lunes, 22 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 38




Joseph, a mi lado, recogió su rastrillo y se apoyó en él, se estremeció.
Me duele la espalda.

A mi también Lo miré por supuesto la espalda no te dolería tanto si no hubieras robado la campana de la cafetería.
Se echó a reír.

¿Lo viste en la crónica policial de hoy? Decía que esa estúpida campana en realidad cuesta más de quinientos dólares, lo cual significa que robarla es un delito.

¿Joseph? sacudí la cabeza Es una suerte para ti que no te hayan descubierto. Y que papá no haya hecho demasiadas preguntas. Jamás entrarías en la universidad con eso en tu solicitud de ingreso.

Oh, no sé… Joseph pareció reflexionar Si yo estuviera al frente de una universidad me gustaría entrevistar a chicos con cosas totalmente inapropiadas como esa en sus solicitudes. Me gustaría escuchar las historias que hay detrás.

Traté de imaginarme a Joseph frente a una universidad, pero mi inspiración no me ayudó. Estudié su perfil contra la luz naranja de nuestra fogata. Parecía que con esa luz temblorosa, y durante un momento sentí un poco de miedo…esa rara sensación de ser un extraño en tu propio jardín delantero, cuando tu casa esta toda iluminada y de repente estás seguro de que, si tocaras el timbre nadie te reconocería.

Eh dijo Joseph ¿Qué pasa? Me sonrió, y de golpe me sentí mucho mejor, como siempre cuando me sonreía.
Nada repuse Estoy muy bien
Extendió una mano en busca del termo.

Demi dijo con suavidad de veras lamento haberle dicho a Swiss Kriss que iría al baile con ella.

Está bien dije enseguida. No estaba muy segura acerca de con qué estaba yo de acuerdo. ¿Con el hecho de que iba con Swiss Kriss, con el hecho de que no iba conmigo, con el hecho de que el si iba a ir al baile?
No sé como zafarme prosiguió Además tu le dijiste a Alex que irías con él.

Lo sé lo tranquilicé.
Joseph extendió la mano para tomar la mía.
Pero habrá otros bailes, ¿no? Y podemos bailar juntos en el Baile de Otoño. ¿Correcto?

Correcto dije suavemente. Si en ese momento Joseph me hubiera propuesto escaparnos a México, yo habría contestado correcto con la misma suavidad.

Demi exclamó él de repente , tienes las manos llenas de ampollas.
Ambos miramos mis manos. Yo parpadeé.
Ni me había dado cuenta dije.

Joseph sonrió. Con gran ternura deslizó las puntas de los dedos por las ampollas que había en mis manos. Observé su cara a la luz de la fogata. ¿Cómo pudo parecerme que era un extraño? Sentí que lo conocía de toda la vida.
Me acerqué a él. Él fuego crepitó, su aliento era dulce, olía chocolate, y yo me sentía feliz, tan feliz.

El jueves por la tarde, estaba en el baño de las chicas pintándome los labios y observando a Swiss Kriss por el rabillo del ojo. Acá debo detenerme un momento y describir lo que tenía puesto: una blusa blanca con volados, pantalones de cuero verde muy estrechos, y tiradores. 

Ahora bien, si yo usara todo eso, parecería Robin Hood. Lo cual no quiere decir que Swiss Kriss pareciera una estudiante normal de hecho parecía un inmigrante de la Familia Trapp. Pero se la veía esplendida. En ese momento, me deprimió. 

De repente me sentí segura de que estaría tan hermosa en el Baile de Otoño, que Joseph se olvidaría de mí. Yo estaría obligada a no despegarme de Alex, quien, probablemente, (a) le hablaría todo el tiempo de Juliet Miller; (b) me contaría infinidad de chistes groseros, (c) trataría de meterse una menta en la nariz, (d) trataría de meter una menta en mi nariz…

¿Demi? dijo Katie, apareciendo súbitamente junto a mí e interrumpiendo mis pensamientos ¿Demi?
¿Hmmm?
Traté de calmar los latidos precipitados de mi corazón.
Katie estaba llena de noticias

¿Te enteraste? comenzó Marea Alta Pat va a dar una fiesta después del Baile de Otoño y piensa invitar a todo el colegio.
Yo parpadeé

Eso es una locura. Nadie invitaría da todo el colegio. Ni siquiera el propio colegio invita da todo el alumnado a nada. Incluso debes tener una entrada en los bailes.

