miércoles, 4 de diciembre de 2013

Camino a la Fama Capitulo 44



Palabras mas, palabras menos.

—Eso es peligroso, señorita. No debería dejar su trasero a la deriva—Demi sintió como una mano la palmeaba, antes de dar un respingo en su lugar y poner los ojos en blanco.
—Creí que cocinabas—Le espetó secamente, mientras tecleaba en su laptop a gran velocidad.
Años de mala escritura y tratar de copiar las letras de las canciones mientras el músico cantaba, la habían hecho impresionantemente rápida al momento de teclear. Siempre había sabido que si su carrera como escritora de novelas no despegaba, podría conseguir algo como una estupenda asistente o quizás incluso como secretaria. El cielo era el límite.
—Lo hago, pero si sigues bamboleando tu trasero de aquí para allá terminare por echarte en la mesa a ti—Ella lo miró por sobre el hombro, preguntándose que tan enserio hablaba. La mirada de Joseph fija en su retaguardia, le dio la respuesta que necesitaba.
—Eres un puerco ¿sabes? Creo que tienes un problema. —Regresó su atención a su laptop. Él rió desde su lugar junto a la estufa y Demi siguió meneando el trasero de un lado a otro, mientras aguardaba a que el archivo se adjuntara.
—Ya lo sé, no lo niego—Demi ahogó una risa y sacudió la cabeza, pasando de responder—Soy adicto al sexo.
—Lo eres—Concordó mas atenta a la laptop que a su cocinero. Él se acercó nuevamente presionándole el trasero con su cuerpo, mientras fingía querer alcanzar algo en el centro de la mesada. Ella lo observó enarcando una ceja, Joseph la estaba aplastando y bien…la sensación no era mala, pero debía terminar lo que hacia.
— ¿Qué? ¿Te estoy incomodando?—Le preguntó al oído, sin mostrarse para nada dispuesto a apartarse.

— ¿Qué quieres? Yo te lo alcanzo—Joseph negó posicionando una mano en sus caderas.
—Yo ya lo alcanzo, gracias. —Luego de besar su nuca, se apartó para seguir con el desayuno. —Creí que habíamos prohibido el uso de tecnología esta semana—Era cierto durante todos esos días, no habían ni siquiera encendido la televisión. Sus teléfonos estaban apagados y las computadoras las usaban solo para escribir, nada de conexión a internet. Pero en ese momento, la situación lo requería.
—Tenemos que mandarle los nuevos capítulos a todos, ya sabes como se ponen si no trabajamos. —Sólo Josh tenía el teléfono de la casa de Darius, por lo que era el único que los telefoneaba para recordarles que tenían una fecha que cumplir y una publicación que no se podía retrasar.
En cierta forma era genial no tener que ponerle atención al universo, en cierta forma el pequeño mundo que habían creado en esos cinco días era estupendo, a decir verdad en todas las formas lo era. Y ella no tenía ni el menor anhelo de regresar a su vida cotidiana. En contra de todos los pronósticos, Joseph era una persona fácil para la convivencia. Uno pensaría lo contrario, por ese humor de perros que suele destilar en cada frase. Pero a decir verdad era atento, bastante fogoso y gracioso. Cuando tenían que escribir lo hacían, cuando tenían que descansar…bien, no lo hacían tanto pero él comprendía que su cuerpo necesitaba un respiro. La dejaba dormir hasta tarde, mientras él salía a correr por los alrededores. He incluso había tenido el detalle de invitarla a que lo acompañase la primera vez, pero Demi le dejó claro que su idea de ejercicio era una tarde centrada pura y exclusivamente en matar zombis en Resident Evil. Con eso ella traspiraba mas que suficiente y Joseph no se lo objetó, sino que sacó su PlayStation y lo conectó en la sala para que no se aburriera durante su ausencia.

Otra de las cosas geniales que tenía vivir con Joseph, era que no debía preocuparse por la comida. El condenado sabía cocinar de todo y cuando digo de todo, es de todo. El paladar de Demi se había refinado con tantos manjares a los que fue sometido y también comenzaba a detectar los gustos de los vinos, algo que él le festejó alegremente, cuando supo distinguir un Borgoña de un Cabernet.
Joseph le acercó una fresa a los labios y ella mordió una esquina azucarada, para luego guiñarle un ojo en agradecimiento.
—Esta deliciosa—Le espetó, mientras tragaba.
Desayunar frutas frescas, era una de las tantas cosas a las que comenzaba a acostumbrarse. Joseph era bastante orgánico, le gustaba comer saludable y en abundancia. Ella no tenia problema con lo segundo, aunque lo de incorporar frutas en el desayuno era algo que ciertamente chocaba con su usual ingesta de café y bollos de pan. Pero no se quejaría al respecto, gracias a la extraña dieta de su colega escritor ella estaba comenzando a descubrirse curvas que antes juraría, no estaban tan delineadas.
—Una semana mas aquí y te recomendare como nutriólogo—Él le frunció el ceño al mirarla, Demi no comprendió mucho el gesto pero tampoco le dio importancia.
—Estas perdiendo peso—Le dijo, como si eso ella no lo hubiese notado. Es decir ¡Dah! Era lo más genial de todo el asunto de estar allí, bueno claro…después del sexo.
—De ahí el comentario, bobo.
—No comes casi nada—Eso no era del todo mentira, si bien Derek se esmeraba en cocinarle, Demi se encontraba siempre interrumpiendo cada comida para besarlo o para dejarse besar. Ninguno podía evitarlo o deseaba hacerlo, ambos estaban más dispuestos a probarse mutuamente que a la comida. Y a decir verdad, tanto ejercicio hace que los músculos se solidifiquen.
— ¿Y culpa de quien es eso?
— ¿Me culpas a mi?
—Ciertamente, no me estoy culpando a mí. —replicó haciendo énfasis en su tono burlón—Yo no soy la que dice “vamos a quedarnos en la cama, hasta mas tarde” cuando ya son las tres de la tarde.
—Tampoco te opones mucho al plan…—Dejó ir una carcajada ¿Para qué mentirse? Ella tampoco se oponía a eso, le gustaba poder responderle que sí y permanecer acurrucada a su lado hasta que la noche los encontraba tal y como habían amanecido, haciendo el amor. Era una sensación demasiado placentera, como para desestimarla.
—Perfecto, como te veo tan indignado con todo el tema. Prometo no volver a retenerte o dejarte retenerme en tu cama.
—No nos vayamos a los extremos. —Ella cerró la casilla de mails de Joseph y se dispuso a abrir la suya propia, pero sabía que su compañero estaba rondando cerca.
—Nada de revisar mails, Demi. —Apretó la tapa de la laptop desde el otro lado de la mesada, mas no la cerró por completo—Recuerda el trato.

