-Arreglad ese problema, pero ya. Lo quiero fuera de Grecia lo antes
posible. - Masculló Joe antes de colgar el teléfono y encontrarse con Demi
parada en mitad de su despacho mirándolo interrogante, alzando su perfecta y
pequeña ceja en forma de pregunta.
-Tu tío Heart se marcha de Grecia.
-¿Qué has hecho? - Le preguntó ella al instante.
-¿Por qué crees que he hecho algo? - La cuestionó el sonriendole burlonamente.
-Porque te conozco y no eres de los que se quedan quietos. - Demi suspiró- Sé
que lo que intentó hacerme no está bien, pero no te atrevas a hacerle daño.
-No pensaba hacerlo.
-Joe...- Le advirtió ella.
-De acuerdo, de acuerdo. - Exclamó él levantando las manos en gesto de
rendición, rodeó la gran mesa de mármol y se acercó a ella, la tomó por la
cintura y acercó a su cuerpo. - Sólo he mandado a mis abogados, sólo eso, le
dirán que tiene que dejar el país sí no desea una denuncia por intento de
violación.
-¡Joe!
-¿Qué? Así son las cosas Demi, no pienso permitir que ese cerdo esté
minimamente cerca de ti y mucho menos que te toque.
Ella le sonrió y tomó su rostro en sus manos, acarició su barba espesa que ya
comenzaba a crecer, sus pómulos altos y cincelados. Sus ojos se encontraron y
ella comenzó a arder.
-Mía. - Repitió él como tantas otras veces.
-Eres muy posesivo. - Replicó ella en tono burlón, Joe la acercó más para que
sintiera su erección, Demi jadeó.
-Soy griego cariño. - Comenzó a dar pequeños besos sobre su cuello y luego
pequeños mordiscos que la dejaron mareada. - No lo olvides.
Joe acorraló a Demi contra la pared fría del despacho, sin dejar de besarla. Un
cosquilleó maravilloso recorría sus cuerpos deseosos de acoplarse. Joe deslizó
una de sus manos hasta la parte interna de la pierna de Demi, la levantó y la
hizó enrollarla en su cadera para sentirla más cerca. Con esa misma mano, subió
lentamente acariciando su piel suave y desnuda, subió y se adentró en la tela
de la bata, hasta el muslo. Demi jadeó al sentir sus manos ágiles por su
cuerpo. Joe no paró ahí, siguió subiendo, agarró las diminutas bragas y se las
arrancó en segundos.
Levantó la bata y se la quitó rápidamente, dejándola
completamente desnuda y jadeante ante él.
Soltó un gruñido mientras la observaba, caderas estrechas, piel tersa y suave,
pechos pequeños pero deliciosamente redondos y tiernos, muslos torneados, un
cuello delgado y suculento y un trasero prieto y cremoso, era hermosa, sonrió
de deseo, de posesión y lascivia , y toda suya.
Tomó entre sus manos los dos pequeños montes que subían y bajaban con la
respiración afectada de Demi, castigo sus pequeños y sonrojados pezones, ella
se apretó más a el en busca de más calor. Joe tiró su camiseta en algún lugar
de la habitación y sus pantalones y calzoncillos tomaron el mismo camino.
La
enroscó de nuevo a su cuerpo, bajó su boca y atrapó ese tentador pezón entre
los labios, lo cual la hizo gritar de placer. Joe gruñó mientras la levantaba
sin dejar de succionar el pezón hinchado, deslizó una de sus manos por el muslo
de Demi y la encontró húmeda, con otro gruñido adentró dos de sus dedos en esa
cavidad pequeña, caliente y prieta.
Demi gimoteó y clavó sus uñas en la espalda de Joe, el placer y la pasión la
inundaban de una manera increible, le costaba respirar y lo deseaba, lo
necesitaba ya en su interior, abriendose paso en ella, llevandola más aya.
-Por favor...- suplicó, Joe dejó su pecho y levantó la mirada llena de pasión
carnal, de deseo puro y duro.
-¿Que quieres Demi? Dímelo, dímelo...- Le exigía el con voz ronca sin dejar de
acariciar la parte interna de su vagina que ya palpitaba de placer y
anticipación a lo que se venía.
-Hazme el amor Joe, por favor, tómame. - Le pidió ella sin dejar de mirarlo y
con la frente y la parte superior de sus pechos húmedos. Este lo hizo sin
protestar, sin dejar de mirarla, retiró lentamente sus dedos torturándola, alzó
sus caderas y colocó cada una de sus manos en sus nalgas ahora sonrojadas,
despacio y tentándola la bajo, rozando su erección contra el tierno montículo,
ella meció las caderas buscando de nuevo el contacto. De repente se puso serio,
su rostro se sonrojó mientras se deslizaba en su interior.
