Evento parte 2
— ¿A quién votaste como mejor en
ciencia ficción?
—A nadie—Ella lo observó de
soslayo sin comprender del todo su respuesta.
— ¿A nadie?—repitió incrédula.
—Pienso que nadie se merece el
premio—Demi rodó los ojos incapaz de seguir
su razonamiento, e intentando parecer normal alzó una mano para saludar a
alguien en la mesa de junto. No que lo conociera pero sin sus lentes, esa
persona podía ser un desconocido como también podía ser uno de sus hermanos.
Y
como bien dice el dicho: mejor prevenir que...bueno, lo que sea. Ella sabía que
no podía “curarse” la vista, así que ese estúpido dicho, no cuadraba en esa
escena.
—Había muy buenas historias
nominadas en esa categoría ¿Cómo es que ninguna consiguió tu aprobación? — Joseph se encogió de hombros,
volviendo el rostro unos milímetros para murmurarle la respuesta.
—El mejor era Donelly, pero como
ser humano me desagrada y no pienso darle mi voto a un idiota egocéntrico como
él—Tuvo que ahogar una carcajada irónica al oír aquello.
—Claro, tú solo aceptas que tu
ego sea el que se infle por los aires, pero no el de los demás.
—Exacto.
—Estúpido— Joseph la miró frunciendo el ceño.
— ¿Acaso esperas que lo ayude a
ganar un premio? Él no va a votarme a mí.
— ¿Cómo lo sabes?
—Solo lo sé —Eso no era una
respuesta. Demi se cruzó de brazos indignada por
lo lento que avanzaba todo, por la horrible comida que les habían servido y
porque Joseph no estaba siendo
amable con ella— ¿Tú votaste por mí?—Ella no respondió.
No le daría el gusto de oírla
admitir que sí lo había hecho. Pues sí, podía haber ciento de disparidades
entre ellos, pero ella aun pensaba que era un excelente escritor y sabía que
ganaría aquel evento. Sabía que no era competencia para Joseph, quien tenía más premios que la selección brasileña de
futbol.
—Estos mariscos huelen raro.
—Es pescado ¿De aquí a cuando el
pescado huele bien? —De acuerdo, el cambio de tema había sido patético. Hablar
de comida o del clima, es como caer en el más ridículo de los cliché
cinematográficos.
Pero no es como si su
coprotagonista se la estuviese haciendo fácil, Joseph se había comportado extraño todo el camino al gran salón de
eventos. Y una vez que ocuparon su mesa, no dejo de mascullar comentarios mal logrados para cada escritor que
veía. “Ese se acostó con la mujer de aquel”
“Esa le robo la idea a su
hermana…ahora es tan rica que da asco y su hermana está desaparecida o muerta”
Y así fue toda la maldita velada, era como si necesitara llenar el silencio
entre ambos con sandeces. Ella sabía que Joseph no quería contarle aquellas cosas, pero no encontraban nada
más que decirse. Como si de alguna forma cualquier otro tema que tocaran,
pudiera ser potencialmente peligroso.
Para cuando Ann y Josh dejaron de
repartir besos y halagos, ellos dos parecían niños impacientes por comer algo
de azúcar. Sacudían las piernas por debajo del mantel, golpeaban cucharitas y
bebían agua con excesiva urgencia. Estaba fluctuando entre ellos esa necesidad
invisible de mantenerse ocupados, pero ¿Para qué? ¿Para no mirarse? ¿Para no
decir algo que los comprometiera? ¿Para no despertar al fantasma de la
carretera?
Cuando había aceptado dejar todo en el olvido, no reparo en el
detalle de que debería pasar los siguientes meses de su vida, padeciendo el
recuerdo de algo que tenía enfrente. Era como darle una botella de vino a un
alcohólico y golpearlo en las manos, cada vez que intentara bebérsela.
En este caso Demi se sentía como la persona en
abstinencia, mientras que su Cabernet Sauvignon cosecha 1986, parecía ponerse
más delicioso conforme pasaban los segundos.
— ¡Esto se pone mejor cada
año!—Ni ella ni Joseph, fueron
capaces de añadir algo a esa aseveración. Ann se dejó caer en la silla junto a él
y lo miró con una enorme sonrisa en sus labios rebosantes de carmín—Aunque no
se vería mal, que salieras a socializar un poco—Ahora la sonrisa se posaba en
ella.
Demi frunció el ceño, pero no
replicó. Prefería dejar las tonterías de falsas amistades a Ann, ella era
perfecta fingiendo admirar a alguien, parecía que en la escuela de agentes la
materia “besar culos” se dictaba en tres niveles distintos. Y ella se había graduado
con honores.
—Joseph nunca ha sido muy dado a hablar con otros escritores—Ambos
miraron a Josh, quien siempre parecía hablar de Joseph como si se tratara de un pequeño mimado y consentido.
