lunes, 22 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 39




Creo que, en este momento. Pat haría cualquier cosa que le pidiera.
Marty bufó

Es cierto fue alucinante la forma en que aceptó enseguida tu sugerencia de que hiciéramos una fiesta en su casa. Podrías ser mago profesional, ¿sabes?

Me mordí los labios ¿De modo que la fiesta había sido idea de Joseph?
Si así soy yo. Joseph volvió a bostezar Caramba estoy cansado
¿Te quedaste hasta tarde con Swiss Kriss?

¿Swiss Kriss? El solo pensarlo me hizo sentir un nudo en el estómago. No pueden creer que Joseph fuera a quedarse hasta tarde con Swiss Kriss.
Hmmm…

En fin, ya sé que no podrías haberte quedado hasta tarde con Demi continuó Marty Se acuesta a las ocho o algo por el estilo. ¿Verdad?
Hmmm

Mi mente era un torbellino. Esperé unos segundos que Joseph lo contradijera, pero todo lo que oí fueron unos murmullos y algo de risa.
No necesitaba oír más. Me apresuré a recorrer el vestíbulo en dirección a la escalera con el corazón desbocado. 

Había ido a confirmar que Joseph no planeaba aprovecharse del muchacho menos popular de la escuela , y descubrí en cambio algo mucho peor de lo que había imaginado Se acuesta a las ocho o algo por el estilo 

Las palabras retumbaban en mi cabeza ¿Por qué Joseph no se lo había contradicho? Me había asegurado que no se había estado burlando de mí. Pero lo que oí no eran burlas…porqué yo no estaba cerca para que se rieran de mí. Lo que oí fue un dialogo tranquilo racional y despreciativo acerca de mi.
Hasta tarde con Swiss Kriss…

Jamás debí confiar él, jamás debí olvidar aquella conversación que él y Mary habían mantenido en la puerta del baño. ¿Cómo pude permitir que me gustara alguien que se aprovecha de Pat de esa manera? ¿Cómo pudo gustarme alguien que se aprovecharía de mí?

A las siete en punto del día del Baile de Otoño, Alex Chase llegó a mi casa, muy elegante con su traje azul marino y, en lugar de un ramillete, me dio una caja con un ratón muerto adentro.

 Está bien, está bien, no era realmente un ratón muerto; era el ratón de imitación con el que juegan el gato de la familia Chase. Miré fijo el ratón, mientras Alex se reía a carcajadas; luego corrió hasta el auto en busca de las flores verdaderas. Oh, fue algo de veras distinguido, puedo asegurarlo.

Mi madre nos sacó una foto en el porche delantero, parados uno junto al otro. Vi que, enfrente, Joseph subía a su auto.

— Oh, mira, ahí está Joseph — dijo Alex —. ¡Hola, Joseph!
Él miro en dirección a nosotros e hizo un ademán de saludo. Yo no dejé de mirar a otro lado.

Llegamos al baile y la primera persona que vi fue a Swiss Kriss. Llevaba un vestido corto de terciopelo rojo con piel blanca en el cuello, el ruedo y las mangas. ¿Dónde encontraba esa ropa?

 ¿Tendría a un anciano que trabaje en los Alpes pera mayor gloria de vestuario? Había recogido su pelo rubio en un gracioso rodete en la base de la nuca y, no obstante la opinión de Joseph sobre las chicas que llevaban el pelo recogido, se le veía estupendo. Le enmarcaba la cara el número exacto de rizos. Su piel parecía terciopelo, sus labios eran rojos como su vestido… Me sentí una bruja a su lado
.
La primera persona que vio Alex fue a Juliet Miller, y se apresuró a correr hacia ella para llevarle un vaso de ponche. Suspiré y fui en busca de mi propio vaso de ponche.

Permanecí solitaria junto a la ponchera, sintiéndome invisible, como un fantasma de bailes pasados. El gimnasio estaba estupendo. Habíamos armado un enorme pabellón de telas oscuras con estrellas que cubrían las paredes. Algunas cabras un poco cursis poblaban las escenas aquí y allá, pero hasta ellas lucían bien en el medio de la suave iluminación.

Miré a mi alrededor en busca de alguien conocido. Rose pasó flotando del brazos de Brad Hopkisn. Me dedicó una gran sonrisa y un gesto de saludos; evidentemente se sentía generosa para reconocerme.

Un momento después, localicé a Katie no muy lejos, en la pista de baile. Llevaba un vestido corto azul con algo así como lentejuelas cosidas en la tela. Tenía aros brillantes en forma de estrellas. Su pelo color trigo parecía platinado bajo aquella luz, y el vestido era del mismo color de sus ojos. Gus la miraba con reverencia.

