martes, 19 de noviembre de 2013

Camino a la Fama Capitulo 42 PARTE 3

—No, claro que no entiendo. Y no lo voy a entender, al menos que 

me lo expliques—Demi se puso de pie, necesitando poner distancias. Desafortunadamente Joseph la imitó, colocándose detrás de ella. —Dime…—Ella negó efusivamente, él la tomó por la cintura imposibilitándole escapar de aquel interrogatorio. —¡Dime, Demi!

—¡No!—Se volvió para enfrentar sus ojos—Esto no va a pasar, no vas a seguir confundiéndome. Márchate. —Le dijo con mas convicción de la que jamás se hubiese creído capaz, él asintió dando un paso hacia atrás parecía tan o mas confundido que ella. Y ese hecho la hizo titubear, aun así no volvió a abrir la boca. Ya había dicho lo que tenia que decir.

Joseph sacudió la cabeza y tomándola desprevenida, le extendió una mano que ella aceptó por simple inercia. ¿Se estaba despidiendo? ¿Con un apretón de manos? Demi no lograba encausar pensamiento alguno, aun así se permitió disfrutar del contacto unos segundos hasta que Joseph habló.

—Joseph Rhone, mucho gusto. —Ella lo miró y luego a sus manos entrelazadas, sin entender absolutamente nada. 

—Soy escritor, tengo veintiséis años, un padre, una hermana, soy huérfano de madre…—hizo una leve mueca al decir aquello—Y mis pasatiempos son leer, mirar películas estando en la cama, correr y coleccionar vinos. A veces se me va la lengua diciendo tonterías, pero es que olvido que en el mundo real las cosas no siempre se solucionan al final. Es tonto de admitir, pero creo que me dejo llevar por la ficción. Y pienso que tras unos capítulos de agonía, todo será perdonado. Lo malo es que me doy cuenta tarde, pero si lo miras en perspectiva. Al menos me doy cuenta…

—¿A qué viene todo esto?—preguntó con la voz casi audible. Joseph sonrió con aspereza.

—Sé porque te marchaste, Demi. No te culpo, yo también me patearía si pudiera hacerlo. Pero quiero enmendarlo.

—¿Enmendarlo?
—Desde que te conocí solo quise sacarte de mi camino, te veía como un obstáculo… como algo que debía dejar atrás. —Ella frunció el ceño, admitiendo para sí que no le gustaba oírlo decir aquello. —Tú también

querías lo mismo conmigo—Se justificó y Demi tuvo que asentir muy a su pesar. —Y somos buenos los dos, somos buenos compitiendo. Pero no quiero seguir compitiendo contigo…
Demi sintió su mano cerrándose alrededor de sus dedos y no halló fuerza para apartarlo. Aunque la guerrera lo habría hecho.

—Me gustas, Demi. —Ella alzó ambas cejas hasta el nacimiento de su cabello, esperando de todo menos esa confesión—Y pienso que yo no te gusto lo suficiente. —Fue a responder, pero Joseph se le adelantó. —Lo hicimos todo a los tropezones, a los golpes. —Sonrió, tal vez recordando alguna anécdota mutua—Y fue divertido, pero te permití pensar que es todo lo que tengo para ofrecer. No es así.

— Joseph…
—Espera, escúchame. —Le cubrió los labios con su pulgar, adelantándose tanto como su resistencia se lo permitió—No quiero que me perdones por lo que te dije antes.

—¿Qué…?—inquirió, aunque la palabra retumbo contra su dedo perdiendo casi toda su entonación.

—Empecemos devuelta, déjame mostrarte que puedo ser algo más que un hijo de puta. Y si todavía sigues pensando que no valgo la pena, entonces no te molestare más. No habrá ninguna clase de resentimientos, terminaremos el libro y cada cual seguirá su camino—Finalmente apartó la barrera que cubría su boca.
—¿Por qué?

—Porque…—realmente lo había jodido, no tenia idea de por qué. —¡Dios! Eres tan perturbadora ¿Por qué siempre necesitas una razón?

—No lo sé—respondió escuetamente—Tal vez solo estoy recopilando información, para dárselo a las revistas. — Joseph la miró con los ojos en rendijas.

—De acuerdo, me equivoque. —Admitió bastante frustrado. Hasta ese instante pensaba que su plan iba viento en popa, pero claro que Demi le disparó al aire para bajarlo de un hondazo. —Hice mal en acusarte de esa forma y lo lamento.
—¿Sólo eso?

—¿Qué mas quieres? No puedo volver el tiempo atrás, pero le estoy plantando cara al asunto. A diferencia de algunos, que solo huyen en la oscuridad.

—Bien…—Él enarcó una ceja, incapaz de descifrar algo de su expresión. —Digamos que ambos cometimos errores…—Joseph comenzó a sonreír—Aunque los tuyos fueron mas grandes que los míos—La sonrisa vacilo, hasta regresarse cabizbaja. —¿Cuál es tu propuesta?
Entonces la sonrisa se desplegó sin que nadie pudiera detenerla.

—Una cita—Demi lo escrutó con detenimiento. Tal vez creyéndolo efectivamente loco, quizás lo estaba pero en realidad Joseph no iba a ponerse a buscar la procedencia de sus actos. Había ido allí con una intención, si lograba concretar esa parte, luego pensaría en el resto. Primero lo primero.

—¿Una cita?—Él asintió—¿Cómo a donde?
—Seria una cita a ciegas—Ella se golpeó el labio con el índice pensándose su respuesta detenidamente, tras unos eternos minutos lo miró con el rostro serio y terminó por tenderle la mano.

