sábado, 22 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 19



Observé la cara contorsionada de risa mientras una cólera impotente me invadía. Sin quererlo, apreté los puños y, de golpe, tiré mi cuchara por la ventana en dirección a él. Voló en silencio, inofensiva, brillando en la noche.

Al día siguiente, la clase de literatura se interrumpió por misericordia divina justo cuando la señora McCraken me estaba haciendo una pregunta sobre Beowulf, el poema medieval.
— Vengan, vengan —llamó Rose Smith asomándose a la puerta —. ¡Es el Día del Clavel!

El Día del Clavel es un día en el que la gente, en forma anónima o no, hace que le lleven una flor a cualquier persona del colegio, en la tercera hora. Los claveles vienen en tres colores: Blanco por la amistad, Rojo por el amor, y Rosa por un admirador secreto.

Rose entró con un carrito lleno de flores. Entregar los claveles es una de sus muchas obligaciones en su carácter de capitana del grupo femenino de hinchas en las competencias deportiva.

— Presten atención y no se impacienten — Pidió, y consulto su lista. Lo dijo como si nos estuviéramos amontonando a su alrededor, pidiendo claveles a gritos, cuando en realidad todos esperábamos lo más tranquilos.

La vida de Rose está dedicada íntegramente a mejorar su imagen. Rose espera que cada chico que salga con ella la haga más popular. Y que cada clase que tome la haga parecer más inteligente. 

Cada vez que saluda a alguien, tiene la esperanza de que eso la haga parecer más sociable. Cada vestido que se compra debe elevarla a la categoría de árbitro de la moda.

Lo sé porque estuve con ella desde el jardín de infantes, y antes del jardín de infantes estuvimos en la misma guardería, y antes de eso, nacimos juntas en el mismo hospital. Pero a pesar de tanta historia compartida, 

Rose nos descartó a mí y a otros amigos cuando quedó claro que no íbamos a contribuir a mejorar su rating de popularidad, y ahora solo nos habla cuando podemos hacerle un favor.

Por ejemplo, en ese mismo instante estaba leyendo mi nombre como si no tuviera la menor idea de quién era yo.

— ¿Demi Merrill? ¿Demi? ¿Demi?
— Estoy aquí, Rose — dije, y levanté la mano.

Rose recorrió el pasillo con un revoloteo de su corta falda roja de capitana.
— Tres claveles rojos y uno blanco para ti, Demi — dijo al ponerlos sobre mi banco.
Supe sin necesidad de mirar que mis claveles eran de Katie.

 Como también sabía que Katie iba a recibir lo mismo de mí. Se trataba de un viejo pacto entre ella y yo, en el sentido de que debíamos protegernos por si no recibíamos ningún clavel. En realidad yo era la única que necesitaba esa protección; Katie siempre parecía tener un grupo de admiradores secretos.

— ¿ Joseph Conner? — llamó Rose — Tienes…
— No, Gracias — La interrumpió Joseph en tono indiferente a mi espalda. Brad Hopkins se las había arreglado para abandonar la clase después de la catástrofe de La Odisea, y ahora Joseph se sentaba en el banco de atrás. 

— No me interesa aceptarlos.
— Pero tienes cinco claveles rojos — Protestó Rose.

Miré con atención las flores que rose le mostraba a Joseph. ¿En serio tenía cinco claveles rojos? ¿Tenía cinco admiradoras o todos provenían de la misma chica? ¿De quién serían?

Pero Joseph no parecía sentir curiosidad.
— Elijo no aceptarlos — Repitió, paciente —. Por favor, dáselos a otro.
—Pero…
— Por favor.

Rose se encogió de hombros.
— ¿Katie Crimson? ¿Katie? ¿Katie?

Atravesó la habitación, y yo me di vuelta, en verdad intrigada.
— ¿Por qué no quisiste los claveles?

Joseph se encogió de hombros.
— No me gusta el Día del Clavel.
Levanté una ceja.

— ¿Qué tiene de malo para que no te guste?
— Pienso que es injusto.

— ¿injusto? — Me sorprendí —. ¿Para quién? ¿Te refieres a la gente pobre? Los claveles no cuestan casi nada y, además, las ganancias van a la sociedad norteamericana del cáncer.

Joseph me miró con una sonrisa sardónica.
— Ah — dijo —. De modo que todo se hace en nombre de la beneficencia, ¿no es así?
Yo monté en cólera.

