jueves, 21 de noviembre de 2013

Camino a la Fama Capitulo 43 PARTE 3


Joseph la tomó de la mano, ayudándola a mezclar el contenido de su copa. Demi intentó fingir que ponía atención, pero tener su esbelto cuerpo pegado a su espalda le dificultaba tortuosamente la tarea. Él parecía enfocado en enseñarle, ella se enfocaba en no perderse en el aroma de su colonia.

¿Podía ser posible qué en el campo él oliera incluso mejor? Sí, podía.

El viaje en auto había transcurrido relativamente rápido, habían charlado de cualquier cosa y él se había reservado el lugar de destino todo el tiempo. No importó cuantas veces ella se lo hubiese exigido, Joseph estaba más que dispuesto a sorprenderla. Y efectivamente, lo había hecho. No estaba segura de si esa era la mejor cita de su vida, no estaba segura de poder compararla con alguna otra. Definitivamente ni siquiera entraba en la escala que ella se había planificado. Pero le agradaba, quizás porque era con Joseph o quizás porque en ese lugar sentía que podía conectar con algo que a él realmente lo apasionaba.

—El vino que tienen en sus copas es un Malbec de un varietal de cepaje vinificado por Nicolás Fazio en 1977. —Anunció el hombre que llevaba gran parte del día haciendo eso.

Un grupo de mozos, aparecieron con bandejas cargadas de copas para hacer el recambio. Había mucha terminología de vinos que ella no conocía, pero había bebido un total de diez copas distintas por lo que a esa altura, la terminología era lo que menos ocupaba su mente. 

Aunque Joseph le había explicado como debía tomar los tragos, en ocasiones Demi no captaba los sabores con un solo sorbo, entonces debía ir por un segundo y hasta a veces por un tercer para lograr confirmar algo. A pesar que aun seguía sin saber que rayos era el cuerpo del vino o dónde debía encontrarlo. Hasta donde su comprensión llegaba, debía estar en la bebida misma, pero ella encontraba el final de cada copa sin toparse con el tan renombrado “cuerpo”. Algo que sin duda le preguntaría más tarde a Joseph.

Olisqueó el Malbec de Fazio, tal y como todos a su alrededor hacían, luego procedió a beber para catarlo. Por extraño que sonase, tampoco era capaz de discernir la diferencia entre el Fazio del 77 y Fazio del 78, a pesar de que un hombre había hecho un comentario en que remarcaba la “complejidad” del 78. 

Demi no tenía idea como un vino, podía llegar a ser complejo. Para ella se reducía a: Me gusta o no me gusta. Pero viendo que Joseph sonreía siempre que agitaba su copa y se mostraba tan diligente en explicarle el proceso, ella sentía que podía fingir comprender los comentarios que se lanzaban entre ellos. No se atrevería a opinar, pero era genial poder oírlo y aun más genial ver como Joseph parecía estar en su salsa, rodeado de todos esos bebedores.

—Estos tintos son los mejores de Sudamérica—Escuchó que le decía un viejo barrigón y de bigotes a su colega. Joseph asintió en acuerdo, bajando su copa un instante.

—Los tintos de Weinert conforman una parte importante de mi bodega personal. —Le espetó haciendo que el hombre sonriera, conforme con el conocimiento de alguien mas joven.

Una vez mas Demi, no entendió ni media palabra. Pero ¿No se veía lindo Joseph hablando de sus vinos? Era como un niño presumiendo su juguete nuevo. Él estaba orgulloso de su bodega y lo demostraba abiertamente.

— ¿Te estas aburriendo?—Le preguntó cuando el viejo barrigón se hubo marchado. Demi lo miró atentamente.
—No—respondió con sencillez.

Él deposito la copa de ambos en la bandeja de uno de los mozos y se regresó para envolver su cintura con sus brazos.

— ¿Segura?—Susurró junto a su oído y Demi no logró responder, tal vez era la cantidad de vino que no había sabido catar dando vueltas en su cabeza, tal vez era su cercanía, pero repentinamente sólo deseó correr hacia los sembradíos de uvas y atacarlo furtivamente a besos.

—Me agrada esta cita, Joseph —Admitió, intentando aplacar el calor que se despertaba en sus partes intimas a esas distancias en las que él se ponía con mayor regularidad, últimamente.
—Podemos irnos cuando quieras.

— ¿Cuántos vinos faltan?—Él miró sobre su hombro, hacia la cartelera que anunciaba los vinos que se catarían ese día.
—Creo que mas de los que tú estomago soportará.

Todavía no comprendía como era que ninguno más, se sentía mareado o patoso al igual que ella. Con tantos vinos caros para degustar a sus anchas, todas esas personas deberían verse al menos algo afectados. Pero no, todos ellos sabían beber y lo hacían sin perder el estilo, o la coordinación. Algo que Demi, lentamente comenzaba a echar de menos.

—Tal vez yo sólo observe a partir de ahora— Joseph se inclinó posando su barbilla sobre su hombro y ella llevó una mano hacia su cabello, acariciándolo suavemente.

—Quería que te divirtieras, creo que no esta funcionando—Admitió él sin apartarse para mirarla.

