sábado, 17 de agosto de 2013

Un Tío Malo Capitulo 2









Demi apretó los labios, evitando gemir cuando Joseph deslizo sus manos por las curvas de ella, y se detuvo en la hebilla de su pantalón. 

Desabrochó los primeros botones y lo bajo hasta apartarlo de su vista. Metió su mano dentro de sus bragas, para meter uno de sus dedos dentro de ella.
 
Demi se arqueó.
- Tío….- Jadeó.

- Joseph. Dime Joseph, por favor…
- Joseph….- gimoteó ella.

Un segundo dedo llego a parar dentro de ella. Demi gritó. Madre mía, pero que sensación…

- Eso es, quiero oírte gritar.- gruño.- grita como cuando te masturbabas en tu habitación.

- ¿Qué?- pregunto tratando de recuperar su lado coherente. Ya que entre la excitación, le resultaba difícil pensar.

- ¿Crees que no escuchaba tus gemidos en las noches? Mmh….- gimió.- eres una niña mala.


 Demi se sonrojó, maldiciéndose a sí misma por haber gemido tan alto. Con tan solo recordarse a sí misma, retorciéndose en la cama de placer la calentaba. 

Recordando aquel día, que se tocó a sí misma pensando que era Joseph el que le brindaba el placer máximo. 

Si, había fantaseado con su tío, pero sabía en lo más profundo de su ser que Joseph no le haría el amor salvo en sus sueños.

Era algo imposible.
Hasta ahora…

Un dolor la saco de sus pensamientos, un dolor… acompañado con un fuerte gemido. Bajo la mirada, viendo como un tercer dedo de Joseph terminaba por entrar en ella.

- Joder, estás muy estrecha. Ya quiero imaginar cómo será de apretado cuando entre por aquí- aumentó a velocidad en que sacaba y metía sus dedos, estimulando su clítoris con excitantes círculos.

Demi chilló.- córrete…
Y eso fue el colmo para ella. Un grito ahogado se escuchó en el silencio de la sala. Su primera corrida, su primer orgasmo…

Un Tío Malo Capitulo 1







Demi chilló cuando Joseph tocó uno de sus pechos.

- Por favor, tío.- pidió con un hilo de voz. Quería llorar.- basta, esto está mal…

- Lo lamento, pero ya no… ya no puedo detenerme.

Y la besó, con necesidad… necesidad de querer sentirla suya. Demi intentó apartarse una vez más, renegando y no correspondiéndole el beso. 

Pero él tenía más fuerza, y la tomo de las mejillas, forcejeando con meter su lengua entre sus dientes para explorar cada centímetro cuadrado de su sabrosa boca. 

Demi lo empujó, esta vez con más fuerza y le dio una bofetada haciendo que la cara de Joseph se volteara y cayera al piso.

Corrió pero Joseph la tomo por el tobillo, haciendo que se tropezara y cayera junto a él, golpeándose fuertemente el pecho. 

Demi jadeó en busca de aire. Joseph se acercó a ella, tomándola de sus muñecas, para asegurarse de que no intentara escaparse de nuevo.

- No vuelvas a hacer eso, o tendré que castigarte.- hizo una pausa. Luego sonrío.- otra vez…
- ¡Suéltame!

- Mmh… me pones cuando te cabreas.- gruño.

Demi gimió cuando Joseph se colocó encima de ella, aplastando sus pechos con la dura pared de su torso.

- Eso es, justo así Demi... me encanta cuando gimes, y más aún si es mi nombre.

Demi abrió los ojos a tope, pero se sorprendió aún más cuando sintió que su coño respondía a sus palabras. Palpitaba.
- Joseph….-gimió.

Joseph jadeó. Dios como le gustaba oír su nombre desde sus labios. 

Era como si no tuviesen una relación de tío a sobrina, y eso lo excitaba aún más. Estaba empalmado, empalmadísimo. 

Y muy caliente. Su sobrina lo ponía a cien.

- No, tío, detente.- suplicó cuando sintió las manos calientes de su tío correrle por sus muslos, hasta llegar a su trasero. 

