sábado, 22 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 17



No, se descubrió que había algo alguna bacteria en la comida, y todos estábamos inmunizados porque, sin saberlo, la habíamos estado comiendo durante años, pero el chico nuevo no estaba inmunizado y tendrías que haber visto…
Miré a Joseph a los ojos.

Esa historia no tiene un solo detalle que te disculpe.
Bruce pareció sentirse absurdamente complacido, como si yo acabara de hacerle un enorme cumplido.

Lo se_ dijo sin preocuparse Escucha, quiero preguntarte algo.
No, yo no llama a la policía la noche de tu fiesta me adelanté, y di vuelta una página de mi libro de español.

No era eso dijo Joseph Ya sé que no llamaste a la policía. Fue la señora Hewllet. Me enteré porque también llamó a mis padres. ¿Por qué iba a pensar que habías sido tú?

Lo miré con expresión inflexible. De repente, su conversación con Marty volvió a mi mente con asombrosa claridad. Con Demi es como sentir una vigilancia constante… es un caso agudo de síndrome de hija del director. El recuerdo hizo que me ardiera la cara.

Joseph me miraba atentamente, con un alteo extraño en la profundidad de sus ojos.
¿Demi? dijo con voz suave ¿Qué pasa?
Sacudí la cabeza. No iba a darle la satisfacción de hacerle saber que había oído ese diálogo humillante.
Nada.

Él se encogió de hombros.
Bueno, lo que quería preguntarte dijo con lentitud mientras comía el postre de Katie era si querías ser vicepresidenta del club que voy a fundar.
Entrecerré los ojos.
¿Qué clase de club? ¿Está auspiciado por el colegio?
Pareció interesado.

¿Qué quieres decir?
Quiero decir, ¿Tiene el respaldo de algún profesor o de… bueno, ya sabes, un entrenador o algo por el estilo?
Joseph frunció el ceño.
No sabía que necesitaba eso.

Lo necesitas, si quieres que figure en los formularios para ingresar a la universidad aclaré ¿Qué clase de club dijiste que era?
Todavía no lo sé.
¿Qué nombre tiene?
Todavía no lo elegí.

Bueno, ¿qué va a hacer el club? pregunté exasperada.
Hizo un gesto con la mano como para descartar el tema.
Nada importante, salvo que pensé quesería bueno tener una especie de fundación para recaudar fondos a fin de dar una fiesta.

¿Quién va a dar dinero a un grupo de chicos para dar una fiesta? quise saber.
Bueno, obvio que no le diré a nadie para que estoy recaudando fondos dijo Joseph con paciencia Pero no creo que nadie haga preguntas. Por ejemplo, cuando compras en una venta de tortas. ¿Interrogas a la persona que te las vende?
No, pero…

Es por eso que el club necesita un nombre realmente bueno dijo Joseph En tu calidad de vicepresidenta, ¿puedes hacer alguna sugerencia?

Mira dije mientras me levantaba y recogía mis libros no voy a ser vicepresidenta de ningún club que sea tan deshonesto y carente de escrúpulos.

Epa reaccionó Joseph sin irritarse No te pedí un análisis moral del proyecto. Es sí o no. ¿Quieres ser vicepresidenta o no?
¡No! le grité ¡No! ¡No!
La gente se dio vuelta para mirarnos.

¿Podrías hablar más fuete? dijo él con una sonrisa No te oí bien.
Dos noches más tarde, después del postre, mamá comentó al pasar.
Por fin conocí al chico que se mudó a la casa de enfrente. Parece muy buena persona.

¿Joseph Conner? pregunté mientras pasaba la cuchara por el fondo de mi plato de crema.
Oh, ¿ese es Joseph Conner? dijo mi madre No sabía que era justamente él de quien siempre estás hablando.
Pareció reflexionar.

No estoy siempre hablando de él protesté ruborizada.
¿Dónde lo viste? preguntó papá.

Pasé por un lavadero de autos dijo mamá lamiendo su propia cuchara Un club llamado Guardianes de la Democracia.

Papá y yo gemimos al unísono. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 16



En silencio, trabajamos con el gusano durante unos minutos. La cosa o era tan terrible. Probablemente lo habían conservado en formaldehido durante veinte años y estaba tan flexible y contrahecho que ni siquiera parecía una animal de verdad… o un invertebrado de verdad, para el caso.

Trabajar con Joseph tampoco resultó tan malo como pensaba. Era muy concienzudo, tomaba notas, e incluso rotulaba mis dibujos a medida que le dictaba los nombres. Por cierto, mi situación era mejor que la de Rose, que se encontraba junto a nosotros criticando a Bobby Weller. Bobby parecía hipnotizado por el movimiento del agitador, que disolvía Sulaco de cobre para la clase de química de la quinta hora con la boca un poco abierta.