— No solo en nombre de la beneficencia. De veras damos ese dinero para beneficencia. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 18




Qué pasa? Mamá pareció sorprenderse el letrero decía que era un lugar donde se recolectaban fondos, de modo que me detuve y me hice lavar el auto.
Querida, Guardianes de la Democracia es un club falso le explicó papá Además yo hice lavar el auto el sábado.

Caramba, ¿Cómo descubriste que era un club falso? pregunté.
Mi padre suspiró.

Los consejeros escolares se están volviendo locos respondió Parece que a todo chico que se afilia al club lo nombran presidente, sólo para que quede bien en los formularios de ingreso a la universidad.
Me aclaré la garganta.

Pensé que se necesitaba respaldo oficial para incluir algo en un formulario.
Lo tiene dijo papá en pocas palabras Al Kildaire es el benefactor del club.
Puse los ojos en blanco. El señor Kildaire es un profesor maduro pero de aspecto juvenil, uno de los pocos hippies que quedan, que está desesperado por tener chicos como él. Ya conocen el tipo: se disfraza en noche de brujas, se pone el Kilt en San Patricio, da clases en el jardín cuando hace calor.

¿Por qué se están volviendo locos los consejeros? preguntó Anne. Siempre está muy interesada en todo lo relacionado con el colegio secundario y la forma en que la gente se comporta allí. Creo que espera tener todo claro incluso antes de que le toque ir.
Porque la gete que se integre al club va a parecer tan buena como la que realmente estudió duro explicó mi padre.

Mamá frunció el ceño.
Creo que estás exagerando dijo sin darle importancia Veamos, ¿Cuántos chicos se inscribieron de veras en ese club?

De acuerdo con los datos de esta tarde, quinientos quince.
¡Quinientos quince! exclamé ¡Hace dos días ese club ni siquiera existía!
Lo sé, pero las noticias se están propagando a toda velocidad dijo papá Al parecer, todo lo que uno debe hacer es firmar una hoja de papel que tiene Joseph y a se convierte en socio del club.

¿No puedes hacer que el señor Kildaire le retire su apoyo? pregunté desesperada. Pensé en la pobre Katie, que cierta vez se pasó un semestre soportando que abusaran de su cerebro en el club de ajedrez, sólo para mejorar sus antecedentes y completar mejor el formulario de ingreso a la universidad.

 ¿Y yo? ¿Yo, que pasé horas y horas en la banda de la escuela, tocando la flauta en primera fila mientras el señor McDermott gritaba y desparramaba saliva por encima de todos los instrumentos de viento? ¿Yo, y todos esos meses en el equipo de tenis congelándome con esa faldita corta?

 ¿Y todas esas aburridas reuniones a las que tuve que asistir para la Sociedad Nacional de Honor, mientras la profesora de latín, la señora Ronald, se rascaba con el puntero? Por supuesto, en cierto modo disfrutaba de todas esas actividades, pero no habría tenido tanto aguante de no ser por mis formularios de ingreso. Y ahora parecía que podía haber llevado una vida fácil y, sin embargo, estar capacitada para incluir la actividad de Guardianes de la Democracia, Presidenta.

Temo que no puedo ni pensar ni pensar en sacar a Al Kildaire de ese proyecto dijo papá_ está encantado con él. Nunca ha sido tan popular; los chicos le dan palmaditas en la espalda y lo felicitan. Además parece que Joseph lo convenció de que el Club de veras va a realizar algo bueno.

Bueno estoy segura de que así será _ dijo mamá con suavidad Después de todo se dedican a lavar autos.

Mamá _ dije exasperada eso es para juntar fondos y organizar una fiesta.
¿Estás segura? _ dijo ella al levantarse para sacar los platos de la mesa A mí me pareció todo muy lícito, y ese Joseph no dejó de hablar y hablar de buenos emprendimientos.


Suspiré enojada y llevé mi bol de helado a la cocina. Miré por la ventana y vi a Joseph sentado en su sala, matándose de risa por algo que había en la televisión. De repente, recordé que él me había pedido ser vicepresidenta de un club en donde todos los demás eran… ¡presidentes! 

Mi Adorable Rebelde capitulo 17



No, se descubrió que había algo alguna bacteria en la comida, y todos estábamos inmunizados porque, sin saberlo, la habíamos estado comiendo durante años, pero el chico nuevo no estaba inmunizado y tendrías que haber visto…
Miré a Joseph a los ojos.