—No estoy viendo los mails— masculló molesta, y sigilosamente echó una miradita a la pantalla. Mientras él sacudía la cabeza y se entretenía poniendo la mesa, ella ingresó a sus sitios favoritos. La mayoría eran foros de discusión sobre libros y escritores, allí había encontrado la encuesta sobre Charlotte y James, hace tanto tiempo ya. —Sólo quiero ver algo…
—Cinco minutos, el desayuno casi esta listo—Demi asintió ausente, escaneando los temas del foro a gran velocidad.
Todo era mas o menos lo mismo que una semana atrás, aun seguían los mismos debates, aun seguían comentando los mismo libros. Pero algo más llamó su atención, un tema abierto cuyas visitas eran alarmantemente constantes y estaba dedicado a ellos. No a Charlotte y a James, sino a Joseph y ella. Era obvio que los fanáticos darían su opinión al respecto, después de todo internet daba la libertad de que cualquiera hablara de lo que se le diera la gana. Pero eso no era lo que esperaba, no esperaba una charla en donde discutieran la relación de ellos como si fuesen meros personajes de una novela romántica. ¡Incluso había fotos! Y cuando Demi, vio la foto que habían escogido para destacar de ella en la discusión, casi se cae de culo.
—Santa mierda…—murmuró por lo bajo, sin creerse que esa fotografía estuviese en un foro tan conocido y “supuestamente” respetable. Allí no habían respetado nada, la habían puesto como la “cuasimodo” de esa historia. ¡Y bien! Tal vez no era la mas atractiva del mundo, pero poner esa foto junto a una de Joseph en la que él se veía oh—mi—dios—cómeme, era completamente injusto. O sea tenia mejores y ciertamente los comentarios, dejados por los fanáticos —que para ser honestos el 90% eran mujeres—eran crueles y completamente infundados.

La pregunta principal la planteaba una tal Lady_Rhone, en donde desdeñosamente pedía la opinión del resto de los foreros diciendo: ¿Esta “mujer” es para este hombre?

La ironía de que colocara el término mujer entre comillas, obviamente a Demi no se le pasó por alto. Varias de las respuestas expresaban rotundamente que NO. Y en muchas otras planteaban la cuestión de que Joseph, era demasiado todo para alguien como Demi. Era como si ella se hubiese propuesto la titánica tarea de conquistar a Hércules, pues a decir verdad hacían lucir una relación entre ellos tan imposible, como si Demi hubiese sido tan atrevida de ir declarársele a un semi Dios.

Sabía que no debía dejarse llevar por sus palabras, la mayoría era de mujeres que estaban locas por Joseph incluso antes de saber como lucia. Ahora que tenían fotos que atestiguaban su maldita belleza, ellas estaban con las hormonas revolucionadas. Después de todo, la combinación de adictivamente apuesto e inteligente, era tan rara como la combinación del agua con el aceite. Y las comprendía, ella también se había quedado muda al verlo. 

Al descubrir que Joseph y Sir Rhone eran el mismo tipo, pero eso no significaba que fuese alguien digno de la canonización. Tenía muchos mas defectos de los que ellas creían, los cuales una simple fotografía jamás lograrían capturar. Bien, defectos más de personalidad que de cualquier otro tipo, pero defectos al fin. Y ella estaba indignada, porque incluso había comentarios de sus propias fanáticas en donde rechazaban de lleno la relación.

Lo que podía lograr un cuerpo bien esculpido y unos ojos azules electrizantes.
—Desayuno—La llamó, el hombre de la discordia.
Demi bufó en su lugar, renuente a apartar la mirada de esas fotografías, incapaz de no releer esas palabras, luchando por sacarse los innumerables “NO” de su cabeza.
Demi, vamos—Fue hasta su lado y la abrazó por la espalda, descansando la barbilla sobre su hombro.
Su aroma inundo cada fibra de su cuerpo, Joseph en toda su gloria la apretaba firmemente contra su pecho y parte de la frustración por lo leído, murió. Pero no todo se había disipado, no podía evitar pensar que quizás él sí estaba fuera de su liga.
— ¿Qué pasa?—Él besó su cuello, hociqueando cerca de su oído, mordiendo el lóbulo de su oreja y causándole cosquillas con su incipiente barba. Ella se encogió de hombros, en cierta forma apartándolo inconscientemente— ¿Vas a decirme?
— ¿Por qué eres así?—Seguramente eso lo desconcertó, pues detuvo el camino que recorrían sus labios y dejó ir un quedo suspiro junto a su clavícula.
—No entiendo.
—Eres demasiado lindo.
—No sé porque, pero presiento que eso no fue un cumplido. —Lo era, o al menos esa había sido su intención. Remarcar una obviedad, pues Joseph era apuesto según los estándares de belleza. Cualquier mujer que lo viera opinaría lo mismo, él era guapo. Y ella, no lo era. ¿Pero acaso eso importaba? — ¿A qué viene esto?
—Nada—Realmente no importaba, lo que la gente dijera ¿verdad? Ella podía no ser hermosa, pero tenía otras cualidades y al parecer Joseph disfrutaba de esas cualidades. No había razón para ponerse a ahondar en temas estúpidos. La belleza exterior, no tenía nada que ver con lo que se posee internamente. Aunque eso sonara como una frase dicha y hecha por feos.
— ¿Qué estas viendo?—Él se adelantó llevando la laptop lejos de sus manos. Demi reaccionó a tiempo de intentar quitársela, pero Joseph había aprovechado su estado de letargo mental para burlarla. — ¿Qué carajos?
—Joseph dámela. —Pidió colisionando con su espalda, cuando él se dio la vuelta con sus ojos fijos en la pantalla—Por favor…—Rogó esta vez, sabiendo que en la lucha cuerpo a cuerpo, ella no saldría victoriosa. Joseph finalmente la miró y con cuidado, dejó la laptop en la mesada. Su gesto era ilegible, su rostro lucia calmo aun así eso nunca era síntoma de tranquilidad.
— ¿Por qué lees esas estupideces?—Preguntó haciendo alusión al foro, Demi sacudió la cabeza sin saber que responder y sintiéndose bastante estúpida, por dejarse influenciar por opiniones ajenas. — ¿Demi?
—Tú no entiendes, tú eres…—Lo señaló—Así. —dijo limpia y llanamente, como si con eso explicara algo.
— ¿Soy cómo?
— ¿Realmente quieres que lo diga? Tú lo sabes. — Joseph frunció el ceño, ahora claramente se veía que estaba molesto.
—En realidad no lo sé ¿Qué soy?—Ella bajó la vista al piso, dejando implícita su respuesta. Joseph avanzó, hasta que su respiración golpeó su mejilla y Demi supo que estaba mas que molesto, pues su pecho a escasos centímetros de su rostro subía y bajaba como si intentara contener algo allí con mucho esmero. —No es lo que soy yo, Demi…la cuestión es que tú no sabes lo que eres. —Confusa alzó la vista hasta sus ojos azules, mierda, hasta cabreado él lograba que ella se perdiera en ese mar.

—Yo sé muy bien lo que soy—Replicó indignada, mirando de soslayo la foto en el computador—Soy esa, la fea…la rata de biblioteca, la que tiene cuerpo de niño de diez años…—Sabia que usar sus propias palabras en su contra era un golpe bajo, pero ese no era el problema en sí.

