-Arreglad ese problema, pero ya. Lo quiero fuera de Grecia lo antes
posible. - Masculló Joe antes de colgar el teléfono y encontrarse con Demi
parada en mitad de su despacho mirándolo interrogante, alzando su perfecta y
pequeña ceja en forma de pregunta.
-Tu tío Heart se marcha de Grecia.
-¿Qué has hecho? - Le preguntó ella al instante.
-¿Por qué crees que he hecho algo? - La cuestionó el sonriendole burlonamente.
-Porque te conozco y no eres de los que se quedan quietos. - Demi suspiró- Sé
que lo que intentó hacerme no está bien, pero no te atrevas a hacerle daño.
-No pensaba hacerlo.
-Joe...- Le advirtió ella.
-De acuerdo, de acuerdo. - Exclamó él levantando las manos en gesto de
rendición, rodeó la gran mesa de mármol y se acercó a ella, la tomó por la
cintura y acercó a su cuerpo. - Sólo he mandado a mis abogados, sólo eso, le
dirán que tiene que dejar el país sí no desea una denuncia por intento de
violación.
-¡Joe!
-¿Qué? Así son las cosas Demi, no pienso permitir que ese cerdo esté
minimamente cerca de ti y mucho menos que te toque.
Ella le sonrió y tomó su rostro en sus manos, acarició su barba espesa que ya
comenzaba a crecer, sus pómulos altos y cincelados. Sus ojos se encontraron y
ella comenzó a arder.
-Mía. - Repitió él como tantas otras veces.
-Eres muy posesivo. - Replicó ella en tono burlón, Joe la acercó más para que
sintiera su erección, Demi jadeó.
-Soy griego cariño. - Comenzó a dar pequeños besos sobre su cuello y luego
pequeños mordiscos que la dejaron mareada. - No lo olvides.
Joe acorraló a Demi contra la pared fría del despacho, sin dejar de besarla. Un
cosquilleó maravilloso recorría sus cuerpos deseosos de acoplarse. Joe deslizó
una de sus manos hasta la parte interna de la pierna de Demi, la levantó y la
hizó enrollarla en su cadera para sentirla más cerca. Con esa misma mano, subió
lentamente acariciando su piel suave y desnuda, subió y se adentró en la tela
de la bata, hasta el muslo. Demi jadeó al sentir sus manos ágiles por su
cuerpo. Joe no paró ahí, siguió subiendo, agarró las diminutas bragas y se las
arrancó en segundos.
Levantó la bata y se la quitó rápidamente, dejándola
completamente desnuda y jadeante ante él.
Soltó un gruñido mientras la observaba, caderas estrechas, piel tersa y suave,
pechos pequeños pero deliciosamente redondos y tiernos, muslos torneados, un
cuello delgado y suculento y un trasero prieto y cremoso, era hermosa, sonrió
de deseo, de posesión y lascivia , y toda suya.
Tomó entre sus manos los dos pequeños montes que subían y bajaban con la
respiración afectada de Demi, castigo sus pequeños y sonrojados pezones, ella
se apretó más a el en busca de más calor. Joe tiró su camiseta en algún lugar
de la habitación y sus pantalones y calzoncillos tomaron el mismo camino.
La
enroscó de nuevo a su cuerpo, bajó su boca y atrapó ese tentador pezón entre
los labios, lo cual la hizo gritar de placer. Joe gruñó mientras la levantaba
sin dejar de succionar el pezón hinchado, deslizó una de sus manos por el muslo
de Demi y la encontró húmeda, con otro gruñido adentró dos de sus dedos en esa
cavidad pequeña, caliente y prieta.
Demi gimoteó y clavó sus uñas en la espalda de Joe, el placer y la pasión la
inundaban de una manera increible, le costaba respirar y lo deseaba, lo
necesitaba ya en su interior, abriendose paso en ella, llevandola más aya.
-Por favor...- suplicó, Joe dejó su pecho y levantó la mirada llena de pasión
carnal, de deseo puro y duro.
-¿Que quieres Demi? Dímelo, dímelo...- Le exigía el con voz ronca sin dejar de
acariciar la parte interna de su vagina que ya palpitaba de placer y
anticipación a lo que se venía.
-Hazme el amor Joe, por favor, tómame. - Le pidió ella sin dejar de mirarlo y
con la frente y la parte superior de sus pechos húmedos. Este lo hizo sin
protestar, sin dejar de mirarla, retiró lentamente sus dedos torturándola, alzó
sus caderas y colocó cada una de sus manos en sus nalgas ahora sonrojadas,
despacio y tentándola la bajo, rozando su erección contra el tierno montículo,
ella meció las caderas buscando de nuevo el contacto. De repente se puso serio,
su rostro se sonrojó mientras se deslizaba en su interior.
-Oh...- intentó decir Demi, cerrando los ojos y disfrutando de sus cuerpos
unidos. Joe jadeó y comenzó a mover sus caderas. Primero despacio, haciéndola
gruñir y clavarle más las uñas en su espalda, acoplando sus caderas a cada
lenta y larga embestida que la dejada aún más mojada y deseosa.
-Por favor...-Suplicó ella arrastrando sus manos por su ancha espalda y
enrollando más las piernas en sus prietas caderas.- Más rapido Joe, por
favor...