—Una cita entonces—Joseph volvió a presionar su pequeña mano, pero en esa ocasión para cerrar el trato. Y aprovechando la ventaja, la jaló en su dirección, hasta que su cuerpo quedo completamente pegado al suyo. Le encantaba tenerla de ese modo y aunque eso no formaba parte del plan aun, no veía nada de malo en darse una pequeña libertad.

—No te arrepentirás—Le susurró al oído, inhalando su perfume en el proceso. Ella se apartó lo suficiente, para mirarlo con una ceja enarcada escépticamente.

—Eso lo veremos—replicó tan desafiante como el primer día en que se vieron. Sólo que en esa ocasión había un brillo de anhelo en su mirada y Joseph supo que debía marcharse, antes de que su plan de echarle freno a esa carrera se le fuera irremediablemente al carajo.
—Me voy. —Le gustó ver el pequeño gesto de decepción que dibujaron sus labios.

Tal vez le gustaba más de lo que incluso ella supiera. Pero por más que le gustaría permanecer allí y averiguarlo, tenía una cita que planear. Se apartó arrastrando su orgullo hasta la cocina. Demi lo siguió deteniéndose en el quicio divisorio.

—¿Y cuando es la cita?—Joseph se volvió sobre su hombro, pensando la respuesta.
—Te llamo esta noche con los detalles. —Ella asintió en tanto que él se disponía a abrir la ventana.

—Oye, Joseph…—La miró nuevamente—¿Por dónde subiste?
—Por la escalera de emergencia—Apuntó a la susodicha que se extendía por fuera de su ventana.

—¿Tengo escaleras de emergencia?—inquirió con su rostro sumido en confusión y una media sonrisa juguetona, él tuvo que hacer uso de toda su fuerza mental para no regresar y comerle la boca allí mismo.
—Me tranquiliza saber que saldrás ilesa de tu edificio en caso de una emergencia. —Ella soltó una carcajada.

—Ah ok, Spiderman ten cuidado—Joseph sacó medio cuerpo hacia fuera, buscando hacer pie del otro lado de la ventana. Al salir por completo notó que ella se apoyaba en el alfeizar para mirarlo. —Adiós—Lo saludó con una nota de humor en su voz, Joseph se detuvo en uno de los escalones pensando que simplemente no podía dejar pasar esa oportunidad. Alzó la mirada, buscando atrapar su atención.

—Habla. ¡Oh! ¡Habla otra vez ángel resplandeciente!—Exclamó, a sabiendas que ella reconocería sus palabras. —Porque esta noche apareces tan esplendorosa sobre mi cabeza como un alado mensajero celeste ante los ojos extáticos y maravillados de los mortales, que se inclinan hacia atrás para verle, cuando él cabalga sobre las tardas perezosas nubes y navega en el seno del aire. Demi soltó una musical carcajada y repentinamente su rostro se enserió, colocándole la misma determinación a sus ojos color del chocolate.

—¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehúsa tu nombre; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto. —Él bajó la vista un instante mirando al piso, para hacer la parte de su soliloquio.
—¿Continuaré oyéndola, o le hablo ahora?

—¡Sólo tu nombre es mi enemigo! ¡Porque tú eres tú mismo, seas o no Montesco! ¿Qué es Montesco? No es ni mano, ni pie, ni brazo, ni rostro, ni parte alguna que pertenezca a un hombre. ¡Oh, sea otro nombre! ¿Qué hay en un nombre? ¡Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquiera otra denominación! De igual modo Romeo, aunque Romeo no se llamara, conservaría sin este título las raras perfecciones que atesora. ¡Romeo, rechaza tu nombre; y a cambio de ese nombre, que no forma parte de ti, tómame a mi toda entera!

—Te tomo la palabra. Llámame sólo “amor mío” y seré nuevamente bautizado. ¡Desde ahora mismo dejaré de ser Romeo! —Le guiñó un ojo, retándola a darle un cierre a ese juego. Demi se humedeció los labios con la punta de la lengua, antes de decir:

—Por ahora, sólo serás… Joseph—Entonces simplemente cerró la ventana. 

Camino a la Fama Capitulo 42 PARTE 2


Hasta el momento había sido divertido, ver que tan lejos lo llevaban. Incluso tenia algo de emocionante, eso de intentar sacarse mutuamente de quicio. Pero en alguna parte, ella comenzó a perderle el sentido a esa pelea infantil. Porque estúpidamente había perdido el objetivo principal, en un inicio solo quería causarle molestias, irritarlo y hacerlo que se alejara de ella. Ahora ya no estaba segura de querer que se alejara por las mismas razones, y eso era una terrible mierda desde cualquier punto de vista.

—Odioso Rhone—murmuró para sí. Tecleando en su computador las mismas palabras, sin siquiera darse cuenta.

El sonido de algo estrellándose contra el piso, la hizo pegar un brinco en su asiento. Demi se volvió sobre el hombro, confirmando para sí misma que aun no poseía visión de rayos X. Podía jurar que el ruido había salido de su cocina, pero considerando que su única compañía se limitaba a Tiburoncin que la miraba desde su pecera con inocencia, ella no podía detener la creciente paranoia. ¿Qué o quién podría haber ocasionado el sonido?

