Estaba con Harrison
Carlyle, hablando casualmente mientras se dirigían hacía el bar. Era fácil
seguir su paso. Medía unos centímetros más que todos a su alrededor, miró
alrededor a la muchedumbre con más seguridad que el resto de nuestros
compañeros, caminó a través de la multitud con más gracia que la que cualquier
adolescente normal podía manejar y mis ojos lo siguieron sin el consentimiento
de mi cerebro. A mitad de camino hacia el bar, Joseph
giró su cabeza en mi dirección.
Sus ojos oscuros se encontraron con los
míos por un instante. Mierda. Miré lejos, rezando que no me hubiera visto, a
pesar de que estaba segura de que lo había hecho. — Dios — murmuré, apretando
mi puño debajo de la mesa. — Es como si estuviera en todas partes. — ¿Quién
está en todas partes? — Logan preguntó,
sentándose frente a mí y me acerco un vaso a través de la lisa superficie de la
mesa. — Nadie. —Tomé un trago de mi Coca light y traté de no hacer una mueca.
La falta de azúcar dejó un mal sabor en mi boca. Tragué y pregunté — ¿De nuevo,
cuál es el nombre de la banda que toca? — Black Tears — respondió. Si. Para mí
eso sonaba como mierda emo. — Genial.
— Nunca escuché su música — admitió Logan, pasando una mano por su cabello rubio
cortado como un tazón—. Pero la gente me dijo que son buenos. Además, es la
única banda en Hamilton. Parece que el resto de los que tocan aquí son de Oak
Hill. — Uh-huh. Me moví incómoda en mi asiento, consciente de los ojos de Joseph sobre mí. La forma en que se deslizaban
sobre mi piel me estaba enloqueciendo y esperaba que Logan
no notara mi tic. Probablemente pensaría que consumía crack o algo. — Terminé
Cumbres Borrascosas — dije, desesperada por comenzar con un tema de
conversación que sacara mis pensamientos de Joseph.
Me llevo un minuto darme cuenta que no era el mejor tema para esa tarea.
— ¿Te
gustó? — preguntó Logan. —Bueno, me dio mucho
en que pensar. —Me podría haber abofeteado. ¿No era ese maldito libro el que me
había alterado en primer lugar? ¿Por qué tenía que sacarlo a relucir? Pero
ahora era muy tarde para cambiar de tema. Logan había
saltado con una crítica completa del libro. —Lo sé. Siempre me pregunté qué
había hecho que Emily Brönte eligiera escribir sobre personajes tan
desagradables. Me refiero a que, a través de todo el libro, simplemente pensaba
que Heathcliff y Linton eran unos bastardos, y Cathy… Movía la pajita de la bebida,
solo escuchando a medias.
Cada vez que Logan
decía Heathcliff mis ojos iban automáticamente a través de sus hombros para
mirar a Joseph. Como siempre estaba
guapísimo, llevaba unos vaqueros y una apretada camiseta blanca debajo de una
chaqueta negra un poco demasiado larga. Estaba sentado solo en el bar, estirado
y casualmente acostado con ambos hombros sobre la barra del bar. Solo. Ni una
sola chica aferrada a él. Demonios, incluso Harrison
había desaparecido. Robert era la
única persona lo suficientemente cerca como para hacerle compañía y parecía
ocupado con una horda de sedientos chicos góticos. Los ojos de Joseph estuvieron fijos en mí todo el tiempo.
Desde donde estaba sentada, era difícil leer su expresión, pero nunca vacilaron
ni un segundo. Sí, era desconcertante, pero sabía que me hubiera decepcionado,
tal vez incluso herido, si descubría que él se había dado vuelta. Realmente me
atrapé a mi misma revisando cada pocos minutos si todavía me estaba mirando.
—
¿Demi? Sorprendida, me fijé en Logan de nuevo. — ¿Hmm? — ¿Estás bien? —preguntó.
Mis dedos habían estado jugando con la medalla en forma de D, colgada en una cadena alrededor de mi cuello,
sin darme cuenta. Inmediatamente baje mi mano. —Estoy bien. Selena me advirtió
que tal vez estés mintiendo cuando dices eso — dijo. Apreté mis dientes y
busqué en la pista de baile a mi “amiga”. Estaba siendo agregada a mi lista de
golpes. —Y creo que tiene razón — suspiró Logan.
— ¿Qué? — Demi, sé qué está pasando —. Miró
a Joseph sobre su hombro antes de volverse
hacía mí con una leve inclinación de cabeza. —Te esta mirando desde que llegó.
— ¿Lo estuvo haciendo? — Lo puedo ver por los espejos de allí. Y tú lo
estuviste mirando también — dijo Logan.
— Y
no es solo esta noche. He visto la forma en que te mira en la escuela. En los
pasillos. Le gustas, ¿cierto? — No… No lo sé. Supongo. —Dios, esto era
incómodo. Simplemente seguía moviendo mi pajita entre mis dedos y mirando las
pequeñas olas que se formaban en la superficie de mi bebida. No podía mirar a Logan. — No tengo que suponerlo — dijo— Es
bastante obvio. Y la forma en que lo miras me hace suponer que tú también estás
enamorada de él.
— ¡No! — chillé, soltando mi vaso y mirándolo directamente. —
No, no, no. No estoy enamorada de él, ¿está bien? Logan
sonrió ligeramente y dijo — Pero tienes sentimientos por él. No pude ver
ninguna señal de dolor en sus ojos, solo un toque de sorpresa. Eso hizo mucho
más fácil darle una respuesta. — Um,… sí. — Entonces ve con él.