—Claro papá—.
De repente me sentí como un idiota. ¿Cómo podía
haber estado tan exaltada ayer por la noche? Está claro que fue por nada.
Quiero decir, sí, él y mamá estaban teniendo problemas, pero era probable que
los superaran como dijo Selena. Él no estaba deprimido o triste, o incluso
remotamente cerca de tocar una gota de alcohol. Sin embargo, sabía que la
última ausencia de mamá la estaba llevando un poco mal. Así que pensé que debía
tratar de hacerlo más fácil para él. Sabía que era probable que se sintiera un
poco solo últimamente, y creo que en parte era culpa mía también.
— ¿Quieres ver la televisión? — Le pregunté. —No
tengo muchos deberes para mañana, así que puedo hacerlos más tarde—.
—Suena bien—, dijo papá. Cogió el mando a distancia
de la mesa auxiliar. —Hay una repetición de lo viejos de Perry Mason en este
momento—.
Hice una mueca. —Uh... está bien—. Estoy bromeando
abejorro—Se rió, ojeando los canales—Yo no te haría eso. Vamos a ver… Oh mira.
Un maratón de “Lazos de Familia” en Tv tierra. Tú y
yo solíamos ver los nuevos episodios cuando tenías como 4 años.
—Lo recuerdo— me senté en el sofá al lado de él— yo
te decía que quería ser un republicano cuando fuese joven porque pensaba que
Michael J. Fox era lindo.
Papá resopló y ajustó los gruesos cristales de sus
lentes, —eso no sucedió. Mi abejorro es una liberal ahora —. Él colocó un brazo
alrededor de mis hombros y apretó.
Y yo sabía que esto era lo que él necesitaba, o
quizás lo que nosotros necesitábamos. Solamente vincularnos un pequeño tiempo a
la casa para que no se sintiera tan vacía. Quiero decir, me gusta el silencio
pero no demasiado, eso podría conducirme a la locura después de un tiempo.
— ¿Qué dices, miramos algunos episodios? — Sonreí
—Seguro papá—
Sobre la mitad del primer episodio, tuve una extraña
revelación. Está Bien, cuando era niña, tuve un flechazo importante con Alex P.
Keaton (Michael J. Fox’s el personaje súper republicano en lazos de familia),
pero doce años más tarde yo estaba flechada con Logan Tucker, un joven demócrata.
Tenía alguna cosa con los políticos o que? Tal vez, yo estaba destinada a ser
la esposa de un senador… o podría terminar siendo la primera dama.
Nah. Los políticos no se casan con las Duffs.
Ellos no se verían lo suficiente bien al margen de los debates. De todos modos,
yo no era del tipo matrimonio. Tuve una mejor oportunidad de ser la Mónica
Lewinsky del futuro. Yo me aseguraría de quemar todo, um, vestidos
incriminatorios.
Hey, Obama es en cierta forma sexy para ser un tío
viejo. Tal vez había una oportunidad.
Me mordí el labio mientras papá se rió de uno de los
chistes de la comedia. ¿Cómo fue que incluso “lazos de familia” me trajo de
vuelta a la palabra?
Duff.
Dios, Joseph y su maldita clasificación,
simplemente no me dejaba en paz. La palabra se burlaba de mí, incluso en mi
propia casa. Me deslicé más cerca de papá, tratando de enfocarme en el
programa. En nuestro tiempo juntos, en cualquier cosa menos estúpida que Joseph
y su etiqueta. Traté de olvidarme de ese maldito beso y de lo idiota que había
sido.
Intenté, intenté, intenté.
Y, por supuesto, fracasé miserablemente.
Cuando estaba en el jardín de infancia, tuve una
experiencia traumática. Estaba a mitad de camino, cuando mis piernas temblaron,
mis manos sudorosas me hicieron resbalar. Y sentí que faltaba una milla para
aterrizar contra el suelo. Todos los niños de cinco años se rieron de mí y de
mi rodilla raspada y ensangrentada.
Todos excepto uno.
Selena Blithe salió del grupo de niños boquiabiertos y caminó
hasta ponerse delante de mí. Incluso en aquel entonces, yo sabía que ella era
hermosa. Su cabello rubio, ojos color avellana, sus mejillas rosadas... era la
imagen de la perfección a los cinco años de edad. Ella podría haber estado
desfilando en una pasarela.
— ¿Estás bien? —preguntó.