Todo el mundo tenia la misma idea de ella, al verla nadie conjeturaba otra definición y Joseph había hecho ese prejuicio tiempo atrás. ¿Para qué negarlo? Ella no lo negaba, sabia bien quien era y como la veía el resto del mundo, incluso como la veía él antes de llegar a conocerla mas detalladamente.
—Sabes que…

—Lo sé Joseph, sé que solo intentabas ser malicioso para sacarme de tu camino. Pero mi vida siempre fue así, la gente siempre pensó eso de mí. Y no los culpo, yo no me esfuerzo por desmentir esa imagen—Admitió, recordando los atuendos que llevaba a la escuela siendo mas joven, todos parecían haber sido sacados de una colecta de los años sesenta.

Esa era su forma de burlarse de las tendencias, sabia que ser distinta no era algo malo. Y muchas veces disfrutaba siendo excéntrica, pero en ese momento le habría agradado que aquella foto de su adolescencia jamás hubiese llegado a internet. Pues repentinamente junto a Joseph, le dio una terrible vergüenza eso de haber querido festejar su diferencia.
—Sí te ves algo ridícula—Lo fulminó con la mirada, eso no era lo que deseaba escuchar—Pareces payaso de rodeo—En ese momento él no soportó mas la risa y dejó escapar una leve carcajada.
—Eres un imbécil.
— ¡Oh Demi, vamos!—La atrapó entre sus increíbles y fuertes brazos, imposibilitándole darle el golpe que se estaba buscando. —Todos hicimos tonterías siendo jóvenes, tú te vestías como payaso…—Una nueva risa, arruinó la seriedad con la que intentaba expresar aquello. —Espera, tengo que verlo una vez más. —La soltó queriendo alcanzar la laptop pero Demi en un acto desesperado, le arrojó lo que más a mano tenia, o sea una manzana del centro de mesa. —Auch.

—Ya déjalo, Rhone. —Él hizo eso de poner sus ojos como cachorrito apaleado y la parte más femenina de Demi, gimió con apetito. Maldito hombre manipulador. —Es demasiado, esa foto nunca debió ver la luz.

—Es una parte de ti que desconocía—Argumentó, volviéndola a coger por la cintura. — ¿Crees que puedes ponerte tu disfraz de payaso…?—Demi le dio un golpe en la cabeza, para que callara. Joseph se sobó soltándola un microsegundo y volviéndola a atrapar contra su cuerpo—No te preocupes, en realidad no me gustan los payasos. Todo ese maquillaje blanco, me hace pensar en un paciente terminal.

— ¿Le temes a los payasos?
—Imagínate toparte con uno en una calle oscura, mientras nadie mas que tú y el viento causan el eco de un sonido casi muerto. —Él fingió estremecerse y Demi sonrió—La perspectiva, es escalofriante.
—Tranquilízate, Poe. Obviamente el terror no es tu género. — Joseph asintió, inclinándose lo suficiente para depositar un único beso en sus labios.
—Tal vez tengas razón, aun así no quiero que entres en esos sitios ¿De acuerdo?—La liberó pero solo para darle la vuelta y empujarla hasta la mesa.
— ¿Me estas queriendo prohibir algo?

—Más bien seria como un requerimiento forzoso—Él y sus redefiniciones, la tenían hasta las cejas. Joseph podría escribir un diccionario con los sentidos que adquirían las palabras, cuando él las decía.

—Y un cuerno—Con una carcajada la dejó de pie junto a la mesa y se dirigió a la estufa para tomar una bandeja de las más deliciosas y adictivas, galletas recién horneadas. —No me molesta la foto—Él lo miró por sobre el hombro, con un gesto que le dio a entender que no le creía—Bueno, vale…tal vez un poco. Pero es que…lo hacen sonar como si estuviese cometiendo algún delito.

— ¿Delito?—Con una espátula comenzó a deslizar las galletas desde la bandeja a un plato de vidrio, ella aun de pie solo lo miraba hacer su gracia. Él jamás moriría de hambre en una isla desierta, antes se cocinaría la mano y la salaria con la misma agua del mar. Su lindo, Boy Scout.
—Ya sabes, como si…—Se silenció, pensando lo ridículo de toda la situación. Aun así ¿Dónde estaba ese voz que debía decirle “hora de que dejes de hablar”? Pues no tenia idea, aparentemente ella y su conciencia llevaban enemistadas desde tiempo memorables. —Como si fuese imposible que tengamos una relación, como si atreverme a siquiera considerarlo fuese algo grosero en el mundo femenino.

—Es bueno que no tengamos una entonces. —respondió en tanto que metía una nueva bandeja al horno y tiraba la manopla a un lado.
Demi se quedó muda en ese instante, procesando sin procesar las palabras que había dicho con tanta naturalidad. Era verdad, no tenían una relación. No tenían nada y ella había sido la estúpida que había malinterpretado aquel paraíso. Joseph no albergaba la posibilidad de hacer de aquella semana, algo duradero. Ambos necesitaban desaparecer hasta que la prensa se calmara, el hecho de que su padre hubiese tenido que salir de la ciudad no había sido más que una simple y pertinente coincidencia.
Se tragó su indignación, casi sintiendo que pasaba un hierro hirviendo por su garganta, aun así procuró que su rabia o dolor…—ya no sabia qué—se reflejara en su voz.

—Exacto—Tal vez no lo logró, porque él dejó lo que estaba haciendo y la escrutó con gesto curioso— ¿Quieres jugo? Yo lo traigo—Necesitaba sentirse ocupada y no devolverle la mirada, Joseph leía a las personas del mismo modo en que leía un libro. Y si la veía en ese momento, notaria cuanto la habían afectado sus palabras.

¿Por qué mierda pensó que seria distinto? ¡Oh sí! La invitó a su casa ¿Y eso qué? Los hombres y las mujeres hacían eso siempre, era algo natural, era parte del cortejo. Joseph quería llevársela a la cama, nunca le dijo algo distinto así que ¿Por qué se sorprendía? ¿O por qué esperaba que sus motivaciones fuesen distintas?

La jarra se movió levemente entre sus manos y ella se dio cuenta que era su pulso el que temblaba. No supo comprender el por qué, aunque luchó por entenderlo. Algo allí no cuadraba, ella no cuadraba. El estúpido sentimiento de derrota no cuadraba, la sencillez de una confesión sin afecto por parte de Joseph no cuadraba. Y aun así arrastró los pies hasta la mesa, dejando la temblorosa jarra en el centro como si su corazón no estuviese gritando de rabia en su pecho. Rabia, decepción ¿Qué más daba? Lo que para ella era algo, para él no lo era. ¿Eran necesarias más explicaciones?

— ¿Demi qué ocurre?—Ella se volvió en un respingo, Joseph aun la miraba con esa curiosidad de niño que investiga todo y lo descubre a causa de su perseverancia. En cualquier otro momento, habría festejado el hecho de que él se moviera de ese modo por la vida, en ese precisamente no podía odiar mas aquella personalidad inquisidora.