-Oh...- intentó decir Demi, cerrando los ojos y disfrutando de sus cuerpos
unidos. Joe jadeó y comenzó a mover sus caderas. Primero despacio, haciéndola
gruñir y clavarle más las uñas en su espalda, acoplando sus caderas a cada
lenta y larga embestida que la dejada aún más mojada y deseosa.
-Por favor...-Suplicó ella arrastrando sus manos por su ancha espalda y
enrollando más las piernas en sus prietas caderas.- Más rapido Joe, por
favor...
Él se rió contra su oído y comenzó a mover sus manos sobre sus nalgas,
subiéndola y bajándola. Demi temblaba, arqueó su cuerpo y tomó las fuertes y
rápidas embestidas que le impedían ver nada concreto cegada por el placer.
-Mía - Gruñó Joe contra su oído.
-Oh, si... Tuya, tuya...- Logró decir Demi antes de caer al vacío en una
espiral de colores y sabores deliciosa, el clímax. Joe se abandonó gritando
sobre el cuello de Demi mientras lo mordisqueaba. Luego los dos languidecieron
hasta el frío suelo.
Tres meses después...
Demi llegaba con una estúpida sonrisa en el rostro después de una previa visita
a Atenas. Por fin las cosas estaban bien. Sonrió aún más y colocó sus manos con
ternura en su vientre aún plano; Joe se llevaría una sorpresa. Aunque bueno, no
tan sorpresa, ya que no podían dejar de tocarse en ningún momento y Joe se haba
convertido en un despistado en lo referente a la protección, aunque ella
tampoco se salvaba. Si, las cosas estaban bien.
Bajó del coche con la ayuda del shofer que Joe le había obligado a utilizar,
explicándole que era la mujer de un hombre importante, así que no podía viajas
más en taxi.
Habían viajado hacía un mes a conocer a los padres y familiares de Demi. Joe
comprendió porque a la chica no le gustaba hablar de ellos. Demasiado fríos y
distantes para una rosa tan delicada como Demi. Al volver de Texas, Joe le
había dejado claro que su familia, la que crearían ambos, sería completamente
diferente.
Él la esperaba en la entrada, apoyado en una esquina de la puerta con sus
fuertes manos dentro de unos Jeans desgastados. Sonreía mientras Demi llegaba
hasta él, entonces la tomó de las caderas y como solía hacer siempre beso su
frente antes de tomar sus labios con ternura, luego la miró muy serio.
-Tenemos que hablar. - Susurró mirándola fijamente y rozando sus labios con los
de él. Demi asintió, sintiendo como las mariposas se arremolinaban en su
estomago cuando supiera la noticia. "O puede que ya lo sepa" le dijo
su subconsciente, no, negó mentalmente.
Joe era un genio en su trabajo, pero en
lo referente a la vida real parecía estar en cualquier parte menos allí.
-Sentémonos.- le indicó Joe acomodándose en la cómoda silla del Porshe. Demi se
sentó a su lado. Joe tomo una de sus manos entre la suya y levanto la otra para
acariciar la mejilla de Demi con tal ternura que Demi deseó ronronear de
placer.
-Te quiero Demi. - Susurró él.
-Lo sé y yo a ti. - Respondió esta, inclinándose más hacía su mano. -Te tengo
que decir algo.
Él suspiró y asintió mirándola fijamente.
-Veras, hoy he ido a Atenas porque llevo algunos días sintiéndome mal. - Los
ojos de Joe se agrandaron y la acercaron más a él.
-¿Qué ocurre? , ¿Estás bien?
-Si, Joe, si. Él medico me explicó que era normal.
-¿Normal?
-Sí...- Demi suspiró y tomó una de las manos de Joe y la colocó en su vientre.
Este perdió el color de su rostro y abrió más aún sus ojos mirándola
atentamente. - Estoy embarazada.
Demi comenzó a dudar sí la noticia lo alegraría, estaba pálido como la leche y
no se movía, subía sus ojos una y otra vez, desde su rostro hasta su vientre.
De repente se levantó de un salto y miró hacía el jardín.
-Joe...- Murmuró Demi asustada, entonces el se dio la vuelta con lagrimas en
sus ojos y la sonrisa más dulce del mundo, tomó sus caderas y acarició su
vientre como quien frota una lampara de los deseos.
-Voy ha ser papá. - Susurró, Demi asintió también con lagrimas en los ojos. -
¡Voy ha ser papá! - Exclamó y la levantó por los aires, Demi soltó un gritó al
principió de sorpresa, pero luego rompió a reír, cuando la bajó, la apretó contra
sí, junto sus frentes y narices. -Te amo Demi, cada día más. - Ella dejó
escapar una pequeña lagrima que él limpió con un beso.
-Yo también tengo algo que decirte. Aunque ahora me parece poco con esta
maravillosa noticia.
Demi lo miró intrigada y el clavó sus ojos en los de ella, ojos que desprendía
total y puro amor.
