domingo, 9 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 6



Supongo que eso significa que será una fiesta entretenida comentó Katie.
Espero que el ruido no llegue hasta mis padres dije en tono de broma Podrían preguntarse qué es lo que pasa y darse una vuelta para investigar.

Nos acercamos a la severa casa de ladrillos de los Weller, que casi literalmente palpitaba de música y conversaciones a gritos. Bobby Weller estaba parado en el porche delantero, fumando un cigarrillo. 

Bobby no se maneja muy bien con la presión que implica ser hijo de un miembro del cuerpo docente del colegio. Fuma y bebe y se rodea de malas compañías. Sin embargo, mal que me pese, me cae bien. 

Supongo que lo mismo ocurre con los profesores, porque no dejan de aprobarlo aunque jamás presente un trabajo. La escuela entera mantiene una amable conspiración para que no se entere el señor Weller, una de esas personas penosamente ingenuas que, con toda probabilidad, tampoco lo habría creído.
Hola, Bobby saludé.
Hola, Demi Me dedico una de esas sonrisas suyas vagas y aletargadas. Hola, Katie. Entren.
Nos abrimos paso hacia la cocina a través de la multitud. Había cifras astronómicas de botellas vacías esparcidas por todas las superficies del cuarto.

Lo único que quedaba para beber era un ponche de color rojo brillante en un bol de vidrio muy sucio y cubierto de huellas digitales. Katie y yo nos servimos dos copas con un cucharón. Lo probé.
¿refresco?
Katie bebió un sorbo y asintió.
Claro que, conociendo a Bobby contiene algo más que refresco.
Volví a probarlo.
Probablemente tengas razón, pero es tan dulce que no puedo adivinar de qué se trata.
Katie vio a un conocido en un rincón de la cocina y se dirigió hacia allí para saludarlo. Yo estaba agregando un poco de jugo de fruta en mi copa, cuando una voz a mi espalda dijo:

Eso no parece un suéter verde.
Me di vuelta. Joseph Conner había acercado una silla a la heladera y, sentado frente a la puerta abierta, inspeccionaba su contenido. Me aparte el flequillo de la frente con una sensación de aturdimiento.
Decidí no ponérmelo repuse con voz fría.

Es evidente. Joseph abrió un frasco de aceitunas negras y me lo ofreció. Sacudí la cabeza.
¿Volviste a llamar a Katie para decirle que habías cambiado de idea con respecto al suéter? ¿Por qué las chicas tendrán que hacer eso? ¿Y vas a tirar la blusa rayas de la que hablaba Katie? Me miró de cerca. A propósito no veo la forma de tu corpiño con ese vestido. ¿O es que no lo llevas puesto?

Antes de que pudiera pensar una respuesta cortante, Swiss Kriss entró en la cocina y dedicó a Joseph una dulce y brillante sonrisa. Joseph le ofreció el tarro de aceitunas.

Debo explicar que Swiss Kriss es la chica más bonita y popular del colegio. Su nombre, por supuesto, no es Swiss Kriss. En realidad es Krista Snowden, pero años atrás tenía un novio que tomaba mucha cocoa caliente y empezó a llamarla así por una marca de cocoa en cuya caja aparecía una chica vestida a la suiza: Swiss Miss. El nombre le quedó. Ahora, al comienzo de año, cuando los profesores pasan lista y preguntan por Krista Snowden, ella dice: Me gustaría que me llamen Swiss Kriss, por favor

Siempre lleva trenzado su largo pelo rubio y, por supuesto, en Halloween, la fiesta de las brujas, se disfraza de Swiss Miss, con pantalones de cuero y todo, como los que usan allá. Incluso cuando no es Halloween, tiende a vestirse como Swiss Miss: cuellos a lo Peter Pan, tiradores, faldas cortas plisadas y, a veces, medias que le llegan a la rodilla. Ah, ocasionalmente se pone vaqueros y una especie de camisa plisada de franela para lograr una apariencia más austera, pero nunca se aleja del estilo montañoso.