Me sorprendió mirándola y levantó ligeramente las cejas. Yo conocía ese gesto. Me estaba preguntado si necesitaba compañía. Sacudí la cabeza.
Pat también estaba allí, con un traje demasiado chico. 

Había venido solo. Sentí compasión por él. El Baile de Otoño no era un acontecimiento para ir solo. Aunque supuse que yo también puede haber estado sola, teniendo en cuenta la atención que me prestaba Alex.

Swiss Kriss pasó con un revoloteo de su vestido de terciopelo.
— Por supuesto, Joseph y yo estaremos allí — le estaba diciendo a alguien —. Joseph lo planeó todo.

No pensé que pudiera experimentar una opresión en el pecho más grande aun, pero en ese momento sentí como si estuviera llena de nudos. Joseph y yo. Como si fueran una pareja formal. Recordé la conversación telefónica que había escuchado a hurtadillas. Joseph decía:

La chica a quien quiero invitar nunca aceptaría. ¿En verdad pensé que alguna vez se refería a mí? Por supuesto, hablaba de Swiss Kriss. Ella jamás iba a interferir en sus planes con respecto a la fiesta de Marea Alta Pat; con ella, no tendría que preocuparse de que era vigilando.

Levanté la vista hacia las estrellas del pabellón. Había pasado horas pegando esas estúpidas estrellas, imaginado como una idiota que esa noche seria maravillosa y romántica.
— ¿Tienes tortícolis?
La voz de Joseph en mi oído.
— ¿Qué?

Él sonrió.
— Estuviste mirando el cielorraso tanto tiempo que me preocupé, pensé que el cuello te había quedado duro.

Me di vuelta y me serví otro vaso de ponche.
— ¿Dónde estuviste ayer? — preguntó Joseph — Te llamé, pero tu mamá dijo que no estabas en casa.


— Entonces no estaba en casa — respondí, lacónica. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 38




Joseph, a mi lado, recogió su rastrillo y se apoyó en él, se estremeció.
Me duele la espalda.

A mi también Lo miré por supuesto la espalda no te dolería tanto si no hubieras robado la campana de la cafetería.
Se echó a reír.

¿Lo viste en la crónica policial de hoy? Decía que esa estúpida campana en realidad cuesta más de quinientos dólares, lo cual significa que robarla es un delito.

¿Joseph? sacudí la cabeza Es una suerte para ti que no te hayan descubierto. Y que papá no haya hecho demasiadas preguntas. Jamás entrarías en la universidad con eso en tu solicitud de ingreso.

Oh, no sé… Joseph pareció reflexionar Si yo estuviera al frente de una universidad me gustaría entrevistar a chicos con cosas totalmente inapropiadas como esa en sus solicitudes. Me gustaría escuchar las historias que hay detrás.

Traté de imaginarme a Joseph frente a una universidad, pero mi inspiración no me ayudó. Estudié su perfil contra la luz naranja de nuestra fogata. Parecía que con esa luz temblorosa, y durante un momento sentí un poco de miedo…esa rara sensación de ser un extraño en tu propio jardín delantero, cuando tu casa esta toda iluminada y de repente estás seguro de que, si tocaras el timbre nadie te reconocería.

Eh dijo Joseph ¿Qué pasa? Me sonrió, y de golpe me sentí mucho mejor, como siempre cuando me sonreía.
Nada repuse Estoy muy bien
Extendió una mano en busca del termo.

Demi dijo con suavidad de veras lamento haberle dicho a Swiss Kriss que iría al baile con ella.

Está bien dije enseguida. No estaba muy segura acerca de con qué estaba yo de acuerdo. ¿Con el hecho de que iba con Swiss Kriss, con el hecho de que no iba conmigo, con el hecho de que el si iba a ir al baile?
No sé como zafarme prosiguió Además tu le dijiste a Alex que irías con él.

Lo sé lo tranquilicé.
Joseph extendió la mano para tomar la mía.
Pero habrá otros bailes, ¿no? Y podemos bailar juntos en el Baile de Otoño. ¿Correcto?

Correcto dije suavemente. Si en ese momento Joseph me hubiera propuesto escaparnos a México, yo habría contestado correcto con la misma suavidad.

Demi exclamó él de repente , tienes las manos llenas de ampollas.
Ambos miramos mis manos. Yo parpadeé.
Ni me había dado cuenta dije.

Joseph sonrió. Con gran ternura deslizó las puntas de los dedos por las ampollas que había en mis manos. Observé su cara a la luz de la fogata. ¿Cómo pudo parecerme que era un extraño? Sentí que lo conocía de toda la vida.
Me acerqué a él. Él fuego crepitó, su aliento era dulce, olía chocolate, y yo me sentía feliz, tan feliz.