-Cásate conmigo. - Demi frunció el ceño.
-Ya estamos casados Joe ¿No lo recuerdas?
-Si, no lo podría olvidar, olvidar que eres mía, pero quiero una boda de
verdad. Tu y yo, con pocas personas, en el jardín que tanto has cuidado. Una
boda donde no tengas que huir, donde haya una larga noche de bodas y podamos
estar más unidos que nunca. Dime que si. Cásate conmigo Demi.
Ella temblaba de felicidad.
-Si mi amor, si.
Joe la beso con pasión, casi con devoción. Apretó con fuerza su cuerpo contra
el suyo.
-Te amo.- Le dijo Joe con la respiración entrecortada.
-Yo también te amo. Más que a mi vida.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Inocencia Capitulo 16
Dos días y múltiples orgasmos después, Joe y Demi volvían a la finca con
los ojos y la piel brillante de vitalidad aparte de una chispa de pasión que
demostraba lo mucho que se deseaban. Cassandra los recibió, como buena
anfitriona que era lanzando uno de los jarrones de la entrada contra la puerta.
-¿¡Cómo te atreves a traerla de nuevo a está casa después de marcharse y
dejarnos en ridículo!? ¡Te tiene engatusado!
-Cassandra, por favor...- decía Nick que parecía más divertido que molesto.
-¿Que no lo ves Nick? ¡Es una vil ramera! - gritó señalando a Demi con el dedo.
Joe dio un paso adelante con el rostro rojo y deformado por la furia.
-¡No tienes derecho a insultar a Mi mujer!- le recriminó.
- Llevó años
soportando tu comportamiento, viendo como destrozabas la vida de mi padre,
exigiendo y exigiendo... hay una diferencia entre tu y Demi, aquí la única
ramera y cazafortunas, eres tu. - Cassandra abrió los ojos desmesuradamente y
se puso pálida.
-¡Yo estuve aquí siempre, está casa me pertenece y cuando vuestro falso
matrimonio se acabe, va a ser mía!
-Lo único que tendrás de mi familia será odio y desprecio. Ahora quiero que
recojas tus malditas cosas y te largues de mi casa.
-Te lo advierto Joe...- comenzó a decir.
-No sabes como te hundiré si llegas a hacer algo que degrade y averguense a
esta familia, me encargare de hacerte trizas la vida. -Cassandra huyó asustada
escaleras arriba.
-Joe...- susurró Demi posándose detrás de este y acariciando su espalda para
que se tranquilizara. - Ya está bien, deja que se marche tranquila. - Joe se
giró y la tomó en brazos.
-Una menos. - murmuró sobre los labios de Demi.
El suave roce de unos labios contra su espalda, estremeció a Demi quien dormía
plácidamente hasta hacía poco. Las manos de Joe recorrían su piel desnuda,
acariciaban y atormentaban a Demi que ya temblaba de deseo por él.
-Joe...-Susurró.
-Te deseo.- Lo escuchó decir contra su oído mientras mordisqueaba su oreja de
la manera más sexy posible. Demi giró sobre sí y se encontró con su magnética
mirada que la devoraba. Su pecho musculoso y con una suave mata de pelillos
negros subía y bajaba con fuerza. Demi acarició su pecho con dulzura conmovida
por cada uno de los sentimientos que reflejaba el rostro del hombre que amaba,
porque lo amaba. Lo amaba tanto que dolía, le costaba respirar de lo fuerte de
sus sentimientos.
- Demi...- Jadeó él y tomó su pequeño y compacto cuerpo por la cadera, la
levanto suavemente y la colocó sobre sí, Demi tenía los ojos llenos de
lagrimas, pero no apartó sus ojos de los de él. Este ahuecó su rostro entre sus
manos, aparto con ternura los cabellos que caían desenfadados sobre el rostro
de Demi y la beso. Demi gimió sobre sus labios, fue un beso intenso, que la
estremeció de arriba abajo. Sus lenguas se cruzaban y peleaban la una con la
otra, entrelazadas, las manos de Joe recorrían su espalda mandándole enormes
cargas sexuales por todo el cuerpo, sus manos bajaron hasta atrapar su trasero,
levantarla con cuidado y penetrarla lentamente, sin dejar de besarle, Demi se
atragantó con el placer que la recorría.
-Oh...
Las manos de Joe marcaron el ritmo, suave y lento. Sus ojos no se separaban en
ningún momento y Demi con los labios entreabiertos movía las caderas para
aumentar el placer, Joe gruño y subió sus manos hasta llegar a sus pechos y
castigarla con pellizcos a sus pezones.
-¡Joe!- movió más sus caderas y colocó sus manos contra su pecho para tener más
facilidad al moverse, enrolló sus dedos por su cuello y arqueó su espalda
inmersa en la pasión que no vio la mirada de admiración y completo deseo. Se
incorporó para enterrarse más en su interior haciéndola jadear. Tomó de nuevo
su rostro entre sus manos y la miró fijamente.