Me lo dijo Bobby Weller afirmó Katie con insistencia.
¿De veras? Uno no consideraría a Bobby Weller una fuente de información confiable en ningún sentido, pero cuando se trata de fiestas, por lo general maneja bien las cosas. El Baile de Otoño es mañana.

Es verdad confirmó Swiss Kriss con su voz suave, sincera Aparentemente, sus padres decidieron irse de la ciudad ayer.

Oh, pobre Pat dije. Nunca supe de nadie tan poco popular como Marea Alta Pat que organizara una fiesta. Y para colmo, ¿ha invitado a todo el colegio! Debe tener miedo de que no vaya nadie pensé en voz alta.
Oh no, irá todo el mundo aseguró Swiss Kriss.

En serió dijimos Katie y yo a coro. Swiss Kriss asintió, frunciendo levemente el ceño ante nuestras caras de incrédulas.
Si –dijo va a ser algo muy descontrolado.
¿Descontrolado? repetí.
Swiss Kriss sonrió con gentileza.

Si, porqué Marea Alta Pat no es, digamos, amigo de nadie. De modo que…en fin, no tenemos por qué ser cuidadosos en su casa. Los Marea Alta tienen una bodega en el sótano ¿Saben? Estamos planeando tomarla por asalto.

Fruncí el ceño.
¿Joseph está enterado de tus planes para…eh…tomar la bodega por asalto?

Durante un momento. Swiss Kriss me miró con cara inexpresiva.
Oh si, toda la fiesta fue idea suya volvió a prestar atención a su imagen reflejada en el espejo y se aplicó lápiz labial en su perfecta boca en forma de corazón.
¿Qué opinan de este color? preguntó en tono reflexivo Se llama Rojo Alpino.

Hola Demi me saludó la doctora Conner. Estaba sentada ante la mesa de la cocina, pelando arvejas.

Hola, doctora Conner respondí ¿Está Joseph?
Si, está en su cuarto con Marty Richards dijo la doctora Conner. ¿Por qué no subes?

Está bien dije Gracias.
Comencé a subir la escalera con lentitud. Había preferido que Marty no estuviera allí porqué deseaba hablar con Joseph a solas.

Mi conversación con Swiss Kriss me había tenido preocupada toda la tarde. No podía imaginar a un grupo de personas populares arrasando la casa de Pat…con Joseph detrás de todo el asunto. Claro que yo no era tan tonta como para dejarle la última palabra a Swiss Kriss, se tratara de lo que se tratara. 

Quería dar a Joseph la oportunidad de explicar que sucedía en realidad. Ahora bien, yo no había planeado escuchar a hurtadillas la conversación entre Joseph y Marty, pero cuando uno oye su propio nombre a través de una puerta cerrada, resulta difícil golpear y preguntar si puede integrarse mientras siguen hablando del tema.

No, Demi no es la clase de persona que se metería en eso estaba diciendo Joseph.

Claro supongo que no va por ahí tomando bodegas por asalto comentó Marty.
Los dos se echaron a reír.

En fin, con respecto a ese asunto de la bodega empezó Joseph.
Oye tal vez no tengamos que tomarla por asalto replicó Marty ansioso ¿No crees que podrías convencer a Marea Alta Pat de que nos deje entrar?

Joseph bostezó. 

domingo, 21 de julio de 2013

Camino A La Fama Capitulo 8





Joseph estaba cómodamente recostado en su cama, llevaba la última media hora observando el cielo raso. No sabía porque le costaba tanto concebir el sueño, después de todo estaba molido. 

Pero algo lo incomodaba y muy en lo profundo de su ser —en la parte más perdida y olvidada— sabia la respuesta. Pero antes de admitirlo se cortaría una mano y se la daría de comer a sus pececitos.

Repentinamente algo comenzó a emitir un zumbido, bastante molesto. Se volteó buscando su celular, pero al tenerlo en la mano descubrió que éste estaba completamente calmo. Enarco una ceja mirando la pantallita, solo para confirmar que su sentido del tacto no estaba averiado. Nada.

— ¿Qué demonios?—Pregunto a nadie en particular, mientras se ponía de pie en busca del maldito celular vibrante. Él solo tenía uno ¿Acaso había alguien más en su casa? No, imposible. Incluso un ladrón no cometería la estupidez, de meterse a robar con el teléfono prendido.