—Me estoy divirtiendo—Y lo estaba haciendo en verdad, le gustaba verlo jugar con sus vinos. Era algo natural, era Joseph en su estado natural y eso era lo que ella había esperado de su cita. Conocerlo un poquito más. —Esto es parte de tu vida y me gusta ver cuan apasionado te portas, sobre algo que no esta relacionado con la cama. —Él soltó una leve carcajada y luego la miró.
— ¿Y esa otra pasión mía no te gusta?— Demi se sonrojó y fingió estar abochornada por su pregunta.
— ¡Señor!—exclamó empujándolo por lo hombros—Esta es una primera cita, no puedo creer las cosas que esta insinuando—Una mujer cerca de ellos, los observó con curiosidad, Demi la miró también y le pregunto: — ¿Puede creer a este hombre? Piensa que dándome a beber algunos vinos, tendrá pase directo a mi cama.

La mujer le frunció el ceño a Joseph de forma reprobante y tomando a su marido del brazo, se apartó a la siguiente mesa de pruebas.
—Muy graciosa—Le espetó volviéndola a coger por la cintura—Tú nunca cambias ¿verdad?

—Es mi rasgo más atrayente. —Sonrió de forma coqueta y él gruñó algo ininteligible antes de devorar su boca con un sorpresivo beso. —Espera. — Joseph se apartó al instante—Si te dejo besarme ¿pareceré una chica fácil?—Él sacudió la cabeza deslumbrándola con una sonrisa.

Demi, no juegues conmigo.
—Pensé que querías ir más despacio.
—Al demonio con eso. —Las manos que descansaban en su cintura se deslizaron sutilmente al punto donde la espalda perdía su nombre—No puedo esperar mucho tiempo…—Le aprisionó el trasero suavemente y ella contuvo un gemido hundiendo el rostro en su pecho.
— Joseph, aquí hay gente.

—En mi auto, no—dijo liberándola un instante para tomarla por el mentón y obligarla a enfrentar su mirada. — ¿Vamos?
— ¿No quieres mas vino?

—Todo lo que quiero, lo tengo entre mis manos. —Ella se mordió el labio inferior ¿Para que negarlo? Todo lo que ella quería también estaba entre sus manos, lo había estado deseando desde el mismo momento en que se propuso no desearlo.

No podía probar una parte de Joseph y luego intentar la estupidez de la abstinencia. Recordaba la noche que había pasado a su lado y nada le parecía inadecuado. Sí quería conocerlo, pero eso podía hacerlo día a día. No necesitaba una cita para poder discernir que Joseph le gustaba, porque eso ya era un hecho. Y poner trabas, era igual que retrasar lo inevitable.

Tomó su decisión y asintió, él no esperó por nada mas la jaló de la mano fuera del viñedo guiándola al estacionamiento. Luego condujo su Lexus como un maniaco recién escapado del loquero. La urgencia por estar juntos, venia de ambos lados. Joseph había hecho todo aquello, por ella y eso debía de significar algo ¿verdad? Él realmente se estaba esforzando por mostrarle que podía ser una persona diferente, que podía ser alguien digno de su confianza.

 Durante la cita habían compartido conversaciones que no se reducían a una discusión, por lo que tan solo confirmaba que aquel hombre que había sido meses antes de lo de Ann era real. Joseph podía ser su amigo, podía ser su colega y a partir de ese día quizás, hasta podía ser algo más. Pero eso, ahora solo dependía del tiempo pues Demi estaba lista para dejar que las cosas tomaran su propia dirección.

— ¿A dónde vamos?—Aun así preguntar nunca esta demás.
—A la casa de mi padre—respondió con tranquilidad. Algo en su interior tiró una cuerda que activo la indecisión, Joseph lo notó—No te preocupes él estará en Francia toda la semana, tenemos la casa para nosotros solos.

— ¿O sea que quieres que me quede contigo?
—Ese es el plan—murmuró un tanto vacilante, volvió el rostro en su dirección y la observó con cierto grado de duda. Sus ojos azules destellando como nunca antes, la hacían lucir tan apetitoso. — ¿No te quieres quedar conmigo?

¿Y quién en su sano juicio y una libido normal, podía negarse a tal pedido? ¡Dios! Si hasta sus bragas estaban exclamando un enérgico ¡Si!

Demi asintió para sacarlo de su duda existencial y entonces procedió a ponerse más cómoda, tenía toda una semana por delante. Toda una semana, ellos dos solos.

Sonrió internamente, recordando el consejo numero tres en la revista de moda:

“Una chica inteligente, siempre prevé las situaciones. Por lo que NO olvides colocarte ropa interior sexy, es un detalle que tu hombre apreciara”


Dios bendiga a esa revista, Dios bendiga a la mujer de la tienda que le escogió algo de último momentoy Dios bendiga a Darius y su viaje inesperado. Ahora finalmente las cosas, parecían cobrar su cause y ella ni siquiera había tenido que forzarlas —dejo caer casualmente su mano, sobre el muslo de Joseph—bueno, quizás solo un poquito. 

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