domingo, 3 de marzo de 2013

De secretaria a esposa capitulo 18






¿Ahogada? Una profunda impresión, junto con una sensación de horror, se apoderó de Demetria. Al descubrir la razón por la que los ojos de Joe reflejaban un profundo dolor, se sintió invadida por una desesperada necesidad de consolarlo y abrazarlo. En aquel instante no le importó que hubiera estado casado, ni siquiera le molestó el hecho de que tal vez su esposa había sido el amor de su vida. 

Todo lo que le importaba era que se había percatado de que estaba profunda e irrevocablemente enamorada de aquel hombre. Había comenzado a tener la esperanza de que, con la llegada de su bebé, podría ayudarle a comprender que el futuro que les esperaba tenía mucho mejor aspecto que sus pasados.

— ¡Qué horrible! Oh, Joe, lo siento tanto.
Entonces le tomó la mano de nuevo y la estrechó con fuerza. Durante unos segundos, él simplemente se quedó mirando las manos unidas de ambos.

Repentinamente, fue Joe el que tomó el control de la situación. Levantó el brazo de Demi más cerca de su cara para poder analizar el enrojecimiento que tenía alrededor de la muñeca, enrojecimiento que le llegaba hasta casi el codo.
—Te he hecho daño —observó con el arrepentimiento reflejado en la voz.
—Pero no tenías ninguna intención de hacerlo —respondió ella, que sintió como si tuviera el corazón rebosante de amor y necesitara gritar a los cuatro vientos que amaba a aquel hombre.

Pero se preguntó cómo reaccionaría él ante una noticia como aquélla. Su corazón estaba todavía lleno de amargura debido al fallecimiento de su esposa.

— ¿Hace cuánto murió Sophia? —se forzó en preguntar.
Despacio, él bajó el brazo de Demi.
—Hace poco más de tres años.
— ¿Es ésa la razón por la que parece que dedicas toda tu energía al trabajo y por la que no te has tomado vacaciones cuando las has necesitado? ¿Es porque comportarte así te ayuda a no pensar demasiado en lo que ocurrió?
—Quizá.

—Debió ser una época horrible para ti.
—Algunos acontecimientos son indescriptibles. Te preguntas cómo sobrevives a ellos... cómo puedes seguir respirando... pero lo haces.
— ¿Cómo... cómo ocurrió?

Tras preguntar aquello, Demi se dio cuenta del cambio en Joe antes incluso de que éste contestara a su pregunta... comprendió la profunda renuencia y la necesidad de autoprotección que le llevaban a ser precavido y a no querer hablar de un episodio tan doloroso de su vida, aunque ella estuviera deseando que le contara todo.

—Ahora no, Demetria —respondió él, esbozando una mueca—. Hace una tarde demasiado agradable como para pensar en ese tipo de cosas. Si tenemos suerte, tal vez este maravilloso tiempo nos acompañe hasta por la noche. Voy a pedirle a Orsetta que nos prepare algo especial para cenar y quizá podamos comer aquí fuera, en el patio. ¿Te gustaría?

Tratando de apartar de su mente la decepción que sentía debido a que claramente Joe no iba a confiar más en ella, Demi se forzó en sonreír para así esconder su dolor.

—Me parece una idea estupenda —concedió.
—No te cansaste mucho en el avión, ¿verdad? Dormiste durante casi todo el trayecto.

—Siento haber sido una compañera de vuelo tan aburrida... pero creo que los acontecimientos de esta mañana finalmente me pasaron factura. ¡Aunque tengo que decir que el vuelo fue increíble! ¡No todos los días se tiene la oportunidad de viajar en un avión privado!

— ¿Cómo te encuentras físicamente? ¿Te duele algo o estás incómoda?
—Sinceramente... estoy bien —contestó ella, analizando con la mirada la cara del hombre al que amaba con locura.
—Eso está bien. Mañana te concertaré una cita con el ginecólogo del que te hablé. Cuanto antes te examine alguien en quien yo confíe, mejor. Así me quedaré más tranquilo. ¡Y después ya tendremos tiempo para relajarnos!