—Estoy bien —le dije con lágrimas gruesas y
calientes. No estaba segura de si estaba llorando por el dolor en mis rodillas
o debido a que todos los compañeros de clase se reían de mí.
—No, no lo estás, estás sangrando, déjame ayudarte
—. Extendió una mano y tiró de mí hacia arriba. Luego se volvió y les gritó a
los chicos que se burlaban de mí.
Después de eso, básicamente, se nombró mi
guardaespaldas personal, no me dejaba ni a sol ni a sombra, decidida a
mantenerme lejos de los problemas. A partir de ese momento, fuimos las mejores
amigas.
Por supuesto, eso fue antes de su popularidad y de
que estuviera involucrada en lo de Duff. Ella terminó siendo alta (casi 1.85
¡la chica era una amazona!), delgada y hermosa. Terminé viéndome como... bueno,
todo lo contrario. Pero al vernos por separado, nadie pensaría que fuéramos
cercanas. Nadie diría que la linda reina de la fiesta estuviera con la chica
que era la ratoncita gorda de cabello feo del rincón.
Pero fuimos las mejores amigas. Ella había estado
allí para mí, a pesar de todo. Se había mantenido conmigo el primer año,
después de que yo hubiera tenido el corazón roto por primera vez y aunque no
hubiera nada que hacer, sólo darle tiempo. Ella nunca me dejó aislarme o
ahogarme en mi propia miseria. A pesar de que ella podría encontrar fácilmente
a alguien más lindo, más cool, tener amigas populares, pero ella se quedo
conmigo.
Así que cuando me pidió que la llevara a su casa
después de la práctica de las animadoras la tarde del miércoles, estuve de
acuerdo.
Es decir, después de todo lo que ella había hecho
por mí en los últimos doce años, lo menos que podía hacer era llevarla de vez
en cuando.
Esperé en la cafetería, mirando fijamente las
psicodélicas paredes azules y anaranjadas, la persona que escogió los colores
de nuestra escuela debe haber tenido un serio problema con las drogas. Tratando
de terminar mis deberes de matemáticas. Yo estaba preguntándome a mí misma la
vieja cuestión — ¿dónde se utiliza esto en la vida real?—. Entonces sentí una
mano en mi hombro.
Sentí una sensación espeluznante en mi piel, y supe
exactamente quién estaba detrás de mí.
Genial. De puta madre.
Me moví apartándome la mano de Joseph y
me giré hacia su cara, agarrando mi lápiz como un dardo y apuntando
directamente en su nuez de Adán.
Ni siquiera se inmutó. Sus ojos grises examinaron el
lápiz con fingida curiosidad y dijo:
—Interesante. ¿Es así como saludas a todos los
chicos que te gustan? —Tú no me gustas.
— ¿Eso quiere decir que me amas, entonces?
Odiaba la forma suave, segura en que hablaba. Muchas
chicas pensaban que era sexy, pero en realidad era un acosador.
Todo en él gritaba ¡violación en una cita!. Ugh. Date rape, es la llamada violación del conocido,
cuando una cita termina en sexo no consentido —Esto
quiere decir que te odio —le espeté—. Y si no te quedas lejos de mí, te acusaré
de acoso sexual.
—Podría ser un caso difícil —reflexionó Joseph.
Quitándome el lápiz y comenzando a darle vueltas entre sus dedos—. Sobre todo
teniendo en cuenta que fuiste tú quien me besó. Técnicamente, puedo acusarte de
acoso.
Apreté los dientes. Seguía odiándolo a pesar de eso,
no me molestaría siquiera en recordarle que él había estado más que dispuesto a
participar. —Devuélveme mi lápiz
—murmuré.
—No lo sé —dijo—. Contigo esto podría ser
clasificado como un arma peligrosa... junto con los vasos de refresco de
cereza. Interesante opción, por cierto. Yo siempre creí que eras una chica de
Sprite. Sabías que... claro.
Lo fulmine con la mirada, esperando su combustión
espontánea antes de que yo agarrara los libros de texto y los cuadernos de la
mesa. Eludió mi intento de pisar su pie y se quedó mirándome mientras me
marchaba por el pasillo. Estaba a medio camino de la gimnasio, donde Selena,
la capitana de las animadoras, debía haber terminando su práctica, cuando me
alcanzó.
—Oh, vamos, Duffy. Eso fue sólo una broma. Relájate.
—No fue divertido.