Bueno, bueno, bueno exclamó Joseph ligeramente sorprendido Acabas de aplastarle el cerebro. Tenía entendido que no quería saber nada con cerebros.
¿Eso es el cerebro? Llena de dudas miré de soslayo la punta de las pinzas ¿cómo lo sabes? Es tan chiquito.

Bueno, no creo que los gusanos tengan muchos pensamientos repuso Joseph Pero claro, tampoco los tendrías tú si lo único que hicieras fuese arrastrarte por el suelo todo el día.

Examinamos juntos el cerebro destruido del gusano, pegado a mis pinzas. De repente, me di cuenta de que nunca había estado tan cerca de Joseph. Provocaba una sensación extraña, como cuando una ve a una celebridad en persona. Éramos de la misma estatura, y pude notar que sus espesas pestañas marrones eran doradas en las puntas. Su cutis estaba realmente libre de granos una gran hazaña en el colegio secundario y era casi oliváceo. 

Por primera vez vi que tenía pómulos salientes. Sabía que cualquier chica se habría derretido por esos pómulos: me pregunté si tendría hermanas y si tendrían pómulos parecidos. Pero no podía pensar en ningún familia de Joseph. Parecía, tan único, tan él mismo que no lograba imaginar a nadie con sus rasgos.

Noté que los penetrantes ojos de Joseph me examinaban con una expresión vigilante que no pude reconocer bien.

Escuche, Sonrisita dijo en voz baja, sin dejar de mirarme.
¿sí? respondió el profesor de inmediato. Ni me había dado cuenta de que estaba al lado de nosotros.

Demi quiere decirle algo dijo Joseph. Todavía estaba cerca de mí y me miraba con fijeza.
¿Qué pasa? preguntó Sonrisita.
Quiere decirle… Joseph desvió los ojos y se alejó de mí para ocuparse del equipo de laboratorio Quiere decirle que está muy contenta de que nos haya puesto como compañeros de laboratorio.

Yo quedé boquiabierta. ¡Cómo se atrevía a avergonzarme así!
Me encanta oír eso dijo Sonrisita radiante, y me hizo un rápido gesto con sus cejas espesas.

Al día siguiente, a la hora de almorzar, estaba repasando para la prueba d español cuando escuché que una voz conocida preguntaba con burlona cortesía: ¿Este asiento está ocupado?-

Supe que era Joseph aun antes de levantar la vista. Lo había visto más temprano en la mesa de Alex Chase y Marty Richards la cual, da la casualidad, es la más popular de la cafetería. Él solo pensarlo me provocó un familiar aleteo de celos: Joseph tenía una multitud de amigos.
Si dije.
De todos modos se sentó frente a mí en el lugar que Katie había dejado libre cinco minutos antes y miró su bandeja.

Supongo que debería decir: ¿Este almuerzo es de alguien?. Caramba una hamburguesa. Ya comí salsa de ají.
Tomó la hamburguesa y le dio un mordisco.
Yo me estremecí.

No seas grosero. No sabes de quien es la comida ni porqué la dejaron.
Es verdad siguió masticando Aunque está riquísima me miró ¿Crees que los camareros coman las sobras de tu plato cuando le llevan de vuelta a la cocina?
Nunca pensé en eso dije con frialdad, repentinamente segura de que no iba a pensar en otra cosa cada vez que comiese afuera.

Y además continuó Joseph entre bocado y bocado de la hamburguesa de Katie ¿Qué me dices si de veras le gusta lo que estás comiendo y esperan unas migajas, y tú sales pidiéndoles que te devuelvan los restos para llevárselos al perro?
Sacudí la cabeza por toda respuesta mientras observaba como Joseph hacía desaparecer el almuerzo de Katie.

¿Cómo puedes comer eso? _ pregunté_ yo odio las hamburguesas del colegio.
Claro, pero tendrías que haber ido al colegio que iba antes dijo Joseph ¿Quieres oír la historia del chico nuevo que comió pizza y se descompuso, y nadie podía imaginar la causa porque muchas personas habían comido la misma pizza y nadie se descompuso?

¿Tenía gripe? traté de adivinar. 

lunes, 17 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 15



Asigné a cada uno de ustedes un compañero de laboratorio.
La noticia fue recibida con un coro generalizado de gemidos. Todos saben que Sonrisita desea que cada pareja de compañeros de laboratorio esté integrada por un chico y una chica a fin de vigilar sus movimientos y ver si se enamoran, o se besan, o hacen lo que sea que espera que hagan.

Se que suena raro, pero es la verdad. El primer día de clase, sonrisita había dicho: ¿Por qué no se mezclan entre ustedes? Mañana vendré con un diagrama de sus asientos. De modo que tuvimos que sentarnos en distintos lugares mientras charlábamos y Sonrisita son observaba con ojos de halcón. 