-Mírame.- La obligó, ella abrió sus ojos y lo observó confusa. -Quiero que me
mires mientras te doy placer, mientras te llevo a la cima. Solo yo.
-Solo tú...- Susurró ella. Joe tomó sus caderas posesivo y la inclinó más
contra su cuerpo, embistió con fuerza, Demi gritó y de repente se encontró
contra el colchon y envuelta en el cuerpo de Joe, entrelazados.
Él embistió y la llevó a la gloría.
-Mía. - Gruñó mientras se dejaba llevar por el climax.
Acurrucada contra su cuerpo después de aquel maravilloso interludio, Demi
lloraba en silencio escondida en el cuello de Joe, quien acariciaba su espalda
y cabello.
-No llores mi amor. - Demi levantó el rostro avergonzada de su comportamiento.
Él la miraba seriamente y pasaba su dedo indice contra el entrecejo fruncido de
ella relajandola.
-Lo siento, yo...- Se calló emocionada.
-Te amo Demi. - Demi se encontró con sus ojos sorprendida buscando la verdad,
pero solo pudo ver esos hermosos ojos marrones con motas doradas más sinceros
que nunca. - Te amo. - Las lágrimas se extendían por su rostro.
-Yo también te amo Joe.
-Lo sé mi amor. Lo sé. - Murmuró él besando su frente con ternura. La alegría
invadía a Demi mientras se recostaba contra su pecho. - Ahora, eres mía Demi,
solo mía.
-Vamos a ver, ¿Que demonios está pasando aquí? - Gritó Joe entrando en el
enorme salón de la casa. Las gemelas gritaban, Nick y Kevin se reían sin
disimular mientras la cocinera perseguía a un gato con la escoba y el ama de
llaves discutía con un hombre bajito y regordete con las mejillas coloradas.
El ruido escandaloso había llegado hasta las habitaciones, y aunque Joe tenía
planeado pasar el día en la cama con Demi, esta estaba cansada así que ahora
dormía con lo cual, a Joe le preocupaba que los estruendos de su familia la
despertaran.
-Señor Jonas. - Se forzó a decir Ana, la ama de llaves. -Este señor...
-Heart.- masculló él.
-Eso, el señor Heart desea hablar con usted, le he explicado que no deseaba
visitas, pero el señor...
-Heart. - repitió de nuevo.
-El señor Heart dice que es urgente.
Joe miró al hombre, llevaba la camiseta arrugada y tenía ojos pequeños e
inchados de horas de sueño o demasiado alcohol.
-¿Qué es tan importante que no puede esperar hasta mañana? - Preguntó Joe
pausadamente.
-Vengo a llevarme a mi sobrina. Demi Stone.
El mundo de Joe dio un giro inesperado que lo dejó mareado. Miró a ese hombre
con desconfianza y vio como todos esperaban su contestación.
-Fuera. - Gruño y todos se escabulleron rapidamente del salón. - Bien
señor...Heart. ¿Me puede explicar que es eso de que viene a por su sobrina?
-Si, señor Jonas. Mi hermana, la madre de Demi, habló con esta hace unos
cuantos días y le envió el dinero para volver a Estados Unidos, pero ha pasado
una semana y no teníamos noticias de ella, he decidido tomar cartas en el
asunto y venir yo mismo a por ella.
- Demi es mayor de edad no puede llevarsela así sin más.
-Estoy seguro de que ella querrá venir conmigo. - Murmuró con una sonrisa
burlona.
-No lo esté tanto. - Se giró hacía la entrada. - ¡Ana!- Gritó y el ama de
llaves apareció dando un salto.
-Si señor.
-Despierta a la señora - Vio como el gordo Heart abría desmesuradamente los
ojos y enrojecía aún más. - Dile que se le necesita en el salón.
-Si señor. - Y con un asentimiento escapo rápidamente escaleras arriba.
Demi saltó de la cama después de escuchar la orden del "Señor Jonas"
puso los ojos en blanco, se calzo unos jeans desgastados, una camiseta azul
desgastada de tantas lavadas y unas chanclas azules oscuras. Bajó corriendo las
escaleras y entró como un rayo en el Salón, para quedarse congelada por
completo. Se sintió fría, y el miedo la invadió de tal manera que pensó que se
desmayaría allí mismo.
- Demi... - Escuchó decir a Joe, quien se acercó y la abrazó por la cintura al
ver su aspecto alicaído. - Este hombre, que dice que es tú tío desea llevarte
de vuelta a America. - Los ojos de Joe buscaban los de Demi ansiosos.
- Demz, he venido a buscarte. - Dijo el hombre dando un paso adelante que hizo
retroceder a la joven. Joe apretó su cintura al comprender lo que ocurría. - Tú
madre está muy preocupada por ti.
-No, hable con ella ayer... ella dijo...