Demi apreciaba la obvia preocupación de él, pero estaba ansiosa por preguntarle por Sophia. Quería descubrir un poco más acerca de la mujer que había sido su esposa. Quizá le diera alguna pista acerca de los verdaderos sentimientos de Joe sobre tener a alguien de nuevo en su vida. Concretamente quería descubrir si éste estaba abierto a la posibilidad de volver a amar a otra persona... como, por ejemplo, a ella. También quería encontrar la manera de llegar al claramente herido corazón de él para ayudarle a curarlo...

Mientras Joe se vestía para cenar aquella misma noche, los perturbadores recuerdos del sueño que había tenido aquella tarde le acechaban sin piedad.

Se preguntó si el haber llevado a Demetria a aquel lugar había provocado que soñara con su difunta esposa. No había soñado con ella desde hacía meses y no supo si la causa de que lo hubiera hecho aquel día fue el sentimiento de culpabilidad que se había apoderado de él... culpabilidad ante el hecho de que Sophia ya no tuviera ningún futuro por delante y él sí.

Taciturnamente, se quedó mirando el reflejo de sus propios ojos en el espejo de cuerpo entero que había en su vestidor y no pudo evitar que los dolorosos recuerdos que se habían apoderado de su mente le entristecieran.

Las últimas semanas de vida de su difunta esposa habían sido las más difíciles de todo su matrimonio. Había habido muchos momentos de desesperación durante los cuales había seriamente considerado pedirle el divorcio. Sólo le había detenido el dolor y la acusación que había visto reflejados en los ojos de ella cada vez que lo miraba.

No había sido capaz de darle a Sophia lo que ésta más quería en el mundo y ella, erróneamente, le había culpado a él, por lo que se planteó si no se merecía sufrir.

Cuando ella había descubierto que la razón por la cual no podía concebir no radicaba en Joe, en vez de tratar de acercarse a él para intentar solucionar sus problemas, lo que había hecho había sido encerrarse en sí misma, encerrarse en un lugar al cual Joe no podía llegar. Éste incluso había comenzado a creer que ella no quería que la encontrara; lo había apartado de su vida y no había habido mucho que él hubiera podido hacer para remediarlo.

En aquella época había lamentado mucho la pérdida de su una vez amorosa relación sentimental, pero con el tiempo se había preguntado si, en el caso de que Sophia hubiera vivido, todavía estaría con ella. Se planteó qué clase de futuro podía haber tenido con una mujer cuyo corazón estaba lleno de culpas y arrepentimiento, una mujer que había condicionado su felicidad al hecho de tener un bebé y que se había retraído a su mundo, tanto física como mentalmente, al descubrir que no podía concebir.

De Secretaria a Esposa capitulo 17



Buongiorno, signorina Richardson!

Una sonriente y rellenita mujer canosa, que llevaba un delantal blanco encima de un vestido gris marengo, se acercó a Demi al llegar ésta al final de las escaleras. La mujer le tendió la mano para saludarla.

—Soy Orsetta Leoni... el ama de llaves del signor Jonas. Llevo trabajando para su familia desde hace mucho tiempo y como ya han fallecido todos los demás... ¡ahora sólo cuido de él! Encantada de conocerla, signorina Lovato.

La sonrisa de aquella mujer era encantadora y cuando Demi le estrechó la mano, reconoció para sí misma que era muy agradable que la recibieran de una manera tan cálida. Pero estaba preocupada ya que había esperado durante bastante tiempo que Joe regresara al dormitorio y había comenzado a plantearse que tal vez éste se había olvidado de que ella estaba allí. Aunque la habitación era realmente bonita, había querido salir al patio para respirar el sorprendentemente perfumado aire de la tarde italiano.

Buongiorno —contestó, sonriendo a su vez—. Yo también estoy encantada de conocerte. Me estaba preguntando si podrías decirme donde encontrar al signor Jonas.

— ¡Sí! ¡Desde luego! Sígame, signorina Lovato. La llevaré con él.
Al llegar a las ventanas francesas que separaban el salón del gran y perfumado patio, donde estaban comenzando a florecer las camelias blancas y rosas, Orsetta se llevó las manos a las caderas y comenzó a quejarse.

