¿Ahogada? Una profunda impresión,
junto con una sensación de horror, se apoderó de Demetria.
Al descubrir la razón por la que los ojos de Joe
reflejaban un profundo dolor, se sintió invadida por una desesperada necesidad
de consolarlo y abrazarlo. En aquel instante no le importó que hubiera estado
casado, ni siquiera le molestó el hecho de que tal vez su esposa había sido el
amor de su vida.
Todo lo que le importaba era que se había percatado de que
estaba profunda e irrevocablemente enamorada de aquel hombre. Había comenzado a
tener la esperanza de que, con la llegada de su bebé, podría ayudarle a
comprender que el futuro que les esperaba tenía mucho mejor aspecto que sus
pasados.
— ¡Qué horrible! Oh, Joe, lo siento tanto.
Entonces le tomó la mano de nuevo
y la estrechó con fuerza. Durante unos segundos, él simplemente se quedó
mirando las manos unidas de ambos.
Repentinamente, fue Joe el que tomó el control de la situación.
Levantó el brazo de Demi más cerca de su
cara para poder analizar el enrojecimiento que tenía alrededor de la muñeca,
enrojecimiento que le llegaba hasta casi el codo.
—Te he hecho daño —observó con el
arrepentimiento reflejado en la voz.
—Pero no tenías ninguna intención
de hacerlo —respondió ella, que sintió como si tuviera el corazón rebosante de
amor y necesitara gritar a los cuatro vientos que amaba a aquel hombre.
Pero se preguntó cómo
reaccionaría él ante una noticia como aquélla. Su corazón estaba todavía lleno
de amargura debido al fallecimiento de su esposa.
— ¿Hace cuánto murió Sophia? —se
forzó en preguntar.
Despacio, él bajó el brazo de Demi.
—Hace poco más de tres años.
— ¿Es ésa la razón por la que
parece que dedicas toda tu energía al trabajo y por la que no te has tomado
vacaciones cuando las has necesitado? ¿Es porque comportarte así te ayuda a no
pensar demasiado en lo que ocurrió?
—Quizá.
—Debió ser una época horrible
para ti.
—Algunos acontecimientos son
indescriptibles. Te preguntas cómo sobrevives a ellos... cómo puedes seguir
respirando... pero lo haces.
— ¿Cómo... cómo ocurrió?
Tras preguntar aquello, Demi se dio cuenta del cambio en Joe antes incluso de que éste contestara a su
pregunta... comprendió la profunda renuencia y la necesidad de autoprotección
que le llevaban a ser precavido y a no querer hablar de un episodio tan
doloroso de su vida, aunque ella estuviera deseando que le contara todo.
—Ahora no, Demetria —respondió él, esbozando una mueca—. Hace
una tarde demasiado agradable como para pensar en ese tipo de cosas. Si tenemos
suerte, tal vez este maravilloso tiempo nos acompañe hasta por la noche. Voy a
pedirle a Orsetta que nos prepare algo especial para cenar y quizá podamos
comer aquí fuera, en el patio. ¿Te gustaría?
Tratando de apartar de su mente
la decepción que sentía debido a que claramente Joe
no iba a confiar más en ella, Demi se forzó
en sonreír para así esconder su dolor.
—Me parece una idea estupenda
—concedió.
—No te cansaste mucho en el
avión, ¿verdad? Dormiste durante casi todo el trayecto.
—Siento haber sido una compañera
de vuelo tan aburrida... pero creo que los acontecimientos de esta mañana
finalmente me pasaron factura. ¡Aunque tengo que decir que el vuelo fue
increíble! ¡No todos los días se tiene la oportunidad de viajar en un avión
privado!
— ¿Cómo te encuentras físicamente?
¿Te duele algo o estás incómoda?
—Sinceramente... estoy bien
—contestó ella, analizando con la mirada la cara del hombre al que amaba con
locura.
—Eso está bien. Mañana te
concertaré una cita con el ginecólogo del que te hablé. Cuanto antes te examine
alguien en quien yo confíe, mejor. Así me quedaré más tranquilo. ¡Y después ya
tendremos tiempo para relajarnos!
Demi apreciaba la obvia preocupación
de él, pero estaba ansiosa por preguntarle por Sophia. Quería descubrir un poco
más acerca de la mujer que había sido su esposa. Quizá le diera alguna pista
acerca de los verdaderos sentimientos de Joe sobre
tener a alguien de nuevo en su vida. Concretamente quería descubrir si éste
estaba abierto a la posibilidad de volver a amar a otra persona... como, por ejemplo,
a ella. También quería encontrar la manera de llegar al claramente herido
corazón de él para ayudarle a curarlo...
Mientras Joe
se vestía para cenar aquella misma noche, los perturbadores recuerdos del sueño
que había tenido aquella tarde le acechaban sin piedad.
Se preguntó si el haber llevado a
Demetria a aquel lugar había provocado que
soñara con su difunta esposa. No había soñado con ella desde hacía meses y no
supo si la causa de que lo hubiera hecho aquel día fue el sentimiento de
culpabilidad que se había apoderado de él... culpabilidad ante el hecho de que
Sophia ya no tuviera ningún futuro por delante y él sí.
Taciturnamente, se quedó mirando
el reflejo de sus propios ojos en el espejo de cuerpo entero que había en su
vestidor y no pudo evitar que los dolorosos recuerdos que se habían apoderado
de su mente le entristecieran.
Las últimas semanas de vida de su
difunta esposa habían sido las más difíciles de todo su matrimonio. Había
habido muchos momentos de desesperación durante los cuales había seriamente
considerado pedirle el divorcio. Sólo le había detenido el dolor y la acusación
que había visto reflejados en los ojos de ella cada vez que lo miraba.
No había sido capaz de darle a
Sophia lo que ésta más quería en el mundo y ella, erróneamente, le había
culpado a él, por lo que se planteó si no se merecía sufrir.
Cuando ella había descubierto que
la razón por la cual no podía concebir no radicaba en Joe,
en vez de tratar de acercarse a él para intentar solucionar sus problemas, lo
que había hecho había sido encerrarse en sí misma, encerrarse en un lugar al
cual Joe no podía llegar. Éste incluso había
comenzado a creer que ella no quería que la encontrara; lo había apartado de su
vida y no había habido mucho que él hubiera podido hacer para remediarlo.
En aquella época había lamentado
mucho la pérdida de su una vez amorosa relación sentimental, pero con el tiempo
se había preguntado si, en el caso de que Sophia hubiera vivido, todavía
estaría con ella. Se planteó qué clase de futuro podía haber tenido con una
mujer cuyo corazón estaba lleno de culpas y arrepentimiento, una mujer que
había condicionado su felicidad al hecho de tener un bebé y que se había
retraído a su mundo, tanto física como mentalmente, al descubrir que no podía
concebir.