—No se me dan las
adulaciones—Corroboró éste, mareando a su bebida dentro de la copa. Demi seguía los movimientos de sus
manos como hipnotizada, estaba segura que en cualquier instante le fallaría y
terminaría volcándola sobre el mantel.
—No por supuesto, algunos
escritores solo esperan recibir halagos hacia su trabajo. Es comprensible que
alguien con tu talento, se reserve dar a conocer sus gustos específicos.
Ella miró a su agente tratando de
cuadrar aquel comentario. ¿Qué se suponía que significaba? ¿Si se poseía el
talento de Joseph uno tenía
derecho a ser desdeñoso? Demi no estaba segura de que él
hubiese aceptado las palabras de Ann, pero como siempre fingía ante ella le
obsequio una sonrisa cortes, antes de volver su atención a la copa.
Lo que había podido deducir de
ese intercambio; fue que era correcto ser antisocial e incluso algo antipático,
si eres un gran escritor que no necesita de la aprobación del resto del
mundillo literario para sobresalir. Pero en cambio, si eres una escritora que
apenas llega a pagar la renta de su departamento en el centro y que
aun esperas por ganar la lotería para poder comprar tu primer automóvil,
entonces tu anti sociabilidad es una patología que debe ser curada.
Curioso que
dicho razonamiento, haya sido traído a colación por su amigable agente.
Seguramente también había sobresalido en la clase “Como hacer sentir igual que
una mierda a tu escritor de turno”
Las risas pululaban en el
ambiente, las palabras trilladas parecían estar incluidas en la carta y la voz
maltratada por el cigarrillo del locutor, no hacía más que taladrarle los
tímpanos. Como las diez veces anteriores, Joseph junto sus manos en un aplauso mientras el galardonado le
dedicaba su victoria a Dios, sus padres y a quien sabe que otro método de
inspiración de moda. Demi sentada a su derecha, sonreía y
aplaudía con verdadera entrega.
Donelly había ganado en la
categoría de mejor ciencia ficción. Era un premio cantado, todo el mundo sabía
que ese tipo se la tenía en la bolsa. No solo por su estupendo último libro,
sino también por su “fabulosa” personalidad. Mike Donelly tenía carisma,
talento y un ego que necesitaba de su propia silla en la mesa.
Y ella lo
admiraba.
Por supuesto Demi no tuvo que decírselo, Joseph podía leerlo en sus ojos.
Incluso se atrevía a decir que lo había votado a él como mejor escritor del
año. No es que le interesara el premio, pues le daba exactamente lo mismo ganar
o no.
Pero estando allí presente, no tenía mucho interés de ver pasar a Donelly
una vez más al escenario, para vanagloriarse de su insospechada fama. Lo único
que lo fastidiaba es que ese reconocimiento interno, ayudaba a Donelly a
posicionarse mejor frente a los del nobel.
Era el problema de ser escritor
anónimo, si bien frente a los otros era reconocido como parte del mundo
literario. No podía sumarse puntos, con su rostro o su capacidad de llenar una
librería en una firma de autógrafos.
Joseph
no tenía la posibilidad de hacerse propia publicidad y ahí Donelly le sacaba
ventaja. Pero no por eso cambiaría su modo de presentarse al público, había
decidido que sería su talento el que le granjeara la fama, no su rostro o una
imagen creada por un profesional.
—Suerte—Una mano se aferró a su
antebrazo izquierdo, y al reaccionar se dio cuenta que Ann le estaba sonriendo.
Le correspondió por mera diplomacia y entonces obligo a su distante atención a
dirigirse hacia el escenario.
En ese momento el adicto a la
nicotina, también conocido como “el locutor”, anunciaba los nominados para la
categoría de escritores de series. Escucho su nombre, el de Demi y el de otro tres nominados. Joseph observo hacia su derecha, a la
joven de cabello ondulado y rostro pétreo, casi sonríe al verla tan
concentrada. Y mientras él se dedicaba a capturar en una fotografía mental su
expresión, el locutor anunciaba al ganador. Pero algo no fue como lo esperaba,
aun así…
— Demi Manfory.
La respiración se le atoro en una
parte que desconocía de su anotomía, sus piernas se volvieron pesadas, más
pesadas que todo su cuerpo en conjunto.
Alguien la llamó por su nombre, alguien
agitó una mano delante de sus ojos, pero ella no
reaccionaba. ¿Acaso el hombre del escenario la había nombrado? ¿Acaso esa luz
blanca no era Dios y solo se trataba de un reflector? ¿Debía moverse? ¿Se
despertaría si lo hacía?
— ¡Demi ganaste!—Ann la sacudía por los
hombros, tratando de despertarla de su repentino estado autístico— ¡Sube!
¡Anda!