— ¡Trabaja demasiado! ¡Siempre se lo estoy diciendo! —comentó—, ¡Su mamma se estará revolviendo en la tumba al ver que no se cuida mejor!
Sorprendida, Demi vio que Joe estaba tumbado en un sofá que había en el patio... completamente dormido. Observó que se había quitado la chaqueta, pero que todavía llevaba puesto el mismo traje que había utilizado para viajar. Se había desatado la corbata, tenía el cuello de la camisa abierto y su oscuro pelo le caía sobre la frente.

Pensó que parecía un exquisito equivalente masculino de La Bella Durmiente.
Lo que había dicho Orsetta acerca de que él no se cuidaba como era debido le había llegado al corazón, por lo que se giró hacia la mujer y asintió con la cabeza.

—Tienes razón; sí que trabaja demasiado —concedió.
—Vaya a sentarse, signorina. Le traeré algo suave para beber. ¿Tal vez un zumo de fruta?

—Eso sería estupendo... grazie —contestó Demi. Entonces se sentó en otro de los sillones que había en el patio y, a continuación, miró los preciosos jardines y los tejados de la ciudad que se veían en la distancia.

Emitió un placentero suspiro al sentir como el sol le bañaba la cara. Pensó que tal vez Joe no había sido capaz de garantizar un buen tiempo constante en aquella época del año, pero las temperaturas eran mucho más cálidas de lo que ella había esperado. Se levantó y se quitó la ligera chaqueta rosa de algodón que había combinado con un vestido azul marino de punto. La colocó en el respaldo del sillón. En ese momento, Joe se movió y murmuró algo mientras dormía.

Una vez más, se quedó fascinada por él.
Incapaz de controlarse, se acercó para poder apreciar con más claridad la extraordinaria belleza que poseía Joseph Jonas. Era increíblemente guapo y tenía unas facciones esculpidas muy bonitas. Estaba segura de que debía haber vuelto locas a todas las chicas incluso cuando había sido un niño. Pero, repentinamente, algo perturbó el aparentemente tranquilo descanso de Joe. Éste esbozó una mueca, como si le doliera algo, y echó la cabeza hacia un lado. El sudor comenzó a humedecerle la frente.

Alarmada, Demi se arrodilló junto al sofá en el que estaba tumbado él. Le tomó la mano para calmarlo.

—Está bien... todo está bien —le tranquilizó en voz baja—. Estoy aquí, Joe.
— ¡Sophia! —gritó él, agarrando la mano de Demi con lo que pareció ser toda su impresionante fuerza.

Ella contuvo la respiración al sentir como un intenso dolor le recorría el brazo, pero no intentó apartar la mano. Le dio la impresión de que despertarlo de repente tal vez sería peligroso. Pero se preguntó quién sería Sophia...

Con el corazón revolucionado, observó como una lágrima le caía a él por debajo de sus abundantes pestañas y le recorría despacio la mejilla.
En ese momento, Joe abrió los ojos y ni el cielo en sus momentos más cautivadores había tenido jamás un azul más celestial.

—Estabas soñando —dijo ella a duras penas debido al nudo que se le había formado en la garganta.

Cuando él había gritado, había sentido como si el corazón se le hubiera partido por la mitad. Joe la miró primero a la cara y después bajó la vista hasta su mano, mano que todavía tenía sujeta. Parpadeó y su cara reflejó una aturdida expresión, la misma expresión que reflejaban las personas que intentaban desesperadamente despertar de la agonía de un mal sueño.

— ¿De verdad?
— Joe, ¿crees que podrías... soltarme la mano, por favor? —pidió Demi —. Estás haciéndome daño.

—No me había dado cuenta —contestó él, soltándole la mano con brusquedad. A continuación decidió cambiar de posición y se sentó. Se restregó las mejillas con los dedos y borró todo rastro de aquella impactante lágrima.
Como para eliminar cualquier recuerdo del perturbador sueño que había tenido, se presionó la frente.

—Perdóname, no sabía lo que estaba haciendo. ¿Estás bien?
—Sí.
A ella no le importaba el dolor de su mano ni de su brazo. Lo único que le preocupaba en aquel momento era saber por qué Joe había gritado de aquella manera y qué había provocado que, increíblemente, las lágrimas le hubieran inundado los ojos.