Lentamente dejó su laptop sobre el sofá y se incorporó estirando el cuello, y aguzando el oído en busca de pistas. Por un instante lo único que escuchó, fue su respiración y la continua vibración del motor en la pecera. Tiburoncin y ella compartieron una mirada interrogante. Demi pretendía pedirle a su pez que fuera a checar, después de todo él era el hombre de la casa. Pero tras meterse en su castillo color fucsia, le dejó claro que no estaba dispuesto a ponerse los pantalones.

—Vaya hombre—masculló con resignación.
Quizás solo había sido el viento. Otro ruido. Demi se petrificó en sus pantuflas de oso polar. Tal vez Tiburoncin tuviese un lugar para ella en su castillo. ¡No! Debía ser valiente. Necesitaba armas.

Escudriño el pequeño apartamento, buscando algo que fuese remotamente de utilidad. Podía haber un intruso en su cocina o una rata, ambas opciones eran igual de escalofriantes y ante la idea de hacerle frente a una rata, Demi hasta deseó que hubiese un intruso. 

Vio su laptop e hizo ademan de levantarla, pero luego lo pensó con detenimiento, tenia muchas cosas valiosas en esa cosa y estrellarla en la cabeza de alguien no era un buen modo de hacer uso de todas sus funciones. Observó una taza sobre la mesita auxiliar, dudando que pudiera causar algún daño. Sacudió la cabeza, preguntándose internamente cómo es que no poseía un maldito garrote. Libros, hojas, cajas, botellas vacías, mas libros. ¿Cómo podría defenderse con eso?

Entonces un sonido inconfundible la saco de su estúpido análisis. Demi había oído claramente una maldición, una maldición que estaba segura las ratas aun no sabían pronunciar. Miró la puerta que daba al pasillo y luego a la que comunicaba con la cocina. Una persona racional, no lo habría pensado y ya estaría bajando las escaleras con el culo en la mano. 

Demi en cambio se había adelantado para tomar una de las botellas de vidrio, con la intención de hacerle frente al asunto. Ella no dejaría a merced de un ladrón su pequeña casa, amaba cada cosa que tenia allí. También cogió el teléfono, sólo para amenazar con llamar a la policía de ser necesario.

Colocó la mano suavemente sobre la puerta e intentando no hacer ruido, la empujó. Su cocina estaba vacía, a no ser por un salero y una cuchara que descansaban parsimoniosamente en el piso. Se puso en cuclillas para levantar la cuchara, tratando de comprender cómo diantres había llegado allí. Frunció el ceño en tanto que se incorporaba y encontraba la única ventana abierta. Estiró una temblorosa mano para cerrarla, cuando claramente escucho pasos provenir de su despensa.

—¡Tengo un bate y llamare a la policía!—Amenazó alzando la cuchara en lo alto, como si con ella pudiera persuadir al intruso de marcharse. La puerta que daba a su despensa permaneció inmóvil, así como Demi que prácticamente se vuelve de hielo en esos interminables segundos de espera. —¡Lo digo en serio! ¡Estoy marcando!—El teléfono estaba juntó al salero en el piso, por lo que ella estaba mintiendo y de una forma muy poco creíble.

—¡Eso no es cierto!—respondió una voz molesta del otro lado. Demi trató de no inmutarse porque el ladrón supiera descubrir su engaño tan fácilmente.
—¡Lo hago! ¡Lo hare!—La puerta se abrió.
—¿Sí?—inquirió él incrédulo, bajando la mirada hacia el auricular. Demi lo fulminó con la mirada. —Tranquilízate 99, aborta la misión y despacio…baja esa cuchara.
—¿¡Qué demonios haces aquí!?—Lo increpó aun sin disminuir el agarre de sus agarrotados dedos, alrededor de la cuchara. Él sonrió como si toda la situación lo divirtiera y ella soltó un grito histérico. —¡Casi me das un susto de muerte!

—Lo siento, no pensé que tu ventana seria tan estrecha. —Se volvió en dirección de la susodicha, observándola con cierto grado de irritación. Al parecer había intentado colarse por la ventana, antes de irrumpir por su despensa.

—¡Tengo puerta! ¡Imbécil!—Le aventó la cuchara para enfatizar sus palabras. Prácticamente la hizo cagarse en los pantalones.
—No podía entrar por la puerta…—Demi se dio la vuelta, regresando a su salita. Joseph la siguió de cerca, aun explicándose—Esta lleno de periodistas.

—¿Entonces decidiste que lo mas sabio era meterte por la ventana?—Él se encogió de hombros, al parecer ese había sido justamente su razonamiento. —¿Qué si yo tenia un arma? ¿Qué si te daba un tiro en la cabeza?
—Oh Demi, sé que no tienes armas.

—¡Aun así podría haberte hecho daño!
—Sí, claro. Tú y tus cucharas representan una enorme amenaza para la sociedad. —Se cruzó de brazos y la miró con fingido reproche— Deberían encerrarte, eres sádica.
—Púdrete.

—No vine a hablar de eso ¿Podemos por favor concentrarnos?—Ella se dejó caer nuevamente en su sofá, ignorándolo con el mayor de los tactos. —Venga, no quería asustarte. Sólo quiero hablar contigo.
—¿Qué quieres?—Lo miró por entre las pestañas, demostrándole que no se sentía deseosa de esa conversación.

Joseph suspiró y se sentó a su lado. Por un segundo tan solo se observó las manos, ella no apartó los ojos de su perfil. Le sorprendía que estuviera allí, mas considerando que la prensa estaba esperando atraparlo infraganti. Habría esperado una llamada en que le recriminara su huida en medio de la noche, nunca espero que fuera a buscarla. Y a pesar de que aun no decía nada, ella tenia una idea bastante clara de la razón que lo había llevado a colarse por su ventana.