Él se rió contra su oído y comenzó a mover sus manos sobre sus nalgas,
subiéndola y bajándola. Demi temblaba, arqueó su cuerpo y tomó las fuertes y
rápidas embestidas que le impedían ver nada concreto cegada por el placer.
-Mía - Gruñó Joe contra su oído.
-Oh, si... Tuya, tuya...- Logró decir Demi antes de caer al vacío en una
espiral de colores y sabores deliciosa, el clímax. Joe se abandonó gritando
sobre el cuello de Demi mientras lo mordisqueaba. Luego los dos languidecieron
hasta el frío suelo.
Tres meses después...
Demi llegaba con una estúpida sonrisa en el rostro después de una previa visita
a Atenas. Por fin las cosas estaban bien. Sonrió aún más y colocó sus manos con
ternura en su vientre aún plano; Joe se llevaría una sorpresa. Aunque bueno, no
tan sorpresa, ya que no podían dejar de tocarse en ningún momento y Joe se haba
convertido en un despistado en lo referente a la protección, aunque ella
tampoco se salvaba. Si, las cosas estaban bien.
Bajó del coche con la ayuda del shofer que Joe le había obligado a utilizar,
explicándole que era la mujer de un hombre importante, así que no podía viajas
más en taxi.
Habían viajado hacía un mes a conocer a los padres y familiares de Demi. Joe
comprendió porque a la chica no le gustaba hablar de ellos. Demasiado fríos y
distantes para una rosa tan delicada como Demi. Al volver de Texas, Joe le
había dejado claro que su familia, la que crearían ambos, sería completamente
diferente.
Él la esperaba en la entrada, apoyado en una esquina de la puerta con sus
fuertes manos dentro de unos Jeans desgastados. Sonreía mientras Demi llegaba
hasta él, entonces la tomó de las caderas y como solía hacer siempre beso su
frente antes de tomar sus labios con ternura, luego la miró muy serio.
-Tenemos que hablar. - Susurró mirándola fijamente y rozando sus labios con los
de él. Demi asintió, sintiendo como las mariposas se arremolinaban en su
estomago cuando supiera la noticia. "O puede que ya lo sepa" le dijo
su subconsciente, no, negó mentalmente.
Joe era un genio en su trabajo, pero en
lo referente a la vida real parecía estar en cualquier parte menos allí.
-Sentémonos.- le indicó Joe acomodándose en la cómoda silla del Porshe. Demi se
sentó a su lado. Joe tomo una de sus manos entre la suya y levanto la otra para
acariciar la mejilla de Demi con tal ternura que Demi deseó ronronear de
placer.
-Te quiero Demi. - Susurró él.
-Lo sé y yo a ti. - Respondió esta, inclinándose más hacía su mano. -Te tengo
que decir algo.
Él suspiró y asintió mirándola fijamente.
-Veras, hoy he ido a Atenas porque llevo algunos días sintiéndome mal. - Los
ojos de Joe se agrandaron y la acercaron más a él.
-¿Qué ocurre? , ¿Estás bien?
-Si, Joe, si. Él medico me explicó que era normal.
-¿Normal?
-Sí...- Demi suspiró y tomó una de las manos de Joe y la colocó en su vientre.
Este perdió el color de su rostro y abrió más aún sus ojos mirándola
atentamente. - Estoy embarazada.
Demi comenzó a dudar sí la noticia lo alegraría, estaba pálido como la leche y
no se movía, subía sus ojos una y otra vez, desde su rostro hasta su vientre.
De repente se levantó de un salto y miró hacía el jardín.
-Joe...- Murmuró Demi asustada, entonces el se dio la vuelta con lagrimas en
sus ojos y la sonrisa más dulce del mundo, tomó sus caderas y acarició su
vientre como quien frota una lampara de los deseos.
-Voy ha ser papá. - Susurró, Demi asintió también con lagrimas en los ojos. -
¡Voy ha ser papá! - Exclamó y la levantó por los aires, Demi soltó un gritó al
principió de sorpresa, pero luego rompió a reír, cuando la bajó, la apretó contra
sí, junto sus frentes y narices. -Te amo Demi, cada día más. - Ella dejó
escapar una pequeña lagrima que él limpió con un beso.
-Yo también tengo algo que decirte. Aunque ahora me parece poco con esta
maravillosa noticia.
Demi lo miró intrigada y el clavó sus ojos en los de ella, ojos que desprendía
total y puro amor.
-Cásate conmigo. - Demi frunció el ceño.
-Ya estamos casados Joe ¿No lo recuerdas?
-Si, no lo podría olvidar, olvidar que eres mía, pero quiero una boda de
verdad. Tu y yo, con pocas personas, en el jardín que tanto has cuidado. Una
boda donde no tengas que huir, donde haya una larga noche de bodas y podamos
estar más unidos que nunca. Dime que si. Cásate conmigo Demi.
Ella temblaba de felicidad.
-Si mi amor, si.
Joe la beso con pasión, casi con devoción. Apretó con fuerza su cuerpo contra
el suyo.
-Te amo.- Le dijo Joe con la respiración entrecortada.
-Yo también te amo. Más que a mi vida.
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