miércoles, 17 de julio de 2013

Marido De Papel Capitulo 24




Joe tardó otros diez días en arreglar y terminar todo los asuntos de negocios de Bob y dejarlos en manos de un buen abogado. Bob tenía un abogado, pero les había dado largas y era casi imposible de localizar. 

Por último, había tenido que pedir por vía judicial la documentación que necesitaba.

 Luego, el abogado cuyo título era falso, se había esfumado. No es de extrañar que Bob hubiera perdido la mayor parte de su dinero. El abogado había malversado sus fondos. Afortunadamente, habría suficiente, añadiendo el seguro de vida, para que Betty quedara bastante bien provista.

Fue entonces, cuando él le explicó las cosas, y ella se dio cuenta de que no iba a proponerle matrimonio, cuando llegó el momento de la verdad.

—Pero tú me amas —exclamó—. Siempre lo has hecho. ¡Mira cuanta prisa te diste en casarte con esa joven sólo para que no me diera cuenta de que todavía estabas enamorado de mí!

—Puede que, al principio, fuera así, —respondió tranquilamente—. Pero ahora es distinto y no puedo permitir el lujo de perderla en este momento.

—Oh, supongo que ella tiene dinero.
Él frunció el ceño.

—No. Ella no tiene ni un céntimo. ¿Siempre tienes que tener razones mercenarias que atribuir a todas las decisiones?

—Por supuesto que hago, —dijo, y sonrió ligeramente—. La seguridad es lo más importante en el mundo. Yo no tenía nada cuando era una niña y, a veces, pasaba hambre.

 Me prometí a mí misma que nunca me volvería a pasar —dijo, encogiéndose de hombros—. Es por lo que te abandoné, ya lo sabes. 

Te estabas arruinado y tenía miedo. Yo te amaba pero, entonces Bob se cruzó en mi camino, con un montón de dinero y me dijo que me quería —dijo, sonriendo—. No tenía elección, de verdad.

—Supongo que no la tenías —esto le hizo recordar que Demi no tenía nada, y, sin embargo, le estaba dando la única cosa de valor que tenía en su poder, le había vendido el rancho, para que no tuviera que enfrentarse a la amenaza de un peligroso vecino ruidoso. Podría haberse pateado a sí mismo, en principio, por haberla dejado salir de su casa.

—Sentí pena por ella, —añadió pensativa—. No es nada sofisticada, ¿verdad? Me tenía miedo —frunció las cejas—. ¿Por qué no quieres dormir con ella?
Él evitó su mirada.

—Eso no es asunto tuyo.
—De alguna manera, sí lo es. No quieres acostarte conmigo, vale, pero ¿por qué?
Joe hizo una mueca.

—No te quiero, —admitió de mala gana—. Lo siento.
—La has utilizado, —le recordó—. Me quisiste siempre. Pensé que ibas a morirte cuando me marché.

—Maldita sea, casi lo hiciste. Pero las cosas han cambiado —dijo, mientras la miraba con tristeza—. Lo siento, Betty. Por tu pérdida y por lo demás.

—Bob no era un mal hombre —dijo—. Yo estaba encariñada con él. Supongo que, en cierto modo, lo echaré de menos —dijo, mirándolo—. Estás seguro de que no me quieres?
Él asintió.

Ella suspiró y sonrió de nuevo.

—Bueno, eso es lo que hay. Por lo menos voy a tener suficiente dinero a fin de mes, gracias a ti. ¡Y todavía soy lo bastante joven para casarme por tercera vez!

En ese momento le dijo adiós y volvió al motel en el que estaba alojado. Se sentía bien, después de haberse quitado un peso de encima al haber resuelto todos los asuntos de Betty, que estaban bastante enredados. Ahora tenía que volver a casa y resolver sus propios problemas.

Miró la demanda de divorcio y las escrituras con los ojos entrecerrados. Dana no había tardado, ni un momento, en traspasarle el rancho. Empezó a fruncir el ceño. ¿Dónde se habría ido a vivir si no tenía casa?

Tomó el teléfono y llamó a su abogado, pero le dijeron que Lucas estaba en el Juzgado y no sabían cuando iba a volver. Realmente preocupo, marcó el número del rancho Mobry, pero sonó dos veces y la línea estaba ocupada. 

Empezó a hablar pero un contestador automático le informó de que el número había sido desconectado.
Frustrado y preocupado, su siguiente llamada fue a su casa, donde contestó Tilly.

—Muy bien, ¿qué diablos está pasando? ¿Y Demi¿a dónde ha ido? —exigió sin preámbulo.