—Te marchaste—Le dijo, aun sin mirarla. Una pequeña nota de enfado decoraba su timbre, aunque había algo más, algo que ella no supo discernir.

—Sí…—susurró en respuesta, a pesar de que él no se lo había preguntado. Joseph dirigió sus ojos azules hacia ella.
—¿Por qué?—Demi se sacudió incomoda, apartó la mirada. Él la tomó por la barbilla, guiando su rostro nuevamente hacia arriba—Dijiste que te quedarías…pensé que teníamos un acuerdo—Sacudió la cabeza liberándose de su amarre.

—Yo sé lo que dije, pero no podía quedarme allí.
—¿Es por lo que vio mi padre? Te aseguro que…
—No, no tiene nada que ver con tu padre. —Se apresuro a cortarlo—Él es estupendo.
—¿Entonces?—Demi se mordió el labio inferior, no había hecho un plan para afrontar esa situación. No lo quería cerca, no pensaba bien así. —Demi, dime que va mal.

—Nada—dijo rápidamente—Todo…no sé. —Y odiaba terriblemente no saber por qué quería estar cerca de él a pesar de todo. Era tan patética. —Márchate Joseph, no deberías estar aquí.
—No voy a irme, hasta que me des una explicación—Ella no respondió—Maldita sea, Demi. ¿Por qué sigues haciendo esto?
—¿Yo?—inquirió, viéndolo fijamente—¿Yo lo hago, Joseph?

—Tú eres la que sigue poniendo obstáculos, sí. —Afirmó él con un deje de frustración. —¿A qué estas jugando? Te ofendiste cuando te ofrecí algo sin compromiso, dijiste que no eras de esas mujeres. ¿Pero luego de dormir conmigo huyes?

—No entiendes. 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Inocencia Capitulo capitulo final



Epilogo

Demi observaba adormecida como jugaba la familia Jonas. Kevin con su reciente pareja, Danielle, se encontraban jugando al ajedrez muy concentrados en una de las mesas de piedra del gran jardín. Las gemelas tomaban el sol junto a su nana cerca de la fuente, hasta el ama de llaves y los demás empleados de la casa tomaban un pequeño picnic cerca de estas, Joe y Nick jugaban y gritaban como niños lanzándose un frisbie, Demi sonrió al ver como su pequeño Jonathan era alzado por su padre para cogerlo.

Jonathan tenía solo tres años y era el consentido de la familia, con el cabello y las facciones de su padre, pero los mismos ojos de su madre. El pequeño era tranquilo y muy inteligente para su edad, le gustaba armar y desarmar cosas como loco y aunque ya hablaba mucho solía trabarse con las palabras lo cual hacía que fuera aun más adorable. Jonathan atrapó el frisbie y gritó contento, su padre lo alzó más alto y comenzó a hacerle cosquillas, el niño reía e intentaba zafarse del agarre de su padre.

-¡Mami! - Gritó cuando su padre lo soltó para acercarse a ella. Jonathan corrió a sus brazos y Demi lo levantó con cuidado ignorando la mueca de su marido al verla hacer esfuerzo. -¿Ta ben? - Preguntó Jonathan acariciando el vientre muy hinchado de Demi con cariño.

-Si, cariño, esta muy bien.
-¿manito, cando nace? - Volvió a preguntar frunciendo el ceño igual que su padre sin dejar de tocar su vientre.

-Pronto cariño, pronto. - Le susurró ella. Joe se acercó y tomó en brazos a Jonathan, el niño no protestó pero siguió mirando embelesado el vientre de su madre.

-Papi, hay que sacar bebe. - Joe sonrió y besó la frente de su hijo.
-Él nos dirá cuando quiere salir.

-¡Pero yo quiero ya!- Exclamó el niño cerrando su puñito y levantándolo.

-Ya veras como pronto está aquí para que lo cuides. - Murmuró Demi acariciando su cabello rizado con ternura, levantó la vista y se encontró con los ojos de Joe que la miraban con intensidad y deseo. 

Demi le sonrió con coquetería. Joe repetía una y otra vez que le encantaba embarazada y Demi no podía negarlo, ya que el libido de su marido iba en aumento, lo que hacía que ella no se sintiera del todo gorda e hinchada como una vaca.

-Ve a jugar con tío Nick. - Susurró Joe al oído de su hijo y luego lo dejó en el suelo, este corrió hacia su tío que lo levantó con entusiasmo. Joe acercó a Demi a su cuerpo, o bueno, lo que su vientre le permitía. Una de sus manos acariciaba con dulzura su vientre y con la otra su espalda, relajándola.

-¿Estas cansada?- Preguntó este cerca de sus labios. Demi le sonrió y negó con la cabeza. -Entonces...- Miró hacía atrás sonriendo a su hijo y luego la miró a ella, devorándola. - Creo que podríamos desaparecer una hora como mucho. - Murmuró cubriendo sus labios, Demi se giró rápidamente caminando a casa y escuchó la risa de Nick mientras Joe la seguía detrás.

-Esos dos no paran. - Le escuchó Demi, quien se sonrojó.
-¿No paran que? - Preguntó el niño y Nick se atragantó con la risa.

Desnudos en la cama y después de haber echo el amor, Joe apoyaba su cabeza en los pechos de Demi mientras acariciaba su vientre. Demi lo miraba fascinada, él movía los dedos de un sitio a otro y besaba de vez en cuando su tripa. El bebe se movió y Joe suspiró de alegría, levantó la vista y le sonrió con adoración.

