puesto en la lista otra vez, para volver a llamar y decir: Hola, habla Swiss Kriss, ¿Te gustaría trabajar en la comisión del Baile de Otoño?.

Pero el teléfono no sonó, de modo que subí a hacer mi tarea de matemática con una sensación de alegría (¿Y cada cuanto tiempo le ocurre eso a alguien que debe hacer una tarea de matemática?).

Yo, la llamada embajadora de los estudiantes, iba a estar en la comisión del Baile de Otoño. Nadie me lo había pedido antes. Me sentí como una actriz principiante al ser descubierta por un productor de Hollywood. O quizá como una solitaria extraterrestre al descubrir signos de vida en otro planeta… Como si todo un mundo nuevo se estuviera abriendo ante mí.

Al día siguiente, Katie me llamó después de clase y dijo:
No vas a creerlo. ¡Pasó la cosa más excitante de la Tierra!
No pude decir nada por un instante, tanta era mi decepción. Sucede la cosa más excitante de la Tierra y yo estoy en lo del dentista.

A veces me preocupa que la esencia de mi vida entera pueda resumirse en ese tipo de frase. ¡Como cuando una vez leí en el diario lo de esa chica que se salvó de morir en un accidente de avión porque se había quedado en su casa, enrulándose el pelo! Quiero decir, sin duda ella y su familia deben haberse sentido muy contentos porque perdió el vuelo, pero, sinceramente, ¿no se imaginan que clase de persona era?

¿ Demi? dijo Katie ¿Estás ahí?
Si respondí, todavía descompuesta por un sentimiento de derrota . ¿Qué pasó?

¿No lo sabes? dijo Katie ¿De veras no lo sabes?
Si supiera, ¿estaría preguntándote que pasó? repuse irritada.
Está bien dijo Katie alegremente, entusiasmada con su historia Hoy estábamos todos en clase de literatura, y no vas a creer lo que nos hizo hacer la señora McCracken.

¿Qué? dije, ya un poco cansada.
Nos hizo cantar esa ridícula tonada inglesa del siglo trece dijo Katie con deleite Es decir, teníamos que seguir a un tipo que cantaba en un disco, pero tuvimos que hacerlo de a uno.
¡Oh caramba! me compadecí.

Fue horrible siguió Katie Llamó a una chica y, mientras ella cantaba con un hilito de voz, todos los demás nos mirábamos y esperábamos que la tierra se abriera y se tragara a la señora McCracken.

Es espantoso, Katie asentí, un poco impaciente ¿Pero no vas a decirme lo que pasó?

Estoy llegando me aseguró Katie Cuando la chica iba por la mitad de la canción dos detectives de la sección de estupefacientes, vestidos de civil, entraron como una tromba y se apoderaron del macetero que la señora McCraken tiene en la ventana.

¿Qué? dije boquiabierta.
Por supuesto, en ese momento no sabía que eran policías vestidos de civil continuó Katie vivazmente . Pensé que eran hombres de negocios o algo por el estilo. Pero entonces Joseph dijo…

Mira la interrumpí por favor no me menciones a ese tipo, por favor te lo pido. ¿Te gustaría que hable de Marea…?

Está bien concluyó Katie a toda velocidad En fin no vas a creerlo, pero ¡los detectives confiscaron el macetero porque dijeron que la señora McCraken cultivaba marihuana allí dentro!

Caramba, jamás volveré a pedir turno con el dentista durante las horas de clase.
¿Era cierto? pregunté por fin ¿De veras cultivaba droga?
Traté de recordar si alguna vez había visto a la señora McCracken regar el macetero o algo por el estilo. Quizás me llamaran como testigo.

Bueno, supongo que sí, porque se fueron con el macetero dijo Katie.
¿Dónde está la señora McCracken ahora? pregunté ¿La arrestaron o qué?
No dijo Katie, pesarosa Si bien todos pensaron que iban a hacerlo. Cuando la hicieron salir del aula, ella clamaba que era inocente.
Oí la voz de mamá que me llamaba para ir a cenar.

Tengo que cortar. Estamos por comer y quiero hablarle a papá de esto.