El jueves por la tarde, estaba en el baño de las chicas pintándome los labios y observando a Swiss Kriss por el rabillo del ojo. Acá debo detenerme un momento y describir lo que tenía puesto: una blusa blanca con volados, pantalones de cuero verde muy estrechos, y tiradores. 

Ahora bien, si yo usara todo eso, parecería Robin Hood. Lo cual no quiere decir que Swiss Kriss pareciera una estudiante normal de hecho parecía un inmigrante de la Familia Trapp. Pero se la veía esplendida. En ese momento, me deprimió. 

De repente me sentí segura de que estaría tan hermosa en el Baile de Otoño, que Joseph se olvidaría de mí. Yo estaría obligada a no despegarme de Alex, quien, probablemente, (a) le hablaría todo el tiempo de Juliet Miller; (b) me contaría infinidad de chistes groseros, (c) trataría de meterse una menta en la nariz, (d) trataría de meter una menta en mi nariz…

¿Demi? dijo Katie, apareciendo súbitamente junto a mí e interrumpiendo mis pensamientos ¿Demi?
¿Hmmm?
Traté de calmar los latidos precipitados de mi corazón.
Katie estaba llena de noticias

¿Te enteraste? comenzó Marea Alta Pat va a dar una fiesta después del Baile de Otoño y piensa invitar a todo el colegio.
Yo parpadeé

Eso es una locura. Nadie invitaría da todo el colegio. Ni siquiera el propio colegio invita da todo el alumnado a nada. Incluso debes tener una entrada en los bailes.

Me lo dijo Bobby Weller afirmó Katie con insistencia.
¿De veras? Uno no consideraría a Bobby Weller una fuente de información confiable en ningún sentido, pero cuando se trata de fiestas, por lo general maneja bien las cosas. El Baile de Otoño es mañana.

Es verdad confirmó Swiss Kriss con su voz suave, sincera Aparentemente, sus padres decidieron irse de la ciudad ayer.

Oh, pobre Pat dije. Nunca supe de nadie tan poco popular como Marea Alta Pat que organizara una fiesta. Y para colmo, ¿ha invitado a todo el colegio! Debe tener miedo de que no vaya nadie pensé en voz alta.
Oh no, irá todo el mundo aseguró Swiss Kriss.

En serió dijimos Katie y yo a coro. Swiss Kriss asintió, frunciendo levemente el ceño ante nuestras caras de incrédulas.
Si –dijo va a ser algo muy descontrolado.
¿Descontrolado? repetí.
Swiss Kriss sonrió con gentileza.

Si, porqué Marea Alta Pat no es, digamos, amigo de nadie. De modo que…en fin, no tenemos por qué ser cuidadosos en su casa. Los Marea Alta tienen una bodega en el sótano ¿Saben? Estamos planeando tomarla por asalto.

Fruncí el ceño.
¿Joseph está enterado de tus planes para…eh…tomar la bodega por asalto?

Durante un momento. Swiss Kriss me miró con cara inexpresiva.
Oh si, toda la fiesta fue idea suya volvió a prestar atención a su imagen reflejada en el espejo y se aplicó lápiz labial en su perfecta boca en forma de corazón.
¿Qué opinan de este color? preguntó en tono reflexivo Se llama Rojo Alpino.

Hola Demi me saludó la doctora Conner. Estaba sentada ante la mesa de la cocina, pelando arvejas.

Hola, doctora Conner respondí ¿Está Joseph?
Si, está en su cuarto con Marty Richards dijo la doctora Conner. ¿Por qué no subes?

Está bien dije Gracias.
Comencé a subir la escalera con lentitud. Había preferido que Marty no estuviera allí porqué deseaba hablar con Joseph a solas.

Mi conversación con Swiss Kriss me había tenido preocupada toda la tarde. No podía imaginar a un grupo de personas populares arrasando la casa de Pat…con Joseph detrás de todo el asunto. Claro que yo no era tan tonta como para dejarle la última palabra a Swiss Kriss, se tratara de lo que se tratara. 

Quería dar a Joseph la oportunidad de explicar que sucedía en realidad. Ahora bien, yo no había planeado escuchar a hurtadillas la conversación entre Joseph y Marty, pero cuando uno oye su propio nombre a través de una puerta cerrada, resulta difícil golpear y preguntar si puede integrarse mientras siguen hablando del tema.

No, Demi no es la clase de persona que se metería en eso estaba diciendo Joseph.