Después de buscar inútilmente por largo rato, el celular fantasma dejo de hacer ruido. Joseph se encogió de hombros, dispuesto a meterse en la cama y obligarse a dormir, cuando éste volvió a importunarlo.

—Pero la pu…—Agito cojines, almohadas e incluso desarmo toda la cama. Aun así no lo hallo.

Entonces su vista se encontró con la ropa que había dejado desperdigada por el suelo, cuando había llegado. Y fue como si una lámpara chispeara en su aturdido, cansado y muy exasperado cerebro.
Demi —murmuro, tomando su pantalón de jean y extrayendo de su bolsillo trasero el diminuto celular rosa— ¿Diga?

— ¿Demi?—Sí claro, después de su operación de cambio de sexo.
—Eh…no—Del otro lado de la línea alguien soltó un pequeño suspiro.

— ¿Puedes poner a Demi al teléfono?— Joseph analizo un segundo el pedido de la mujer y pensó en soltarle una grosería, por estar molestando a las tres de la mañana. Pero luego recapitulo, eso no sería muy cortes, él ni siquiera estaba dormido.

Demi no está aquí, me dio a tener su teléfono y supongo que olvido pedírmelo—Hubo un movimiento como si su interlocutora, estuviese tapando la bocina.
— ¿Eres Joseph?—Ah, ella lo conocía eso lo sorprendió un poco.
—Sí.

—Mira, esto… Demi se marchó de la fiesta y no puedo encontrarla. Si llama a su teléfono, podrías decirle que se ponga en contacto conmigo. Soy Fiona—No pudo evitar molestarse por la información que le daba la tal Fiona. 

¿Dónde podría estar esa boba? Bueno, la respuesta era más que obvia. Estaba con ese tipejo que la acaparo toda la noche.

—Seguramente esta con ese tipo disfrazado de doctor—No debió decir eso, para él había sonado como un ex celoso. Pero le fue imposible contener esa demanda que pugnaba desde lo profundo de su garganta, amenazando con hacerlo romper su máscara de calma. Quería soltar una maldición y ni siquiera sabía porque.

—En realidad…es que él regreso a la fiesta…y dijo que Demi se había marchado.

— ¿Sin sus botas?—Que pregunta tonta, por supuesto que sin sus botas pues él las tenía también.

—No sé, estoy bastante preocupada…por favor…
—Sí, sí, si…le diré que se ponga en contacto contigo—masculló más enrabiado que antes. Maldita mujer insensata ¿Cómo se le ocurría deambular sola y ebria por las calles?

—Gracias—Tanto Fiona como él colgaron al unísono. Joseph aun sosteniendo su pantalón con su mano libre, tiro el celular de Demi sobre la cómoda y comenzó a vestirse apresuradamente.

No estaba seguro que haría, pero antes de poder analizar nada, se encontraba detrás del volante de su Lexus buscándola por las oscuras calles de Londres. Si la encontraba la mataría y luego…y luego, bien aún no había planeado nada, pero eso no lo detendría en darle un verdadero escarmiento.
……………
Quién podría llegar a imaginar que su casa, se había movido del lugar en donde la había dejado esa misma mañana. Pues Demi llevaba la última hora buscándola y aun no podía dar con ella ¿Es que estaba huyendo? ¿Las casas podían hacer eso?

Suspiro y de una forma muy poco femenina, se dejó caer al costado de la acera para limpiar sus cochinos pies. No sabía dónde estaban sus botas, pero en ese momento las echaba de menos. Al igual que su casa, las botas también la habían abandonado.

 ¡Qué suerte la suya! Mientras ese pensamiento cruzaba su mente, un auto dio vuelta la esquina iluminándola de lleno con esas malditas farolas blancas. Demi sintió que algo comenzaba a latir en alguna parte de su cabeza y supo que allí venían las náuseas.

Se puso de pie, solo para tener algo en que entretenerse y decidida, comenzó una vez más la búsqueda. 

No podía ser posible que no recordara donde vivía, pero es que ella podía jurar que no estaba tan lejos. Y en tanto que debatía la mejor forma de salir de ese predicamento, sintió como a su lado el mismo auto que la había iluminado antes, bajaba la velocidad para acompasarse a su ritmo. 