Al día siguiente llegó corriendo con el diagrama, que tenía todo organizado en ¡adivinen! Parejas de chica y chico. No negaba que hacía eso como una especie de actividad casamentera.

De modo que al segundo día de clase me encontré sentada junto a Teddy Inman. Teddy Inman, es un chico más grande que repitió dos o tres veces y, si fuera posible, es aun más pervertido que el propio sonrisita. 

El año pasado lo suspendieron por traer ejemplares de Playboy al colegio vender páginas sueltas a los de primer año a cinco centavos cada una. Por si eso fuera poco en general es bastante siniestro: usa campera de cuero y siempre, y está adoptando actitudes insolentes y haciendo gestos despectivos. 

Ahora bien, imagínense a Sonrisita evaluando el asunto y pensando: Mmmm, creo que pondré a Demi con Teddy… ¡Tal vez hagan buenas migas!. Debo decir que no me hacía sentir muy bien la imagen que eso proyectaba de mi misma.

Bien, ahora escuchen todos: aquí están sus compañeros nos dijo sonrisita con voz de trueno Brad Hopkins, Juliet Miller.
Brad y Juliet intercambiaron miradas de agradecimiento. Siempre habían sido amigos.
Rose Smith y Bobby Weller.

Rose dedicó a Sonrisita una mirada asesina. Yo también lo habría hecho. ¿Se imaginan tener al lento de la escuela como compañero de laboratorio? Bobby pareció sorprenderse por el solo hecho de que habían pronunciado su nombre.
Swiss Kriss y Teddy Inman continuó sonrisita.

Teddy dirigió una mirada tétrica a Swiss Kriss, quien se veía evidentemente aterrorizada. No la culpé. No pasaría mucho tiempo antes que Teddy hiciera algo detestable, como por ejemplo apoyarle una mano en la pierna.
Sonrisita siguió poniendo a toda la clase en pareja. Por fin, me miró directo a la cara, con un brillo en los ojos.

Y por último, pero no por eso menos importantes, Demi Merill y Joseph Conner anunció con energía, antes de dejar a un lado la carpeta Y ahora, ¡vamos al laboratorio a disecar a esos gusanos!

Caminé aturdida hasta el laboratorio sin dejar de mirar hacia delante. Había estado tan interesada en los compañeros de los demás, que no me detuve a pensar en el mío.

Así que estaba atrapada con Joseph. En ese momento consideré que Teddy Inman o Bobby Weller eran compañeros de laboratorio muy atractivos.
Joseph estuvo junto a mí de un salto.

Bueno ¿no te parece una feliz coincidencia? dijo con alegría ¿o no es una coincidencia? Tal vez utilizaste tu influencia familiar para sobornar a sonrisita y tenerme de compañero.

Puse el escalpelo de mi equipote instrumentos contra su garganta.
Escucha dije con los dientes apretados Voy a ser tu compañera de laboratorio sólo si te guardas esos odiosos comentarios para ti y si haces todo el trabajo pesado.
Pareció reflexionar.
¿Qué entiendes exactamente por pesado?
Aparté el escalpelo.

Tocar los gusanos con las manos, incluso con guantes. Lo mismo vale para los sapos y los cerdos cuando lleguemos a ellos. Abrir los gusanos o los sapos, y en especial los cerdos. Secar la sangre que se derrame. Tocar todo aquello que una vez pudo haber sido el cerebro de algo.

Joseph frunció el ceño.
¿Entonces tú que harás?
Agité las pinzas de cirugía delante de sus ojos.
Escarbaré una vez que hayas terminado con la parte sucia, identificaré los órganos y todo eso.

Muy bien dijo él Trato hecho sus ojos brillaron Ahora, con respecto a callarme los comentarios odiosos, lo lamento, pero es mucho pedir.
Puse los ojos en blanco.

¡Que castigo! dije por lo bajo.
Abrimos la caja que contenía el gusano. Yo retrocedí ante el olor a formaldehído. En el fondo el gusano yacía rígido y como hecho de goma.
Oh constaté aliviada está muerto.
Por supuesto Joseph se echó a reír ¿Qué pensabas que primero tendríamos que darle un golpe en la cabeza?
Me sonrojé.
Bueno, no…

Me complace ver que ustedes dos se llevan bien dijo sonrisita detrás de nosotros. Ese es otro rasgo de sonrisita: uno casi nunca tiene problemas por hablar en clase, porque siempre piensa que uno esta flirteando, cosa que aprueba. Nos dedicó una ridícula sonrisa con todos sus dientes y siguió su camino.
¡Caramba! exclamó Joseph mientras se ponía los guantes de plástico.
Hay algo que anda muy mal en ese tipo.