No hace falta decir que Swiss Kriss es casi la chica más linda del mundo: rasgos menudos y regulares, nariz pequeña, ojos azul oscuro, labios rojos, piel delicada, estatura no muy alta… se la imaginan, ¿no?
Y es muy aplomada. Tiene que serlo, si quiere tener éxito en ese asunto de Swiss Kriss.

Ahora le dedicó a Joseph otra sonrisa radiante, mostrando las perlitas de sus dientes de bebe.
Gracias, estoy tratando de dejarlas.
Te comprendo contestó Joseph Tuve un terrible problema hace unos años. Pero ahora solo como aceitunas en las fiestas.

Swiss Kriss se echó a reír mientras se alejaba ondeando la falda de su traje tirolés.

Sentí una puntada de celos, ¿Pero por qué iba a estar celosa de Swiss Kriss y Joseph? Supongo que Swiss Kriss es de esas personas que hacen brotar los celos que llevo dentro. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 5




La idea básica es que compartimos una línea telefónica con la casa de enfrente. No estoy segura de cómo funciona desde el punto de vista técnico; todo lo que sé es que, a veces, cuando uno levantaba el tubo, en vez del tono habitual se oía al señor Jameson hablando con voz monótona sobre su úlcera con algún amigo, y entonces uno tenía que colgar y esperar que terminara. 

Y a veces, cuando era el señor Jameson quien levantaba el tubo, me oía a mí que parloteaba con Katie, diciendo: Está bien, le dije, está bien…, instante por el cual el señor Jameson irrumpía para decir: Por favor, chicas, ¿no podrían dejar sus chismes para otro momento? Tengo que hacer una llamada urgente.

Ahora bien, ¿Cuántas llamadas urgentes tenía que hacer en su vida? Seguro que no todas las veces que él decía, puedo garantizarlo. Nadie…
El teléfono me arrancó de mi ensueño.
¿Hola?
¿ Demi? era Katie. Hace media hora que llamo y la línea me da siempre ocupada.
Creo que nuestros vecinos están usando la línea conjunta contesté.
Oh, caramba dijo Katie Pensé que cuando los Jameson se mudaran terminaríamos con ese asunto.

Bueno, papá dice que, supuestamente, la compañía telefónica debe avisarnos si los nuevos vecinos quieren cancelas la línea conjunta expliqué. Hasta ahora no hemos tenido noticias.

Katie suspiró. Creo que se irrita más que yo con esto de la línea conjunta.
En fin, ¿qué vas a ponerte esta noche?
No lo sé dije. Tal vez el suéter verde.
Oh, te queda estupendo.
Dices lo mismo de todo lo que me pongo.

No es cierto protestó Katie, indignada. No lo digo de esa camisa con rayas horizontales. La que deja que se te vea con toda claridad el bretel del corpiño.
Oh, cómo me gustaría ver eso se oyó la voz de un tipo desconocido en la línea.
Tanto Katie como yo quedamos atónitas y en silencio durante un instante. Después, en voz muy baja, Katie dijo:

¿Demi?
Estoy aquí contesté en un susurro.
No va a servir de nada que hablen murmurando dijo la voz Quiero decir no es como si estuvieran susurrando al oído de la otra. Cualquier cosa que digan seguirá viajando por la misma línea telefónica.
Me puse más derecha, aunque estaba sola en la cocina.

Señor comencé con mi voz más digna. Esta es una conversación privada.
Podían haberme engañado contestó el tipo. Su voz me resultaba vagamente familiar, pero no pude ubicarla con exactitud. Todo lo que hice fue levantar el tubo y allí estaban ustedes. Eso no suena muy….
Señor, por favor, cuelgue dije con firmeza.
Vamos, todavía no me enteré de lo que se va a poner Katie se quejó él.
Suspiré exasperada.
Katie dije en voz alta , te llamo más tarde.
Esta bien dijo ella, y colgamos.
Volví a la ventana y miré con rencor hacia la casa de enfrente. Adiós a la esperanza de que los nuevos vecinos tuvieran un hijo simpático. Que detestable era ese individuo.

Cierto movimiento llamó mi atención. Una figura había aparecido en una de las ventanas de la antigua casa de los Jameson, con algo blanco en la mano. A pesar de mis esfuerzos no logre descubrir que era. Me di vuelta con rapidez y revolví uno de los cajones de la cocina hasta encontrar los prismáticos que usa mamá para observar los pájaros.