-Gracias.

-¿Por qué? - Preguntó Demi ceñuda.
-Por hacerme tan feliz. - Las lagrimas se agolparon en los ojos de la mujer, que tomó el rostro de su marido entre sus manos y lo beso con dulzura, con amor.

-Gracias a ti, mi amor.

Joe la apretó contra su cuerpo y suspiró enterrando sus labios en el cabello de Demi. No podía ser más feliz y gracias a esa mujer, que lo animaba y amaba cada día y lo seguiría haciendo el resto de sus vidas, porque él también la amaba. La amaba con todo su corazón a su mujer Inocente.


Fin

Inocencia Capitulo 17

-Arreglad ese problema, pero ya. Lo quiero fuera de Grecia lo antes posible. - Masculló Joe antes de colgar el teléfono y encontrarse con Demi parada en mitad de su despacho mirándolo interrogante, alzando su perfecta y pequeña ceja en forma de pregunta.
-Tu tío Heart se marcha de Grecia.
-¿Qué has hecho? - Le preguntó ella al instante.
-¿Por qué crees que he hecho algo? - La cuestionó el sonriendole burlonamente.
-Porque te conozco y no eres de los que se quedan quietos. - Demi suspiró- Sé que lo que intentó hacerme no está bien, pero no te atrevas a hacerle daño.
-No pensaba hacerlo.
-Joe...- Le advirtió ella.
-De acuerdo, de acuerdo. - Exclamó él levantando las manos en gesto de rendición, rodeó la gran mesa de mármol y se acercó a ella, la tomó por la cintura y acercó a su cuerpo. - Sólo he mandado a mis abogados, sólo eso, le dirán que tiene que dejar el país sí no desea una denuncia por intento de violación.
-¡Joe!
-¿Qué? Así son las cosas Demi, no pienso permitir que ese cerdo esté minimamente cerca de ti y mucho menos que te toque.
Ella le sonrió y tomó su rostro en sus manos, acarició su barba espesa que ya comenzaba a crecer, sus pómulos altos y cincelados. Sus ojos se encontraron y ella comenzó a arder.
-Mía. - Repitió él como tantas otras veces.
-Eres muy posesivo. - Replicó ella en tono burlón, Joe la acercó más para que sintiera su erección, Demi jadeó.
-Soy griego cariño. - Comenzó a dar pequeños besos sobre su cuello y luego pequeños mordiscos que la dejaron mareada. - No lo olvides.
Joe acorraló a Demi contra la pared fría del despacho, sin dejar de besarla. Un cosquilleó maravilloso recorría sus cuerpos deseosos de acoplarse. Joe deslizó una de sus manos hasta la parte interna de la pierna de Demi, la levantó y la hizó enrollarla en su cadera para sentirla más cerca. Con esa misma mano, subió lentamente acariciando su piel suave y desnuda, subió y se adentró en la tela de la bata, hasta el muslo. Demi jadeó al sentir sus manos ágiles por su cuerpo. Joe no paró ahí, siguió subiendo, agarró las diminutas bragas y se las arrancó en segundos. 


Levantó la bata y se la quitó rápidamente, dejándola completamente desnuda y jadeante ante él.
Soltó un gruñido mientras la observaba, caderas estrechas, piel tersa y suave, pechos pequeños pero deliciosamente redondos y tiernos, muslos torneados, un cuello delgado y suculento y un trasero prieto y cremoso, era hermosa, sonrió de deseo, de posesión y lascivia , y toda suya.


Tomó entre sus manos los dos pequeños montes que subían y bajaban con la respiración afectada de Demi, castigo sus pequeños y sonrojados pezones, ella se apretó más a el en busca de más calor. Joe tiró su camiseta en algún lugar de la habitación y sus pantalones y calzoncillos tomaron el mismo camino. 


La enroscó de nuevo a su cuerpo, bajó su boca y atrapó ese tentador pezón entre los labios, lo cual la hizo gritar de placer. Joe gruñó mientras la levantaba sin dejar de succionar el pezón hinchado, deslizó una de sus manos por el muslo de Demi y la encontró húmeda, con otro gruñido adentró dos de sus dedos en esa cavidad pequeña, caliente y prieta.

Demi gimoteó y clavó sus uñas en la espalda de Joe, el placer y la pasión la inundaban de una manera increible, le costaba respirar y lo deseaba, lo necesitaba ya en su interior, abriendose paso en ella, llevandola más aya.


-Por favor...- suplicó, Joe dejó su pecho y levantó la mirada llena de pasión carnal, de deseo puro y duro.
-¿Que quieres Demi? Dímelo, dímelo...- Le exigía el con voz ronca sin dejar de acariciar la parte interna de su vagina que ya palpitaba de placer y anticipación a lo que se venía.


-Hazme el amor Joe, por favor, tómame. - Le pidió ella sin dejar de mirarlo y con la frente y la parte superior de sus pechos húmedos. Este lo hizo sin protestar, sin dejar de mirarla, retiró lentamente sus dedos torturándola, alzó sus caderas y colocó cada una de sus manos en sus nalgas ahora sonrojadas, despacio y tentándola la bajo, rozando su erección contra el tierno montículo, ella meció las caderas buscando de nuevo el contacto. De repente se puso serio, su rostro se sonrojó mientras se deslizaba en su interior.