—No me dejó que te llamara, —dijo Tilly, rígidamente—. Se lo supliqué, pero dio su brazo a torcer. Le di mi palabra y no puedo romperla.
—¿Dónde está?

—Se ha ido, —llegó la lacónica respuesta—. Dijo que te había dado las escrituras y que Joel y Ernie cuidarían del rancho hasta que hicieras otros arreglos, pero que tendrías que pagarles.

—Oh, ¡al diablo con el rancho! —Chasqueó los dedos—. ¿Dónde está?

—Tomó un taxi a la estación de autobuses y cogió un autobús para Houston. Y no sé a dónde ha ido desde allí.
Levantó la cabeza esperanzado.
— ¡Houston! ¡Tilly, eres maravillosa!

—No, espera, hay algo más. La enfermera que trabaja con el Dr. Lou Coltrain es mi prima. Parece Demi fue a ver a Lou antes de dejar la ciudad. Si no la encuentras enseguida, vas a tener que buscar a dos personas en vez de a una —dijo, y colgó.

Marido De Papel Capitulo 23




¿Lo estoy? —preguntó sorprendido.
—Eso es lo que me dijo Demi. ¿Sabes una cosa, Hank?, creo que estás haciéndole mucho a una buena mujer. 

Nunca ha pensado en sí misma ni una sola vez. Fue lo que pensó que querías, lo que creía que necesitabas para ser feliz, lo que le hizo organizar todo ésto. 

Dice que esto será una ventaja para ti, para que vuelvas a ser feliz como lo fuiste hace diez años, y que se alegra mucho de poder hacerlo.

—Se alegra por mí —miró a los papeles y después a Betty, con irritación, ya que había estado fingiendo estar de duelo dos semanas e intentado atraparlo de nuevo en sus redes. 

Pero no había tenido éxito. Había estado poniendo en orden los asuntos y las finanzas de Bob, que estaban hechas un lío, para que ella no tuviera problemas. 

Le había llevado bastante tiempo y él no quería estar aquí, pero lo hizo en nombre del que fue su amigo en otro tiempo. Ahora sólo quería volver a casa y recuperar a su esposa, pero tenía en sus manos la prueba de que le iba a costar mucho trabajo conseguirlo.

—Ella sabía que estarías encantado de haber solucionado el asunto antes de volver, —continuó—. Escucha, si no te opones, y no tienes por qué hacerlo, ¿verdad?, puedo conseguirlo enseguida.

Joe dudó, respirando con calma para no empezar lanzar juramentos. Veía las palabras escritas con la vista borrosa tal y como recordaba a Demi la última vez que la había visto. 

Se repitió repite mentalmente todas las cosas crueles y odiosas que le había dicho. No le extrañaba que quisiera divorciarse de él. 

Ella no conocía sus sentimientos, porque nunca se lo había dicho y pensaba que la odiaba. ¡Qué risa!

—¿Puedes retenerlo unas semanas? —Le preguntó al abogado—. Tengo todavía bastantes cosas que arreglar aquí para la viuda de Bob, y no podré volver a casa, por lo menos, hasta dentro de una semana o más.

—Puedo hacerlo, pero seguro que no le gusta, —dice Lucas.
—No le digas.
— Joe …
—No se lo digas, —repitió—. Espera hasta que yo regrese.
Hubo un gran suspiro.

—Si ella me pregunta, de repente, no le voy a mentir.
—Entonces, asegúrate de que no tenga esa oportunidad.
—Lo intentaré.

—Gracias.
Joe colgó el teléfono. Se sentía fatal. Dios mío, ¡en qué lío había convertido su vida!

Betty, que llevaba una bata transparente, se acercó sigilosamente y se apoyó en su brazo.

—Pobre viejo y querido amigo, ¿te ha abandonado? —preguntó suavemente—. Lo siento. ¿Por qué no vienes conmigo arriba para que pueda intentar consolarte?
Él miró como si no la hubiera oído bien.

—Betty, solo hace una semana que enterraste a tu marido —dijo.

Ella se encogió de hombros.
—Él se había quedado sin dinero y apenas era capaz de moverse por sí mismo. —sonrió como si fuera una niña y él se dio cuenta de que era solo una niña. 

No tenía sentimientos ni emociones, sólo contaban sus deseos y necesidades que satisfacía de la mejor forma que sabía: con su cuerpo. Había vivido con ella durante dos años, echándola de menos más de diez, y nunca supo, realmente, que clase de persona era, hasta que se involucró con Demi. 