-Me pidio que viniera por ti. - Le interrumpió el hombre tensando la sonrisa.
-Yo... es que yo...
-Creo que Demi está agotada del viaje de Atenas a la ganja. - Indicó Joe
haciendo que Demi se relajara en sus brazos. - Tal vez deberia usted volver
mañana y esperar una respuesta.
-Pero tengo que llevarmela...
-No creo que tenga señor, como ya le he dicho Demi es mayor, ella decide.
El hombre asintió a su pesar y pasó por el lado de Demi haciéndola saltar como
un animalillo asustado.
-Nos Demi- Susurró sonriendo lascivamente, subió la vista para encontrarse con
la mirada de Joe. - Hasta luego señor Jonas.
Demi lloraba contra el pecho de Joe, quien la abrazaba con fuerza después de
haberla subido y recostado en la cama de nuevo. El besaba su coronilla y
acariciaba su pelo con ternura mientras repetía una y otra vez la misma frase :
"Estoy aquí, no te va a pasar nada, estoy aquí..."
Cuando por fin logró tranquilizarse, extendió su cuerpo en la cama y lo abrazó
con fuerza.
-Mi tío... intento abusar de mi hace dos meses.
Las palabras chocaron contra el cerebro de Joe y amenazaron con explotar alguna
vena.
-Maldito, hijo de p****. - Demi se aferró más a él sin prestar atención a los
puños cerrados de rabia de Joe. Este trataba de respirar con normalidad y no
levantarse, y matar a ese cabron, por haber intentado algo, por haberla tocado.
¡A su mujer!
Entonces la sintió llorar de nuevo y el alma le calló al suelo. La abrazó y
beso su frente, para bajar por sus mejillas humedas por el llanto, hasta
posarse en sus labios y sentir ese sabor salado de sus lagrimas.
-No te volverá a tocar Demi, te juro que si intenta algo, yo mismo lo mato.
-Joe...
-Nadie te hara daño. No mientras yo lo evité.
-Joe.
-¿Que?
-Te quiero. - susurró ella entre sollozos. - Te quiero tanto...- y rompió a
llorar con fuerza.
-¿Por eso lloras?
-Si... - Joe sonrió con ternura, levantó su rostro y la miró directamente a los
ojos.
-Yo te amo a tí Demi. Solo a tí.
miércoles, 30 de octubre de 2013
Camino a la Fama Capitulo 42
Sus pies resonaron en la
escalera, conforme subía a trompicones hacia el cuarto. Ira, rabia y unos
irrefrenables deseos de apretarle el cuello, bullían bajo la superficie. Nunca
se había encontrado tan cabreado consigo mismo, por confiar tan estúpidamente
que las cosas estaban bien. Nadie se marcha como un ladrón en la oscuridad, si
no tiene algo que ocultar.
Demi le había pintado esa falsa sensación de seguridad, para
luego traicionarlo mientras dormía. No había nada más bajo que no tener las
agallas de enfrentar a la otra persona. Joseph
admiraba la entereza que siempre manifestaba, pero odiaba su obstinación.
¿A
dónde demonios quería llegar con ese jueguito? ¿Por qué simplemente no podían
estar de acuerdo en lo que querían? Él lo estaba intentando, Demi era la primera persona que le
ponía las cosas tan difíciles. Aceptaba el hecho de que habían iniciado todo
mal, pero con un demonio al menos que tuviera el valor de decirle en qué se
había equivocado ahora.
Tiro de la manga de su sweater,
prácticamente rompiéndolo en el proceso. No estaba muy preocupado por ver que
utilizaría, solo quería ir tras de ella y pedirle una maldita explicación.
Porque esa vez estaba casi seguro de no tener idea cual era el problema. ¿La
habría ofendido en sueños? ¿Hizo algo que no debía? No pensaba que ella
estuviese muy en desacuerdo con sus atenciones durante la noche, entonces ¿Qué?
— ¿Qué ocurre, campeón?—Joseph se volvió sobresaltado,
ignorando que todo su alboroto había despertado a su padre.
Intentó no poner los ojos en
blanco, al repasar mentalmente su pregunta. Darius seguía llamándolo “campeón”
como cuando tenia cinco años. De no haber estado a una onza de perder los
estribos, se lo habría remarcado. Pero en ese instante todo le daba exactamente
lo mismo.
— Joseph?
—Demi se marchó—masculló con los
dientes apretados.
Su padre asintió como si eso no
lo sorprendiera en lo absoluto y él lo ignoró terminando de colocarse el
estúpido sweater.
— ¿Y vas a buscarla?—Le ofreció
su mejor mirada de ¿no es eso obvio? y luego, fue por sus zapatos. — ¿Crees que
es buena idea?
—Voy a traerla aquí, aun si debo
arrastrarla de los pies. —Darius sacudió la cabeza, bajando la vista un
instante. Joseph se incorporó,
increpándolo con la mirada.