-Oh...- intentó decir Demi, cerrando los ojos y disfrutando de sus cuerpos unidos. Joe jadeó y comenzó a mover sus caderas. Primero despacio, haciéndola gruñir y clavarle más las uñas en su espalda, acoplando sus caderas a cada lenta y larga embestida que la dejada aún más mojada y deseosa.


-Por favor...-Suplicó ella arrastrando sus manos por su ancha espalda y enrollando más las piernas en sus prietas caderas.- Más rapido Joe, por favor...


Él se rió contra su oído y comenzó a mover sus manos sobre sus nalgas, subiéndola y bajándola. Demi temblaba, arqueó su cuerpo y tomó las fuertes y rápidas embestidas que le impedían ver nada concreto cegada por el placer.
-Mía - Gruñó Joe contra su oído.


-Oh, si... Tuya, tuya...- Logró decir Demi antes de caer al vacío en una espiral de colores y sabores deliciosa, el clímax. Joe se abandonó gritando sobre el cuello de Demi mientras lo mordisqueaba. Luego los dos languidecieron hasta el frío suelo.

Tres meses después...

Demi llegaba con una estúpida sonrisa en el rostro después de una previa visita a Atenas. Por fin las cosas estaban bien. Sonrió aún más y colocó sus manos con ternura en su vientre aún plano; Joe se llevaría una sorpresa. Aunque bueno, no tan sorpresa, ya que no podían dejar de tocarse en ningún momento y Joe se haba convertido en un despistado en lo referente a la protección, aunque ella tampoco se salvaba. Si, las cosas estaban bien.


Bajó del coche con la ayuda del shofer que Joe le había obligado a utilizar, explicándole que era la mujer de un hombre importante, así que no podía viajas más en taxi.


Habían viajado hacía un mes a conocer a los padres y familiares de Demi. Joe comprendió porque a la chica no le gustaba hablar de ellos. Demasiado fríos y distantes para una rosa tan delicada como Demi. Al volver de Texas, Joe le había dejado claro que su familia, la que crearían ambos, sería completamente diferente.


Él la esperaba en la entrada, apoyado en una esquina de la puerta con sus fuertes manos dentro de unos Jeans desgastados. Sonreía mientras Demi llegaba hasta él, entonces la tomó de las caderas y como solía hacer siempre beso su frente antes de tomar sus labios con ternura, luego la miró muy serio.
-Tenemos que hablar. - Susurró mirándola fijamente y rozando sus labios con los de él. Demi asintió, sintiendo como las mariposas se arremolinaban en su estomago cuando supiera la noticia. "O puede que ya lo sepa" le dijo su subconsciente, no, negó mentalmente. 


Joe era un genio en su trabajo, pero en lo referente a la vida real parecía estar en cualquier parte menos allí. -Sentémonos.- le indicó Joe acomodándose en la cómoda silla del Porshe. Demi se sentó a su lado. Joe tomo una de sus manos entre la suya y levanto la otra para acariciar la mejilla de Demi con tal ternura que Demi deseó ronronear de placer.

-Te quiero Demi. - Susurró él.
-Lo sé y yo a ti. - Respondió esta, inclinándose más hacía su mano. -Te tengo que decir algo.
Él suspiró y asintió mirándola fijamente.
-Veras, hoy he ido a Atenas porque llevo algunos días sintiéndome mal. - Los ojos de Joe se agrandaron y la acercaron más a él.
-¿Qué ocurre? , ¿Estás bien?
-Si, Joe, si. Él medico me explicó que era normal.
-¿Normal?
-Sí...- Demi suspiró y tomó una de las manos de Joe y la colocó en su vientre. Este perdió el color de su rostro y abrió más aún sus ojos mirándola atentamente. - Estoy embarazada.
Demi comenzó a dudar sí la noticia lo alegraría, estaba pálido como la leche y no se movía, subía sus ojos una y otra vez, desde su rostro hasta su vientre. De repente se levantó de un salto y miró hacía el jardín.
-Joe...- Murmuró Demi asustada, entonces el se dio la vuelta con lagrimas en sus ojos y la sonrisa más dulce del mundo, tomó sus caderas y acarició su vientre como quien frota una lampara de los deseos.
-Voy ha ser papá. - Susurró, Demi asintió también con lagrimas en los ojos. - ¡Voy ha ser papá! - Exclamó y la levantó por los aires, Demi soltó un gritó al principió de sorpresa, pero luego rompió a reír, cuando la bajó, la apretó contra sí, junto sus frentes y narices. -Te amo Demi, cada día más. - Ella dejó escapar una pequeña lagrima que él limpió con un beso.
-Yo también tengo algo que decirte. Aunque ahora me parece poco con esta maravillosa noticia.
Demi lo miró intrigada y el clavó sus ojos en los de ella, ojos que desprendía total y puro amor.
-Cásate conmigo. - Demi frunció el ceño.
-Ya estamos casados Joe ¿No lo recuerdas?


-Si, no lo podría olvidar, olvidar que eres mía, pero quiero una boda de verdad. Tu y yo, con pocas personas, en el jardín que tanto has cuidado. Una boda donde no tengas que huir, donde haya una larga noche de bodas y podamos estar más unidos que nunca. Dime que si. Cásate conmigo Demi.
Ella temblaba de felicidad.
-Si mi amor, si.
Joe la beso con pasión, casi con devoción. Apretó con fuerza su cuerpo contra el suyo.


-Te amo.- Le dijo Joe con la respiración entrecortada.
-Yo también te amo. Más que a mi vida.
 