—Nada ¿Qué hay en el menú?—Preguntó tratando de guiar la conversación a otros rumbos.
—Dime que te molesta.
—Ya te dije que nada—Joseph no le creyó.
Demi
—Déjame en paz, Joseph. ¿Vamos a desayunar o no?—Él fue hasta la mesa pero no ocupó su asiento, sino que se detuvo a su lado tomándola por la barbilla para que lo mirara.
— ¿Te fastidia que diga que no tenemos una relación?—No respondió—De acuerdo entonces, eres mi novia.
—No tienes que decir cosas así y lo sabes, de todas formas me acostare contigo. —Le espetó molesta, no sabia si por su debilidad al admitir que lo haría con él de cualquier modo o porque Joseph pensara que poniéndole una etiqueta al asunto, la dejaría feliz.
— ¿Por qué tienes que pelear por todo? Te estoy diciendo un hecho…

—No, Joseph. Estas diciendo lo que crees que quiero oír.
— ¿Y no es así?—La miró fijamente, ella apartó el rostro de su mano.
—No, no es así—Mintió, porque oírlo decir que era su novia era lo que realmente esperaba.

Pero no de ese modo, no como un método para callarla o complacer su fantasía de niña. Esa que es igual a que el muchacho guapo y rico se te confesara en un tarde soleada, mientras los pajaritos entonan una canción sin letra pero que aun así parece ser una que reconoces de toda la vida. Ese tipo de cosas no pasaban en la vida real y ciertamente no esperaba que Joseph, fuese aquel muchacho ¿o si? No, definitivamente él no era. Internet y los fanáticos los sabían, Joseph lo sabía, solo ella era la que se negaba a ver la realidad de ese asunto.
—Maldición, niña estúpida—Entonces sin previo aviso, la atrajo de un jalón hasta su cuerpo y la besó sin darle tiempo a coger aire. —Tú eres mi novia y no se dice más.
—Joseph…—A la primera le costó un poco reponerse de ese beso, plantó las manos en su pecho y se apartó lo suficiente para pensar claro.
—Dije que no se dice más—La sentó o mejor dicho la dejó caer en su silla—Ahora a comer.
—Joseph.
—Come, Demi—Él tomó sus cubiertos y comenzó a pinchar la fruta, casi como si intentara apuñalarlas. Ella miró su plato, las frutas y al hombre en cuestión. El apetito se le había marchitado en ese leve intercambio y el ceño fruncido con el que Joseph atacaba su desayuno, le daba entender que él tampoco sentía entusiasmo por estar allí sentado.
—Joseph— repitió por tercera vez, él engulló un gran trago de jugo antes de mirarla.
— ¿Qué?
—No quiero ser tu novia.
—No te estoy dando opciones. —Y una vez más apuñalo la fruta, ella cruzó un brazo por encima de la mesa apartándole el plato.
—Deja eso ¿quieres?
— ¿Por qué no podemos desayunar de una puta vez?
—No quiero ser tu novia. —En esa ocasión, su ceño se profundizo aun más, si es que eso era posible.
—Ya te dije que no te estoy preguntando…
— Joseph, no puedes obligar a alguien a salir contigo y muchos menos “requerírselo forzosamente”—dijo haciendo alusión a sus propias palabras. —Sé porque me dices eso y te equivocas…yo…no quiero nada así…—La mentira se hizo evidente, cuando su propia lengua la traicionó. Aun así lo miró con firmeza.
—Mientes—Mierda, él también lo había notado.
—Tal vez—Admitió, pues no tenía sentido darle vueltas a ese asunto—De todos modos, alguien que quiere estar con otra persona no se lo pide de esa manera.
— ¿Qué manera?—La incredulidad se traslucía en su tono.
—Pues todo molesto, como si fuese un fastidio para ti tener que darme algo a cambio de…—Iba a decir, noches de sexo pero eso hubiese sido hipócrita, puesto que él estaba cubierto en ese sentido.
La mano que presionó sus dedos, la hizo volver al hilo de su conversación. Los ojos de Joseph parecían soltar chispas y ella fue consiente que alguien que deseaba un noviazgo, no miraba de ese modo al objeto de su “adoración” o lo que sea, que sientan las personas enamoradas.
—Estás equivocada—masculló con la voz en un suave murmullo.
— ¿Ah sí? Solo falta que me muerdas, para terminar de parecer un perro rabioso. —Repentinamente Joseph se puso de pie, empujando su silla hacia atrás y obligándola a pararse también. La acercó pegando sus labios a su oído.
—No estoy molesto por decir que eres mi novia, estoy molesto por tener que aclarártelo a ti. —Si bien susurraba, aquellas palabras podrían haber sido gritadas y causarían el mismo efecto en su cuerpo— ¿Crees qué esto es usual en mi? ¿Crees que si no me importaras te traería a la casa de mi padre? ¿O qué me pasaría toda una semana, buscando las mejores formas de tenerte a mi lado sin parecer un psicópata? —Se apartó un milímetro para mirarla con reproche—No puedo entender, cómo se te ocurre pensar que te tendría aquí por un capricho pasajero. Incluso estoy intentando idear una excusa, para hacer que mi padre se quede en Francia un mes…—Ella se mordió el labio, sin saber que decir—Le pagué unas lindas vacaciones, para no tenerlo aquí fastidiando. Y le pagaría más tiempo si me lo pides…
— Joseph…
Demi, te dije que lo haría bien. Dame un poco de crédito— Asintió poniéndose de puntillas, para rozar delicadamente sus labios con un tímido beso de disculpa.
En alguna parte muy relegada de su mente, alguien aplaudió feliz por lo que había oído. Demi estuvo casi segura que era su conciencia, haciéndola saber que por primera vez estaba obrando correctamente. Joseph enlazó sus manos alrededor de su cintura, logrando que sus pies se despegaran del suelo. Sus bocas de ser posible, se fundieran mas una con otra y el ligero gruñido que reverbero en la garganta de su hombre, la hizo saber que estaba de acuerdo con su respuesta.
Se apartó.
— ¿Así que…eres mi novio?
—Maldición, debo estar totalmente fuera de mi…—Volvió a mortificarla con un escandaloso beso—Pero…soy tu novio.
—Me gusta como suena eso. —Él como toda respuesta le pasó la lengua por el lóbulo de la oreja, al parecer le agradaba jugar por esos lados. Sin poder evitarlo, soltó un leve gemido.
—A mi me gusta como suena eso—Rieron al mismo tiempo que sus bocas volvían a encontrarse. —Jamás terminaremos una comida de este modo. —Se lamento, sin mostrarse dispuesto a terminar esa pequeña sesión e incluso, llevando sus manos al frente de su pecho donde la delicada camisa que cubría su desnudez prontamente era retirada de su labor.
—Mis kilos de más, agradecen eso—Joseph puso los ojos en blanco.
—No tienes kilos de mas, tonta. —Le aprisionó el trasero, para darle énfasis a sus palabras—Tienes lo justo para llenar mis manos.
—Eres grotesco.
—Te vuelvo loca.
—No es cierto.
—Sí lo es.
—Nop—Joseph se tragó su replica y la hizo sonreír al apretarla contra la dureza de su masculinidad.
—Bueno, tu si me vuelves loco. —Estaba apunto de lanzarla sobre la mesa y hacerle el amor allí mismo, cuando el teléfono sonó en alguna parte de la casa. —Demonios…
—No vayas.
— ¿Y si es Josh?—Demi hizo un puchero, Josh se molestaba si no respondían y luego les tiraba todo un discurso sobre responsabilidad, que a ninguno le apetecía oír. —Vuelvo en un parpadeo…—La soltó y al instante ella sintió la ausencia de su calor. —Come algo, mientras.
Joseph tomó el auricular, maldiciendo internamente a Josh y pensando las palabras que le soltaría cuando lo tuviera cara a cara.
—Eres muy inoportuno—Le dijo, apenas tuvo la fuerza para hablar y no pensar en el manjar que se estaba perdiendo en su cocina.
— ¿Joseph?—Pero la persona del otro lado de la línea, no era quien esperaba oír—Hey ¿Estas ahí?
—Sí, sí…—respondió algo confuso—Disculpa, pensé que eras Josh ¿Qué pasa Martin?
—Bueno, tienes que saber que me costó un buen conseguir tu teléfono. ¡Qué mierda, fue como pedir audiencia con el Papa!—La idea era exactamente esa, aislarse de todo y de todos. Lo que lo llevaba a preguntarse ¿Cómo es que Martin tenia el teléfono de la casa de su padre?—Luego de que le expliqué a Josh lo importante que es esto, accedió a darme un numero para contactarte.
—Bien, de acuerdo ¿Qué ocurre?
—Tengo algo para ti—Martin, le pidió que anotara algo y a falta de lugares decidió por garabatear lo que le dictaba en su muñeca.
— ¿Qué se supone que es esto?
—Un número de teléfono—Asintió aun sin comprender la razón de que ahora lo llevara escrito en la piel. —Pero no cualquier número de teléfono, sino el número del celular con el que se sacaron las fotos que aparecieron en la revista.
Entonces, las piezas comenzaron a encajar en su lugar. Joseph miró lo que había escrito con renovado interés y una parte ya algo dormida en su mente, se activo ante ese nuevo hallazgo. Martin, lo había conseguido. Había encontrado a la persona que lo había vendido, a esa persona que había echado a perder su anonimato.
—Eres un genio.
—Lo sé. —No había necesidad de decir más—Fue complicado ¿sabes? El que sacó las fotos, se encargo de limpiar su rastro. Aunque cometió un pequeño error…
— ¿Qué cosa?
—Pues, envió las fotos a una casilla de mail. Desde allí las imprimieron y luego las faxearon hacia un número privado de la revista. La conexión se había cortado con eso de enviarlas por fax, pero aun así…—Era todo lo que Joseph necesitaba oír, nunca dudaba de los métodos de Martin. Aunque a veces fuesen más que dudosos.
—Amigo te debo una. —Él le dijo la mejor manera de pagarle y luego colgó.
Joseph pensó en todo el trabajo que se había tomado aquella persona para joderle la carrera, ciertamente debía darle crédito por intentar burlarlo. Pero estaba tan cabreado que ni siquiera iba a fingir, no estar deseando tener su cuello entre sus manos. Bien, tal vez no tenia su cuello pero si su numero y en ese momento sabría exactamente quien lo había vendido.
Se acercó a la puerta de vaivén de la cocina y espió el interior, encontrando a Demi agitando su jugo dentro de la copa como si estuviese a punto de catarlo. Sonrió casi por inercia frente a esa imagen.
Luego regresó su atención al teléfono y marcó el número sin más demoras, al primer timbrazo nadie contesto, tampoco al segundo, ni al tercero. Fue en el cuarto que finalmente, sintió vida del otro lado.
—Diga…—respondió una voz somnolienta, arrastrando las palabras mas de la cuenta. Él se quedó un segundo en silencio, dejando que la voz se colara a su mente deseando de alguna forma poder determinar ¿Por qué le era tan familiar?— ¿Quién habla?—Insistieron del otro lado, frente a su enmudecimiento.