— ¿No te preguntaste por qué se
marchó?—Claro que se lo había preguntado, pero sabía que él no tenía las
respuestas, sólo ella y su extraño cerebro femenino lo sabían.
—Pienso averiguarlo—Pasó junto a
su padre y éste lo detuvo del brazo.
—Joseph, son las seis de la mañana estoy seguro que ella estará
allí en una hora e incluso dos horas mas tarde. No hay necesidad de que corras
a buscarla y menos en ese estado.
— ¿Qué estado?—inquirió mirándolo
con los ojos en rendijas.
—Estás molesto, comprendo que la sorpresa
de despertar solo te tenga confundido. Pero piensa un segundo hijo—Se negaba a
aceptar aquello como un hecho, no estaba confundido. Estaba furioso. — ¿Acaso
la chica no tiene razones para haberse marchado?
—No—respondió automáticamente.
No después de lo bien que había
salido todo tras su breve discusión. Habían arreglado las cosas, ella se había
fundido a su cuerpo, lo había besado y acariciado, completamente entregada a su
propio deseo. ¿Por qué se iría después de decirle que permanecería a su lado?
¿Por qué?
—Estas demasiado acostumbrado a
ganarte todo sin esfuerzos Joseph,
en parte es culpa de las mujeres con las que te has rodeado hasta ahora. Y en
parte es culpa de tu propio orgullo.
—Darius lo soltó antecediéndolo en la
retirada, pero volviéndose unos segundos para terminar de hablar—Has encontrado
a tu contraparte, Demi no te entregara nada fácilmente.
Esa chica es tan o más testaruda que tú, y si la has ofendido no te ganaras su
perdón con un simple: lo siento.
— ¿Y qué hago?—preguntó, quizás
ahora sintiéndose algo confundido después de todo. Darius se encogió de
hombros.
—Cuando le pidas sus razones,
escúchala. —Luego sin decir más salió de la habitación.
Joseph frunció el ceño, llevándose una
mano a la nuca en un gesto de profundo análisis. Tras pasar unos minutos
simplemente pensando, sonrió lenta y calculadamente. Tal vez, finalmente
comprendiendo lo que le había querido decir su padre.
Estaba molesto aun, claro. Pero
ahora, al menos tenía un plan.
Sintiéndose limpia y luego de
haberle asegurado a Fiona que podría pasar un tiempo sola, mientras ella le
hacia las compras. Demi se dejó caer en su sofá, con su
laptop sobre las piernas. Estaba más que decidida a
terminar de escribir su parte del
nuevo capítulo, Joseph había
hecho todo mientras ella estaba jugando a las conferencias, era hora de que se
pusiera a trabajar. No había mejor momento que el presente, pues la puerta de
su edificio se colmó de periodistas luego de que el sol despuntara en el horizonte.
Afortunadamente, ella y su amiga habían arribado un poco antes de eso. Por lo
que la opción de distraerse con una caminata, estaba completamente fuera de sus
planes.
No se sentía del todo proclive a
escribir. Aun tenía una molestia presionando su pecho y curiosamente esa
molestia, aparecía cuando pensaba en Joseph
dormido. Ya habían pasado cuatro horas desde que ella hubo abandonado la casa
de Darius y por ende a su compañero de cuarto, aun así él no la había llamado o
enviado un email. Nada.
Joseph no se había puesto en contacto
por ninguno de los métodos convencionales, tampoco los inconvencionales, si es
que existen esos métodos. Demi dudaba que siguiera durmiendo, tarde o temprano debía
despertar. Pero ¿Por qué esperaba que la buscara? Después de todo, ella lo
había dejado solo.
Luego de tan hipócritamente pasar
una de sus mejores noches entre sus brazos, Demi se había levantado y huido mientras él bajaba la guardia. Había
algo de cobardía en su acción, simplemente no podía negarlo. Porque deseaba
decirle la razón de su decisión, pero también estaba esa pequeñita—casi
insignificante— parte que tan sólo quería regresar a su lado.
Ella no era de
hielo, Joseph le gustaba. Casi
todo el tiempo, lo que debía de significar algo. Pero también le desagradaba,
casi todo el tiempo, lo que también debería de analizar. Pero muy en lo
profundo, sabia que no iba a hacer ni una ni otra cosa.
Se negaba rotundamente
a desperdiciar mas pensamientos en su colega, el mismo que la había acusado de
traicionarlo, ese desgraciado que siempre la atacaba con sus comentarios
afilados. ¿Por qué debía sentirse mal por abandonarlo? Si analizaba las cosas
con detenimiento, él había hecho cosas peores. Y Demi estaba decidida a no meterse más en ese juego estúpido.
Camino a la Fama Capitulo 41
Maniobra Evasiva.
Luego de quitarse su brazo de
encima, ella realmente pensaba que liberar el resto de su cuerpo seria
sencillo.