Lo sé. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 14



¿Qué me dices de las apuestas sobre la edad de la señora McCracken? me interrumpió Bruce con una brillante sonrisa.
Tuve que parpadear.
¡Entonces fuiste tú!
Bueno, no dije eso exactamente…

Puse los ojos en blanco y me precipité por delante de él para atravesar el vestíbulo y llegar a la clase de arte dramático, una de mis favoritas. El profesor, el señor Munger, es un alma buena que alienta a todos sin tener en cuenta su capacidad para actuar y jamás regaña o sermonea. Además no teníamos pruebas escritas.

Hola a todo el mundo dijo el señor Munger con la voz ronca, una vez que estuvimos sentados Me duele la garganta así que les pido que se queden tranquilos y lean Doce hombres en pugna Se encogió de hombros O que se ocupen de la tarea para sus otras materias, o que charlen entre ustedes o hagan cualquier otra cosa.

Se sentó en su escritorio y comenzó a leer una revista de historietas de Batman. Yo estaba a punto de empezar mi tarea para matemática cuando se oyó un golpe en la puerta.
El señor Munger señaló a Rose Smith.
¿Qué? preguntó ella.

Di entre le ordenó el señor Munger, siempre con su vos ronca.
Rose se aclaró la garganta como si fuera a intervenir en un ensayo para el Teatro Nacional y dijo: ¡Entre! en forma tonta y dramática.

La puerta se abrió y entró un enorme tipo musculoso empujando una carretilla. También llevaba una tablita con un sujetapapeles
Ejercito de salvación anunció Vengo a recoger la máquina de hacer algodón de azúcar.

Sucede que el Colegio Secundario Knox tiene una de esas máquinas. O bien la tiene el señor Munger. Se la pasa haciendo algodón de azúcar en sus horas libres.
El señor Munger pareció sorprenderse.

Me temo que hay un error dijo con su ronquera yo no tengo una máquina de hacer algodón de azúcar.

El tipo del Ejército de Salvación miró a la máquina ubicada en un rincón.
El señor Munger sonrió con ironía.

Bueno, no tengo una que desee regalar se corrigió.
El tipo de Ejército de Salvación parecía estar harto.
Oiga, don, recibí la llamada y me vine hasta aquí.
El señor Munger alzó las cejas.

Yo no hice la llamada.
El tipo del Ejército de Salvación pareció reflexionar.
Bueno, alguien hizo una llamada.

Miré enseguida a Joseph. Resplandecía lleno de orgullo.
Oiga, no importa quien llamó dijo el hombre del Ejército de Salvación La cosa es que yo me vine hasta aquí. De todos modos, ¿qué están haciendo con la máquina? ¿Acaso una escuela es un lugar para eso?

Quise defender al señor Munger. Es cierto que hacer algodón de azúcar en el tiempo libre tal vez no sea del todo normal, y tal vez no contribuya a promover la causa de una educación más elevada, pero ¿a quién perjudicaba?

No a Joseph, con seguridad, a quien, era obvio, le encanaba causar problemas por el sólo placer de hacerlo.

El fornido señor del Ejército de Salvación se inclinó sobre el señor Munger.
¿No preferiría que muchos pobres tuvieran esa golosina?
Al señor Munger se lo vió perplejo.

Bueno, supongo… se animó de golpe, al parecer motivado por un espíritu comunitario. ¡Adelante llévesela! declaró con ademán grandioso Désela a los niños necesitados. ¡Me alegra donarla!

Suspiré. Supongo que donar una máquina de hacer algodón de azúcar es una buena idea, dentro de todo, pero no pude menos que pensar que el señor Munger extrañaría su máquina cuando llegara la quinta hora. Volví a mirar a Joseph, que trabajaba en su tarea de alemán con estudiada indiferencia.
Escuchen todos, el gran día ha llegado dijo sonrisita horas más tarde, con una sonrisa frenética.

Sonrisita es el profesor de bilogía, y el gran día al que aludía era nuestra primera clase en el laboratorio de disección. Por supuesto en su opinión, el día realmente grande sería el momento de llegar a la Unidad Ocho (reproducción). Sonrisita se desvive por enseñar educación sexual. El primer día de clase nos miró con expresión radiante y dijo: Sé que desean llegar a la unidad ocho con tanta ansiedad como yo, pero tendremos que esperar. Es un demente. 

Tiene esa sonrisa loca en la cara todo el tiempo, razón por la cual, nadie, ni quiere papá, deja de llamarlo Sonrisita. Fundamentalmente es una especie de pervertido, pero disfraza muy bien su perversión debajo del lenguaje académico, y yo creo que el colegio no puede despedirlo sólo por hablar mucho sobre estambres y pistilos y esperma y óvulos.

Sonrisita hojeó una pila de papales y nos miró radiante.