Claro supongo que no va por ahí tomando bodegas por asalto comentó Marty.
Los dos se echaron a reír.

En fin, con respecto a ese asunto de la bodega empezó Joseph.
Oye tal vez no tengamos que tomarla por asalto replicó Marty ansioso ¿No crees que podrías convencer a Marea Alta Pat de que nos deje entrar?

Joseph bostezó. 

domingo, 21 de julio de 2013

Camino A La Fama Capitulo 8





Joseph estaba cómodamente recostado en su cama, llevaba la última media hora observando el cielo raso. No sabía porque le costaba tanto concebir el sueño, después de todo estaba molido. 

Pero algo lo incomodaba y muy en lo profundo de su ser —en la parte más perdida y olvidada— sabia la respuesta. Pero antes de admitirlo se cortaría una mano y se la daría de comer a sus pececitos.

Repentinamente algo comenzó a emitir un zumbido, bastante molesto. Se volteó buscando su celular, pero al tenerlo en la mano descubrió que éste estaba completamente calmo. Enarco una ceja mirando la pantallita, solo para confirmar que su sentido del tacto no estaba averiado. Nada.

— ¿Qué demonios?—Pregunto a nadie en particular, mientras se ponía de pie en busca del maldito celular vibrante. Él solo tenía uno ¿Acaso había alguien más en su casa? No, imposible. Incluso un ladrón no cometería la estupidez, de meterse a robar con el teléfono prendido.

Después de buscar inútilmente por largo rato, el celular fantasma dejo de hacer ruido. Joseph se encogió de hombros, dispuesto a meterse en la cama y obligarse a dormir, cuando éste volvió a importunarlo.

—Pero la pu…—Agito cojines, almohadas e incluso desarmo toda la cama. Aun así no lo hallo.

Entonces su vista se encontró con la ropa que había dejado desperdigada por el suelo, cuando había llegado. Y fue como si una lámpara chispeara en su aturdido, cansado y muy exasperado cerebro.
Demi —murmuro, tomando su pantalón de jean y extrayendo de su bolsillo trasero el diminuto celular rosa— ¿Diga?

— ¿Demi?—Sí claro, después de su operación de cambio de sexo.
—Eh…no—Del otro lado de la línea alguien soltó un pequeño suspiro.

— ¿Puedes poner a Demi al teléfono?— Joseph analizo un segundo el pedido de la mujer y pensó en soltarle una grosería, por estar molestando a las tres de la mañana. Pero luego recapitulo, eso no sería muy cortes, él ni siquiera estaba dormido.

Demi no está aquí, me dio a tener su teléfono y supongo que olvido pedírmelo—Hubo un movimiento como si su interlocutora, estuviese tapando la bocina.
— ¿Eres Joseph?—Ah, ella lo conocía eso lo sorprendió un poco.
—Sí.

—Mira, esto… Demi se marchó de la fiesta y no puedo encontrarla. Si llama a su teléfono, podrías decirle que se ponga en contacto conmigo. Soy Fiona—No pudo evitar molestarse por la información que le daba la tal Fiona. 

¿Dónde podría estar esa boba? Bueno, la respuesta era más que obvia. Estaba con ese tipejo que la acaparo toda la noche.

—Seguramente esta con ese tipo disfrazado de doctor—No debió decir eso, para él había sonado como un ex celoso. Pero le fue imposible contener esa demanda que pugnaba desde lo profundo de su garganta, amenazando con hacerlo romper su máscara de calma. Quería soltar una maldición y ni siquiera sabía porque.

—En realidad…es que él regreso a la fiesta…y dijo que Demi se había marchado.

— ¿Sin sus botas?—Que pregunta tonta, por supuesto que sin sus botas pues él las tenía también.

—No sé, estoy bastante preocupada…por favor…
—Sí, sí, si…le diré que se ponga en contacto contigo—masculló más enrabiado que antes. Maldita mujer insensata ¿Cómo se le ocurría deambular sola y ebria por las calles?

—Gracias—Tanto Fiona como él colgaron al unísono. Joseph aun sosteniendo su pantalón con su mano libre, tiro el celular de Demi sobre la cómoda y comenzó a vestirse apresuradamente.

No estaba seguro que haría, pero antes de poder analizar nada, se encontraba detrás del volante de su Lexus buscándola por las oscuras calles de Londres. Si la encontraba la mataría y luego…y luego, bien aún no había planeado nada, pero eso no lo detendría en darle un verdadero escarmiento.
……………
Quién podría llegar a imaginar que su casa, se había movido del lugar en donde la había dejado esa misma mañana. Pues Demi llevaba la última hora buscándola y aun no podía dar con ella ¿Es que estaba huyendo? ¿Las casas podían hacer eso?