Esta bien, pero luego llámame y cuéntame todo lo que diga tu papá acerca de la señora McCracken pidió Katie Y si el teléfono te da ocupado, será mi madre hablando con mi abuela sobre absolutamente nada, de modo que llama a la operadora para pedir una interrupción de urgencia. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 22




¿Por qué no escuchar un minuto?.Volví a poner el tubo junto a mi oído.
— Bueno — estaba diciendo Joseph —. ¿Vas a ir al baile de otoño?
Mi corazón empezó a latir enloquecido.

¿Estaba por oír cómo invitaba a salir a una chica?
— Craso error — contesto Marty Richards, con tanto énfasis que casi me echo a reír--.Odio los bailes No vas a decirme que tu si iras.

— No lo sé — dijo Joseph antes de reírse —. Casi seguro que no. La chica a quien me gustaría invitar jamás aceptaría.
— En fin, esa noche iremos a jugar al bowling o algo por estilo — comentó Marty, la propia esencia del consuelo.

— Esta bien — dijo Joseph —. Escucha ¿quieres venir a ver conmigo Las chicas de la playa por cable?

— Oh sí, no bien — comenzó Marty, pero yo ya no escuchaba. Colgué con suavidad.
La chica a quien me gustaría invitar jamás aceptaría, me repetí mientras me sentaba en un banco frente a la mesada de la cocina. Sentí que se me aceleraba el pulso. ¿Estaría hablando de mí? 

Lo recordé inclinándose hacia mi durante la clase de literatura, y también recordé ese extraño aleteo que a veces veía en sus ojos cuando me hablaba. Luego pensé en su mano cálida en mi cintura, en la fiesta de Bobby, e imagine la sensación que me causaría esa mano si nos estuviéramos dirigiendo a la pista de baile…

Luego recordé algo más; su comparación con la insignificante hija del director de su colegio anterior.
Baje del banco de un salto y salí de la cocina.

Era una completa locura pensar en bailar con Joseph Conner.
A pesar de mi decisión, seguía pensando en la conversación entre Joseph y Marty cuando sonó el teléfono, después de la cena.
—Hola, ¿ Demi? Habla Swiss Kriss.

Pensé que Katie me estaba haciendo una broma, y no les cuento lo cerca que estuve de cometer una estupidez irreparable, como la de emitir un largo grito alpino (¡Yodelayeehoo!), cosa que habría significado el fin de mi vida social, por pobre que sea.

Por suerte dude, en la esperanza de que fuera de veras Swiss Kriss. Supongo que eso me hace muy mezquina porque, por lo que sé de ella, no es muy buena persona. Katie me contó que cierta vez la pusieron como compañera de Swiss Kriss en un viaje de reconocimiento — 

ahora que lo pienso era para la clase de alemán y fueron a Frankenmuth, que es esa mísera trampa para turistas en el sur de Michigan especializada en queso suizo, en sauerbraten (carne de vaca macerada en vinagre), y en chocolate Lindt

En fin, parece que Katie y Swiss Kriss se sentaron juntas en el viaje de isla durante una hora y media, y Swiss Kriss le hizo muchas preguntas acerca de su vida, y Katie se sintió contenta y halagada e iba pensando: Bueno, Swiss Kriss es de veras encantadora. Luego, al subir de nuevo al ómnibus para el regreso, Swiss Kriss se sentó al lado de Katie y le dijo: ¡Hola! Soy Kriss ¿Cómo te llamas?.
Ahí pueden ver qué capacidad tiene la chica para escuchar y para sentir un interés autentico.

Pero no puede negarse que Swiss Kriss es en verdad hermosa y extremadamente popular, y si había decidido buscar mi número telefónico y marcarlo, vamos, eso me halagaba.
— Hola, Swiss Kriss — dije
—Hola Demi — contesto ella.

Debo decir algo a su favor, con toda seguridad, nunca dejara de observar las reglas de la conversación, siempre va a decir por favor y gracias, y mencionará el nombre de su interlocutor tan a menudo como sea posible.

—Te llamo —continuo Swiss Kriss— porque alguien me dio tu nombre y sugirió que podrías estar interesada en trabajar en la comisión del Baile de Otoño.

