Demi
A pesar de que haya
estado toda la noche en vela, rememorando el momento en el que nos besamos,
quiero olvidarlo cuanto antes. Mientras me dirijo en coche a la escuela, el día
siguiente al beso que nunca ocurrió, me pregunto si debería ignorarle. Aunque,
después de todo, no es una opción factible teniendo en cuenta que somos
compañeros en clase de química.
Oh, no. La clase de
química. ¿Sospechará algo Colin? Tal vez alguien nos vio ayer en la moto y se
lo haya contado. Anoche apagué el móvil para no tener que hablar con nadie.
Uff. Ojalá mi vida
no fuese tan complicada. Tengo novio. Aunque últimamente se haya mostrado más
insistente de lo habitual; solo parece interesado en el sexo. Y estoy harta.
Sin embargo, Joe y
yo nunca podremos salir juntos. Su madre me odia. Su ex novia quiere matarme;
una muy mala señal. Y fuma, lo que no me parece nada correcto. Podría elaborar
una lista larguísima con todos los inconvenientes que supondría salir con él.
Vale, puede que también haya ventajas. Unas cuantas, aunque demasiado insignificantes
como para mencionarlas.
Es inteligente.
Tiene una mirada tan expresiva que dice mucho más de él que lo que refleja su
aspecto.
Es un chico
entregado con sus amigos, con su familia, incluso con su moto.
Guando me toca, lo
hace con tanta delicadeza que me hace sentir como si estuviera hecha de
cristal.
Me besa como si
intentara impregnarse de ese instante y conservarlo durante el resto de su
vida.
La primera vez que
le veo es a la hora de comer. Mientras espero mi turno en la cafetería, me fijo
en que va justo antes de la chica que me precede en la fila. La chica en
cuestión se llama Nola Linn y, no solo se interpone entre ambos, sino que
tampoco parece tener mucha prisa por avanzar.
Los vaqueros de Joe
están descoloridos y desgastados en las rodillas. El pelo le cae sobre los ojos
y empiezo a sentir un deseo incontrolable de apartárselo. Si Nola no fuera tan
indecisa con lo que va a tomar de postre...
Joe me pilla
mirándole. Me apresuro a concentrarme en la sopa del día. Sopa minestrón.
- ¿Qué prefieres
cariño, taza o bol? -pregunta Mary, la Chica de la cafetería.
- Bol -respondo,
fingiendo estar muy interesada en el modo en el que Mary sirve la sopa.
Cuando me entrega
el bol, adelanto rápidamente a Nola y me dirijo a la caja, colocándome justo
detrás de Joe. Como si supiera que estoy acechándole, se da la vuelta y me
atraviesa con la mirada. Durante un instante, siento que el mundo se detiene y
que solo estamos él y yo. El deseo por abalanzarme sobre sus brazos y sentir su
calor rodeándome es tan poderoso que me pregunto si es médicamente posible
sentir una adicción semejante por Otro ser humano.
Carraspeo.
- Te toca -apunto
yo, señalando a la cajera.
Joe avanza con una
porción de pizza en la bandeja.
- Cóbrame también
lo de ella -dice, señalándome.
- ¿Qué tienes? ¿Un
bol de minestrón? -pregunta la cajera, agitando el dedo en mi dirección.
- Sí, pero... Joe,
no es necesario.
- No te preocupes.
Puedo permitirme un bol de sopa -contesta a la defensiva mientras le entrega
tres dólares a la cajera.
Colin se abre paso
entre los chicos que esperan a la fila y se coloca a mi lado.
- Circula. Échate
una novia a la que puedas mirar de ese modo —le espeta a Joe antes de
ahuyentarlo.
Rezo para que Joe no conteste y le confiese
que nos besamos. Toda la cola nos observa. Puedo sentir sus miradas clavadas en
la nuca. Joe coge el cambio y, sin mirar atrás, se encamina al patio, fuera de
la cafetería, donde normalmente se sienta a comer.
Me siento
profundamente egoísta por desear lo mejor de ambos mundos. Deseo mantener la
imagen que tanto esfuerzo me ha costado crear. Y esa imagen incluye a Colin.