Entonces no le cupo duda, sabía exactamente con quien hablaba y sus ojos viajaron inexorablemente hacia Demi sentada aun en su silla, ella le sonrió al verlo allí observándola. Pero Joseph no le devolvió el gesto, pues repentinamente se vio asaltado por un antiguo y bastante antipático recuerdo. «No te preocupes por nada, yo tengo todo bajo control» Y la voz de Demi, hizo eco en su memoria que revivía aquella frase como una burla. Esa que ella había soltado un día después de que todo el circo se desatara, esa que ella decía al teléfono mientras intentaba calmar la insistencia de…

—León. 

jueves, 21 de noviembre de 2013

Camino a la Fama Capitulo 43 PARTE 3


Joseph la tomó de la mano, ayudándola a mezclar el contenido de su copa. Demi intentó fingir que ponía atención, pero tener su esbelto cuerpo pegado a su espalda le dificultaba tortuosamente la tarea. Él parecía enfocado en enseñarle, ella se enfocaba en no perderse en el aroma de su colonia.

¿Podía ser posible qué en el campo él oliera incluso mejor? Sí, podía.

El viaje en auto había transcurrido relativamente rápido, habían charlado de cualquier cosa y él se había reservado el lugar de destino todo el tiempo. No importó cuantas veces ella se lo hubiese exigido, Joseph estaba más que dispuesto a sorprenderla. Y efectivamente, lo había hecho. No estaba segura de si esa era la mejor cita de su vida, no estaba segura de poder compararla con alguna otra. Definitivamente ni siquiera entraba en la escala que ella se había planificado. Pero le agradaba, quizás porque era con Joseph o quizás porque en ese lugar sentía que podía conectar con algo que a él realmente lo apasionaba.

—El vino que tienen en sus copas es un Malbec de un varietal de cepaje vinificado por Nicolás Fazio en 1977. —Anunció el hombre que llevaba gran parte del día haciendo eso.

Un grupo de mozos, aparecieron con bandejas cargadas de copas para hacer el recambio. Había mucha terminología de vinos que ella no conocía, pero había bebido un total de diez copas distintas por lo que a esa altura, la terminología era lo que menos ocupaba su mente. 

Aunque Joseph le había explicado como debía tomar los tragos, en ocasiones Demi no captaba los sabores con un solo sorbo, entonces debía ir por un segundo y hasta a veces por un tercer para lograr confirmar algo. A pesar que aun seguía sin saber que rayos era el cuerpo del vino o dónde debía encontrarlo. Hasta donde su comprensión llegaba, debía estar en la bebida misma, pero ella encontraba el final de cada copa sin toparse con el tan renombrado “cuerpo”. Algo que sin duda le preguntaría más tarde a Joseph.

Olisqueó el Malbec de Fazio, tal y como todos a su alrededor hacían, luego procedió a beber para catarlo. Por extraño que sonase, tampoco era capaz de discernir la diferencia entre el Fazio del 77 y Fazio del 78, a pesar de que un hombre había hecho un comentario en que remarcaba la “complejidad” del 78. 

Demi no tenía idea como un vino, podía llegar a ser complejo. Para ella se reducía a: Me gusta o no me gusta. Pero viendo que Joseph sonreía siempre que agitaba su copa y se mostraba tan diligente en explicarle el proceso, ella sentía que podía fingir comprender los comentarios que se lanzaban entre ellos. No se atrevería a opinar, pero era genial poder oírlo y aun más genial ver como Joseph parecía estar en su salsa, rodeado de todos esos bebedores.