—Me encantaría — dije al instante, lo cual, por supuesto, era una mentira. Porque ¿a qué persona cuerda le encantaría trabajar en la comisión del Baile de Otoño? Con todo, no pude menos que sentirme halagada. Después de todo, Swiss Kriss no llamaría a cualquiera. Tal vez mi imagen estuviera mejorando.

— Estupendo — dijo Swiss Kriss son su voz suave —. La comisión del Baile de Otoño se reúne todos los martes y viernes después de clase. ¿Quieres hacerme alguna pregunta?

— Bueno, solo una — conteste — ¿Quien te dijo mi nombre?
— Oh, alguien — dijo Swiss Kriss en tono vago
— ¿Quien?
— Alguien — repitió Swiss Kriss, ya molesta
Es imposible calcular el tiempo que habríamos podido seguir repitiendo esas dos palabras (¿Quién?. Alguien), pero al final me di cuenta de que Swiss Kriss no estaba protegiendo el anonimato de nadie, en realidad, no recordaba quien había sido. 

Estoy segura de que, cualquiera hubiera sido la conversación que tuvo lugar sobre mí, se había borrado de su mente al instante de haber terminado.
Supongo que debería sentirme afortunada de que haya recordado anotar mi nombre.
— En fin — dijo Swiss Kriss —, pensé que deberíamos tener una temática alpina.
Contuve una risita.

— Suena muy bien— dije con prudencia. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 21




Me acomodé en mi banco y compuse la cara para lograr una expresión de cuidadosa atención, agradecidísima por que la clase había empezado.
Pero debía admitirlo, Joseph había preguntado algo interesante. ¿Con quién iba a ir al Baile de Otoño? O, dado que estábamos en clase de literatura, ¿con quién tendría el gusto de ir?
Por supuesto, es cierto que nunca voy al Baile de Otoño. Pero también es cierto que todos los años tengo la esperanza de que alguien me invite.

Bueno no cualquiera. El muchacho con quien me gustaría ir debería ser divertido y apuesto, inteligente y popular. Por supuesto, eso es nada más que un ideal, la cuestión es sólo cómo encontrar un compañero aceptable.

 De modo que borren inteligente de la lista, por que no tiene que ser un científico experto en viajes espaciales para llevarme al Baile de Otoño. Creo que también podemos olvidar lo de divertido. Muy bien, eso nos deja con apuesto y popular, lo cual todavía es demasiado ambicioso para alguien que jamás ha ido al Baile de Otoño.

¿Qué quieres decir con eso de que nunca vas? Susurro Bruce en mí oído . ¿Significa que nunca vas por una cuestión de principios o porque nadie te invita?
No es de tu incumbencia farfullé, y rogué que la señora McCracken no nos sorprendiera hablando en clase.

Eso significa que nadie te invitó dedujo Joseph en voz baja.
¡He recibido demasiadas invitaciones! susurre furiosa.
Oh, estoy seguro --- dijo Joseph en tono compasivo Probablemente los hijos de los otros profesores y tal vez algún primo tuyo que no vive en la ciudad y a quien nadie conoce…

¡Oh, que sabes tú! --- repliqué en tono incisivo ¿Con qué derecho…?
Me interrumpí, demasiado afligida como para seguir hablando. ¿Era esa mi imagen? ¿Una chica deprimente que debía recurrir a la parentela para conseguir una cita?

 ¿Y cómo lo había adivinado Joseph? Resultaba particularmente injusto, porque no había sido así una cita por lástima con Ben, aun cuando él era hermano de mi amiga.

No olvidemos la historia de la hija del director de mi colegio anterior susurró Joseph con su aliento en mi cuello . Fue al baile de promoción con…

¡Con su tío! completé yo, dándome vuelta para mirarlo de frente . ¡Lo sé, lo sé! Pero eso no tiene nada que ver conmigo, y si lo mencionas una vez más, te…
Demi Merrill dijo la señora McCracken con voz severa . ¿Hay algo que quisiera compartir con el resto de la clase?

Me ruboricé y me di vuelta de golpe.
¿Bien? urgió la señora McCraken - Estoy segura de que a todos nos interesa mucho.