—Gritaste mientras dormías.
—Temía que fuera a ocurrir.
—Dijiste el nombre de una mujer... Sophia. ¿Quién es ella, Joe?
Él se llevó una mano al pecho y se restregó éste por encima de la delicada tela de su camisa como para intentar aliviar un espasmo. Entonces respiró profundamente.

—Era mi esposa —contestó.
— ¿Tu esposa?
Demi se quedó tan impresionada que no sabía cómo había sido siquiera capaz de emitir palabra alguna.
—Sí...
—No... no sabía que habías estado casado... ¿Qué ocurrió? ¿Estáis divorciados?

—No. Ella murió... ahogada. 

De secretaria A esposa capitulo 16





Pensó que, para Demetria, haber descubierto que estaba embarazada de un hombre con el cual sólo había pasado una apasionada noche en un país extranjero, un hombre del que no sabía nada, debía haberle hecho sentir extremadamente vulnerable y llena de miedo... sobre todo tras la historia que le había contado de su infiel ex novio.

Él mismo había tenido que luchar contra los sentimientos de enfado y celos que se habían apoderado de su mente al pensar que ella había podido estar con otro hombre tras la noche que pasaron juntos en Milán. Pero en aquel momento se sentía embargado por otro tipo de sensaciones completamente distintas... aunque decidió no analizarlas demasiado debido a su tumultuoso pasado.

Sin duda, todavía sentía la necesidad de protegerse a sí mismo. Pero lo que cada vez tenía más claro era que Demetria se había convertido en su responsabilidad y que tenía el deber de cuidarla. ¡Su futuro hijo exigía que así fuera! Por lo que no sólo iba a insistir en que ella se quedara a vivir con él mientras estaban en Milán, sino que también pretendía que se casaran y convertir a Demi en la próxima señora Jonas. ¡Tanto si ella quería como si no!

Joe había dejado a Demi sola para que deshiciera las maletas en el lujoso dormitorio en el que hacía meses le había hecho el amor por primera vez. Ella se sintió invadida por los recuerdos de aquella noche y por unos sentimientos que no sabía cómo controlar. Eran unos sentimientos eróticos, pero tiernos al mismo tiempo.

Habían concebido a su futuro hijo en aquella preciosa y enorme cama de matrimonio, cama que tenía un lujoso cubrecama y unos bonitos cojines de seda.

Contuvo la respiración al acariciar aquellas fascinantes telas y respiró profundamente. Tenía una cosa clara y era que se sentía muy aliviada al descubrir que iban a compartir la misma cama.

Había estado preocupada desde el susto que se había llevado por la mañana ya que le había parecido que Joe se había distanciado de ella un poco. Le había dado la sensación de que casi tenía miedo de tocarla. Aunque, al mismo tiempo, no había dejado de analizarla con la mirada, como si tuviera miedo de que repentinamente fuera a ponerse enferma o... peor aún... de que fuera a perder el bebé.

Deseó que le confiara sus miedos ya que, si lo hiciera, tal vez ella podría disiparlos. Pero, si hablaban, podrían tener un acercamiento emocional y le dio la impresión de que Joe todavía tenía levantada una barrera en lo que a sus sentimientos se refería.

Se preguntó qué le habría ocurrido para que fuera tan precavido. Se planteó que tal vez había habido alguna mujer en su pasado que lo había abandonado o que le había tratado mal. Pero si compartían la misma cama, quizá aquella intimidad le daría a ella la oportunidad de derribar alguno de los muros que Joe parecía haber construido para proteger su corazón. Sonrió irónicamente para sí misma ya que le sorprendió mucho pensar en aquellas cosas.

Como consecuencia de lo que le había ocurrido con su ex novio no hacía mucho tiempo, había jurado que no volvería a creer en ningún hombre. Pero el saber que iba a tener un hijo con Joe y estar con él de nuevo, estaba cambiando poco a poco todas sus decisiones anteriores.

Centrándose en el presente, pensó en lo extraño que era estar de nuevo en aquella magnífica casa... sobre todo en aquella habitación. El lugar le era familiar, aunque al mismo tiempo le parecía como el decorado de una película. Sintió como le daba un vuelco el corazón y un intenso anhelo de estar con Joe se apoderó de ella. Emitió un pequeño grito ahogado y se acarició la tripa, como para asegurarle tanto al bebé como a ella misma que todo marcharía bien y que, de alguna manera, encontrarían la manera de seguir adelante.

