Joseph la tomó de la mano, ayudándola a
mezclar el contenido de su copa. Demi intentó fingir que ponía
atención, pero tener su esbelto cuerpo pegado a su espalda le dificultaba
tortuosamente la tarea. Él parecía enfocado en enseñarle, ella se enfocaba en
no perderse en el aroma de su colonia.
¿Podía ser posible qué en el
campo él oliera incluso mejor? Sí, podía.
El viaje en auto había
transcurrido relativamente rápido, habían charlado de cualquier cosa y él se
había reservado el lugar de destino todo el tiempo. No importó cuantas veces
ella se lo hubiese exigido, Joseph
estaba más que dispuesto a sorprenderla. Y efectivamente, lo había hecho. No
estaba segura de si esa era la mejor cita de su vida, no estaba segura de poder
compararla con alguna otra. Definitivamente ni siquiera entraba en la escala
que ella se había planificado. Pero le agradaba, quizás porque era con Joseph o quizás porque en ese lugar
sentía que podía conectar con algo que a él realmente lo apasionaba.
—El vino que tienen en sus copas
es un Malbec de un varietal de cepaje vinificado por Nicolás Fazio en 1977.
—Anunció el hombre que llevaba gran parte del día haciendo eso.
Un grupo de mozos, aparecieron
con bandejas cargadas de copas para hacer el recambio. Había mucha terminología
de vinos que ella no conocía, pero había bebido un total de diez copas
distintas por lo que a esa altura, la terminología era lo que menos ocupaba su
mente.
Aunque Joseph le había
explicado como debía tomar los tragos, en ocasiones Demi no captaba los sabores con un
solo sorbo, entonces debía ir por un segundo y hasta a veces por un tercer para
lograr confirmar algo. A pesar que aun seguía sin saber que rayos era el cuerpo
del vino o dónde debía encontrarlo. Hasta donde su comprensión llegaba, debía
estar en la bebida misma, pero ella encontraba el final de cada copa sin
toparse con el tan renombrado “cuerpo”. Algo que sin duda le preguntaría más
tarde a Joseph.
Olisqueó el Malbec de Fazio, tal
y como todos a su alrededor hacían, luego procedió a beber para catarlo. Por
extraño que sonase, tampoco era capaz de discernir la diferencia entre el Fazio
del 77 y Fazio del 78, a pesar de que un hombre había hecho un comentario en
que remarcaba la “complejidad” del 78.
Demi no tenía idea como un vino,
podía llegar a ser complejo. Para ella se reducía a: Me gusta o no me gusta.
Pero viendo que Joseph sonreía
siempre que agitaba su copa y se mostraba tan diligente en explicarle el
proceso, ella sentía que podía fingir comprender los comentarios que se
lanzaban entre ellos. No se atrevería a opinar, pero era genial poder oírlo y
aun más genial ver como Joseph
parecía estar en su salsa, rodeado de todos esos bebedores.
—Estos tintos son los mejores de
Sudamérica—Escuchó que le decía un viejo barrigón y de bigotes a su colega. Joseph asintió en acuerdo, bajando su
copa un instante.
—Los tintos de Weinert conforman
una parte importante de mi bodega personal. —Le espetó haciendo que el hombre
sonriera, conforme con el conocimiento de alguien mas joven.
Una vez mas Demi, no entendió ni media palabra.
Pero ¿No se veía lindo Joseph hablando
de sus vinos? Era como un niño presumiendo su juguete nuevo. Él estaba
orgulloso de su bodega y lo demostraba abiertamente.
— ¿Te estas aburriendo?—Le
preguntó cuando el viejo barrigón se hubo marchado. Demi lo miró atentamente.
—No—respondió con sencillez.
Él deposito la copa de ambos en
la bandeja de uno de los mozos y se regresó para envolver su cintura con sus
brazos.
— ¿Segura?—Susurró junto a su
oído y Demi no logró responder, tal vez era
la cantidad de vino que no había sabido catar dando vueltas en su cabeza, tal
vez era su cercanía, pero repentinamente sólo deseó correr hacia los sembradíos
de uvas y atacarlo furtivamente a besos.
—Me agrada esta cita, Joseph —Admitió, intentando aplacar el
calor que se despertaba en sus partes intimas a esas distancias en las que él
se ponía con mayor regularidad, últimamente.
—Podemos irnos cuando quieras.
— ¿Cuántos vinos faltan?—Él miró
sobre su hombro, hacia la cartelera que anunciaba los vinos que se catarían ese
día.
—Creo que mas de los que tú
estomago soportará.
Todavía no comprendía como era
que ninguno más, se sentía mareado o patoso al igual que ella. Con tantos vinos
caros para degustar a sus anchas, todas esas personas deberían verse al menos
algo afectados. Pero no, todos ellos sabían beber y lo hacían sin perder el
estilo, o la coordinación. Algo que Demi, lentamente comenzaba a echar de
menos.
—Tal vez yo sólo observe a partir
de ahora— Joseph se inclinó
posando su barbilla sobre su hombro y ella llevó una mano hacia su cabello,
acariciándolo suavemente.
—Quería que te divirtieras, creo
que no esta funcionando—Admitió él sin apartarse para mirarla.