Cuando Volví a la ventana la figura seguía allí. Levanté los prismáticos hasta mis ojos, y luego las manos me empezaron a temblar con tanta violencia que casi los dejé caer.

El objeto blanco era un letrero hecho a mano que decía HOLA, Demi. La figura que lo sostenía y agitaba alegremente era Joseph Conner.
Muy bien, de modo que Joseph Conner, el tipo que de la manera más ruda y ofensiva me había caratulado como la aburrida e insignificante hija del director en el mismo instante en que puso el pie en el Colegio Knox, vivía enfrente. 

Y compartía una línea telefónica con mi familia. Pero yo no iba a permitir que esos factores arruinaran el resto de mi último año… Ni tampoco que me arruinaran esa noche en especial. Me las arreglé para borrar a Joseph de mi mente durante la cena con mi familia. Y cuando llegamos a casa después de cenar, empecé a prepararme para la fiesta de Bobby Weller. Me puse un vestido corto de encaje negro que Katie me había traído desde San Francisco. 

Por lo general, no uso vestidos, me limito a vaqueros y suéteres, pero ese vestido me gustaba y la fiesta me ofrecía una buena excusa para usarlo. Además estaba tratando de cambiar mi imagen, ¿entienden?
Por supuesto me recordé a mí misma no resultaba tan patética como para necesitar cambiar mi imagen con desesperación. Porque no es que nunca haya tenido una cita. Mi historia romántica no será lo que se dice impactante, pero algo de experiencia tengo.

 De hecho tuve mi primera a los doce años y fue con quédense sentados un marinero de diecinueve que nos estaba pintando la casa para ganarse unos dólares durante su permanencia en tierra, o como sea que lo llamen a eso. En realidad, no es tan excitante como parece porque mis padres no sabían que era una cita o no me habrían dejado ir, y yo no sabía que era una cita, o no habría ido. Tanto mis padres como yo pensábamos que el marinero su nombre era Jerry me llevaba al cine por la tarde con su hermanita menor. (En fin, sólo me llevaba a ver una película que su hermanita ya había visto).

De todos modos, Jerry parecía muy seguro de que era una cita porque, no bien llegamos al cine, me llevo a la última fila y me pasó el brazo por los hombros. Dijo:
Me gustas, de veras Demi.

Tú también me gustas de veras conteste yo, porque aquello era lo que, al parecer, había que decir por cortesía. Después, incluso antes de que empezara la película, me dio un enorme y húmedo beso. Yo quedé muy sorprendida. Creo que Jerry se dio cuenta de que había ido muy lejos y no volvió a besarme, aunque si llamó esa noche a las once y dijo:
¿Qué pensaste de mi beso?
Yo dije:
No demasiado Y él nunca más volvió a llamar.
De bodoque, básicamente, los cuatro años siguientes los dediqué a estar enamorada de Ben Crimson. Ben es el hermano mayor de Katie. Tiene tan buena apariencia y el tan popular como ella, y me gustó casi desde el momento que nos conocimos en la escuela primaria. Durante los dos primeros años del secundario trate en lo posible de que no se notara; me imaginaba que no había manera que me correspondiese, y era probable que Katie se pusiera incómodamente protectora conmigo.

Luego pasó algo increíble. Ben me invitó al baile de promoción de mi segundo año. Fue algo así como el día más grande de mi vida, dicho desde un punto de vista romántico. Ben me dio un beso de buenas noches y me dijo que hacía mucho que le gustaba, pero que se sentía raro por ser yo una de las amigas de Katie. Bueno, ¡haberlo sabido antes! En fin, Ben terminó su año dos semanas más tarde y lo mandaron a Notre Dame para un verano de entrenamiento de fútbol antes de que empezara el nuevo año escolar. Cuando lo vi, para Navidad, estaba saliendo con la mitad de las chicas animadoras del equipo y ya era demasiado maduro para una chica de colegio secundario como yo.