Esa historia no tiene un solo detalle que te disculpe.
Bruce pareció sentirse absurdamente complacido, como si yo acabara de hacerle un enorme cumplido.

Lo se_ dijo sin preocuparse Escucha, quiero preguntarte algo.
No, yo no llama a la policía la noche de tu fiesta me adelanté, y di vuelta una página de mi libro de español.

No era eso dijo Joseph Ya sé que no llamaste a la policía. Fue la señora Hewllet. Me enteré porque también llamó a mis padres. ¿Por qué iba a pensar que habías sido tú?

Lo miré con expresión inflexible. De repente, su conversación con Marty volvió a mi mente con asombrosa claridad. Con Demi es como sentir una vigilancia constante… es un caso agudo de síndrome de hija del director. El recuerdo hizo que me ardiera la cara.

Joseph me miraba atentamente, con un alteo extraño en la profundidad de sus ojos.
¿Demi? dijo con voz suave ¿Qué pasa?
Sacudí la cabeza. No iba a darle la satisfacción de hacerle saber que había oído ese diálogo humillante.
Nada.

Él se encogió de hombros.
Bueno, lo que quería preguntarte dijo con lentitud mientras comía el postre de Katie era si querías ser vicepresidenta del club que voy a fundar.
Entrecerré los ojos.
¿Qué clase de club? ¿Está auspiciado por el colegio?
Pareció interesado.

¿Qué quieres decir?
Quiero decir, ¿Tiene el respaldo de algún profesor o de… bueno, ya sabes, un entrenador o algo por el estilo?
Joseph frunció el ceño.
No sabía que necesitaba eso.

Lo necesitas, si quieres que figure en los formularios para ingresar a la universidad aclaré ¿Qué clase de club dijiste que era?
Todavía no lo sé.
¿Qué nombre tiene?
Todavía no lo elegí.

Bueno, ¿qué va a hacer el club? pregunté exasperada.
Hizo un gesto con la mano como para descartar el tema.
Nada importante, salvo que pensé quesería bueno tener una especie de fundación para recaudar fondos a fin de dar una fiesta.

¿Quién va a dar dinero a un grupo de chicos para dar una fiesta? quise saber.
Bueno, obvio que no le diré a nadie para que estoy recaudando fondos dijo Joseph con paciencia Pero no creo que nadie haga preguntas. Por ejemplo, cuando compras en una venta de tortas. ¿Interrogas a la persona que te las vende?
No, pero…

Es por eso que el club necesita un nombre realmente bueno dijo Joseph En tu calidad de vicepresidenta, ¿puedes hacer alguna sugerencia?

Mira dije mientras me levantaba y recogía mis libros no voy a ser vicepresidenta de ningún club que sea tan deshonesto y carente de escrúpulos.

Epa reaccionó Joseph sin irritarse No te pedí un análisis moral del proyecto. Es sí o no. ¿Quieres ser vicepresidenta o no?
¡No! le grité ¡No! ¡No!
La gente se dio vuelta para mirarnos.

¿Podrías hablar más fuete? dijo él con una sonrisa No te oí bien.
Dos noches más tarde, después del postre, mamá comentó al pasar.
Por fin conocí al chico que se mudó a la casa de enfrente. Parece muy buena persona.

¿Joseph Conner? pregunté mientras pasaba la cuchara por el fondo de mi plato de crema.
Oh, ¿ese es Joseph Conner? dijo mi madre No sabía que era justamente él de quien siempre estás hablando.
Pareció reflexionar.

No estoy siempre hablando de él protesté ruborizada.
¿Dónde lo viste? preguntó papá.

Pasé por un lavadero de autos dijo mamá lamiendo su propia cuchara Un club llamado Guardianes de la Democracia.

Papá y yo gemimos al unísono. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 16



En silencio, trabajamos con el gusano durante unos minutos. La cosa o era tan terrible. Probablemente lo habían conservado en formaldehido durante veinte años y estaba tan flexible y contrahecho que ni siquiera parecía una animal de verdad… o un invertebrado de verdad, para el caso.