Pero también deseo a Joe. No puedo pensar en otra cosa que no sea estar entre
sus brazos y pedirle que me bese otra vez, hasta dejarme sin aliento.
- Cóbrame lo mío y
lo de ella -le dice Colin a la cajera.
- ¿No ha pagado ya
por ti el otro chico? -me pregunta ella, mirándome confusa.
Colin espera que la
corrija. Cuando no lo hago, me fulmina con la mirada y sale hecho una furia de
la cafetería.
- ¡Colin, espera!
-grito, pero o no me oye o pasa de mí.
La próxima vez que
le veo es en clase de química, pero entra justo cuando suena el timbre y no
tenemos tiempo de hablar. La clase de hoy consiste en un experimento de
observación. Joe da vueltas a los tubos de ensayo llenos de nitrato de plata y
de cloruro potásico.
- A mi me parecen
agua los dos, señora P. -dice Joe.
- Las apariencias
engañan -contesta la señora Peterson. Desvío la mirada hacia sus manos. Esas
manos, que ahora están ocupadas midiendo la cantidad exacta de nitrato de plata
y de cloruro potásico, son las mismas que rozaron mis labios tan suavemente.
- Tierra llamando a
Demi.
Parpadeo y despierto
de mi ensoñación. Joe me pasa un tubo de ensayo lleno de un líquido
transparente. Lo que me recuerda que debería ayudarlo a verter líquidos.
- Lo siento -me
disculpo, cogiendo un tubo de ensayo y vertiendo el contenido dentro del que Joe
está sujetando-. Se supone que ahora debemos de apuntar lo que sucede -añade,
utilizando la varilla para mezclar los dos elementos químicos.
Un material sólido
y blanco aparece por arte de magia dentro del líquido transparente.
- ¡Eh, señora P!
Creo que hemos encontrado la solución al problema de la degradación de la capa
de ozono. La señora Peterson niega con la cabeza.
- Veamos, ¿qué
observamos en el tubo? -lee Joe de la hoja que la señora Peterson nos ha
entregado al comienzo de la clase.
- Yo diría que el
líquido acuoso probablemente ahora es nitrato potásico y que el material sólido
y blanco cloruro de plata. ¿Qué crees
tú?
Y Cuando me pasa el
tubo, nuestros dedos se rozan ligeramente. Un hormigueo que no puedo ignorar me
recorre el cuerpo. Levanto la mirada. Nuestros ojos se encuentran, y por un
instante pienso que me está mandando un mensaje secreto. Sin embargo, su
expresión se vuelve sombría, y aparta la mirada.
- ¿Qué quieres que
haga? -susurro.
- Eso tienes que
averiguarlo tú sola.
Joe...
Aunque no va a
decirme qué he de hacer. Supongo que soy una estúpida por pedirle consejo
cuando lo más probable es que no pueda ser imparcial. Cuando estoy cerca de Joe,
siento una emoción similar a la que suelo sentir al despertar el día de
Navidad. Por mucho que intente no pensar en ello, miro a Colin y sé... Sé que
nuestra relación ya no es lo que era. Se ha terminado. Y cuanto antes rompa con
él, antes dejaré de preguntarme por qué sigo aún con él.
Quedo con Colín
después de clase, en la puerta trasera del instituto. Está vestido para el
entrenamiento de fútbol. Por desgracia, está con Shane. Shane me apunta con su
móvil.
- ¿Podéis repetir
el espectáculo de la otra noche? Puedo capturar el momento para siempre y
mandártelo por correo electrónico. Sería un fondo de pantalla genial, o mejor
aún, podemos colgarlo en Youtube.
- Shane, desaparece
de una maldita vez o perderé los papeles -dice Colin, y le lanza una mirada
asesina hasta que se marcha-. Demz , ¿dónde te metiste anoche? -me pregunta, y
al ver que no respondo, añade-: Aunque puedes ahorrarte el esfuerzo. Ya me lo
huelo.