El primer intento solo logró que se hundiera mas en su “incomoda”
posición, el segundo casi y lo tuvo… pero terminó por ganarle, para el tercero
había conseguido sacar las piernas de la cama, y con el impulso justo se pudo
escurrir de debajo de las mantas. Volvió la vista sobre su hombro, notando que
afortunadamente él dormía.
Demi soltó un suspiro, descubriendo
lo débil que podía a llegar a ser la carne. Mas tratándose de su escritor
favorito, desnudo, dormido, cansado y completamente apetecible. Parte de ella
quiso regresar a la cama, dejarse abrazar por su tibio cuerpo y olvidarse de
que tenía una conciencia. Pero la tenía y con un demonio, era peor que ese
asunto de Pepe grillo para el pobre Pinocho.
No debería estar allí, no debería
haberse quedado, no debería haberse reído con Darius y besado a Joseph tanto como si fuese la cosa más
natural del mundo. Ella no pensaba claro teniéndolo tan cerca, no pensaba claro
en condiciones normales muchos menos con Joseph a pocos milímetros.
Se levantó y con los pies en
puntillas se dirigió al baño, en el camino fue recogiendo su ropa. Mas
avergonzada de lo que nunca admitiría, cerró la puerta y reposó su peso en
ella. A esa distancia podía poner las cosas claras, pero antes debía vestirse y
llamar a Fiona.
Su amiga contestó con voz
somnolienta, arrastrando las palabras.
— ¿Qué?
—Necesito que vengas a recogerme.
—Te dije mil veces que no camines
por la calle de las prostitutas ¿En que delegación estas? —Demi puso los ojos en blanco.
—No estoy en la cárcel. Y ya te
dije que eso fue estudio de campo. —Una caminaba una noche por esos lares y el
estigma la seguía el resto de sus días.
— ¿En donde estas?
—En las afueras de
Londres—respondió tras pensarlo un momento. Oyó el sonido de Fiona posiblemente
incorporándose en su cama.
— ¿A las cinco de la mañana?
—Sí, Fiona a las cinco. —Su amiga
suspiró con desgana.
— ¿Dónde específicamente? ¿Demi?
— ¿Fiona recuerdas aquella vez
que te hice prometer golpearme la cabeza con un mazo si hacia algo muy
estúpido?
—Sí lo recuerdo, esa noche
bebimos mucho—Demi asintió recordando el momento.
—Bueno, debo decirte que como
palabra de mejor amiga, estas en la obligación de darme con el mazo.
— ¿Qué paso?—Preguntó con tono
horrorizado.
—Digamos que…como que me acosté
con Joseph.
— ¿Cómo qué? ¿No estás segura?
Realmente debes pasarte al café amiga…
—Sí estoy segura y sí lo hice,
más de una vez para ser exactos—Fiona se mantuvo en silencio, quizás digiriendo
sus palabras o quizás se había dormido otra vez. Ella no estaba dispuesta a
apostar por ninguna opción.
—Ya veo… ¿Y cual es el problema?—Demi bufó, antes de sumergirse en su
diatriba.
Le contó lo del articulo, aunque
eso ella ya lo sabia, le contó sobre la desconfianza de Joseph, sobre lo que le había dicho luego como justificación, la
pelea, la especie de reconciliación, su cambio de verdadero idiota a tipo
demasiado agradable y también el detalle que había visto su padre, pero eso
solo para que ella riera un poco.
Al finalizar se sentía liberada, si Fiona
sabía cada detalle de su vida, entonces no sentiría que estaba viviendo dentro
de una maldita comedia de escritor muerto de hambre.
—Así que ahora me siento como una
estúpida, pero es que el desgraciado es tan persuasivo, Fiona. Y yo no soy así,
no me dejo engatusar por un rostro bonito…
—Ese es un rostro muy bonito, si
me lo preguntas.
—Lo sé. —Admitió con un deje de
frustración— ¿Qué hago?
— ¿Dónde esta él ahora?
—Duerme, del otro lado de la
puerta.
—Bien cielo, no te
preocupes…estaré allí en un periquete y te vendrás conmigo. Claramente ustedes
dos necesitan enfriarse, quédate en el baño yo te enviare un mensaje cuando
este allí.
—Gracias amiga—Demi procuró susurrar cada silaba,
consciente repentinamente de que él podría despertar en cualquier instante. —No
tardes.
—No. Y Demi, se fuerte. —Ella asintió a
pesar de que la otra no podía verla—Recuerda la clase de mujer que eres, no
necesitas a un chulito que te caliente la cama.
— ¿No?—inquirió incrédula.
—No—Le respondió con tono decidido—Eres
independiente, inteligente e intrépida.
—Las tres I.
—Exacto. No sucumbas ante
palabras bonitas, si ese tipo quiere celeste que le cueste.