Ahora podía ver, realmente, lo diferentes que eran las dos mujeres.
Le apartó la mano de su brazo.

—Tengo que acabar algunas cosas, —dijo Joe —. Hablaremos más tarde, ¿de acuerdo?
Ella sonrió.

—Está bien, querido.

Marido De Papel Capitulo 22



El abogado hizo una mueca de dolor al mirar a la mujer vulnerable y pálida sentada frente a él. Estaba claro que había sufrido, a juzgar por la delgadez de su rostro y las ojeras bajos sus ojos azules.

 No podía imaginarse que un hombre estuviera lo bastante loco para rechazar un amor tan intenso y desinteresado. Pero si ella tenía razón, eso era, exactamente, lo que Joe Jonas ya había hecho. 

Suspiró interiormente, diciendo algo sobre tirar el oro para quedarse con el oropel. ! Algunos hombres no sabían la suerte que tenían!
—Tendré todo listo para mañana por la mañana. ¿Está absolutamente segura?
Ella asintió.

—Entonces considérelo hecho.
Demi le dio las gracias y se fue casa. La casa estaba demasiado vacía y ella se sintió igual. Había toda una nueva vida por delante de ella. 

Estaba cerrando con fuerza la puerta del pasado para abrir otra a la mañana siguiente. Un pensamiento que siguió con ella hasta que, a la mañana siguiente, empezó a vomitar, como si estuviera muriendo. 

Tenía que ir a la oficina del abogado para firmar los papeles, pero estaba demasiado enfermo para viajar.

Temiendo haber cogido algún virus que le impidiera llevar a cabo sus planes, concertó una cita con el Dr. Lou Coltrain, un miembro recién casado de la comunidad médica local.

Lou la examinó, le hizo las preguntas pertinentes y empezó a silbar sin hacer ruido mientras, Demi lo miraba asustada.
—Debe haber sido la noche de bodas, —dijo Lou, irónico—, porque solo lleva casada un mes y conozco a Joe Jonas. 

Estoy seguro de que no te tocó hasta que tuviste el anillo en el dedo.
—Lou, ¡eres horrible! —gimió Demi, ruborizándose.

—Sí pero, también, tengo razón —dijo, poniéndole una mano en el hombro—. 

Dos semanas son muy poco tiempo para que las pruebas nos digan algo concluyente, por lo que esperaremos un poco más. Pero, mientras tanto, mira ten cuidado con las medicinas que tomas y descansa bastante, porque he visto demasiados embarazos para confundir uno. ¡Enhorabuena!.

—Gracias. Pero, eh, no se lo dirás a nadie, ¿verdad? —preguntó Demi, suavemente.

—Tu secreto está a salvo conmigo —dijo el médico, riéndose entre dientes—. Quieres sorprenderlo, ¿no?
—Así es —dijo Demi inmediatamente, pensando en la sorpresa que iba a ser.

—Vuelve a verme en dos semanas —repitió Lou—, y te enviaré a Jack Howard en Victoria. Él es el mejor obstetra a quien conozco, y está mucho más cerca que Houston.
—Gracias, Lou.
—Estoy a tu disposición.

Demi volvió a casa en medio de una nube de temor, aprensión y alegría. Estaba segura de que estaba embarazada y de que, su matrimonio estaba por los suelos. Pero sabía lo que iba a hacer. Primero tenía que ir a Houston, encontrar un piso y un trabajo.

 Ya le había pasado a abogado toda la documentación 
relacionada con el testamento de su padre, así como la demanda de divorcio. Seguramente ya se los habría enviado a Joe a casa de la Sra. Collins en Corpus Christi, que estaba allí por la muerte de Bob. Había quemado sus puentes y no había vuelta atrás.

Consciente de lo que estaba pasando en Corpus Christi, Demi se puso para Houston la mañana siguiente, pensando en un futuro sin Joe.

Al mismo tiempo, un hombre alto, de ojos oscuros, le notificaba la demanda, haciendo que Joe maldijera hasta que se quedó ronco.

Joe cogió el teléfono, ajeno a la mirada sorprendida de Betty y marcó el número de teléfono del abogado, que también era amigo suyo.

—Lucas, ¿qué diablos pasa? —Exigió, agitando los papeles del divorcio ante el receptor—. ¡No te he pedido las escrituras al rancho, y tampoco recuerdo haber preguntado por nada referente a un divorcio!