Tenía miedo, dios. ¡Era su tío! No tendría sexo con él… ¿O sí?- papá y Mónica se enteraran, y luego….- cortó la frase, imaginándose lo peor. 

¿Qué pasaría si su papá se llegara a enterar que tendría sexo con Joseph? Probablemente los mataría a los dos.

- Shhh, tranquila. Ellos están a cientos de kilómetros, no tienes de qué preocuparte.- 

murmuró con la voz áspera.- esto queda entre nosotros dos… de tío a sobrina

Un Tío Malo





Prologo:

Ella era extremadamente joven, una niña apenas entrando a la adolescencia y él un cretino por posar sus ojos en ella.

 Luego de que el padre de Demi Lovato junto con su madrastra haya decidido tomar unas vacaciones y que la dejaran a cargo de su tío, Joseph Jonas al fin ve una oportunidad para acercársele y hacerla experimentar día a día los exquisitos sabores del sexo.

 Nada lo detendría, quería a su sobrina en su cama, debajo de él, satisfaciendo su hambre de sexo por ella. Erik le paso las llaves de su casa a Joseph.

- Y recuerda Joseph, Demi tiene prohibidas las salidas, la televisión o el computador por un mes.- le dijo Erik, mientras se subía al auto junto con su esposa.

- No te preocupes, Erik, yo cuidare de ella.- y de qué forma, pensó.
- Gracias por cuidar a Demi por nosotros, no sé qué haríamos sin ti Joseph.- dijo Mónica a su lado.- espero que no te aburra estar mucho tiempo con ella.- río.

Joseph se unió a sus risas. “Si tan solo supieras las cosas que tengo pensado hacer con ella”.

- ¡Adiós, disfruten de sus vacaciones!- se despidió Joseph, mientras agitaba su mano en el aire.

Cuando al fin los vio desaparecer, se giró y entró a la casa. Sonrío perversamente cuando la vio ahí sentada en el sillón viendo televisión. A la mujer que sus ojos tanto ansiaban ver.

- ¿Ya se fueron Mónica y papá?- pregunto Demi en cuanto notó su presencia.
- Si.- dijo ganándose a un lado de ella y quitándole el control. Apagó el televisor.

- ¡Ey!
- Te recuerdo que estas castigada, Demi, y mientras tu papá y tu madrastra no estén estas bajo mi responsabilidad.- dios, cuanto le gustaba decir esas palabras.

- Pero, tío… si quieres podemos hacer un trato, ¿Eh?
Joseph alzo una ceja, interesado.
- ¿Y qué clase de trato?

- No lo sé, mmh.- pensó.- yo te puedo ayudar en lo que quieras, a cambio que me dejes ver televisión. ¿Vale?

Joseph suspiro pesadamente. Ella podría ayudarlo con muchas cosas y en muchas maneras. Sacudió la cabeza ante los pensamientos lujuriosos que se formaban en su mente.


- Está bien.- sonrío.- acepto tu propuesta.
- Vale, estupendo. ¿Qué quieres que haga?

Joseph miro descaradamente su escote, el cual dejaba ver la curva de sus pechos. Madre mía, había fantaseado tanto con esos pechos, que estaba seguro que iba a hacer sus sueños realidad. Él la vio crecer y ahora su cuerpo estaba listo y preparado para recibirlo. 

Sabía que era una locura querer acostarse con su sobrina de apenas 16 años pero ella ya había madurado lo suficiente y él ya la había esperado demasiado. Tan inocente, tan virginal, con un aire sexual que era inevitable no sentir… no importaba las consecuencias la reclamaría suya en cuerpo, corazón y alma.

Ninguna mujer lo había excitado tanto en sus 24 años.

Demi se fijó en la dirección de sus ojos y se movió en el sillón, incomoda. Pero Joseph no se avergonzó.
Era hora de la acción.
- Quítate la camisa.
Demi palideció.
- ¿Qué?