Suspiro y de una forma muy poco femenina, se dejó caer al costado de la acera para limpiar sus cochinos pies. No sabía dónde estaban sus botas, pero en ese momento las echaba de menos. Al igual que su casa, las botas también la habían abandonado.

 ¡Qué suerte la suya! Mientras ese pensamiento cruzaba su mente, un auto dio vuelta la esquina iluminándola de lleno con esas malditas farolas blancas. Demi sintió que algo comenzaba a latir en alguna parte de su cabeza y supo que allí venían las náuseas.

Se puso de pie, solo para tener algo en que entretenerse y decidida, comenzó una vez más la búsqueda. 

No podía ser posible que no recordara donde vivía, pero es que ella podía jurar que no estaba tan lejos. Y en tanto que debatía la mejor forma de salir de ese predicamento, sintió como a su lado el mismo auto que la había iluminado antes, bajaba la velocidad para acompasarse a su ritmo. 

Demi miro sobre su hombro, el automóvil completamente negro y con vidrios tintados, no dejaba ver quien lo conducía pero ella no estaba dispuesta averiguarlo.

Apretó el paso deliberadamente y su acompañante hizo lo propio, fue entonces cuando Demi sintió como su corazón comenzaba a bombear de manera frenética. No podían robarle, no traía nada más que su dignidad encima y eso no valía mucho. Además ¿De aquí a cuando los ladrones tenían mejores autos que sus víctimas? Ella podría poner una queja, ese tipo no estaba necesitado.

—Aléjate—murmuro como si de alguna forma, el conductor pudiese oír su suplica. ¿Qué quería de ella? ¿Pensaría que es una prostituta? «Mírame bien, ni botas traigo» Pensó en gritarle, pero procuro mantener la vista al frente, tal vez si no lo miraba terminaría por marcharse.

— ¡Demi!— ¡Oh Dios! Y sabia su nombre, iba a matarla alguien que la conocía. Después de todo las estadísticas son ciertas más del noventa por ciento de los homicidios son cometidos por personas cercanas a la víctima.

Las cosas que uno piensa cuando esta ebrio y al borde de la muerte, es sorprendente.
— ¡Demi!—insistió el conductor y ella se detuvo abruptamente. Reconocía esa voz, la haría incluso en las mismísimas puertas del infierno y con Lucifer picándole el culo con su tenedor. Bien, tridente…estar ebria no la justificaba a pensar como una ignorante.

Se volteó lentamente para ver como desde el interior del fascinante Lexus, unos penetrantes ojos azules la escrutaban con enfado y... ¿Sería eso alivio? No, seguramente era el efecto de luz de la luna.
— ¿Joseph?—insto con una enorme sonrisa. No estaba perdida, Joseph la llevaría a casa. Al fin alguien venía a rescatarla, al fin alguien se acordaba de su ebria persona.

—Sube de una maldita vez—Bien, no era exactamente un caballero en su hermoso corcel. Pero estaba dispuesta a ignorar esos detallitos, él estaba allí y por primera vez se alegraba de verlo.
Corrió para montarse al auto, pero toda la agitación no fue buena para su escasa resistencia estomacal.

 Allí estaban esas condenadas nauseas otra vez. Sin poder evitarlo se llevó ambas manos al vientre, en un intento estúpido de recuperar la compostura. Pero sentía que hasta la última célula de su cuerpo comenzó a subir por su tráquea, para llenarle la boca de ese gusto inconfundiblemente asqueroso.

— ¿Demi?— Joseph había descendido del auto y en ese momento se acercó a ella, para intentar incorporarla de la posición semi erguida en la que parecía haber quedado congelada. Le toco el hombro y ella alzo la cabeza, escrutándolo con los ojos llenos de lágrimas— ¿Estas bien?

Lo único que pudo hacer Demi para responderle, fue soltarle todo el alcohol que venía guardando en su estómago sobre la bonita camisa de lino. Joseph retrocedió pero demasiado tarde, ella no tuvo reparos en vomitarlo y vomitarse a sí misma en el proceso.

— ¡Eres una asquerosa!—exclamó, pero Demi no atendió a sus palabras. Estaba demasiado ocupada, tratando de no perder la conciencia


allí mismo. Ya no le importaba que sería de ella por esa noche, había liberado gran parte de su frustración. « ¿Y mañana?» Bueno, mañana amanecería un nuevo y brillante día. Por esa noche, todo quedaría perdido en la bruma de la borrachera, si es que Joseph le permitía alguna vez olvidar lo que hizo por ella.