—No, no, viejo amigo, cálmate, —dijo Lucas, con firmeza—. Ella me dijo que era lo mejor para ambos. Además, según parece, estás otra vez con Betty.

sábado, 13 de julio de 2013

Camino A La Fama Capitulo 2





Enemigos… Privados.

— ¡Es que digo…! ¿Te lo puedes creer?

Fiona Laberini abrió la boca en toda su longitud, incapaz de contener un bostezo. Los últimos seis días solo había oído quejas y apelativos bastante groseros acerca de un escritor. No es que no quisiera a su amiga, pero en pocas y tontas palabras, 
Demi tendía a exagerar las cosas.

— ¿Qué fue lo que hizo?—Se guardó el “esta vez” para no evidenciar su aburrimiento.

— ¡Pues! ¡¡Arr!!—El gruñido que dejó ir Demi, la hizo sonreír pero rápidamente lo oculto, pues su amiga le sacaría los ojos si notaba que se estaba burlando— ¡Es detestable!— Demi clavó sus opacos ojos chocolate en ella, por un instante pensó que estarían a un solo estimulo de estallar.

—No entiendo…dijiste que se mostró muy dispuesto en la reunión que tuvieron en el café. ¿Qué cambio?

— ¡Eso exactamente! No voy a trabajar con un manipulador, embustero. —Se apuntó el pecho con una mano—Yo sé muy bien lo piensa de mí, pero el muy bastardo le armó una bonita pantomima a Ann. Y ella por supuesto que lo compró todo ¡Todo! La muy perra parece enamorada de ese demonio.
Demi…—suspiró cansinamente— ¿No crees que exageras?

— ¡Por supuesto que no! En la reunión que tuvimos ayer, volvió a poner en escena el numerito de encantador hijo de perra…pero cuando estábamos despidiéndonos me murmuró al oído. “Más vale que te retractes o te hare retractar” ¡Me amenazó! 

¿Te lo puedes creer?—Su amiga no paraba de dar vueltas de un lado a otro en el apartamento, Fiona sacudió la cabeza sin entusiasmo. —Si piensa que yo me voy a echar para atrás, para que la bronca de los lectores caiga en mi espalda ¡Está muy equivocado!
— ¿Y qué piensas hacer entonces?

A la joven le chispeó la mirada, Fiona frunció el ceño en claro gesto de desacuerdo. Demi podía ser la persona más tranquila del mundo, pero cuando le tocaban una fibra sensible, saltaba dispuesta a dar batalla con todas sus armas.
—Yo no voy a retractarme, pero me asegurare de que él lo haga.

—Bueno mientras planeas tu venganza, estilo medio evo…—Levantó un papelito para alcanzárselo, Demi en ese momento había parado de dar vueltas pero aun parecía muy nerviosa. Fiona le había aconsejado que se diera un baño de inversiones para calmar los nervios, pero la chica parecía incluso más volátil.
— ¿Qué es esto?—preguntó, notando finalmente la presencia del papel que le extendía.

—Un amigo tuyo llamó mientras te bañabas…un tal Joseph, dijo que te esperaba en su estudio a las 2pm y que no llegaras tarde…

— ¿¡Joseph!?—Fiona sonrió por su expresión, Claire había palidecido al menos dos tonos.
—Sí… ¡Hey! no me dijiste que estabas viéndote con alguien.
— ¿Acaso no me escuchaste quejarme de él en la última semana?—Ella negó lentamente sin comprender, hasta que sus neuronas hicieron sinapsis.

—Aguarda un momento ¿Ese Joseph es Rhone? —Su voz era la viva expresión de la incredulidad. ¡Había hablado con Rhone! Su madre no se lo creería.

— ¿¡Quién más si no!?—exclamó una exasperada Demi, sacando a relucir su genio de ogro. Fiona se encogió en si misma ¿Cómo esperaba que ella lo supiera?

— ¡No lo puedo creer!—Le importó poco la molestia de su amiga, pues había hablado por teléfono con el escritor más famoso y ovacionado de Inglaterra. Que la partiera un rayo, ella había oído la voz de Rhone. — ¡Demi! ¡Hable con sir Rhone! Mi madre se hará en los calzones, cuando se lo diga.

—No es la gran cosa—masculló su amiga, comprendiendo al fin el motivo de su júbilo.

— ¡Claro que lo es! Si tú no cabías es ti misma, cuando supiste que lo conocerías.
—Pues me retracto de haber sido tan estúpida, es un genio…pero incluso los genios pueden ser idiotas.