—Estos tintos son los mejores de Sudamérica—Escuchó que le decía un viejo barrigón y de bigotes a su colega. Joseph asintió en acuerdo, bajando su copa un instante.

—Los tintos de Weinert conforman una parte importante de mi bodega personal. —Le espetó haciendo que el hombre sonriera, conforme con el conocimiento de alguien mas joven.

Una vez mas Demi, no entendió ni media palabra. Pero ¿No se veía lindo Joseph hablando de sus vinos? Era como un niño presumiendo su juguete nuevo. Él estaba orgulloso de su bodega y lo demostraba abiertamente.

— ¿Te estas aburriendo?—Le preguntó cuando el viejo barrigón se hubo marchado. Demi lo miró atentamente.
—No—respondió con sencillez.

Él deposito la copa de ambos en la bandeja de uno de los mozos y se regresó para envolver su cintura con sus brazos.

— ¿Segura?—Susurró junto a su oído y Demi no logró responder, tal vez era la cantidad de vino que no había sabido catar dando vueltas en su cabeza, tal vez era su cercanía, pero repentinamente sólo deseó correr hacia los sembradíos de uvas y atacarlo furtivamente a besos.

—Me agrada esta cita, Joseph —Admitió, intentando aplacar el calor que se despertaba en sus partes intimas a esas distancias en las que él se ponía con mayor regularidad, últimamente.
—Podemos irnos cuando quieras.

— ¿Cuántos vinos faltan?—Él miró sobre su hombro, hacia la cartelera que anunciaba los vinos que se catarían ese día.
—Creo que mas de los que tú estomago soportará.

Todavía no comprendía como era que ninguno más, se sentía mareado o patoso al igual que ella. Con tantos vinos caros para degustar a sus anchas, todas esas personas deberían verse al menos algo afectados. Pero no, todos ellos sabían beber y lo hacían sin perder el estilo, o la coordinación. Algo que Demi, lentamente comenzaba a echar de menos.

—Tal vez yo sólo observe a partir de ahora— Joseph se inclinó posando su barbilla sobre su hombro y ella llevó una mano hacia su cabello, acariciándolo suavemente.

—Quería que te divirtieras, creo que no esta funcionando—Admitió él sin apartarse para mirarla.

—Me estoy divirtiendo—Y lo estaba haciendo en verdad, le gustaba verlo jugar con sus vinos. Era algo natural, era Joseph en su estado natural y eso era lo que ella había esperado de su cita. Conocerlo un poquito más. —Esto es parte de tu vida y me gusta ver cuan apasionado te portas, sobre algo que no esta relacionado con la cama. —Él soltó una leve carcajada y luego la miró.
— ¿Y esa otra pasión mía no te gusta?— Demi se sonrojó y fingió estar abochornada por su pregunta.
— ¡Señor!—exclamó empujándolo por lo hombros—Esta es una primera cita, no puedo creer las cosas que esta insinuando—Una mujer cerca de ellos, los observó con curiosidad, Demi la miró también y le pregunto: — ¿Puede creer a este hombre? Piensa que dándome a beber algunos vinos, tendrá pase directo a mi cama.

La mujer le frunció el ceño a Joseph de forma reprobante y tomando a su marido del brazo, se apartó a la siguiente mesa de pruebas.
—Muy graciosa—Le espetó volviéndola a coger por la cintura—Tú nunca cambias ¿verdad?

—Es mi rasgo más atrayente. —Sonrió de forma coqueta y él gruñó algo ininteligible antes de devorar su boca con un sorpresivo beso. —Espera. — Joseph se apartó al instante—Si te dejo besarme ¿pareceré una chica fácil?—Él sacudió la cabeza deslumbrándola con una sonrisa.

Demi, no juegues conmigo.
—Pensé que querías ir más despacio.
—Al demonio con eso. —Las manos que descansaban en su cintura se deslizaron sutilmente al punto donde la espalda perdía su nombre—No puedo esperar mucho tiempo…—Le aprisionó el trasero suavemente y ella contuvo un gemido hundiendo el rostro en su pecho.
— Joseph, aquí hay gente.

—En mi auto, no—dijo liberándola un instante para tomarla por el mentón y obligarla a enfrentar su mirada. — ¿Vamos?
— ¿No quieres mas vino?

—Todo lo que quiero, lo tengo entre mis manos. —Ella se mordió el labio inferior ¿Para que negarlo? Todo lo que ella quería también estaba entre sus manos, lo había estado deseando desde el mismo momento en que se propuso no desearlo.

No podía probar una parte de Joseph y luego intentar la estupidez de la abstinencia. Recordaba la noche que había pasado a su lado y nada le parecía inadecuado. Sí quería conocerlo, pero eso podía hacerlo día a día. No necesitaba una cita para poder discernir que Joseph le gustaba, porque eso ya era un hecho. Y poner trabas, era igual que retrasar lo inevitable.

Tomó su decisión y asintió, él no esperó por nada mas la jaló de la mano fuera del viñedo guiándola al estacionamiento. Luego condujo su Lexus como un maniaco recién escapado del loquero. La urgencia por estar juntos, venia de ambos lados. Joseph había hecho todo aquello, por ella y eso debía de significar algo ¿verdad? Él realmente se estaba esforzando por mostrarle que podía ser una persona diferente, que podía ser alguien digno de su confianza.

 Durante la cita habían compartido conversaciones que no se reducían a una discusión, por lo que tan solo confirmaba que aquel hombre que había sido meses antes de lo de Ann era real. Joseph podía ser su amigo, podía ser su colega y a partir de ese día quizás, hasta podía ser algo más. Pero eso, ahora solo dependía del tiempo pues Demi estaba lista para dejar que las cosas tomaran su propia dirección.

— ¿A dónde vamos?—Aun así preguntar nunca esta demás.
—A la casa de mi padre—respondió con tranquilidad. Algo en su interior tiró una cuerda que activo la indecisión, Joseph lo notó—No te preocupes él estará en Francia toda la semana, tenemos la casa para nosotros solos.

— ¿O sea que quieres que me quede contigo?
—Ese es el plan—murmuró un tanto vacilante, volvió el rostro en su dirección y la observó con cierto grado de duda. Sus ojos azules destellando como nunca antes, la hacían lucir tan apetitoso. — ¿No te quieres quedar conmigo?

¿Y quién en su sano juicio y una libido normal, podía negarse a tal pedido? ¡Dios! Si hasta sus bragas estaban exclamando un enérgico ¡Si!

Demi asintió para sacarlo de su duda existencial y entonces procedió a ponerse más cómoda, tenía toda una semana por delante. Toda una semana, ellos dos solos.

Sonrió internamente, recordando el consejo numero tres en la revista de moda:

“Una chica inteligente, siempre prevé las situaciones. Por lo que NO olvides colocarte ropa interior sexy, es un detalle que tu hombre apreciara”


Dios bendiga a esa revista, Dios bendiga a la mujer de la tienda que le escogió algo de último momentoy Dios bendiga a Darius y su viaje inesperado. Ahora finalmente las cosas, parecían cobrar su cause y ella ni siquiera había tenido que forzarlas —dejo caer casualmente su mano, sobre el muslo de Joseph—bueno, quizás solo un poquito. 