Si era lo bastante valiente como para acercarse a Joe y dejar de sentirse tan insegura, tal vez éste se atreviera a abrirle su corazón de la manera que ella deseaba que hiciera.

Estaba segura de que él debía necesitar amor de la misma manera que lo necesitaba ella. Si algo que había ocurrido en el pasado de éste le había afectado emocionalmente, quería saberlo. En varias ocasiones había visto reflejado en sus ojos un inquietante y perturbador dolor que le había hecho desear abrazarse a él y no soltarlo nunca. En aquellos momentos se habría olvidado de sus inseguridades y de sus miedos a ser rechazada para poder consolarlo.

Se abrazó a sí misma y observó las magníficas obras de arte que había en las paredes, así como los preciosos muebles que realzaban la bonita elegancia italiana del dormitorio. No pudo evitar percatarse de que la riqueza y poder de Joe hacían de la vida de éste una experiencia completamente distinta a la suya. Tal diferencia hacía florecer en ella un viejo sentimiento de inseguridad, de sentir que no era lo suficientemente buena.

 Pero no podía permitir que aquellos sentimientos sabotearan la esperanza que había comenzado a albergar en su corazón de que Joe y ella pudieran tener juntos un futuro. Se enderezó y apartó de su mente aquella inquietud. Se dijo a sí misma que si él no quisiera estar con ella, no la habría llevado consigo a Milán.

viernes, 1 de marzo de 2013

Quimica Perfecta Capitulo 4





Joe
    Sabía que en algún momento del curso acabaría en el despacho del nuevo director del instituto, pero no esperaba que ocurriera el primer día de clase. Había oído que la inflexible personalidad que el director Aguirre demostró en el instituto Milwaukee le había hecho ganarse el puesto de Fairfield.

    Alguien debe de haberme señalado como el cabecilla porque es mi trasero el que está sentado aquí en lugar de otro Latino Blood. De modo que aquí estoy. Me han hecho salir de clase de gimnasia para que Aguirre pueda sacar pecho y divagar sin tregua acerca de las estrictas normas del instituto.

 Puedo percibir que esta tanteándome, preguntándose cómo voy a reaccionar ante sus amenazas.
    - ….y este año hemos contratado a 2 guardias de seguridad a jornada completa que van armados, Joseph.

    Me mira fijamente, intentando intimidarme. Si de acuerdo. Ahora mismo podría decirle que aunque él sea latino, no tiene ni idea de cómo funcionan las cosas en nuestras calles. Ahora le oigo divagar de donde creció rodeado de pobreza, como yo. Es probable que nunca haya pisado la zona de la ciudad en la que vivo, ni siquiera en coche. Tal vez debería ofrecerme un tour turístico.
    Se planta ante mí y me dice:

    - He prometido al superintendente, así como al comité, que me encargaría personalmente de erradicar la plaga de violencia que se ha extendido por este instituto los últimos años. No duraré en expulsar a cualquiera que no respete las normas del centro.

 No he hecho nada, aparte de divertirme un poco con la diva de las animadoras, y este tipo está hablando de expulsión. Quizá sepa que ya me expulsaron el año pasado. Aquel incidente hizo que me echaran a patadas 3 días. 

No fue culpa mía, bueno…no del todo. Paco tenía la estúpida teoría de que el agua fría no afecta del mismo modo a los penes blancos y a los latinos. Nos pillaron en la sala de calderas, mientras discutía con él después de que hubiera apagado los calentadores de agua.
    No tuve nada que ver con aquello, aunque me culparon de ello. Paco intento contar la verdad, pero nuestro antiguo director no le hizo ni caso. 

Tal vez habría decidido si yo hubiera insistido más. ¿Pero de qué sirve luchar por una causa perdida?
    Es obvio que Demi Lovato es la responsable de que me encuentre hoy aquí. Es evidente que el idiota de su novio nunca acabaría en el despacho de Aguirre. Ni de coña. El colega es un jugador de fútbol idolatrado. Incluso si decidiera saltarse las clases y le diera por pelearse con los demás, es probable que Aguirre siguiera besándole el culo.