Esto no va a ser
nada fácil. Ahora entiendo por qué la gente suele romper por correo electrónico
o con mensajes de texto. Hacerlo cara a cara es difícil, porque no te queda más
remedio que mirar a la otra persona y ser testigo de su reacción.
Enfrentarse a su
ira. He malgastado tanto tiempo evitando explicaciones y maquillando relaciones
con la gente que me rodea, que la confrontación me resulta muy dolorosa.
- Ambos sabemos que
lo nuestro no funciona -digo, con tanto tacto como puedo.
- Pero, ¿qué estás
diciendo? -pregunta Colin, entrecerrando los ojos.
- Necesitamos un
descanso.
-¿Un descanso o una
ruptura?
- Una ruptura -matizo
con suavidad.
- Esto es por Jonas,
¿verdad?
- Desde que
volviste de vacaciones, nuestra relación solo se basa en el tonteo. Ya no
hablamos nunca, y estoy harta de sentirme culpable por no arrancarme la ropa y
abrirme de piernas para demostrarte que te quiero.
- Tú no quieres
demostrarme nada.
Intento mantener un
tono de voz bajo para que los otros estudiantes no puedan oírme.
- ¿Y por qué
tendría que hacerlo? El mero hecho de que necesites que te demuestre mi amor es
una señal de que lo nuestro no funciona.
- No lo hagas
-dice, echando la cabeza hacia atrás y dejando escapar un suspiro-. Por favor,
no lo hagas.
Encajamos
perfectamente en el estereotipo estrella de fútbol-capitana de las animadoras
en el que los demás nos han colocado. Hemos sido ese modelo durante años.
Ahora, analizarán con lupa nuestra ruptura, y circularán todo tipo de rumores
sobre nosotros. Solo de pensarlo hace que se me pongan los pelos de punta. Sin
embargo, no puedo seguir fingiendo que todo marcha sobre ruedas. Es una
decisión que probablemente me persiga toda la vida. Si mis padres pueden enviar
a Shelley a la otra punta del país porque es lo que les conviene, y si Darlene
puede ligar con cualquiera que se le acerque porque así se siente mejor, ¿por qué
yo no puedo hacer lo que considero más adecuado?
Apoyo una mano en
el hombro de Colin, intentando no mirar directamente a sus ojos vidriosos. Él
la aparta.
- Dime algo -le
digo.
- ¿Qué quieres que
diga, Demz, que estoy encantado porque estás rompiendo conmigo? Lo siento, pero
no puedo.
Se enjuga las
lágrimas con la palma de las manos. Ese gesto tan sutil hace que también sienta
ganas de llorar. Noto cómo se me humedecen los ojos. Es el final de algo que
creíamos real, aunque ha acabado siendo otro de los papeles que nos empujaron a
representar. Eso es lo que me produce más tristeza. No la ruptura en sí, sino
el hecho de que nuestra relación haya seguido adelante tan solo por... mi
debilidad.
- Me acosté con Mia
-espeta-. Este verano. Ya sabes, la chica de la foto.
- Sólo lo dices
para hacerme sentir mal.
- Lo digo porque es
verdad. Pregúntale a Shane.
- Entonces, ¿por
qué fingiste que seguíamos siendo la Pareja Dorada?
- Porque es lo que
todos esperan. Incluso tú. No lo niegues.
Aunque ciertas, sus
palabras son dolorosas. Se acabó representar el papel de la chica «perfecta» y
vivir según las reglas de los demás, incluso según las que yo misma me he
impuesto. Es hora de enfrentarse a la realidad. Lo primero que hago después de
hablar con Colin es decirle a la señora Small que necesito tomarme un descanso
y que voy a dejar el equipo de animadoras. Tras aquello, siento como si me
hubiera quitado un peso de encima. Regreso a casa para pasar algo de tiempo con
Shelley y hacer los deberes. Después de cenar, llamo a Isabel Ávila.
- Debería
sorprenderme tu llamada, pero lo cierto es que no es así -me suelta.
- ¿Cómo ha ido el
entrenamiento?