- Quítate la camisa.- repitió. Apretó los dientes.- ahora.
Demi se levantó con la intención de correr a su cuarto, pero Joseph la alcanzo, jalándola del brazo y pegándola hacia la pared. Beso su cuello bruscamente, chupando, lamiendo y besando. Joder, estaba duro y necesitaba follar. Demi tembló en sus brazos.


- No sabes cuantas veces soñé con esto, Demi.- susurro él, mordiéndole el lóbulo de la oreja.- no sabes cuantas veces me he masturbado pensando que eras tú la que tocaba mi polla.- su voz sonó más ronca. Sus ojos se oscurecieron.- quiero follarte bien duro…


Demi se estremeció ante esas palabras tan sucias. Y se alarmo aún más cuando sintió las manos de Joseph dentro de su blusa. ¿En verdad la iba a violar? Intento separarse de él empujándolo, pero Joseph no la dejó.
Quien iba a imaginar, que su tío favorito iba a convertirse en… un tío sucio.








jueves, 15 de agosto de 2013

Camino a la Fama Capitulo 26


Mente y Cuerpo.

—Amm…— Demi inspeccionó los alrededores, como si de allí pudiese obtener una respuesta— ¿Cómo te ayudo?

Finalmente opto por evadirse, haciendo de cuenta que no lo veía de reojo, mientras él se desabotonaba la camisa para evitar mancharla. No se la quitó, pero ¿Qué diferencia hacia? 

Llevándola abierta solo impulsaba a cualquier mujer que pasara por allí, a investigar su cuerpo deslizándosela por los hombros, para luego maravillarse descubriendo los contornos que ocultaban las mangas.

Suspiro y se obligó a poner atención, Joseph le había dicho algo, pero su mente no lo había procesado. A decir verdad, dejó de procesar tras la liberación del primer botón.

—Se supone que hay una tuerca de seguridad—Decía él, acuclillándose junto al neumático defectuoso. «¡Oh bendito neumático! En tu inocencia, no sabes lo que has hecho» —Búscala en el maletero…— Demi no reacciono— ¿Demi?—Dio un respingo, cuando él decidió increparla con su mirada.

—Sí, voy—Sus pies obedecieron sus órdenes, afortunadamente, y se dirigió a la parte trasera del auto en busca de la tuerca de seguridad.

Tuvo que descorrer los bolsos para poder revisar cada esquina, intentando por todos los medios ignorar los movimientos que efectuaba el auto, cada vez que Joseph ejercía fuerza con la llave de cruz. 

Adelante y hacia atrás, era como una irónica broma del destino. Y la maldita tuerca no estaba. ¡Ah! Bingo.

—Ten…—Él estiro una mano, sin ponerle mucha atención y Demi se contentó de ello. Al menos uno de los dos estaba manteniendo la compostura.

—Te dije tuerca—Ella parpadeo momentáneamente confundida.
—Eso te di— Joseph soltó un suspiro irritado.

—Esto no es una tuerca, es un destornillador—Frunció el ceño, sí bueno era nula en lo que a herramientas se refiere, pero sabía cómo lucía un destornillador y ese no era uno.

—Si ya—Le respondió mordazmente, él enarco una ceja incorporándose de su posición junto al neumático. 

Demi se sintió por un segundo en desventaja, Joseph le sacaba mucha altura y cuando se proponía lucir intimidante, lo lograba sin mucho esfuerzo.
—Es un destornillador—Repitió, y tomando el pequeño tubo negro presiono la parte posterior haciendo que una punta metálica se liberara desde uno de los extremos. 

Justo como una navaja de campaña. Ella abrió la boca para replicar, pero se la tuvo que guardar en el bolsillo, efectivamente la punta metálica tenía la forma de un destornillador.

—Oh bueno ¿Cómo iba a saber que a tu destornillador le gusta camuflarse? —Se lo arrebato de las manos y volvió a tirarlo en el interior del  maletero. En ese instante le llego el murmullo de la risa de Joseph y sin quererlo realmente, sonrió también.

Buscó por todas partes, estaba casi segura que nada de lo que tenía apartado a un lado era una tuerca. Al menos que la tuerca de Joseph, también tuviese complejo de camaleón.
Demi ¿Y la tuerca?