Después de Ben, prácticamente estuve libre de enamoramientos. Fui al baile de fin de curso con un chico llamado Jon Stillerman, cuyo padre es el profesor de química. Pasamos un buen rato en el baile e incluso salimos algunas veces después de eso, pero de alguna manera se percibía que allí no había chispas. Además. Es un poco demasiado que la hija del director saliera con el hijo del profesor de química.

Terminé de vestirme para la fiesta de Bobby y fui a la cocina. Katie ya estaba allí, hablando con mis padres. Llevaba unos vaqueros y una camisa de terciopelo rojo. Su hermoso pelo sedoso de color trigo brillaba bajo la luz.
Oh, te pusiste el vestido que te regale dijo complacida.
Me apreté los codos, súbitamente cohibida.
¿Estoy demasiado elegante y ridícula?
Estás estupenda querida me aseguró mamá.
De veras estás espléndida coincidió Katie. Salgamos.
¿A dónde van? preguntó papá.
A una fiesta… en casa de los Johnson dije eligiendo un nombre al azar. Si papá llegaba a enterarse de que íbamos a casa de los weller, podía ponerse nervioso, pues sabía que el señor y la señora Weller se encontraban en Grand Rapids.
¿Van a una fiesta a las diez de la noche? Preguntó. Esa es otra cosa que no entiende de los adolescentes… nuestra manera de ser prácticamente noctámbulos.

Por último, salimos y comenzamos a recorrer las pocas cuadras que nos separaba de la casa de los Weller. Casi no habíamos llegado a la mitad del trayecto cuando empezamos a oír la música. 

lunes, 3 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde Capitulo 4



Después vienen mis hermanas mellizas, Anne y Liz, de nueve años de edad y que, por suerte no son idénticas. Lo último que necesitan es que las vistan con ropa igual. Liz es tierna y rubia, como mamá, y muy tímida. Anne tiene el pelo oscuro, es pecosa y usa trenzas, y es probable que haya nacido hablando. 

A veces, cuando estoy lejos de ellas, trato de recordar la voz de Liz y no puedo hacerlo. Y no porque hable poco. Creo que es porque Anne habla demasiado.

Luego está mi hermana de once meses, Debbie. La idea era que fuese un varón, pero salió tan linda que, basta mirarla para que no haya dudas de que es una nena. Es un montón de rulos rubios con enormes ojos azules y dulce piel de bebe. Cierta vez, un ejecutivo de publicidad la vio en el supermercado y arregló con mis padres para que la llevaran a una prueba de avisos de

comida para bebes. Por desgracia, antes de la prueba, mamá vio un fragmento de un programa llamado sesenta minutos, en el cual mostraban cómo trataban a los chicos en los avisos, y canceló el trato. En fin, que así es de hermosa Debbie, Además, es muy dulce y simpática y todos estamos locos por ella.

También mamá es muy atractiva. Si la ven en el parque empujando el cochecito de Debbie, probablemente pensarán que tiene veintisiete años en lugar de treinta y siete, y Debbie es su primer bebé. Es alta y esbelta, con un pelo rubio y ondulado que le llega al mentón, y unos hermosos ojos azules, de ese color que casi llega a ser azul marino.

 Además, tiene los pómulos salientes y una gran sonrisa. Al verla, se puede entender porque papá, que es veinte años mayor, decidió fugarse dos días después que ella terminó el colegio, arriesgándose a perder su puesto de profesor y causando un gran escándalo.

Es un poco más difícil entender a primera vista, quiero decir porqué mamá se escapó con mi padre. Como ya dije, él tiene veinte años más y su aspecto es el de un director de colegio segundario: mandíbula cuadrada, pelo oscuro con canas en las sienes, anteojos anticuados montados sobre armazón de carey, postura correctísima, nunca un pelo fuera de lugar.

 En realidad me alegra que sea tan meticuloso. Me dolería verlo atravesar el patio con la bocamanga del pantalón enredada en sus calcetines o algo por estilo.

Pero eso son solo las apariencias. Si conocieran de veras a mis padres, entenderían porque se sintieron mutuamente atraídos: no hay dos personas más ingenuas y menos frívolas que ellos. Por ejemplo, papá, que se pasa cuarenta horas semanales en compañía de adolescentes, y mamá, que se dedicaba a ilustrar libros para chicos, no han entendido aun el concepto de lo que es popular y lo que no lo es.