 Colin Adams no deja de provocarme porque sabe que siempre se sale con la suya. Cuando estoy a punto de tomar represalias, encuentra el modo de escapar o salir corriendo hacia donde están los profesores…profesores que no esperan otra cosa que el momento oportuno para joderme.
    Uno de estos días….
    Levanto la cabeza a Aguirre.

    - Yo no he empezado ninguna pelea -digo aunque en realidad piense que va siendo hora de acabar con la que tengo pendiente.

    - Muy bien -responde Aguirre. - He oído que hoy has estado acosando a una estudiante en el aparcamiento.

    ¿Acaso es culpa mía que el nuevo y brillante BMW de Demi Lovato haya estado a punto de arrollarme? Durante los últimos 3 años, me las he arreglado para no cruzarme con esa ricachona. El año pasado oí que sacó un aprobado justo en su boletín de notas pero bastó una llamada de sus padres al colegio para que se la subieran a sobresaliente.

    Esa nota acabaría con sus posibilidades de entrar en una buena universidad.

    A la porra con toda esa mierda. Si yo consiguiera un aprobado, mi madre me soltaría un cachete en la coronilla y me daría la tabarra para que estudiara más. Me he partido el lomo para sacar buenas notas, aunque la mayoría de las veces me hayan interrogado sobre el medio que he utilizado para conseguir las respuestas. Como si fuera un copión. No se trata de entrar en la universidad. Se trata de demostrar que puedo conseguirlo. Si el mundo en el que vivo fuera diferente……..

    Puede que los que viven en la zona sur sean considerados más estúpidos que los que viven en la zona norte, pero eso es una gilipollez. Lo que pasa que no somos tan ricos ni estamos tan obsesionados con las posesiones materiales, ni con entrar en las universidades más caras y prestigiosas del país. La mayoría del tiempo intentamos sobrevivir y siempre tenemos que cubrirnos las espaldas.

    Puede que la decisión más dura que haya tenido Demi Lovato que tomar en su vida sea elegir el restaurante donde va a cenar cada noche. La chica se vale del cuerpazo que tiene para manipular a todo aquel que se le acerca.
    - ¿Te importaría contarme lo que sucedió en el aparcamiento? Me gustaría oír tu versión -dice Aguirre.

    Eso no va a pasar. Hace tiempo que aprendí que mi versión no cuenta.
    - pues esta mañana…. todo fue un malentendido -respondo.

    Demi Lovato no ha entendido que 2 vehículos no caben en una única plaza de aparcamiento.

    Aguirre que sigue inmóvil frente a mí, se inclina sobre su mesa pulida e impecable.
    - Procuremos que los malentendidos no se conviertan en una costumbre, ¿¿de acuerdo Joseph??
    - Joe
    - ¿Cómo?

    - Me llaman Joe -matizo-. Aguirre solo sabe lo que aparece en mi expediente académico, y probablemente esté tan desvirtuado que llegue a superar los 25 cm de grosor.
    Aguirre asiente con la cabeza.

    - De acuerdo Joe. Prepárate para tu siguiente clase. Te aseguro que veo todo lo que ocurre en este instituto y seguiré todos tus movimientos. No quiero volver a verte en mi despacho -dice y justo cuando me levanto, me pone la mano en el hombro añadiendo- : solo para que lo sepas, mi objetivo es que todos los alumnos de este instituto tengan éxito. Todos los alumnos Joe. Incluido tú, de modo que ya puedes deshacerte de los prejuicios que tengas contra mí. ¿Me entiendes?

    - Si entiendo -digo, preguntándome al mismo tiempo si cree realmente lo que dice.
    Al salir al pasillo me encuentro con una marabunta de alumnos que echan a correr hacia la siguiente clase. No tengo ni idea de a donde se supone que tengo que ir y todavía llevo el chándal.

    Después de cambiarme en el vestuario, oigo por el altavoz la canción que anuncia el comienzo de la sexta hora. Saco el horario del bolsillo trasero de los pantalones. Química con la señora Peterson. Genial. Otro hueso duro de roer.