Trabajar con Joseph tampoco resultó tan malo como pensaba. Era muy concienzudo, tomaba notas, e incluso rotulaba mis dibujos a medida que le dictaba los nombres. Por cierto, mi situación era mejor que la de Rose, que se encontraba junto a nosotros criticando a Bobby Weller. Bobby parecía hipnotizado por el movimiento del agitador, que disolvía Sulaco de cobre para la clase de química de la quinta hora con la boca un poco abierta.

Bueno, bueno, bueno exclamó Joseph ligeramente sorprendido Acabas de aplastarle el cerebro. Tenía entendido que no quería saber nada con cerebros.
¿Eso es el cerebro? Llena de dudas miré de soslayo la punta de las pinzas ¿cómo lo sabes? Es tan chiquito.

Bueno, no creo que los gusanos tengan muchos pensamientos repuso Joseph Pero claro, tampoco los tendrías tú si lo único que hicieras fuese arrastrarte por el suelo todo el día.

Examinamos juntos el cerebro destruido del gusano, pegado a mis pinzas. De repente, me di cuenta de que nunca había estado tan cerca de Joseph. Provocaba una sensación extraña, como cuando una ve a una celebridad en persona. Éramos de la misma estatura, y pude notar que sus espesas pestañas marrones eran doradas en las puntas. Su cutis estaba realmente libre de granos una gran hazaña en el colegio secundario y era casi oliváceo. 

Por primera vez vi que tenía pómulos salientes. Sabía que cualquier chica se habría derretido por esos pómulos: me pregunté si tendría hermanas y si tendrían pómulos parecidos. Pero no podía pensar en ningún familia de Joseph. Parecía, tan único, tan él mismo que no lograba imaginar a nadie con sus rasgos.

Noté que los penetrantes ojos de Joseph me examinaban con una expresión vigilante que no pude reconocer bien.

Escuche, Sonrisita dijo en voz baja, sin dejar de mirarme.
¿sí? respondió el profesor de inmediato. Ni me había dado cuenta de que estaba al lado de nosotros.

Demi quiere decirle algo dijo Joseph. Todavía estaba cerca de mí y me miraba con fijeza.
¿Qué pasa? preguntó Sonrisita.
Quiere decirle… Joseph desvió los ojos y se alejó de mí para ocuparse del equipo de laboratorio Quiere decirle que está muy contenta de que nos haya puesto como compañeros de laboratorio.

Yo quedé boquiabierta. ¡Cómo se atrevía a avergonzarme así!
Me encanta oír eso dijo Sonrisita radiante, y me hizo un rápido gesto con sus cejas espesas.

Al día siguiente, a la hora de almorzar, estaba repasando para la prueba d español cuando escuché que una voz conocida preguntaba con burlona cortesía: ¿Este asiento está ocupado?-

Supe que era Joseph aun antes de levantar la vista. Lo había visto más temprano en la mesa de Alex Chase y Marty Richards la cual, da la casualidad, es la más popular de la cafetería. Él solo pensarlo me provocó un familiar aleteo de celos: Joseph tenía una multitud de amigos.
Si dije.
De todos modos se sentó frente a mí en el lugar que Katie había dejado libre cinco minutos antes y miró su bandeja.

Supongo que debería decir: ¿Este almuerzo es de alguien?. Caramba una hamburguesa. Ya comí salsa de ají.
Tomó la hamburguesa y le dio un mordisco.
Yo me estremecí.

No seas grosero. No sabes de quien es la comida ni porqué la dejaron.
Es verdad siguió masticando Aunque está riquísima me miró ¿Crees que los camareros coman las sobras de tu plato cuando le llevan de vuelta a la cocina?
Nunca pensé en eso dije con frialdad, repentinamente segura de que no iba a pensar en otra cosa cada vez que comiese afuera.

Y además continuó Joseph entre bocado y bocado de la hamburguesa de Katie ¿Qué me dices si de veras le gusta lo que estás comiendo y esperan unas migajas, y tú sales pidiéndoles que te devuelvan los restos para llevárselos al perro?
Sacudí la cabeza por toda respuesta mientras observaba como Joseph hacía desaparecer el almuerzo de Katie.

¿Cómo puedes comer eso? _ pregunté_ yo odio las hamburguesas del colegio.
Claro, pero tendrías que haber ido al colegio que iba antes dijo Joseph ¿Quieres oír la historia del chico nuevo que comió pizza y se descompuso, y nadie podía imaginar la causa porque muchas personas habían comido la misma pizza y nadie se descompuso?

¿Tenía gripe? traté de adivinar.