Un caso: todos los años papá invita a los diez mejores alumnos a un asado. Ahora bien no hace falta decir que, cualquier persona popular que se encuentre entre los diez mejores, rápidamente encontrará una excusa para no venir. 

Pero la gente impopular los locos de las matemáticas, los monstruos de ciencias, los chicos de camisas almidonadas, las chicas de blusa y anteojos de vidrio grueso ¡vienen todos! ¡Le traen flores a mamá! Y se quedan y se quedan, charlando con mis padres hasta que prácticamente tenemos que echarlos. Y luego, mientras mis padres están ordenando todo, no hay vez que uno no diga: ¡Qué lindo grupo de adolescentes!. Y el otro le contesta: Oh, ¿tú también lo pensaste? No sé cómo pueden ser tan inteligentes.

¿Se dan cuenta? ¡Son tan inteligentes! Como si ser tan inteligentes no fuera la causa de quedar automáticamente afuera del círculo de la popularidad. Por ejemplo, el años pasado un chico se pasó una hora cuarenta y cinco minutos hablándole a mamá del castillo que había construido con fósforos. Y ella se preguntó cómo es que un chico tan brillante no encabeza la lista de todas las muchachas de un colegio secundario…

Sentada en la ventana, suspiré y sacudí la cabeza. ¿Qué podía hacer? Eran mi familia y yo los quería. Me resultaba difícil no aparecer en público con ellos. Además, me dije, yo tenía algo de vida social. De hecho estaba esperando la llamada de Katie para hablar sobre lo que nos pondríamos para ir a la fiesta de Bobby Weller.

Miré mi reloj. Hacía veinte minutos que Katie tendría que haber llamado, al llegar a su casa después del ensayo de las chicas animadoras de los partidos de fútbol.

Un movimiento en la calle llamó mi atención. Alguien había pasado junto a la ventana de la casa de los Jameson, cosa bastante extraña porque los Jameson hace dos meses que se mudaron.

¡Mamá! grité.
¿Qué pasa querida? respondió la voz de mi madre desde la escalera.
¿Alguien se mudó a la casa de los Jameson?

contestó ella con impaciencia. Odia mantener conversaciones a los gritos. El camión de mudanza estuvo aquí ayer.

Observé la casa de enfrente, intrigada por saber quién viviría allí. Tal vez tuvieran alguien de mi edad… Alguien simpático, me ilusione. De repente se me ocurrió que, cualquiera fuese el nuevo vecino, probablemente iba a molestar con el teléfono, ya que tenemos una línea conjunta.


Seguro que tengo que explicar lo que es una línea conjunta porque la mayor parte de la gente de menos de cincuenta años jamás oyó habla de eso. Pero papá cree que tener una línea conjunta es una excelente manera de ahorrar dinero en las facturas de teléfono. Si por mi fuera, ahorraría dinero de otra forma, comprando manteca de una marca desconocida, por ejemplo, pero hasta dónde puedo recordar, siempre hemos tenido una línea conjunta, de modo que ya me acostumbré. 


Mi Adorable Rebelde Capitulo 3




¿Y eso que tiene que ver con…?

Bueno, supongo que tu padre quería ayudarte. Profesionalmente, quiero decir. Para encaminarte. Y debo decir que te estás desempeñando muy bien. Como si hubieras nacido para ser asistente de director o algo el estilo.
Sentí que las mejillas me ardían.

No recuerdo… no recuerdo haber pedido tu opinión tartamudeé.
Los ojos de Joseph se agrandaron sorprendidos.
Caramba, ¿por qué te pones tan nerviosa? No puedes culparme por encontrar extraño que no estés en clase.

Me limité a acompañar a Brad al consultorio dije en tono cortante . Eso no me convierte en un comité de recepción unipersonal.
¿Brad es ese tipo que parce como si alguien le hubiera dado en la cabeza con una sartén?

Ajá asentí, aliviada por hablar de algo que no estuviera relacionado con mi capacidad como embajadora de estudiantes.
Empezamos a subir las escaleras del ala sur.
¿Es tu novio?