Camino a la Fama Capitulo 43 PARTE 2


—Si mal no recuerdo, ella cobraba por prestar un servicio— Demi enarcó una ceja, pensando lo que sus palabras implicaban.

—Tienes razón, debí cobrarte por adelantado— Joseph sacudió la cabeza riendo y ella se mordió el labio, incapaz de refrenar los golpeteos de su corazón. Se sentía irreal que estuviese comparando aquella cita, con una película y aun más irreal, comparar a Joseph con Richard Gere. No que el actor no le gustara, pero el hombre que tenía a su lado no debía llevarla a la opera, o hacer nada tan ostentoso. Ella con verlo sonreír, hasta ya se sentía como su Mujer Bonita—. Entonces ¿no me dirás a dónde vamos?

—Es un secreto, no sería cita a ciegas sino. —Demi pestañó, pensando ¿Cuál sería el verdadero significado de una cita a ciegas?
—¿Qué no se supone que si es una cita a ciegas, no deberíamos conocernos?

—¿Entonces como lo haríamos? ¿Te levanto de la carretera y fingimos que somos dos desconocidos?—Ella puso los ojos en blanco. —Incluso puedo pagarte.
—¿Tres mil dolores?
—Eso se va de presupuesto.
—Entonces olvídalo, lo haremos a la antigua. —Joseph rió, esperando a que se explicara. —Tenemos que pretender que no sabemos nada del otro.
—De acuerdo. —Aceptó bajándole el volumen a la música. —¿De qué trabajas?
—Soy escritora ¿tú?

—Vendo droga en la puerta de las escuelas.
—¡Joseph!—Se quejó sin hallarle gracia a su comentario.
—Bien, también he escrito algún que otro soneto cuando los niños comenzaron a descubrir que el éxtasis era mejor que el crack.
—No eres gracioso.

—Tú ya sabes de que trabajo, Demi —Ella se cruzó de brazos y volvió su atención hacia la ventana, lo escuchó suspirar quedamente—En los primeros años de mi carrera, realmente escribía sonetos en Italia.

—¿En serio?—Lo miró con la curiosidad renovada.
—Así es y podías hacerte acreedor de uno, por el escaso valor de una lira.

—Eras barato—Él se encogió de hombros.
—No lo hacía por el dinero, supongo.
—¿Trabajabas con los gondoleros?

—A veces, pero casi siempre estaba en la Fontana di Trevi. — Demi intentó imaginarse a un Joseph más joven, sentado junto a la hermosa fuente escribiendo para los enamorados que echaban sus monedas y sus deseos al agua. Ella habría sido más osada y financiado su día de trabajo con las mismas monedas de la fuente, pero obviamente Joseph tenía más entereza de carácter.

—¿Hablas italiano?—Allí iba otro detalle del cual ella no tenia idea.
—Sí, viví varios años en Italia. — Demi abrió la boca para hacer otra pregunta, cuando el sonido de un teléfono la interrumpió. Él respondió la llamada con un botón en el mismo volante.
— Joseph Rhone.

—¿Así qué es cierto?—preguntó, una voz femenina que ni se molestó en el protocolar saludo. —Estaba en el salón de bellezas hoy…—Continuó ella sin aguardar respuesta, Joseph rodó los ojos casi imperceptiblemente pero Demi lo había captado. —Peinando a esa fofa señora O´Donell, cuando escuché que irías a ver a Oprah. ¡Dime que es cierto!—Una vez mas la desconocida al otro lado de la línea, siguió sin esperarlo a él—Porque si vas con Oprah debes asegurarte de conseguirme su autógrafo y decirle que soy su mayor fan en el mundo, además…

—Rebecca ¿Por qué en el nombre de Dios, iría yo a ver a Oprah?—La interrumpió Joseph finalmente.

—No lo sé, ahora estas en las noticias ¿Por qué ella no te invitaría a su programa?

—En primera, porque ella entrevista celebridades, en segunda porque…Oh no lo sé ¡Estoy como a un océano de distancia! — Demi ahogó una risilla al oírlo tan irónico y por primera vez no con ella, era bueno saber que al menos ese trato desdeñoso no era algo personalizado.

—No seas grosero, niño rata. Hay muchas noticias dando vueltas sobre ti y en realidad me duele ser la ultima en enterarse de todo. —Rebecca había bajado la voz como si realmente estuviese dolida al respecto—Tú única hermana, debe estar escuchando los chismes de las viejas brujas porque tú no te dignas a darme un maldito aviso. ¿Habría sido mucho decirme que te estabas revolcando con tu colega?
—¡Rebecca!—La acalló, mirándola con algo muy parecido a vergüenza.

—¡Oh Joseph! No soy tan estúpida, sé que no te estas guardando para el matrimonio. Así que no me vengas con esas babosadas.
—Juro que si no te callas…—La amenazó, pero su hermana estaba a años luz de descifrar su tono de aviso o quizás, simplemente le daba lo mismo.

—Quiero conocerla, parece mona en las fotos y Dios! Si que parecía estar con hambre de ti…o sea como te tenia pegado, maldición si hasta pensé que era una revista para niños cochinos.
—¡Voy a colgar!

—¡No! Aguarda— Demi se sintió ligeramente azorada ¿En realidad lucia tan hambrienta?—Tengo un mensaje de mi padre. —Por la forma en que lo anunció, daba a entender que no era el mismo que el de Joseph.
—¿Y qué dijo?—preguntó él estirando una mano en su dirección para atrapar la suya, Demi sonrió tímidamente y le devolvió el apretón.
—Dijo si aun querías hacer eso que le dijiste que tenias planeado hacer. ¿Por qué tanto misterio? ¿Estas planeando matar a alguien?
—Calla estúpida, dile que sí.

—No me digas estúpida, pequeña rata peluda. —Joseph sacudió la cabeza, soltando un suspiro completamente dirigido hacia su hermana.

—¿Algo más?—No se esforzó en lo mas mínimo por ocultar su tono exasperado.

—Sí, también dijo que eras adoptado y que no te quería mas… ¿Sabes? Yo le había pedido un perrito, por lo que fuimos a la perrera más cercana y tú estabas allí. Aun no entiendo por qué no nos trajimos ese Cocker Spaniel, ciertamente era más…—Y entonces Joseph colgó, se volvió para mirarla un instante para luego sonreír tranquilamente.


—Sigue escapándose de los neuro—siquiátricos. —Diciendo eso, dio por zanjada esa cuestión. 

Demi se mordió el labio para no reír o seguir preguntando, optando por asentir concienzudamente. Tal y como el consejo número dos decía: “No lo presiones mas de la cuenta, cuando un hombre se siente seguro comparte sus pensamientos. Si lo presionas, solo lograras ponerlo a la defensiva”

Con las palabras del artículo dando vueltas en su mente, prefirió no ahondar en el tema de su hermana. Aunque desde ese instante decidió que Rebecca le agradaba y mucho. 

Camino a la Fama Capitulo 43

Tres consejos para la cita perfecta.

—¿Qué tal luzco?—Demi se volvió en dirección a Fiona, quien la observó críticamente desde el sofá.