Demi miro sobre su hombro, el automóvil completamente negro y con vidrios tintados, no dejaba ver quien lo conducía pero ella no estaba dispuesta averiguarlo.

Apretó el paso deliberadamente y su acompañante hizo lo propio, fue entonces cuando Demi sintió como su corazón comenzaba a bombear de manera frenética. No podían robarle, no traía nada más que su dignidad encima y eso no valía mucho. Además ¿De aquí a cuando los ladrones tenían mejores autos que sus víctimas? Ella podría poner una queja, ese tipo no estaba necesitado.

—Aléjate—murmuro como si de alguna forma, el conductor pudiese oír su suplica. ¿Qué quería de ella? ¿Pensaría que es una prostituta? «Mírame bien, ni botas traigo» Pensó en gritarle, pero procuro mantener la vista al frente, tal vez si no lo miraba terminaría por marcharse.

— ¡Demi!— ¡Oh Dios! Y sabia su nombre, iba a matarla alguien que la conocía. Después de todo las estadísticas son ciertas más del noventa por ciento de los homicidios son cometidos por personas cercanas a la víctima.

Las cosas que uno piensa cuando esta ebrio y al borde de la muerte, es sorprendente.
— ¡Demi!—insistió el conductor y ella se detuvo abruptamente. Reconocía esa voz, la haría incluso en las mismísimas puertas del infierno y con Lucifer picándole el culo con su tenedor. Bien, tridente…estar ebria no la justificaba a pensar como una ignorante.

Se volteó lentamente para ver como desde el interior del fascinante Lexus, unos penetrantes ojos azules la escrutaban con enfado y... ¿Sería eso alivio? No, seguramente era el efecto de luz de la luna.
— ¿Joseph?—insto con una enorme sonrisa. No estaba perdida, Joseph la llevaría a casa. Al fin alguien venía a rescatarla, al fin alguien se acordaba de su ebria persona.

—Sube de una maldita vez—Bien, no era exactamente un caballero en su hermoso corcel. Pero estaba dispuesta a ignorar esos detallitos, él estaba allí y por primera vez se alegraba de verlo.
Corrió para montarse al auto, pero toda la agitación no fue buena para su escasa resistencia estomacal.

 Allí estaban esas condenadas nauseas otra vez. Sin poder evitarlo se llevó ambas manos al vientre, en un intento estúpido de recuperar la compostura. Pero sentía que hasta la última célula de su cuerpo comenzó a subir por su tráquea, para llenarle la boca de ese gusto inconfundiblemente asqueroso.

— ¿Demi?— Joseph había descendido del auto y en ese momento se acercó a ella, para intentar incorporarla de la posición semi erguida en la que parecía haber quedado congelada. Le toco el hombro y ella alzo la cabeza, escrutándolo con los ojos llenos de lágrimas— ¿Estas bien?

Lo único que pudo hacer Demi para responderle, fue soltarle todo el alcohol que venía guardando en su estómago sobre la bonita camisa de lino. Joseph retrocedió pero demasiado tarde, ella no tuvo reparos en vomitarlo y vomitarse a sí misma en el proceso.

— ¡Eres una asquerosa!—exclamó, pero Demi no atendió a sus palabras. Estaba demasiado ocupada, tratando de no perder la conciencia


allí mismo. Ya no le importaba que sería de ella por esa noche, había liberado gran parte de su frustración. « ¿Y mañana?» Bueno, mañana amanecería un nuevo y brillante día. Por esa noche, todo quedaría perdido en la bruma de la borrachera, si es que Joseph le permitía alguna vez olvidar lo que hizo por ella.

Camino A La Fama Capitulo 7




Príncipe de ojos azules.

No podía quejarse, la fiesta era estupenda. Buena música, abundante bebida y un hombre que la traía fuertemente aferrada de la cintura. Parecía que nada podía echarle a perder esa velada, nada, exceptuando cierto castaño de ojos azules que no dejaba de tirarle miraditas de reproche.

Demi se apretó con más fuerza al cuello del doctor con el que bailaba, el tipo la había invitado ni bien había arribado al lugar y desde entonces no se separaba de su lado. Ella temía pensar que ocurriría cuando le tocara ir al baño, pero como eso no había pasado aun, lo dejaba de lado.