De alguna forma logró
incorporarse y fue cuando se topó con unos ojos azules, fijos en su anonadada
figura. Joseph se puso de pie
para darle paso y ella incapaz de decir nada, tan solo camino al mejor estilo
Terminator. Mirando a todos a su alrededor, sintiendo que parte de su cuerpo
volaba hasta el escenario.
No se concentró en nadie, tan solo recibió su primer
y único premio, con rostro de quinceañera a la que le plantan su primer beso de
amor. Podría parecer una estupidez, pero ni en sus mejores y más fantasiosos
sueños, habría imaginado ganarle a Joseph
en algo. Y allí estaba él, observándola desde la mesa con un gesto que no
podría considerarse feliz, pero tampoco triste.
Era difícil leer sus emociones,
tal vez con eso encontraba una razón más para odiarla, tal vez encontraba una
razón para admirarla. Estaban al fin y al cabo en un mismo nivel, y ahora los
escritores ingleses pensaban que ella era mejor que él en algo.
¿Estúpido? Sí
tal vez, pero es que ganar tiene un sabor demasiado irresistible. Estando de
pie en el escenario, solo hizo lo que le dicto su alegre espíritu. Agradecer,
sin importarle a quien podía molestar con ese acto. Después de todo era su
momento de gloria.
Besando dos de sus dedos lo
apunto justo a él, como diciendo “Toma parte de mi amor, hoy puedo ser
generosa”
………………………………………
— ¡Eres estupenda Demi! ¡Mira que monada este
librito!—Ella sonrió tomando el premio de las manos de su agente.
Tan simple como eso, ella había
ganado. No el premio a mejor escritor del año, pero había ganado en la
categoría que estaba nominada y eso era digno de alabanzas. Se sentía un poco
mal, por no haber recibido ni una palabra de Joseph.
En el momento en que se anunció al gran “escritor del año”
y su nombre no era pronunciado por el locutor, él se puso de pie y se volvió un
extraño entre las cientos de personas que se alzaban de sus asientos, para
ovacionar a Mike Donelly.
Ella no supo determinar si estaba
molesto, puesto que luego de bajar del escenario lo había mirado esperando algo
y a no ser por un impersonal apretón de manos, no recibió mucho más. Él se
concentró en el locutor todo lo que resto de la velada—que no fue mucho tiempo—
hasta que finalmente desapareció sin dar explicaciones.
Mientras Ann y ella se bebían una
copa en su honor, Demi no podía dejar de darle vueltas
al asunto de Joseph. ¿Estaba o
no enfadado? ¿Acaso él quería ganar? Cuando hablaron de eso, una semana antes del
viaje —ahora olvidado por ambos— él había admitido que no tenía interés en la premiación.
Incluso le había
contado que los premios que ganaba normalmente se los enviaban a su casa,
porque él ni se molestaba en ir a recibirlos. Debía de sentirse un poquito mal,
después de haberse presentado por primera vez y no haber ganado nada.
—Este es un estupendo gran
paso—Decía su agente, completamente ajena a sus pensamientos—Significa que
finalmente estas obteniendo reconocimiento de tus pares.
Claro esto tiene mucho
que ver con la fusión de las historias…de alguna forma sabía que asociándote
con Rhone lograrías despegar tu carrera—En ese instante no pudo evitar,
regresar su mirada hacia Ann tratando lo humanamente posible de no sentirse
ofendida.
Le fastidiaba que hablara de ella
de esa forma, no es como si no existiera para el resto de los escritores antes
de relacionarse con Joseph. Si
bien su fama estaba más ligada a la fidelidad de sus lectores, también tenía
algo de peso en el mundo literario.
De apoco se estaba ganando el respeto que
sus escritos merecían. Tal vez no al mismo nivel que Joseph o incluso Donelly, pero tampoco era tan patética como para
no haber ganado sin esa asociación ¿verdad?
—Espero que Joseph no este molesto.
—No digas tonterías, es perfecto
para ambos—La acalló Ann sonriendo casi con diablura—Josh hará que esta derrota,
se vuelva algo como… una muestra de caballerosidad—Una vez más Demi tuvo que sostenerse de su silla,
para no mandar a su bocona agente al demonio—Esto nos sirve a ambos, te lo
aseguro.
—Si…supongo—Sabia que si cedía a
esa charla, terminaría diciendo una grosería y luego se vería en la embarazosa
tarea de disculparse por algo en lo que llevaba la razón. Era irónico, pero así
funcionaba la relación entre ella y su agente.
Demi era consciente de que Ann le tenía mucha paciencia, pues había
que ser atrevido para mancharse las manos con sus escritos. Algo que ya de por
si era difícil de vender, incluso a las feminista más orgullosas de todo
Inglaterra.
