—Si mal no recuerdo, ella cobraba
por prestar un servicio— Demi enarcó una ceja, pensando lo que
sus palabras implicaban.
—Tienes razón, debí cobrarte por
adelantado— Joseph sacudió la
cabeza riendo y ella se mordió el labio, incapaz de refrenar los golpeteos de
su corazón. Se sentía irreal que estuviese comparando aquella cita, con una
película y aun más irreal, comparar a Joseph
con Richard Gere. No que el actor no le gustara, pero el hombre que tenía a su
lado no debía llevarla a la opera, o hacer nada tan ostentoso. Ella con verlo
sonreír, hasta ya se sentía como su Mujer Bonita—. Entonces ¿no me dirás a
dónde vamos?
—Es un secreto, no sería cita a
ciegas sino. —Demi pestañó, pensando ¿Cuál sería el
verdadero significado de una cita a ciegas?
—¿Qué no se supone que si es una
cita a ciegas, no deberíamos conocernos?
—¿Entonces como lo haríamos? ¿Te
levanto de la carretera y fingimos que somos dos desconocidos?—Ella puso los
ojos en blanco. —Incluso puedo pagarte.
—¿Tres mil dolores?
—Eso se va de presupuesto.
—Entonces olvídalo, lo haremos a
la antigua. —Joseph rió,
esperando a que se explicara. —Tenemos que pretender que no sabemos nada del
otro.
—De acuerdo. —Aceptó bajándole el
volumen a la música. —¿De qué trabajas?
—Soy escritora ¿tú?
—Vendo droga en la puerta de las
escuelas.
—¡Joseph!—Se quejó sin hallarle gracia a su comentario.
—Bien, también he escrito algún
que otro soneto cuando los niños comenzaron a descubrir que el éxtasis era
mejor que el crack.
—No eres gracioso.
—Tú ya sabes de que trabajo, Demi —Ella se cruzó de brazos y volvió su atención hacia la ventana,
lo escuchó suspirar quedamente—En los primeros años de mi carrera, realmente
escribía sonetos en Italia.
—¿En serio?—Lo miró con la
curiosidad renovada.
—Así es y podías hacerte acreedor
de uno, por el escaso valor de una lira.
—Eras barato—Él se encogió de
hombros.
—No lo hacía por el dinero,
supongo.
—¿Trabajabas con los gondoleros?
—A veces, pero casi siempre
estaba en la Fontana di Trevi. — Demi intentó imaginarse a un Joseph
más joven, sentado junto a la hermosa fuente escribiendo para los enamorados
que echaban sus monedas y sus deseos al agua. Ella habría sido más osada y
financiado su día de trabajo con las mismas monedas de la fuente, pero
obviamente Joseph tenía más
entereza de carácter.
—¿Hablas italiano?—Allí iba otro
detalle del cual ella no tenia idea.
—Sí, viví varios años en Italia.
— Demi abrió la boca para hacer otra pregunta, cuando el sonido de un
teléfono la interrumpió. Él respondió la llamada con un botón en el mismo
volante.
— Joseph Rhone.
—¿Así qué es cierto?—preguntó,
una voz femenina que ni se molestó en el protocolar saludo. —Estaba en el salón
de bellezas hoy…—Continuó ella sin aguardar respuesta, Joseph rodó los ojos casi imperceptiblemente pero Demi lo había captado. —Peinando a
esa fofa señora O´Donell, cuando escuché que irías a ver a Oprah. ¡Dime que es
cierto!—Una vez mas la desconocida al otro lado de la línea, siguió sin
esperarlo a él—Porque si vas con Oprah debes asegurarte de conseguirme su
autógrafo y decirle que soy su mayor fan en el mundo, además…
—Rebecca ¿Por qué en el nombre de
Dios, iría yo a ver a Oprah?—La interrumpió Joseph finalmente.
—No lo sé, ahora estas en las
noticias ¿Por qué ella no te invitaría a su programa?
—En primera, porque ella
entrevista celebridades, en segunda porque…Oh no lo sé ¡Estoy como a un océano
de distancia! — Demi ahogó una risilla al oírlo tan
irónico y por primera vez no con ella, era bueno saber que al menos ese trato
desdeñoso no era algo personalizado.
—No seas grosero, niño rata. Hay
muchas noticias dando vueltas sobre ti y en realidad me duele ser la ultima en
enterarse de todo. —Rebecca había bajado la voz como si realmente estuviese
dolida al respecto—Tú única hermana, debe estar escuchando los chismes de las
viejas brujas porque tú no te dignas a darme un
maldito aviso. ¿Habría sido mucho decirme que te estabas revolcando con tu
colega?
—¡Rebecca!—La acalló, mirándola
con algo muy parecido a vergüenza.
—¡Oh Joseph! No soy tan estúpida, sé que no te estas guardando para el
matrimonio. Así que no me vengas con esas babosadas.
—Juro que si no te callas…—La
amenazó, pero su hermana estaba a años luz de descifrar su tono de aviso o
quizás, simplemente le daba lo mismo.
—Quiero conocerla, parece mona en
las fotos y Dios! Si que parecía estar con hambre de ti…o sea como te tenia
pegado, maldición si hasta pensé que era una revista para niños cochinos.
—¡Voy a colgar!
—¡No! Aguarda— Demi se sintió ligeramente azorada ¿En realidad lucia tan
hambrienta?—Tengo un mensaje de mi padre. —Por la forma en que lo anunció, daba
a entender que no era el mismo que el de Joseph.
—¿Y qué dijo?—preguntó él
estirando una mano en su dirección para atrapar la suya, Demi sonrió tímidamente y le devolvió
el apretón.
—Dijo si aun querías hacer eso
que le dijiste que tenias planeado hacer. ¿Por qué tanto misterio? ¿Estas
planeando matar a alguien?
—Calla estúpida, dile que sí.
—No me digas estúpida, pequeña
rata peluda. —Joseph sacudió la
cabeza, soltando un suspiro completamente dirigido hacia su hermana.
—¿Algo más?—No se esforzó en lo
mas mínimo por ocultar su tono exasperado.
—Sí, también dijo que eras
adoptado y que no te quería mas… ¿Sabes? Yo le había pedido un perrito, por lo
que fuimos a la perrera más cercana y tú estabas allí. Aun no entiendo por qué
no nos trajimos ese Cocker Spaniel, ciertamente era más…—Y entonces Joseph colgó, se volvió para mirarla
un instante para luego sonreír tranquilamente.
—Sigue escapándose de los
neuro—siquiátricos. —Diciendo eso, dio por zanjada esa cuestión.
Demi se mordió el labio para no reír
o seguir preguntando, optando por asentir concienzudamente. Tal y como el
consejo número dos decía: “No lo presiones mas de la cuenta, cuando un hombre
se siente seguro comparte sus pensamientos. Si lo presionas, solo lograras
ponerlo a la defensiva”
Con las palabras del artículo
dando vueltas en su mente, prefirió no ahondar en el tema de su hermana. Aunque
desde ese instante decidió que Rebecca le agradaba y mucho.
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