—No la encuentro.
— ¿Buscaste bajo los bolsos?—Ella puso los ojos en blanco, la creía estúpida ¿o qué?

—Busque bajo los malditos bolsos, no hay nada.
—Imposible— Demi se apartó del maletero para ir hasta su lado, lo observo con los brazos cruzados al pecho en claro gesto de molestia.
—No, no es imposible. No hay nada, tú no metiste la condenada tuerca en el maletero.

Demi …—Dijo él, pero repentinamente calló y mesándose el cabello con una mano sucia volvió a incorporarse—Déjalo…yo la buscó—Paso a su lado, haciendo alarde de su férreo control. Ella soltó un bufido entre dientes, no era tonta, la tuerca no estaba.
—Pues perderás tú tiempo.

—Yo me preocupo de mi tiempo, tu del tuyo. Metete adentro, terminare más pronto…—Obviamente iba a añadir algo más, pero tal vez su ceño profundamente fruncido lo disuadió.

—No soy boba, se buscar y la tuerca no está. Maldición, nos vamos a quedar aquí y no llegaremos…y luego Ann se las agarrara conmigo…

—De acuerdo, cálmate ¿Quieres? —Frente a su recriminación, tuvo que hacer un alto. Realmente estaba actuando a la defensiva, cuando él no estaba haciendo nada malo o censurable. 

Se estaba encargando de la situación y a ella solo la atacaban los reproches ¿Por qué? No es como si Joseph, hubiese planeado que el neumático perdiera el aire.

Se mordió el labio con fuerza, procurando que el dolor le llegara al cerebro y comenzara la irrigación sanguínea. ¿Qué le pasaba? Ellos estaban bien ¿Por qué quería pelearle? ¿Por qué?
—Si no encuentras la tuerca ¿Qué haremos?

—No lo sé—Su respuesta le llego algo amortiguada, cuando espió la razón, se encontró a Joseph metido casi de cuerpo completo en el maletero del auto.

—No quiero quedarme en medio de la nada, no hay baños, ni comida y…—Sacó el teléfono del interior de su chaqueta—Y no hay señal… ¡Joseph no hay señal!—Exclamó como si decirlo dos veces fuese de alguna ayuda.

Demi …—Volvió decir él, logrando que ella se exasperara. Su tono evidenciaba cierto cansancio, algo enmascarado tras un velo de condescendencia. Parecía un padre, dándole una explicación de etiqueta a una chiquilla revoltosa.

— ¡No me hables así! —Pidió frustrada—No me gusta que me hables así.
—Perfecto.
— ¡Ash! Lo estás haciendo de nuevo— Joseph emergió del maletero y la miró con una ceja enarcada. 
— ¿Qué hago?
—Me hablas como si fuese una niña.

— ¿Sera porque te estas comportando como una?—La increpo perdiendo la tranquilidad de momentos antes— ¡Demonios Demi! ¿Es que no sé qué rayos ocurre contigo?

— ¿Qué no sabes? ¡Por culpa de tu maldito auto estamos varados!
— ¿¡Ahora es mi culpa!? —exclamó haciéndola sobresaltar—No es algo que me haga gracia, pero escuchar tus quejas no hace las cosas más llevaderas. Si no estás dispuesta a ayudar, metete dentro y cierra la boca.
— ¡No me mandes a callar! Ya decía yo que esto era demasiado bueno, tú sumiso ¡Ja! Es como pedir sumisión a Hitler—

Él le obsequio una muy irritada miradita, y sin decir nada volvió su atención al interior del maletero— ¿Qué pretendes encontrar allí? ¡Es obvio que no hay nada! Tu tuerca no está, acéptalo amigo—Entonces el maletero se cerró de un bandazo, ella brinco en su lugar y cuando se encontró con sus ojos, no supo decir que emoción relucía en ellos.