— ¿Qué dices? Estoy segura que solo fue tu impresión.
— ¡A la mierda las impresiones! Yo no me imagino, sus amenazas murmuradas—Fiona la miró con una mueca.

—Te comportas como una cría, tienes la posibilidad de codearte con una celebridad, con el mejor escritor del momento…

—Muchas gracias…—musitó su amiga, claramente ofendida.
—Oh cariño, sabes que admiro tremendamente tu talento. Y por eso tienes que aprovechar esta oportunidad, dos grandes mentes no se unen todos los días.


Demi observó fijamente los limpios y sinceros ojos verdes de Fiona, ella tenía razón. Se estaba comportando como una chiquilla, cuando podría conseguir mucho de esta experiencia. Tan solo debía soportar a Joseph, pues lo único que a ella debía importarle era tratar con Rhone. 

No con el arrogante, déspota y ególatra que se mostraba al mundo, si no con la mente brillante que había creado los mejores casos policiacos, llenos de misterio y acción. Ese hombre debía conocer, siempre y cuando pudiera mantenerse lejos de aquel demonio de ojos azules, ella estaría bien.
—De acuerdo—suspiró— ¿Cuál es la dirección de su estudio?
Fiona enarcó una ceja contrariada.

—Dijo que tu sabrías a donde ir—La boca de Demi cayó hasta el piso y ella incapaz de mantenerse imperturbable, soltó una maldición al cielo y a ese hijo de su mala madre.

— ¡No sé dónde queda!—exclamó.
Porque por supuesto que él lo había hecho apropósito. La haría faltar a esa importante reunión, para que pareciera que a ella no le importaba.  

—Tranquila Demi, son las once…estoy segura que hallaremos su dirección para las 2pm.

Pero Demi estaba dispuesta a hacer mucho más que solo encontrarlo, una vez que lo tuviera en frente. Lo degollaría. No, eso era muy asqueroso. Mejor lo pateaba en la espinilla…o en la entrepierna. Dios sabía que esa clase de personas, no debía perpetuar linaje.
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—Por supuesto que lo hice Josh, pero al parecer ella tuvo mejores cosas que hacer.
Joseph por instinto, observó el reloj colgado en la pared. Eran las 2:25 y afortunadamente, la única persona presente en ese estudio era él.

—En realidad no lo comprendo, sé que no dimos una muy buena primera impresión. Pero te disculpaste ¿verdad?
—Sí—hizo una mueca al recordar aquel suceso.

No lo enorgullecía en lo más mínimo tener que estar sonriéndole a la viuda negra, pero siempre y cuando la mantuviera lejos, Joseph sabía que no se vería obligado a escribir en conjunto con ella. Solo tenía que mantener su rostro angelical frente a la tal Ann y cualquier cosa que decía, parecía ser obra del gran creador. Sabía que esa actitud exasperaba a Demi, pero eso le valía poco. 

Tenía que quitarla de su camino a como dé lugar y para esto Joseph había adoptado una actitud pasiva, al menos en apariencia. Pues para Josh y Ann, él parecía ser el hombre más dispuesto para el trabajo. Mientras que a cada oportunidad que tenía, se encargaba en desestimar a la viuda negra. Era cuestión de tiempo, para que Demi pidiera cancelar aquella locura. Joseph debía ser paciente, jugar bien sus cartas y se libraría de la molestia con todo y una nominación.

—Bueno tal vez se retrasó. —prorrumpió su amigo intranquilo.
Él finalmente halló su caja de jugo y se bajó un buen trago, mientras del otro lado de la línea su interlocutor murmuraba posibles razones.

—Vamos Josh, ella no se mostró dispuesta en ninguna de nuestras reuniones…creo que está claro. No quiere hacer esto y yo no quiero obligarla.

—Pero Ann me dijo que Demi ya tenía un capítulo redactado, seguramente debe ser algo mas. — Maldición, pensó Joseph.

Tenía que convencer a Josh de que la chica no tenía interés, pues él no podía ponerse en el plan de negarse. Eso sólo le quitaría puntos.

—Soy un hombre paciente, trabajare con ella. Sabes que no te fallaré. —Mientras decía esto, miraba su reflejo ausente en el vidrio de la ventana—Pero tampoco quiero ser un déspota…

—Cualquiera que lo escuchara creería que era la persona más considerada del mundo. —No siento que ella este cómoda en mi presencia y no me gustaría forzarla a la situación—Si no lo nominaban para el nobel, el Oscar se lo tenía más que ganado con esa actuación.