Pero por más que intentara dejar a su cuerpo disfrutar de aquella danza tan inusual, por más que quisiera solo oír y mirar los dulces ojos verdes de su doctor. No podía, no podía dejar de espiar sobre su hombro, hacia aquel punto que ocupaba Joseph. 

Envestido en su atuendo casual, una camisa blanca de lino y esos malditos y ajustados jeans, era el centro de atención. ¡Por supuesto! ¿Quién no voltearía a mirar al único hombre que no llevaba disfraz?

— ¿Dónde estás?—Le pregunto repentinamente el doctor, sacándola de su ensimismamiento.

Demi sonrió a tiempo que devolvía el rostro en su dirección, si debía responderle con la verdad, tendría que admitir que estaba viendo como Connie se aferraba al brazo de Joseph como una completa zorra. ¡Sí, zorra! ¿Por qué de todos los hombres allí presente, ella tuvo que echarle los tejos a Joseph? No era tan guapo, bueno venga pequeña mentira. Sí era guapo, pero había otros.

El doctor, cuyo nombre había olvidado preguntar, también era atractivo. Y parecía interesado en ella, entonces ¿Por qué le costaba tanto concentrarse? Necesitaba sacarse de la mente a Rhone, nada pasaba con él. Es más, Joseph pensaba que ella tenía cuerpo de un niño de diez años, era obvio que allí no cabía ni la menor posibilidad.

— ¡Oye!— La llamo su compañero de baile, seguramente cansado de que ella estuviese brincando en la luna—Ven…—Y sin esperar a que confirmara o negara, él la arrastro de la mano hasta la larga mesa que jugaba de barra de bebidas. Le entrego un vasito plástico de contenido dudoso. Demi lo olfateo y él tan solo le sonrió, alentándola a dar el primer sorbo.

— ¿Qué es?—inquirió sin confiarse por completo. El alcohol y ella no eran buenos camaradas, la última vez que había bebido había sido para su graduación. No supo cómo ocurrieron los sucesos aquella noche, lo único que recordaba era haber despertado con un terrible dolor de cabeza y abrazada al perro de su hermanita. Definitivamente, no había sido su mejor

experiencia. Pero ahora era una adulta, no cometería la misma tontería, un trago no le hacía mal a nadie.

—Es la cura para tu pesar—dijo él en respuesta. Y ella tomo esa sugerencia como las palabras de un verdadero doctor, después de todo no podía ir en contra de lo que dictaba la medicina.

—A tu salud—brindo Demi, alzando el vasito en dirección a su acompañante y mientras se empinaba la bebida de un solo sorbo, por el borde del vaso logro captar la mirada iracunda de un escritor de segunda. Ella le enseño el dedo en un gesto muy infantil y él se limitó a volver el rostro, para responderle algo a su zorra…es decir, a Connie.
La pista estaba hac
iéndose más pequeña o aquel hombre, simplemente había desarrollado tantos brazos como Shivá. Sea lo que fuese, Demi se sentía en una nube de luces estrambóticas, música que aturdía y los labios suaves de su atrevido doctor. 

Era demasiado bello, como para intentar poner un alto a toda esa muestra de acalorado cortejo. En algún momento de la noche, ella había ido en busca de Joseph y le había dado a sostener sus botas y su celular. Después de eso no volvió a verlo y no le preocupaba tampoco, a decir verdad tenia mejores cosas entre manos.

—Hermosa ¿Quieres ir a un lugar más divertido?—Ella asintió con una enorme sonrisa en sus labios. Sólo para que no quepan dudas, la hermosa de esa frase, era ella.

—Sí doctor—musito con voz aletargada.

Cuando intento avanzar, sus pies se enredaron entre sí y estúpidamente fue a caer a los brazos de algún hombre que pasaba por allí. Demi alzo la vista y comenzó a desplegar una sonrisa, para disculparse por su tontería de ebria. 

