martes, 19 de noviembre de 2013

Camino a la Fama Capitulo 42 PARTE 3

—No, claro que no entiendo. Y no lo voy a entender, al menos que 

me lo expliques—Demi se puso de pie, necesitando poner distancias. Desafortunadamente Joseph la imitó, colocándose detrás de ella. —Dime…—Ella negó efusivamente, él la tomó por la cintura imposibilitándole escapar de aquel interrogatorio. —¡Dime, Demi!

—¡No!—Se volvió para enfrentar sus ojos—Esto no va a pasar, no vas a seguir confundiéndome. Márchate. —Le dijo con mas convicción de la que jamás se hubiese creído capaz, él asintió dando un paso hacia atrás parecía tan o mas confundido que ella. Y ese hecho la hizo titubear, aun así no volvió a abrir la boca. Ya había dicho lo que tenia que decir.

Joseph sacudió la cabeza y tomándola desprevenida, le extendió una mano que ella aceptó por simple inercia. ¿Se estaba despidiendo? ¿Con un apretón de manos? Demi no lograba encausar pensamiento alguno, aun así se permitió disfrutar del contacto unos segundos hasta que Joseph habló.

—Joseph Rhone, mucho gusto. —Ella lo miró y luego a sus manos entrelazadas, sin entender absolutamente nada. 

—Soy escritor, tengo veintiséis años, un padre, una hermana, soy huérfano de madre…—hizo una leve mueca al decir aquello—Y mis pasatiempos son leer, mirar películas estando en la cama, correr y coleccionar vinos. A veces se me va la lengua diciendo tonterías, pero es que olvido que en el mundo real las cosas no siempre se solucionan al final. Es tonto de admitir, pero creo que me dejo llevar por la ficción. Y pienso que tras unos capítulos de agonía, todo será perdonado. Lo malo es que me doy cuenta tarde, pero si lo miras en perspectiva. Al menos me doy cuenta…

—¿A qué viene todo esto?—preguntó con la voz casi audible. Joseph sonrió con aspereza.

—Sé porque te marchaste, Demi. No te culpo, yo también me patearía si pudiera hacerlo. Pero quiero enmendarlo.

—¿Enmendarlo?
—Desde que te conocí solo quise sacarte de mi camino, te veía como un obstáculo… como algo que debía dejar atrás. —Ella frunció el ceño, admitiendo para sí que no le gustaba oírlo decir aquello. —Tú también

querías lo mismo conmigo—Se justificó y Demi tuvo que asentir muy a su pesar. —Y somos buenos los dos, somos buenos compitiendo. Pero no quiero seguir compitiendo contigo…
Demi sintió su mano cerrándose alrededor de sus dedos y no halló fuerza para apartarlo. Aunque la guerrera lo habría hecho.

—Me gustas, Demi. —Ella alzó ambas cejas hasta el nacimiento de su cabello, esperando de todo menos esa confesión—Y pienso que yo no te gusto lo suficiente. —Fue a responder, pero Joseph se le adelantó. —Lo hicimos todo a los tropezones, a los golpes. —Sonrió, tal vez recordando alguna anécdota mutua—Y fue divertido, pero te permití pensar que es todo lo que tengo para ofrecer. No es así.

— Joseph…
—Espera, escúchame. —Le cubrió los labios con su pulgar, adelantándose tanto como su resistencia se lo permitió—No quiero que me perdones por lo que te dije antes.

—¿Qué…?—inquirió, aunque la palabra retumbo contra su dedo perdiendo casi toda su entonación.

—Empecemos devuelta, déjame mostrarte que puedo ser algo más que un hijo de puta. Y si todavía sigues pensando que no valgo la pena, entonces no te molestare más. No habrá ninguna clase de resentimientos, terminaremos el libro y cada cual seguirá su camino—Finalmente apartó la barrera que cubría su boca.
—¿Por qué?

—Porque…—realmente lo había jodido, no tenia idea de por qué. —¡Dios! Eres tan perturbadora ¿Por qué siempre necesitas una razón?

—No lo sé—respondió escuetamente—Tal vez solo estoy recopilando información, para dárselo a las revistas. — Joseph la miró con los ojos en rendijas.

—De acuerdo, me equivoque. —Admitió bastante frustrado. Hasta ese instante pensaba que su plan iba viento en popa, pero claro que Demi le disparó al aire para bajarlo de un hondazo. —Hice mal en acusarte de esa forma y lo lamento.
—¿Sólo eso?

—¿Qué mas quieres? No puedo volver el tiempo atrás, pero le estoy plantando cara al asunto. A diferencia de algunos, que solo huyen en la oscuridad.

—Bien…—Él enarcó una ceja, incapaz de descifrar algo de su expresión. —Digamos que ambos cometimos errores…—Joseph comenzó a sonreír—Aunque los tuyos fueron mas grandes que los míos—La sonrisa vacilo, hasta regresarse cabizbaja. —¿Cuál es tu propuesta?
Entonces la sonrisa se desplegó sin que nadie pudiera detenerla.