—Claro—Concordó encontrando a su
guerrera perdida. Por un segundo hasta echándola de menos. Le sorprendía que
parte de ella quisiera despachar a la guerrera y abrazar a la nueva Demi, esa que recibía atenciones más
que especiales por la noche. ¡Pero no! Esa Demi es floja, es tonta y por sobre
todo, esa Demi es débil.
Joseph la había ofendido, la había
lastimado más que en todas las ocasiones anteriores y pretendía arreglarlo
llevándosela a la cama ¿En serio? Luego se sorprendía de que la pusiera en el
mismo escalón que su madre, había respondido del mismo modo que ella lo haría.
Abriendo las
piernas y dejando que todo se
diluyera con la bruma de otro coito. ¡Que patética!
—Deberías darte vergüenza.
— ¿Por qué? ¿Yo que hice? Demi soltó un leve risilla y colgó la llamada. Aun así la sensación
de sentirse avergonzada, volvió a avasallarla y mientras estuvo allí esperando
a su amiga se replanteó una y mil veces su decisión.
Pero cuando salió del baño y lo
encontró tan plácidamente dormido con las sabanas enredadas a su escultural
cuerpo, lo supo. Eso era lo que debía hacer.
……
Tras soltar un quedo gruñido
entre dientes, Joseph extendió
sus adormecidos dedos que por alguna razón aferraban con fuerza las sabanas y
masculló una lenta maldición. Se dio la vuelta, dispuesto a aferrarse a algo
mucho más cálido cuando su brazo aterrizó sobre el vacio. Abrió los ojos
desconcertado, tratando de ver más allá del sueño que luchaba por llevárselo de
regreso al inconsciente.
Alzó el brazo como para confirmar que no había nadie
allí, aunque claro eso era bastante obvio. La cama no era tan grande como para
que se le hubiese perdido Demi, incluso sospechaba que ella
podría haber terminado en el suelo. Él no era específicamente, la persona más
tranquila y quieta a la hora de dormir, por lo que la teoría tenía cierto
respaldo.
Preocupado ante esa posibilidad,
se incorporó desenredándose de las mantas que formaban nudos en sus pies.
Realmente debería probar con alguna técnica para no girar como un trompo en
sueños, esto era un tanto ridículo. Miró el suelo, dejando ir un leve suspiro
de tranquilidad, ella no estaba allí. ¡Momento! ¿Dónde estaba ella?
Observó la puerta que conducía al
baño, notando el lugar tan oscuro como el resto de la habitación. Eso comenzó a
confundirlo.
Joseph salió de la cama y a tientas se
colocó el primer par de pantalones a mano, notando en el proceso que la silla
que había usado la noche anterior como perchero, solo contenía sus prendas y no
las de Demi. Tenia sentido, ella no se
pondría a deambular por la casa sin ropa, no después de lo que había visto su
padre. Suponía que un espectáculo era más que suficiente.
Se dirigió al baño sabiendo que Demi no estaría allí sentada en la oscuridad, aun así comprobó detrás
de la cortina incapaz de pasar por alto alguna esquina. Nada.
Diferentes posibilidades
comenzaron a golpear su mente, despachó las mas paranoicas casi al instante.
Estaba casi seguro que no dormiría tan plácidamente, si algo malo le hubiese
ocurrido a ella. Pero entonces estaba aquel detalle de que él tampoco, se
despertaba a mitad de la noche para hacer un reconocimiento de su compañera de
cuarto. ¿Podría haberle pasado algo? No, imposible. Lo habría escuchado, si no
hubiese sido él, su padre habría notado alguna cosa fuera de lugar. Y no
recordaba ruidos fuertes, gritos, disparos ni nada. Así que
esa opción, definitivamente quedaba abolida.
Luego por supuesto, estaba la
posibilidad de que ella solo hubiese ido a la cocina a beber algo. Si bien Joseph no era de esa clase de personas
que desperdiciaba horas de sueño en viajes al baño o a la cocina, tal vez Demi sí lo era. Antes de seguir
analizando esos detalles, decidió bajar las escaleras y comprobarlo de una
buena vez.
Todo el trayecto lo hizo a
oscuras, siendo gran conocedor del territorio en el que se movía. Las
habitaciones que cruzaba estaban desérticas y conforme se acercaba a la cocina,
una muy insana sensación de malestar comenzaba a acelerar los latidos de su
corazón. Al entrar y encontrarse todo como lo habían dejado después de cenar,
las teorías prácticamente saltaron por la ventana con arrojo. Y él que incluso
había pensado que podría haberle pasado algo, cuando era obvio que Demi simplemente se había marchado.
Sin una nota, un adiós o un
mísero beso de despedida y a mitad de la noche.
La cólera comenzó a inundar sus
venas, sintiéndose estúpido parado solo en la oscuridad, esperando por ella,
buscándola, deseándola incluso entonces.
Iba a matarla.
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