Inocencia Capitulo 16




Dos días y múltiples orgasmos después, Joe y Demi volvían a la finca con los ojos y la piel brillante de vitalidad aparte de una chispa de pasión que demostraba lo mucho que se deseaban. Cassandra los recibió, como buena anfitriona que era lanzando uno de los jarrones de la entrada contra la puerta.
-¿¡Cómo te atreves a traerla de nuevo a está casa después de marcharse y dejarnos en ridículo!? ¡Te tiene engatusado!



-Cassandra, por favor...- decía Nick que parecía más divertido que molesto.
-¿Que no lo ves Nick? ¡Es una vil ramera! - gritó señalando a Demi con el dedo. Joe dio un paso adelante con el rostro rojo y deformado por la furia.
-¡No tienes derecho a insultar a Mi mujer!- le recriminó.


 - Llevó años soportando tu comportamiento, viendo como destrozabas la vida de mi padre, exigiendo y exigiendo... hay una diferencia entre tu y Demi, aquí la única ramera y cazafortunas, eres tu. - Cassandra abrió los ojos desmesuradamente y se puso pálida.


-¡Yo estuve aquí siempre, está casa me pertenece y cuando vuestro falso matrimonio se acabe, va a ser mía!



-Lo único que tendrás de mi familia será odio y desprecio. Ahora quiero que recojas tus malditas cosas y te largues de mi casa.
-Te lo advierto Joe...- comenzó a decir.



-No sabes como te hundiré si llegas a hacer algo que degrade y averguense a esta familia, me encargare de hacerte trizas la vida. -Cassandra huyó asustada escaleras arriba.



-Joe...- susurró Demi posándose detrás de este y acariciando su espalda para que se tranquilizara. - Ya está bien, deja que se marche tranquila. - Joe se giró y la tomó en brazos.
-Una menos. - murmuró sobre los labios de Demi.

El suave roce de unos labios contra su espalda, estremeció a Demi quien dormía plácidamente hasta hacía poco. Las manos de Joe recorrían su piel desnuda, acariciaban y atormentaban a Demi que ya temblaba de deseo por él.
-Joe...-Susurró.



-Te deseo.- Lo escuchó decir contra su oído mientras mordisqueaba su oreja de la manera más sexy posible. Demi giró sobre sí y se encontró con su magnética mirada que la devoraba. Su pecho musculoso y con una suave mata de pelillos negros subía y bajaba con fuerza. Demi acarició su pecho con dulzura conmovida por cada uno de los sentimientos que reflejaba el rostro del hombre que amaba, porque lo amaba. Lo amaba tanto que dolía, le costaba respirar de lo fuerte de sus sentimientos.



- Demi...- Jadeó él y tomó su pequeño y compacto cuerpo por la cadera, la levanto suavemente y la colocó sobre sí, Demi tenía los ojos llenos de lagrimas, pero no apartó sus ojos de los de él. Este ahuecó su rostro entre sus manos, aparto con ternura los cabellos que caían desenfadados sobre el rostro de Demi y la beso. Demi gimió sobre sus labios, fue un beso intenso, que la estremeció de arriba abajo. Sus lenguas se cruzaban y peleaban la una con la otra, entrelazadas, las manos de Joe recorrían su espalda mandándole enormes cargas sexuales por todo el cuerpo, sus manos bajaron hasta atrapar su trasero, levantarla con cuidado y penetrarla lentamente, sin dejar de besarle, Demi se atragantó con el placer que la recorría.
-Oh...



Las manos de Joe marcaron el ritmo, suave y lento. Sus ojos no se separaban en ningún momento y Demi con los labios entreabiertos movía las caderas para aumentar el placer, Joe gruño y subió sus manos hasta llegar a sus pechos y castigarla con pellizcos a sus pezones.



-¡Joe!- movió más sus caderas y colocó sus manos contra su pecho para tener más facilidad al moverse, enrolló sus dedos por su cuello y arqueó su espalda inmersa en la pasión que no vio la mirada de admiración y completo deseo. Se incorporó para enterrarse más en su interior haciéndola jadear. Tomó de nuevo su rostro entre sus manos y la miró fijamente.
-Mírame.- La obligó, ella abrió sus ojos y lo observó confusa. -Quiero que me mires mientras te doy placer, mientras te llevo a la cima. Solo yo.
-Solo tú...- Susurró ella. Joe tomó sus caderas posesivo y la inclinó más contra su cuerpo, embistió con fuerza, Demi gritó y de repente se encontró contra el colchon y envuelta en el cuerpo de Joe, entrelazados.
Él embistió y la llevó a la gloría.
-Mía. - Gruñó mientras se dejaba llevar por el climax.
Acurrucada contra su cuerpo después de aquel maravilloso interludio, Demi lloraba en silencio escondida en el cuello de Joe, quien acariciaba su espalda y cabello.
-No llores mi amor. - Demi levantó el rostro avergonzada de su comportamiento. Él la miraba seriamente y pasaba su dedo indice contra el entrecejo fruncido de ella relajandola.
-Lo siento, yo...- Se calló emocionada.
-Te amo Demi. - Demi se encontró con sus ojos sorprendida buscando la verdad, pero solo pudo ver esos hermosos ojos marrones con motas doradas más sinceros que nunca. - Te amo. - Las lágrimas se extendían por su rostro.
-Yo también te amo Joe.
-Lo sé mi amor. Lo sé. - Murmuró él besando su frente con ternura. La alegría invadía a Demi mientras se recostaba contra su pecho. - Ahora, eres mía Demi, solo mía.