- No demasiado
bien. Darlene no es muy buena capitana, y la señora Small lo sabe. No tendrías
que haberlo dejado.
- No lo he hecho.
Solo me he tomado un pequeño descanso. Pero no te he llamado para hablar de las
animadoras. Escucha, quiero que sepas que hoy he cortado con Colin.
- Y me estás
contando esto porque...
Es una buena
pregunta, una que, en otras circunstancias, me hubiera negado a contestar.
- Quería hablar de
ello con alguien, y aunque sé que tengo amigas a las que puedo recurrir, me
apetecía hacerlo con una persona que después no se dedique a cotillear sobre
ello. Mis amigas tienen la lengua muy larga.
Sierra es la única
a la que estoy más unida, pero le mentí acerca de Joe. Y su novio, Doug, es el
mejor amigo de Colin.
- ¿Y cómo sabes que
yo no me iré de la lengua? -pregunta Isabel.
- No lo sé. Pero no
me dijiste nada sobre Joe cuando te pregunté, así que supongo que se te da muy
bien guardar secretos.
- Así es. Dispara.
- No sé por dónde
empezar.
- Pues no tengo
todo el día, ¿sabes?
- He besado a Joe -le
suelto.
- ¿A Joe? ¡Vaya! ¿Y
eso fue antes o después de que rompieras con Colin?
- No fue
premeditado -contesto, haciendo una mueca.
Isabel estalla en
carcajadas tan fuertes y ruidosas que tengo que apartar el auricular.
- ¿Estás segura de
que no lo planeaste? -me pregunta en cuanto es capaz de articular palabra.
- Sucedió sin más.
Estábamos en su casa. Su madre llegó, nos interrumpió y nos vio...
- ¿Qué? ¿Su madre
os pilló? ¿En su casa? ¡Venga ya! -exclama Isabel, alucinada.
- Venga, Isabel.
Tómatelo en serio.
- Sí, lo siento.
Carmen va a flipar cuando se entere.
Me aclaro la
garganta.
- No pienso
decírselo -se apresura a añadir Isabel-. Pero la madre de Joe se las trae.
Cuando salió con Carmen, Al ex la mantuvo alejada de su mamá. No me malinterpretes,
ella adora a sus hijos. Pero es sobre protectora, como todas las madres
mexicanas. ¿Te echó a patadas de su casa?
- No, pero me llamó
lagartona, más o menos.
Más risas al otro
lado de la línea.
- No tuvo ninguna
gracia.
- Lo siento -dice,
aún entre risas-. Me hubiera encantado ser una mosca y presenciar la escena.
- Gracias por la
comprensión -respondo irónicamente-. Voy a colgar.
- ¡No! Siento
haberme reído. Es que cuanto más hablamos, más me doy cuenta de que eres una
persona completamente distinta de lo que pensaba. Supongo que puedo entender
por qué le gustas a Joe.
- Gracias, creo.
¿Recuerdas cuando te dije que no permitiría que ocurriera nada entre Joe y yo?
- Sí. Solo para
asegurarme de que lo entiendo bien, eso fue antes de que le besaras, ¿verdad?
-dice, otra vez entre risitas, antes de añadir-: Estoy de coña, Demi. Si te
gusta, ve a por él. Pero ándate con cuidado, porque creo que le gustas más de
lo que quiere admitir. Deberías mantenerte alerta.
- Si ocurre algo
entre Joe y yo, no voy a evitar que suceda. Pero no te preocupes, nunca bajo la
guardia.
- Ni yo tampoco.
Bueno, excepto la noche que te quedaste a dormir en mi casa. Me acosté con
Paco. No puedo decírselo a mis amigas porque me darían la vara.
- ¿Te gusta?
- No lo sé. Nunca
había pensado en él de esa manera, pero fue genial estar con él. ¿Qué tal el
beso con Joe?
- Bien -digo,
pensando al mismo tiempo en lo sensual que me pareció-. En realidad, Isabel,
fue más que bien. Fue jodidamente increíble.
Isabel estalla nuevamente en carcajadas, y
esta vez, me uno a ella.