—Una cita—Demi lo escrutó con detenimiento. Tal vez creyéndolo efectivamente loco, quizás lo estaba pero en realidad Joseph no iba a ponerse a buscar la procedencia de sus actos. Había ido allí con una intención, si lograba concretar esa parte, luego pensaría en el resto. Primero lo primero.

—¿Una cita?—Él asintió—¿Cómo a donde?
—Seria una cita a ciegas—Ella se golpeó el labio con el índice pensándose su respuesta detenidamente, tras unos eternos minutos lo miró con el rostro serio y terminó por tenderle la mano.

—Una cita entonces—Joseph volvió a presionar su pequeña mano, pero en esa ocasión para cerrar el trato. Y aprovechando la ventaja, la jaló en su dirección, hasta que su cuerpo quedo completamente pegado al suyo. Le encantaba tenerla de ese modo y aunque eso no formaba parte del plan aun, no veía nada de malo en darse una pequeña libertad.

—No te arrepentirás—Le susurró al oído, inhalando su perfume en el proceso. Ella se apartó lo suficiente, para mirarlo con una ceja enarcada escépticamente.

—Eso lo veremos—replicó tan desafiante como el primer día en que se vieron. Sólo que en esa ocasión había un brillo de anhelo en su mirada y Joseph supo que debía marcharse, antes de que su plan de echarle freno a esa carrera se le fuera irremediablemente al carajo.
—Me voy. —Le gustó ver el pequeño gesto de decepción que dibujaron sus labios.

Tal vez le gustaba más de lo que incluso ella supiera. Pero por más que le gustaría permanecer allí y averiguarlo, tenía una cita que planear. Se apartó arrastrando su orgullo hasta la cocina. Demi lo siguió deteniéndose en el quicio divisorio.

—¿Y cuando es la cita?—Joseph se volvió sobre su hombro, pensando la respuesta.
—Te llamo esta noche con los detalles. —Ella asintió en tanto que él se disponía a abrir la ventana.

—Oye, Joseph…—La miró nuevamente—¿Por dónde subiste?
—Por la escalera de emergencia—Apuntó a la susodicha que se extendía por fuera de su ventana.

—¿Tengo escaleras de emergencia?—inquirió con su rostro sumido en confusión y una media sonrisa juguetona, él tuvo que hacer uso de toda su fuerza mental para no regresar y comerle la boca allí mismo.
—Me tranquiliza saber que saldrás ilesa de tu edificio en caso de una emergencia. —Ella soltó una carcajada.

—Ah ok, Spiderman ten cuidado—Joseph sacó medio cuerpo hacia fuera, buscando hacer pie del otro lado de la ventana. Al salir por completo notó que ella se apoyaba en el alfeizar para mirarlo. —Adiós—Lo saludó con una nota de humor en su voz, Joseph se detuvo en uno de los escalones pensando que simplemente no podía dejar pasar esa oportunidad. Alzó la mirada, buscando atrapar su atención.

—Habla. ¡Oh! ¡Habla otra vez ángel resplandeciente!—Exclamó, a sabiendas que ella reconocería sus palabras. —Porque esta noche apareces tan esplendorosa sobre mi cabeza como un alado mensajero celeste ante los ojos extáticos y maravillados de los mortales, que se inclinan hacia atrás para verle, cuando él cabalga sobre las tardas perezosas nubes y navega en el seno del aire. Demi soltó una musical carcajada y repentinamente su rostro se enserió, colocándole la misma determinación a sus ojos color del chocolate.

—¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehúsa tu nombre; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto. —Él bajó la vista un instante mirando al piso, para hacer la parte de su soliloquio.
—¿Continuaré oyéndola, o le hablo ahora?

—¡Sólo tu nombre es mi enemigo! ¡Porque tú eres tú mismo, seas o no Montesco! ¿Qué es Montesco? No es ni mano, ni pie, ni brazo, ni rostro, ni parte alguna que pertenezca a un hombre. ¡Oh, sea otro nombre! ¿Qué hay en un nombre? ¡Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquiera otra denominación! De igual modo Romeo, aunque Romeo no se llamara, conservaría sin este título las raras perfecciones que atesora. ¡Romeo, rechaza tu nombre; y a cambio de ese nombre, que no forma parte de ti, tómame a mi toda entera!

—Te tomo la palabra. Llámame sólo “amor mío” y seré nuevamente bautizado. ¡Desde ahora mismo dejaré de ser Romeo! —Le guiñó un ojo, retándola a darle un cierre a ese juego. Demi se humedeció los labios con la punta de la lengua, antes de decir:

—Por ahora, sólo serás… Joseph—Entonces simplemente cerró la ventana. 

1 comentario:

  1. Vaneeeeeeeeeee este capitulo cuantas partes tiene??!
    Siento que me voy a morir
    me tienes toda expectante :( sube pronto
    Y me encanto como declamaban como si fueran Romeo y Julieta :3
    ternurita
    jajaja
    byeeee, besis

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