Sí estaba ebria o quizás solo un poco entonada, después de todo ¿Cómo se reconoce el momento en que uno pasa de alegre a descaradamente atrevido? Pues ella estaba en medio de las dos definiciones, se sentía mucho más hozada, tanto que ni siquiera había tenido reparos en besarse con el doctor a la vista de todos los invitados.
—Perdón…

Demi, yo ya me voy—Le murmuro el extraño al oído y fue cuando ella cayó en cuenta de que ese no era un extraño. Era…huy estaba peor de lo pensaba ¿Cómo diantres se llamaba? — ¿Me oyes?—pregunto ese bombón de ojos azules. Ella asintió aunque lo único que podía hacer era concentrar su atención en esa mirada ¡Demonios! Sí sabía cómo se llamaba, solo necesitaba…necesitaba… 
, necesitaba a su doctor. Ella se liberó del chico lindo de ojos azules y se echó en los brazos de su antiguo compañero de baile/copas/besos apasionados.
—Si vamos.

Demi —Pero alguien al parecer no estaba tan de acuerdo con el plan. Le dirigió una mirada de impaciencia, mientras él la detenía por el brazo derecho y el doctor la jalaba del izquierdo—Te llevare a tu casa.

—No te preocupes, yo me encargo— Demi le sonrió a su pareja, ignorando que el chico lindo lo atravesaba con una mirada que podría fundir metal.

—Sí, él se encarga…—corroboro hipando, mientras que con un movimiento de su muñeca se deshacía de su amarre.


El chico de ojos azules, pareció molesto por un instante y en tanto que ella se alejaba con el doctor, no le aparto la mirada de encima. Demi se encogió de hombros y se dejó llevar, lo bueno de estar ebrio es que uno nunca recuerda miradas, ni instantes. Pues de haber estado lucida, habría notado lo desilusionado que lucía Joseph en ese momento. 

—Dios eres hermosa—Ella gimió como toda respuesta, incapaz de esgrimir un comentario coherente. El doctor la apretó contra la pared, haciéndola muy consciente de su deseo.

No habían llegado muy lejos, él se le había echado encima ni bien habían alcanzado el primer rellano de las escaleras. 

Y Demi no presento objeción, le gustaba la manera casi reverente con la que se dirigía hacia ella. Le gustaba sentir sus labios surcando distintos caminos por su cuello, su boca, sus mejillas y sus parpados. No existía un punto de su rostro, que él no hubiese reclamado con su boca. 

Era agradable la calidez y suavidad con la que la acariciaba, esa misma cadencia con las que sus dedos acunaban sus senos. Para luego derrapar por su espalda y terminar cerniéndose con firmeza a su trasero.

Demi pego un respingo, en algún punto recóndito de su mente algo se activó, pero la pasión amenazaba con llevarse hasta ese mínimo retazo de cordura. « ¿Qué estoy haciendo?» Se preguntó, liberando su boca de los hambrientos labios del doctor.

—Si preciosa, mejor vamos a mi casa—Él interpreto aquel pequeño interludio, como una muestra de lo que vendría. Pero Demi no estaba dispuesta a llevar las cosas tan lejos, aún tenía algo de recato y estaba obligada a ponerlo en práctica.

—No, no puedo—susurro mientras veía que sus pies no atendían a sus palabras, pues aunque una parte de ella negaba la otra seguía caminando detrás del doctor.

— ¿Cómo qué no?—inquirió él, mostrándose verdaderamente indignado.

—Lo siento, no—Y con la resolución llegando finalmente a su obnubilado cerebro, se deshizo de su amarre
 para terminar de una vez con todo aquello.
Ella no era esa clase de mujer, no se iba a la cama con personas que no conocía. Sí podría estar ebria, pero no estúpida.

—Mierda—El doctor no parecía nada contento—Como quieras, ni se para que me metí contigo, claramente solo eres una histérica—Ella parpadeo un tanto confundida, pero no se atrevió a decir nada. Era mejor 

que él pensara lo que quisiera, siempre y cuando se olvidara de la idea de llevarla a la cama.

El joven de ojos verdes, soltó un resoplido entre dientes, antes de pegarse la vuelta y desaparecer escaleras abajo. Demi frunció el ceño, pero tras analizarlo todo un segundo, rompió en una estruendosa carcajada. Fiona no se terminaría de creer lo que había ocurrido. Hablando de Fiona ¿Dónde podría estar ella?

Demi dio una vuelta completa sobre su eje, sin parecer muy coherente y mientras observaba la nada con mucha atención, decidió regresar a su casa. Ahora solo le faltaba encontrarla ¿Vivía al sur o al norte? Ah bien, siempre podía pedir referencia. Tan solo debía preguntar ¿Dónde vivía esa chica llamada Demi.