Sacudí la cabeza. Pude oír la risita tonta de Joseph detrás de mí.
Muy bien, entonces… dijo la señora McCraken Si podemos continuar…
Escondí la cara en Chaucer, decidida a no permitir que Joseph volviera a distraerme en clase.
¿Cómo lo hacen? me preguntó Joseph después de clase, alcanzándome mientras yo atravesaba el vestíbulo.

¿Cómo hacen qué? pregunté con indiferencia mientras luchaba con el cierre de mi bolso. Joseph se acercó y me tomo los libros, lo cual me dejó las manos libres.

¿Cómo hacen siempre los profesores para saber cuando uno está hablando de algo personal y que puede resultar escabroso? dijo.
Abrí mi bolso, que dejó oír un chillido de triunfo, y empecé a revolverlo en busca de un chicle.

¿De qué hablas? pregunté en tono cortante . Había decidido fingir que la conversación acerca de mi (falta de) acompañante para el Baile de Otoño jamás había existido.

La señora McCraken dijo Joseph, paciente Me refiero a que, si hubiéramos estado hablando de por qué no habíamos hecho la tarea, habría dicho;

Demi Merrill, ¿tendrías la gentileza de contarnos qué le dijo la esposa de Bath, personaje del señor Chaucer, a Miller?, o algo por el estilo. 

Pero dado que estábamos hablando de tu vida amorosa, cumplió con esa humillante rutina de tienes-algo-que-decirnos.

Lo miré con ojos relampagueantes. Debía admitir que tenía razón, pero, aún con razón o sin ella, él no tenía por qué sacar a relucir mi vida amorosa. ¿Por qué no se limitaba a dejar el tema de lado?

Mi pregunta continuó Joseph es cuando sabe que debe decir eso. Y no es sólo ella. ¡Lo hacen todos los profesores! En toda mi vida, cuando hablaba de algo personal en clase, ni una sola vez el profesor me pregunto sobre la lectura. 

Y ni una sola vez estaba cuchichiando algo sobre la lectura y el profesor me preguntó si deseaba compartir lo que decía con la clase.

Lo miré. Sus brillantes ojos verdes prácticamente ardían. Otra vez sentí impulsos de revolverle el pelo. Durante un segundo, me pregunté si no me estaría volviendo loca.
¿Cómo lo saben? me dijo ¿Lo aprenden en la universidad? ¿Será así nomás?
Sonó el timbre. Joseph se acercó más a mí.
Además, hay otras preguntas dijo en tono misterioso y desapareció en el vestíbulo llevándose mis libros, que no recuperé sino hasta la quinta hora.
Esa noche, al levantar el tubo del teléfono para llamar a Katie, oí voces en la línea conjunta. Suspire.

Los Conner pensaban anularla, pero se suponía que les iba a llevar un tiempo hacer conectar su propia línea.

Estuve a punto de colgar, pero luego me dije: 

sábado, 22 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 20




Hmmm —Musitó él en tono evasivo — Bueno, dime una cosa. Eres la hija del director, por lo tanto debes saber cuánto le cuesta al colegio comprar esos claveles. ¿Tengo razón?

— Claro que lo se — Repuse con vehemencia —.Los compramos de una floristería al por mayor, y cuesta cinco centavos cada uno.
— Aja. — Joseph tomo su lapicera con aire pensativo. — ¿y cuántos chicos hay en la escuelas?

— Mil doscientos.
— ¿y cuántos de ellos mandan realmente esos claveles?
— Muchos—contesté impaciente. ¿Adónde quería llegar? — Digamos, digamos… dos tercios.

— Muy bien — anotó Joseph con displicencia —. De modo que serían ochocientos chicos, cada uno compra un clavel, y cinco insignificantes centavos… lo cual da… hmmm… cuarenta dólares. Apuesto a que la sociedad Norteamericana del Cáncer planifica todo su presupuesto en base a esa donación — dijo con voz burlona —. ¿No te parece?

Me Mordí los labios.
— Bueno… a pesar de que no es mucho dinero, sigue siendo mejor que nada. Y en todo caso, no es injusto.

— Pero si el objetivo del Día del Clavel es la beneficencia — dijo Joseph en tono racional —, ¿Por qué no hacer algo que dé mucho dinero?
— Bueno, nadie dijo que la beneficencia sea el único objetivo del Día del Clavel —argumenté.