—Nada mal—respondió con un leve asentimiento—¿Cuándo debes colocarte la venda?—Ella frunció el ceño de manera interrogante.
—¿Qué venda?—No recordaba ningún accidente, pero tal vez Fiona veía algo en ella que valía la pena ser cubierto.

Pensaba que su falda celeste cubría lo suficiente de sus piernas y que su camiseta si bien enseñaba algo de escote, parecía bastante recatada y correcta para una primera cita.

—Bueno ya sabes—dijo su amiga poniéndose de pie y haciéndole una seña para que se diera vuelta.

Demi obedeció a tiempo que sentía las manos de Fiona tomando los mechones de su cabello, para darle un acabado ligeramente decente a sus bucles. Ese día no lo había planchado, Joseph en más de una ocasión le había mencionado que le agradaba su cabello al natural, por lo que estaba dispuesta a lucir sus rulos con orgullo. Al menos esa vez, no prometería nada de las próximas veces. El asunto con su cabello era algo que tomaría años de terapia, para poder aceptarlo tal y como es. Pero era un buen primer paso.

—¿Qué sé?—inquirió aplacando una mueca, cuando Fiona “accidentalmente” le volvió el rostro hacia adelante.

—Una cita a ciegas—informó como si con eso dejara todo claro.
—No te entiendo. —Fiona bufó.

—Si serás tonta, es una cita a ciegas lo que significa que uno de ustedes dos no debería ver al otro. Joseph conducirá así que supuse que tú serias la de la venda. —Su amiga finalmente liberó su cabello y Demi tuvo que volverse para mirarla con el mayor de los desconciertos. No podía estar hablando en serio. Pero un vistazo a su rostro lo confirmó, ella realmente creía que así funcionaban las citas a ciegas.

Un recuerdo muy fugaz golpeó su mente y fue entonces que no pudo aguantarlo un segundo más, rompió en una profunda y llorosa carcajada ante el serio semblante de su amiga. Fiona se cruzó de brazos bastante molesta y esperó hasta que a ella se le pasara la pataleta, pero por más que lo intentaba la risa volvía a burbujear en su interior hasta liberarse por sus labios intensamente. Entonces su amiga le dio un golpe en la cabeza y todo en ella se silencio abruptamente.

—Eso ha sido grosero—Se quejó arreglándose nuevamente el peinado—Sabes que no es fácil trabajar con esto.

—Pues no te rías de mi, mocosa. —Demi se mordió el labio para contenerse. —Tú me hiciste ir así a una cita a ciegas.

—Es que…—Las lágrimas de risa humedecían sus pestañas, esto iba a ser más duro de lo que pensaba—Aquella vez que te mande con una venda en los ojos, era porque sabía que tú no querías salir con Fred y los dos nos habíamos devanado los sesos pensando una manera. Entonces se me ocurrió que si te decía que era una cita a ciegas y que debías llegar al restaurante, y colocarte una venda en los ojos tú le darías tiempo suficiente para que él hiciera lo suyo—Se silenció al ver las chispas que saltaban de sus ojos verdes. —Lo que si me preguntas, funcionó de las mil maravillas.

—¿O sea que me hiciste sentar como una idiota con los ojos vendados, sólo porque él es un idiota inseguro?—Demi sonrió asintiendo con cuidado.

—Es el idiota inseguro que amas ¿no? ¿Cuál es el problema?
—¡El problema es que voy a patearte en cualquier momento y tal vez termines necesitando un lazarillo que te lleve a tu cita!

—Eres demasiado agresiva, amiga, yo intentaba hacerte feliz—Fiona la miró con ojos en rendija, esa era su señal para “corre o esto terminara mal”

Afortunadamente golpearon la puerta y Demi salió disparada a abrir, olvidándose momentáneamente del artículo que había leído el día anterior, en donde se aconsejaba tener al hombre esperando en el umbral algunos segundos, de ese modo una no se mostraba tan desesperada por verlo. Era una ley universal para las mujeres, en donde se estipulaba claramente que: “Jamás debes contestar la puerta, al primer timbrazo” conocimiento de secundaria, según remarcaba la escritora.

Ella estaba segura que debía seguir esas palabras, pues una columnista de una prestigiosa revista femenina no hablaría porque si. Seguramente estaría más que calificada para afrontar una cita, al menos más que ella. Pero en ese instante, tuvo que desecharlo todo pues el instinto de supervivencia apremiaba. Y Fiona no se veía muy dispuesta a perdonarle la pequeña broma.

—Hola Demi, hola Fiona—Ella lo jaló del brazo y cerró la puerta encaminándose apresuradamente por el pasillo—Adiós Fiona. —susurró Joseph quizás algo confundido por las corridas.
—No preguntes—Lo silenció Demi y él asintió, caminando detrás de ella como era su costumbre. Una miradita a su atuendo, le dijo que esa costumbre se estaba volviendo una de sus favoritas.
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Una vez que sortearon a los reporteros y hallaron el deportivo de Joseph, estacionado a dos tortuosas calles de distancia, Demi se sintió tranquila de poder arrebujarse en su interior. 

Él colocó esa música suave de pianos y violines, haciéndola comprender lo poco que sabía de Joseph. No tenía idea cuales eran sus gustos musicales o el por qué de escuchar clásicos mientras conducía, tampoco sabía nada de su vida antes de ser escritor o para el caso si había hecho algo mas en sus veintiséis años. Él llevaba cuatro años en el negocio, pero ¿Y antes? Eran preguntas que estaba dispuesta a descubrir ese día, la cita había comenzado temprano por lo que ella descartaba una cena romántica a la luz de las velas. A menos que él estuviese pensando en llevarla en su jet privado a alguna isla tropical, donde fuese de noche o mejor aun, a una función de opera como en Mujer Bonita. Ella no conocía la opera, sería un detalle por demás encantador y podría poner en practica eso de las reacciones. O la amas y te emocionas, o la odias y jamás te llega al corazón.

Pero apresuraba conclusiones, quizás él ni tenía un jet privado. ¿Para qué lo querría? No es una estrella de rock.

—¿Tienes un jet privado?—Se volvió para mirarla un instante, tal vez cerciorándose de que ella había soltado esa pregunta tan poco común.
—¿Un jet privado?—Asintió esperando a que respondiera—¿Para qué querría un jet privado?

—No lo sé ¿Qué ustedes los ricos no tienen lujos innecesarios?
—Creo que estas pensando en un escalafón más alto del mío. Eso de los jet privados, se reserva para los empresarios ¿no?—Volvió a mirarla en un intento de confirmar su punto—Ya sabes, los magnates de los negocios que siempre tienen un jet privado, para sacar a su chica de turno a una sorprendente cita romántica…—Él se silenció abruptamente, como si una idea acabara de tocar su puerta neuronal—No estarás pensando que te montare en un avión, para llevarte a la opera o algo así ¿verdad?—Demi se sonrojó sin negar o afirmar nada, Joseph sacudió la cabeza sonriendo—Tranquila, no es tu culpa…al parecer Julia Roberts y su cuento de hadas, alteró el cerebro de varias generaciones.


—Oh no seas idiota, sólo me estoy preguntando a dónde vamos. No es como si al finalizar esto, me recompensaras con tres mil dolores. —Él la miró de soslayo, sonriendo socarronamente.