-Vamos a ver, ¿Que demonios está pasando aquí? - Gritó Joe entrando en el enorme salón de la casa. Las gemelas gritaban, Nick y Kevin se reían sin disimular mientras la cocinera perseguía a un gato con la escoba y el ama de llaves discutía con un hombre bajito y regordete con las mejillas coloradas.
El ruido escandaloso había llegado hasta las habitaciones, y aunque Joe tenía planeado pasar el día en la cama con Demi, esta estaba cansada así que ahora dormía con lo cual, a Joe le preocupaba que los estruendos de su familia la despertaran.
-Señor Jonas. - Se forzó a decir Ana, la ama de llaves. -Este señor...
-Heart.- masculló él.
-Eso, el señor Heart desea hablar con usted, le he explicado que no deseaba visitas, pero el señor...
-Heart. - repitió de nuevo.
-El señor Heart dice que es urgente.
Joe miró al hombre, llevaba la camiseta arrugada y tenía ojos pequeños e inchados de horas de sueño o demasiado alcohol.
-¿Qué es tan importante que no puede esperar hasta mañana? - Preguntó Joe pausadamente.
-Vengo a llevarme a mi sobrina. Demi Stone.
El mundo de Joe dio un giro inesperado que lo dejó mareado. Miró a ese hombre con desconfianza y vio como todos esperaban su contestación.
-Fuera. - Gruño y todos se escabulleron rapidamente del salón. - Bien señor...Heart. ¿Me puede explicar que es eso de que viene a por su sobrina?
-Si, señor Jonas. Mi hermana, la madre de Demi, habló con esta hace unos cuantos días y le envió el dinero para volver a Estados Unidos, pero ha pasado una semana y no teníamos noticias de ella, he decidido tomar cartas en el asunto y venir yo mismo a por ella.
- Demi es mayor de edad no puede llevarsela así sin más.
-Estoy seguro de que ella querrá venir conmigo. - Murmuró con una sonrisa burlona.
-No lo esté tanto. - Se giró hacía la entrada. - ¡Ana!- Gritó y el ama de llaves apareció dando un salto.
-Si señor.
-Despierta a la señora - Vio como el gordo Heart abría desmesuradamente los ojos y enrojecía aún más. - Dile que se le necesita en el salón.
-Si señor. - Y con un asentimiento escapo rápidamente escaleras arriba.

Demi saltó de la cama después de escuchar la orden del "Señor Jonas" puso los ojos en blanco, se calzo unos jeans desgastados, una camiseta azul desgastada de tantas lavadas y unas chanclas azules oscuras. Bajó corriendo las escaleras y entró como un rayo en el Salón, para quedarse congelada por completo. Se sintió fría, y el miedo la invadió de tal manera que pensó que se desmayaría allí mismo.

- Demi... - Escuchó decir a Joe, quien se acercó y la abrazó por la cintura al ver su aspecto alicaído. - Este hombre, que dice que es tú tío desea llevarte de vuelta a America. - Los ojos de Joe buscaban los de Demi ansiosos.

- Demz, he venido a buscarte. - Dijo el hombre dando un paso adelante que hizo retroceder a la joven. Joe apretó su cintura al comprender lo que ocurría. - Tú madre está muy preocupada por ti.
-No, hable con ella ayer... ella dijo...

-Me pidio que viniera por ti. - Le interrumpió el hombre tensando la sonrisa.
-Yo... es que yo...

-Creo que Demi está agotada del viaje de Atenas a la ganja. - Indicó Joe haciendo que Demi se relajara en sus brazos. - Tal vez deberia usted volver mañana y esperar una respuesta.
-Pero tengo que llevarmela...

-No creo que tenga señor, como ya le he dicho Demi es mayor, ella decide.
El hombre asintió a su pesar y pasó por el lado de Demi haciéndola saltar como un animalillo asustado.

-Nos Demi- Susurró sonriendo lascivamente, subió la vista para encontrarse con la mirada de Joe. - Hasta luego señor Jonas.
Demi lloraba contra el pecho de Joe, quien la abrazaba con fuerza después de haberla subido y recostado en la cama de nuevo. El besaba su coronilla y acariciaba su pelo con ternura mientras repetía una y otra vez la misma frase : "Estoy aquí, no te va a pasar nada, estoy aquí..."
Cuando por fin logró tranquilizarse, extendió su cuerpo en la cama y lo abrazó con fuerza.
-Mi tío... intento abusar de mi hace dos meses.
Las palabras chocaron contra el cerebro de Joe y amenazaron con explotar alguna vena.
-Maldito, hijo de p****. - Demi se aferró más a él sin prestar atención a los puños cerrados de rabia de Joe. Este trataba de respirar con normalidad y no levantarse, y matar a ese cabron, por haber intentado algo, por haberla tocado. ¡A su mujer!
Entonces la sintió llorar de nuevo y el alma le calló al suelo. La abrazó y beso su frente, para bajar por sus mejillas humedas por el llanto, hasta posarse en sus labios y sentir ese sabor salado de sus lagrimas.
-No te volverá a tocar Demi, te juro que si intenta algo, yo mismo lo mato.
-Joe...
-Nadie te hara daño. No mientras yo lo evité.
-Joe.
-¿Que?
-Te quiero. - susurró ella entre sollozos. - Te quiero tanto...- y rompió a llorar con fuerza.
-¿Por eso lloras?
-Si... - Joe sonrió con ternura, levantó su rostro y la miró directamente a los ojos.
-Yo te amo a tí Demi. Solo a tí.