—Me estoy divirtiendo—Y lo estaba
haciendo en verdad, le gustaba verlo jugar con sus vinos. Era algo natural, era
Joseph en su estado natural y
eso era lo que ella había esperado de su cita. Conocerlo un poquito más. —Esto
es parte de tu vida y me gusta ver cuan apasionado te portas, sobre algo que no
esta relacionado con la cama. —Él soltó una leve carcajada y luego la miró.
— ¿Y esa otra pasión mía no te
gusta?— Demi se sonrojó y fingió estar abochornada por su pregunta.
— ¡Señor!—exclamó empujándolo por
lo hombros—Esta es una primera cita, no puedo creer las cosas que esta
insinuando—Una mujer cerca de ellos, los observó con curiosidad, Demi la miró también y le pregunto: —
¿Puede creer a este hombre? Piensa que dándome a beber algunos vinos, tendrá
pase directo a mi cama.
La mujer le frunció el ceño a Joseph de forma reprobante y tomando a
su marido del brazo, se apartó a la siguiente mesa de pruebas.
—Muy graciosa—Le espetó
volviéndola a coger por la cintura—Tú nunca cambias ¿verdad?
—Es mi rasgo más atrayente.
—Sonrió de forma coqueta y él gruñó algo ininteligible antes de devorar su boca
con un sorpresivo beso. —Espera. — Joseph
se apartó al instante—Si te dejo besarme ¿pareceré una chica fácil?—Él sacudió
la cabeza deslumbrándola con una sonrisa.
—Demi, no juegues conmigo.
—Pensé que querías ir más
despacio.
—Al demonio con eso. —Las manos
que descansaban en su cintura se deslizaron sutilmente al punto donde la
espalda perdía su nombre—No puedo esperar mucho tiempo…—Le
aprisionó el trasero suavemente y ella contuvo un gemido hundiendo el rostro en
su pecho.
— Joseph, aquí hay gente.
—En mi auto, no—dijo liberándola
un instante para tomarla por el mentón y obligarla a enfrentar su mirada. —
¿Vamos?
— ¿No quieres mas vino?
—Todo lo que quiero, lo tengo
entre mis manos. —Ella se mordió el labio inferior ¿Para que negarlo? Todo lo
que ella quería también estaba entre sus manos, lo había estado deseando desde
el mismo momento en que se propuso no desearlo.
No podía probar una parte de Joseph y luego intentar la estupidez
de la abstinencia. Recordaba la noche que había pasado a su lado y nada le
parecía inadecuado. Sí quería conocerlo, pero eso podía hacerlo día a día. No
necesitaba una cita para poder discernir que Joseph le gustaba, porque eso ya era un hecho. Y poner trabas, era
igual que retrasar lo inevitable.
Tomó su decisión y asintió, él no
esperó por nada mas la jaló de la mano fuera del viñedo guiándola al
estacionamiento. Luego condujo su Lexus como un maniaco recién escapado del
loquero. La urgencia por estar juntos, venia de ambos lados. Joseph había hecho todo aquello, por
ella y eso debía de significar algo ¿verdad? Él realmente se estaba esforzando
por mostrarle que podía ser una persona diferente, que podía ser alguien digno
de su confianza.
Durante la cita habían compartido conversaciones que no se
reducían a una discusión, por lo que tan solo confirmaba que aquel hombre que
había sido meses antes de lo de Ann era real. Joseph podía ser su amigo, podía ser su colega y a partir de ese
día quizás, hasta podía ser algo más. Pero eso, ahora solo dependía del tiempo
pues Demi estaba lista para dejar que las
cosas tomaran su propia dirección.
— ¿A dónde vamos?—Aun así
preguntar nunca esta demás.
—A la casa de mi padre—respondió
con tranquilidad. Algo en su interior tiró una cuerda que activo la indecisión,
Joseph lo notó—No te preocupes
él estará en Francia toda la semana, tenemos la casa para nosotros solos.
— ¿O sea que quieres que me quede
contigo?
—Ese es el plan—murmuró un tanto
vacilante, volvió el rostro en su dirección y la observó con cierto grado de duda.
Sus ojos azules destellando como nunca antes, la hacían lucir tan apetitoso. —
¿No te quieres quedar conmigo?
¿Y quién en su sano juicio y una
libido normal, podía negarse a tal pedido? ¡Dios! Si hasta sus bragas estaban
exclamando un enérgico ¡Si!
Demi asintió para sacarlo de su duda
existencial y entonces procedió a ponerse más cómoda, tenía toda una semana por
delante. Toda una semana, ellos dos solos.
Sonrió internamente, recordando
el consejo numero tres en la revista de moda:
“Una chica inteligente, siempre
prevé las situaciones. Por lo que NO olvides colocarte ropa interior sexy, es
un detalle que tu hombre apreciara”
Dios bendiga a esa revista, Dios
bendiga a la mujer de la tienda que le escogió algo de último momentoy Dios
bendiga a Darius y su viaje inesperado. Ahora finalmente las cosas, parecían
cobrar su cause y ella ni siquiera había tenido que forzarlas —dejo caer
casualmente su mano, sobre el muslo de Joseph—bueno,
quizás solo un poquito.
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