—Es todo ¿¡Qué demonios ocurre!? —Le gritó apabullándola con su presencia, Demi retrocedió hasta que su trasero golpeo la superficie brillosa del auto— ¿Acaso te propusiste sacarme de mis casillas el día de hoy? ¿Estás aburrida o qué? No solo llegaste tarde, no solo roncaste la mitad del camino, sino que también me vas a molestar por cada estupidez que cruce tu mente. 

Camino a la Fama Capitulo 25


»Mi papá murió cuando yo era un bebé, creo que nunca lo superó—Bajó la mirada a su regazo y las palabras brotaron de su boca, sin ninguna clase de filtros. Era como si necesitara que él supiera, por qué y cuándo fue la primera vez que pensó en Charlotte.

—Yo tenía como cuatro años la primera vez que vi a una de sus… “citas”—Así los llamaba ella, citas, amigos de mamá o Papá Noel—No es que vendiera su cuerpo, ni nada por el estilo…

simplemente parecía querer llenar algún vacío con la presencia de otros hombres. Supongo que era su forma de sobrellevar la perdida—Se encogió de hombros, ella habría preferido que llorara, que comiera kilos de helado o que al menos la tomara de la mano de vez en cuando y le recordara que estaba para ella—

No me gustaba cuando se iba por días, no me gustaba estar sola y cuando se lo dije, me comenzó a recompensar.

— ¿Cómo?— Demi se sobresaltó, por un instante hasta se había olvidado de su presencia.

—Bueno me regaló un hermanito—A decir verdad seis—Por cada ruptura, ella se quedaba con un suvenir. 

Finalmente lo miró, esperaba que le dijera algo, pero él se limitó a asentir y volver su atención a las hojas. Ella suspiró quedamente, por extraño que sonase se sentía más liberada.

Ahora que rememoraba aquella charla, se sonrojaba pensando las posibles maquinaciones de Joseph mientras le permitía ese desahogo. 

Ella nunca se quejó directamente con su madre, nunca le dijo lo que las personas la llamaban en la calle, ni tampoco le exigió que actuara como corresponde para sus hermanitos. 

Demi se limitó a humillarla en la ficción, quizás nadie supiese la razón de ser de Charlotte pero ella sí, ella y sus hermanos sabían muy bien a quien representaba esa mujer.
—La ruta esta despejada.

— ¿Vas a dejarme conducir? —Él se levantó los lentes de sol que ella no tenía idea en qué momento se había colocado, y le hizo un gesto que cortaba de raíz la posibilidad de que tomara el timón— ¿Por qué eres tan egoísta? Es solo un carro ¿sabes?
—No, no es solo un carro…es el mío.

—Sigue siendo un artefacto— Joseph masculló algo que ella no logró entender, aunque apostaría sus bragas a que no era un salmo.
— ¿Acaso tú compartirías tu cepillo de dientes?
—No, qué asco.

—Exacto— Demi frunció el ceño ¿De dónde se parecía un cepillo de dientes a un auto?
—No hay punto de comparación.
—Para mí sí.

— Joseph, yo tengo un nombre para definir lo tuyo—Él volvió a subirse los lentes, mostrándole sus encantadores ojos azules. Sí, encantadores. A las cosas hay que llamarlas por su nombre—T.O.C o lo que en la jerga común se conoce como, trastorno obsesivo compulsivo.

—Yo no estoy obsesionado—Se defendió, aunque su tono fue levemente un murmullo—Solo quiero a mi auto.

—Ah haberlo dicho antes, entonces la definición correcta de tu afección es objetofilia…o lo que en la jerga común…

—Se conoce como amor a un objeto—Completó él con un deje burlón—No necesito que me eches definiciones de diccionario, te recuerdo que me han premiado por mi estupenda sintaxis más veces de las que tu pusiste en práctica tu psicología barata—Ella abrió la boca para responder, pero él alzó un dedo para detenerla—Ni se te ocurra decirme vanidoso.

—No iba a decirte vanidoso…—Se mordió el labio ofendida—Te iba a decir narcisista.
—Gracias.
—No fue un cumplido.