No pude evitar la risa.
¿Brad Hopkins? Claro que no. Él es… Furiosa, deje de hablar. La idea de salir con Brad Hopkins era de lo más extravagante, pero no había ninguna necesidad de que es tipo lo supiera.

Me imagino que debe ser difícil conseguir citas cuando una es la hija del director Comento Joseph, pensativo.
¿Por qué lo dices?

Oh, supongo que… Joseph pareció reflexionar. Bueno, la hija del director de mi otra escuela también tenía mi edad y era… bueno insignificante y… en fin, es una historia realmente espantosa, pero fue al baile de graduación con su tío. Pensó que no se darían cuenta pero no engañó a nadie.

Mi presión arterial debió haber subido a veinte en dos segundos. Llegamos al final de la escalera. Apreté los puños con tanta fuerza que me lastime las palmas de las manos.

Eres grosero y detestable…
Él pareció sorprenderse.
Caramba, yo no digo…

¡Me comparas con una chica insignificante que tiene que usar a sus parientes como acompañantes! grité. No podía creerlo. Diez minutos antes tenía esperanzas de que durante este años escolar pudiera brillar un poco, y viene este tipo y me dice lo más campante que es inútil… que no soy más que la insignificante hija del director.

No te estaba comparando Protestó Joseph . Me limitaba a decir que debe resultar duro ser la hija del director. Si contra los otros… digamos, cinco millones de problemas.
Me quedé helada.

No tengo cinco millones de problemas.
No me refería a ti. Me refería a…
Mi único problema dije en voz bien alta y clara es que ya desperdicié demasiado tiempo en permitir que me insultes.
Le arrojé a los brazos los libros que llevaba. Él se tambaleo un poco y dejó caer dos de ellos. No espere a que los recogiera. Furiosa, tiré sus formularios al aire y bajé a los tumbos la escalera, en medio de una llovizna de papales blancos.

Más tarde, en ese mismo día sentada en el antepecho de la ventana abierta de la cocina, me puse a mirar hacia la calle en espera de que mi familia estuviera lista para salir a cenar, cosa que hacíamos todos los viernes por la noche. Empezaba a sentirme un poco demasiado grande para esas cenas. 

Me refiera a que, cuando yo misma veía a alguien de mi edad, chica o chico, cenando con sus padres en una noche de fin de semana, siempre especulaba con una cantidad astronómica de razones por las cuales esa persona no tenía ningún tipo de vida social.

Por otra parte toda la gente que conozco se siente un poco incómoda con su familia, y creo que yo me siento más incómoda que nadie. No me malinterpreten.

 Quiero a mi familia y todo lo demás, pero debo decir que son un poco extraños. Les daré un poco de información básica, empezando por mí, Demi Merrill, si bien soy la menos extraña del grupo: dieciséis años, ojos pardos, pelo castaño claro, cutis pálido, cuerpo normal. La gente siempre discute acerca de cual es mi mejor rasgo, lo cual debería darles una idea de mi aspecto, dado que la gente realmente atractiva siempre es justamente eso: atractiva, sin nada de esas tonterías sobre los mejores rasgos. 

Como mi mejor amiga Katie, por ejemplo. Ella es menudita y rubia, con un corte de pelo tipo duende, y todos dicen que es encantadora o adorable y punto.

Katie dice que daría cualquier cosa por tener mi pelo, pero ahí está la cuestión: ella es mi mejor amiga, tiene que decir cosas así. Por si les interesa, mi pelo no tiene nada de espectacular, salvo que no me lo corto hace una década.

 De todos modos, mamá dice que mi mejor rasgo es mi cutis de porcelana, lo que en realidad significa que tengo una piel blanca como pocas (Una vez, en la playa, un chico acostado en una lona cerca de la mía me dio las gracias, porque era probable dijo que mi piel estuviera reflejando el sol para que él tuviera un mejor bronceado. Pero esa es otra historia) 

A veces mamá cambia de idea y dice que mi mejor rasgo son mis ojos, porque son muy grandes. Claro, tendrían que ver las fotos de la familia, donde siempre parezco un ciervo asombrado o un asesino de masas.