— ¡Exactamente! — Exclamó Joseph con una sonrisa de triunfo —. El objetivo del Día del Clavel es que la gente que es popular se sienta todavía más popular, y que la gente que no es popular se sienta peor.
Entrecerré los ojos.
— ¿Y eso qué quiere decir?

— Quiere decir que, si tienes un novio o una novia, ya lo sabes, ¿correcto? — explicó Joseph con toda la paciencia —. Ya estás saliendo con ellos. De manera que no resulta una gran revelación recibir un clavel rojo en las tercera hora, ¿correcto?
—Bueno, claro que no, pero…

— y si eres amigo de alguien en el colegio, almuerzas con él o con ella casi todos los días, ¿correcto? De modo que esa persona ya sabe que es tu amiga antes de recibir el clavel. — Sus brillantes ojos verdes me observaban muy atentos. — ¿y cuántas veces viste realmente que alguien recibiera el clavel de un admirador secreto?
— Montones de veces — dije a la defensiva.

— Muy bien — dijo Joseph —. ¿Y quiénes los recibieron? Las chicas más populares de la clase, ¿Correcto? Quienes ya sabían que eran populares y bonitas y que muchos pobres tontos estaban enamorados de ellas, ¿correcto?

— ¿No podrías dejar de decir Correcto al final de cada frase? — dije irritada, mientras sonaba el timbre.

Recogí mis libros y claveles y salí al vestíbulo, sin dejar de pensar en lo que había dicho Joseph.

En cierto modo, tenía razón. El Día del Clavel de veras podría hacer sentir muy mal a cierta gente. Piensen en Pat, Por ejemplo. 

¿Cómo se sentiría durante el Día del Clavel cada año, yendo por ahí sin ninguna flor, mientras que ciertos chicos — los populares — arrastraban ramos enteros? ¿Y qué decir de mi pacto con Katie? Es evidente que me aterrorizaba la perspectiva de quedarme sin claveles y parecer poco popular.

Sin embargo, resultaba raro que alguien en vías de convertirse en el chico más popular de la escuela pensara que el Día del Clavel era injusto. De hecho era difícil imaginar que Joseph creyera que algo era injusto.

 ¿Era justo llevar a cabo esa sesión de copia en gran escala para Geometría? ¿Era justo privar al señor Munger de su máquina de algodón de azúcar (aun cuando, a la larga, eso hiciera felices a muchos chicos)?

Rose pasó a mi lado y me dedicó un gran gesto de aprobación porque yo llevaba cuatro claveles. Me estremecí. De repente, las flores perdieron todo su atractivo. Recordé a Joseph en su banco, negándose a recibir los cinco claveles rojos. La imagen era fuerte, dulce, extrañamente conmovedora.

¡Hola! me dijo Joseph en tono vivaz al día siguiente, cuando yo entraba en la clase de la señora McCracken.

Hola dije yo, con más reserva, mientras tomaba asiento. Joseph había ido a la peluquería y su lacio pelo castaño, muy corto, se erizaba en ciertos lugares. Parecía tener más o menos seis años. Sentí la extraña necesidad de pasar la mano por ese pelo. Se lo veía tan suave…

Me di vuelta hacia el frente de la clase y traté de alejar ese pensamiento de mi mente.
Joseph se inclino hacía adelante.
¿Puedo preguntarte algo?
Suspiré.
¿Acaso puedo impedírtelo?
El sonrío.
¿Con quién irás al Baile de Otoño?

Mi corazón dio un vuelco. ¿Iba a invitarme? Luego temblé. No seas tonta me dije Seguro que se está preparando para decir algo realmente detestable.
No iré dije con rapidez Nunca voy.
¿Nunca? Repitió Joseph incrédulo.

Me sonroje. ¿En qué estaba pensando para decir semejante cosa? Me refiero a que nunca había ido por que nadie me invitaba, pero no tenia por que hacer la publicidad del hecho, y menos con Joseph. Me aclaré la garganta.
No me gusta… Quiero decir…


Por suerte, tocó el segundo timbre y llego la señora McCracken y comenzó a hablar con voz monótona sobre los Cuentos de Canterbury, del señor Chaucer.