—No entiendo que tiene de malo tener algo de amor propio, yo solo reconozco lo que todos ven— Demi puso los ojos en blanco, sabía que él no hablaba enserio, a decir verdad Joseph pocas veces se ponía realmente serio—El narcisista no ve a nadie por encima de sí mismo, pero admite que hay muchos por debajo…

—Y con una desdeñoso ademan la señaló como si ella fuese de ese montón.

—Eres un estúpido— Joseph sonrió al verla reír y rápidamente fijó la vista en la carretera— ¿Cuánto falta? —Él consultó su reloj.
—Como dos horas…

—Uf…al descender van a tener que hacerme un trasplante de trasero— Demi se abanicó con la mano, a pesar que se estaba bien fresco en el auto. Su repentino aumento de temperatura no tenía nada que ver con el calor, no, el de ella estaba pura y exclusivamente relacionado con el hombre a su derecha—Dos horas de tortura...

— ¿Qué?— ¿Cómo? ¿Qué? Diablos, lo dijo en voz alta.
—No nada…—maldito sonrojo «no me mires, por favor no me mires» Demi le echó una rápida miradita, por supuesto él tenía los ojos sobre su persona—Es que…—Si ¿Qué? No sabía cómo seguir después de eso—Me…—«¡Condenado, deja de mirarme!» — ¿No deberías ver la carretera?

—Dejamos la civilización atrás, hace una hora… ¿Contra qué puedo chocar? Ya le dejaste bien claro a las vacas que no se metan en nuestro camino—Y con comentarios como ese, ella no acabaría bien ese viaje. Sin civilización, sin vacas que atestiguaran nada…las cosas que podría hacer en ese auto.

Teniendo en cuenta que podían meter un pequeño spa en el maletero, ya deben imaginarse como es el asiento trasero. « Demi, esto se te está yendo de las manos» A decir verdad, esto se le había ido hace mucho tiempo de las manos, pero teniendo la sociedad de por medio se modulaba.

 ¿En qué demonios pensaba al aceptar ir con él en ese viaje? Podría haber llegado más tarde con Ann, no había necesidad de que ellos se aislaran en una carretera durante cuatro horas, no había necesidad de estar confinada a ese carro de estupendo clima. No había necesidad y aun así, allí estaba.

Se había levantado temprano, se había depilado las piernas (no sabía porque), se había cepillado el cabello con todos los productos alisadores que encontró en su tocador y se había metido en su coche. Se estaba intoxicando con su aroma, incluso había dormido para evitar tener que hablarle mucho.

 Pero ¿Por qué se ponía tan nerviosa? Habían estado solos antes, habían pasado noches enteras escribiendo. Pero eso era. Cuando estaban juntos siempre tenían algo que hacer, siempre existía la distracción. ¿Qué distracción encontraba en la carretera? ¿Contar vacas?

Los silencios entre escritores que trabajan son comprensibles, pero los silencios entre dos seres humanos sentados uno junto al otro, son…molestos, extraños y la sacan de quicio. Y aún faltaban dos horas, el único consuelo que tenía era que ese auto nuevo no se averiaría a mitad del camino ¿verdad?
—Mierda.

— ¿Qué?—inquirió viéndolo con sorpresa, mientras por alguna razón desconocida iban bajando la velocidad.
—Creo que es el neumático—«No me dejes caer en la tentación» —Ven ayúdame—«Líbrame del mal» —No se ve un alma—«Amen, amen… ¡Amen!»

—Voy…—Y abrió la puerta resignada, después de todo Dios actúa de maneras misteriosas, pero que no se pueden y no se deben cuestionar—Vas a ensuciarte la camisa—Le apuntó al verlo remangarse las mangas blancas, dejando al descubierto esos antebrazos fuertes y bronceados.

— ¿Me la quito?—El condenado lo pre guntaba con toda la inocencia del mundo. «Quítatela» pensó Demi «No me hago responsable de lo que te ocurra luego» Aunque debía recordarse que ese era su compañero de trabajo y que las fantasías debía guardárselas para sus viajes en elevador, para su posible encuentro con Clooney. Debía recordárselo, pero… al demonio no lo recordaba.