—Es cierto amigo, pero ¿Podrías esperarla una hora más? Si no se aparece, llámame que yo me pondré en contacto con Ann. Tampoco voy a permitir que la muchacha te desaire.

Su buen y protector agente, Joseph sonrió ampliamente frente a sus palabras. Nadie podía negar que Josh no lo quisiera. Estaba dispuesto a protegerlo de las maquinaciones de aquella chiquilla obtusa. Joseph era un sinvergüenza afortunado, de eso ya no le cabía duda.

—Gracias Josh, no quiero fastidiarte con estas cosas…la esperare una hora más. Estoy deseando encontrarme con ella, anoche tuve unas ideas que serían estupendas para la historia. —Eso no era una completa mentira después de todo, la noche anterior se había dormido con uno de los libros de Demi en sus manos. Y su mejor idea llegó al momento de planear un funeral para la protagonista, sin duda los lectores se sorprenderían con ese giro.

—Bien muchacho, compórtate. —Y así la conversación dio por finalizada.
Joseph se metió el móvil en el bolsillo y volvió a espiar la hora. Ese mediodía lo había desperdiciado respondiendo algunas cartas importantes, por lo que aún estaba sin comer. No iba esperar una hora para alimentarse y en aquel lugar no había ni una mísera galleta.
—A la mierda.

Se dijo encogiéndose de hombros, tomó su billetera y salió a comer. La chica jamás llegaría, pues él nunca se había molestado en darle la dirección. Sabía que ella era lo suficientemente orgullosa como para llamar a Josh y en lo que concernía a Ann, ella tampoco sabía dónde quedaba su estudio. Todo listo. Ella no se presentaba y él quedaba como la pobre víctima, al que habían dejado plantado. Sí, esa era una buena línea para incluir en su disculpa pública a los lectores.

“La impetuosa Demi Manfory, le había vuelto la cara cuando más deseaba trabajar con ella”
Eso lo haría lucir estupendo y si esas palabras no llamaban la atención de los hombres del nobel, nada lo haría. Tan solo necesitaba publicidad, pues el mundo entero sabía que no se era requerimiento ser un gran escritor. Solo alguien reconocido. Y Joseph lo era, pero no lo suficiente. No aun por lo menos.

Cerró la puerta detrás de sí, mientras entonaba una alegre melodía con sus labios. Había dispuesto las cosas para que quedaran perfectas, tal vez luego le enviaría algún obsequio a Demi por su aporte.

 Después de esto ella ya no sería competencia para él, pues no había nada que odiaran más los lectores que a un escritor altanero y soberbio.

Llegó a su restaurante favorito quince minutos antes de las tres, por supuesto que comió con deliberada lentitud e incluso se permitió degustar uno de los vinos de la casa. Volvería al estudio a eso de las cinco, para llamar a Josh y actuarle que había estado esperando a la chica por horas; y que ella ni siquiera había tenido el detalle de telefonearlo. Esa sería la cereza de su pastel, Demi quedaría como la mala de la película y él como la humilde víctima.

En algún momento el vibrar de su celular, lo abstrajo de su regocijo. Joseph espió el número de la pantalla, confirmando que solo se trataba de su agente.

Se imaginó que lo llamaba para verificar si la reunión, había podido llevarse a cabo. Pero Joseph no tenía ganas de interrumpir, su momento de catarsis hablando de aquella mujercita. Apagó el aparato y volvió a guardarlo en su bolsillo. Tenía media hora más de espera, lo mejor sería afrontarla con otro dulce vino. Y así lo hizo, la manecilla grande del reloj llegó finalmente al número doce, mientras la pequeña se detenía a hacer su siesta en el cinco. Tiempo de regresar se dijo a sí mismo, mientras pedía la cuenta.

— ¿Joseph Rhone?—instó una voz extraña, a una corta distancia obligándolo a clavar sus ojos en la persona que hablaba.

— ¿Si?—Lo miró con desconfianza, no conocía a ese hombre, ni tampoco a los otros dos uniformados que lo acompañaban.

— ¿Tendría la amabilidad…?—Le hizo un gesto para que se pusiera de pie, Joseph no pudo evitar ver el arma que se descubrió bajo su saco al realizar aquel ademan.
— ¿Por qué?—La desconfianza ya hasta se podía palpar en su voz.
—Soy el agente Landock y usted señor, ha sido notificado como persona desaparecida.


— ¿¡¡Qué!!?—chilló con ojos desorbitados. ¿Desaparecido? ¡Oh esa arpía se lo iba a pagar! ¡Iba a matarla!