Ann la había rescatado del poso
de los don nadie, Ann le había abierto las puertas a su sueño. Por eso Demi podía pasar por alto, tonterías
como comentarios que solo parecían ataques continuos a su escaso talento.
—Tenemos que avanzar lento, pero
pienso que la presentación a la prensa será todo un éxito. Si tan solo
pudiésemos lograr que Joseph se
presentara…
—Él es un escritor anónimo, sabes
que no da conferencias o lecturas…—Ann sacudió una mano en el aire, como si ese
detalle fuese ínfimo para sus maquiavélicos planes.
—Oh no creo que este feliz con la
victoria de Donelly, seguramente después de esto Josh lo hará entrar en razón.
— ¿A qué te refieres?—instó
confusa. Ann se inclinó ligeramente, como si estuviese por compartirle el
secreto de su sonrisa eterna y ese carmín a prueba de licores.
—Joseph ha cosechado fama con todo el asunto de Sir Rhone, pero con
esto vera que el anonimato solo lo está limitando. Admito que en parte es culpa
de Josh, siempre lo deja hacer lo que quiere…como agente debe mostrarle cual es
el camino correcto hacia la fama—hizo una mueca
desdeñosa, antes de
continuar—Pero en fin, es un escritor demasiado bueno como para vivir en la
sombras. Si tan solo fuese más dado al contacto con otros seres humanos, seria
nominado al nobel de literatura, al de medicina, al de la paz. Te lo
aseguro…solo necesita del estímulo adecuado.
Por alguna razón no le gusto la
malicia que decoraba los ojos pardos de Ann, a veces podía ser bastante
obstinada cuando se le metía algo en la cabeza. Un rasgo estupendo en un agente
que busca una editorial para vender una obra, pero no tan bueno cuando se trata
de inmiscuirse en la privacidad de las personas.
—Entiendo lo que dices, pero eso
es asunto de ellos—Ann la miró con la sonrisa helada en el rostro, seguramente
no se esperaba una respuesta…o al menos no esa.
—Por supuesto que lo es—rió
brevemente—Yo solo digo lo que me parece seria lo adecuado. Ya sabes, tú
también podrías intentar mostrarle a Joseph
el camino…
— ¡No!—La detuvo, cuando hubo
conectado cada pieza de ese puzzle—No pienso interferir, si Joseph es escritor anónimo sus razones
debe tener y eso no nos concierne.
—Demi ¿Acaso no lo ves? Podrías llenar
Waterstone's, si tan solo lo instaras a que te acompañara en la promoción del
libro.
—Yo no necesito de él, para
promocionar el libro. Además así lo habíamos acordado desde el
principio—replicó algo afectada por sus argumentos—Ann, nunca necesite de
alguien más para llegar a mis lectores.
—El problema es que ya no te
dirigirás a tus lectores, te dirigirás a los de él también. Sus fanáticas,
están comprando tus libros porque esperan conocer a la perfección a la mujer
que ganara el corazón de James.
— ¿Qué demonios estás
sugiriendo?—La increpó exaltada.
—No te alteres Demi, solo estoy señalando lo obvio.
Desde que el rumor corre en la red, las ventas de tus libros han ido en
aumento. Esto no tiene nada de malo…
—Claro—Interrumpió con
sarcasmo—Solo me aconsejas sabiamente, el camino que debo tomar para colgarme
de la fama de alguien más.
—Yo no…
—Déjalo Ann, simplemente
dejémoslo ahí—Se puso de pie y tomo su premio con las manos temblorosas.
Se sentía insultada en su gran
noche, Demi sabía que había ganado porque lo
merecía y no tenía nada que ver con una estrategia publicitaria de Ann y Josh.
Al menos quería creer con todas sus fuerzas que así había sido.
Caminó por los pasillos abrazada
a su pequeño libro de bronce en su delicado pedestal. Se dijo una y mil veces
que no debía dejarse afectar por lo que dijera Ann, seguramente no intentaba
ser malvada.
Eso era algo que le salía tan natural como respirar, o las
flatulencias. Sus palabras apestaban como las ultimas y aun así, nadie podía
condenarla por ello. Pues al fin y al cabo era algo involuntario.
—Ese es el rostro de una
campeona—Demi dio un respingo buscando al
emisario de ese comentario.
Y tras escudriñar el pasillo en
penumbras, logro divisarlo de pie junto a la puerta de las escaleras de
emergencia.
—Hola…—Saludo, tratando de no
hacer evidente su malestar en su rostro.
—¿Qué pasa?—Joseph avanzó hasta detenerse a pocos
centímetros de ella, por un instante Demi pensó que la tocaría, pero su
mano termino por caer a un lado de su cuerpo como un peso muerto.
—Nada…—mintió con poca
convicción. La idea de que no hubiese sido por su talento y que solo había
ganado por mera planeación, le estaba estrujando las entrañas.
—Ok, ahora vamos con la verdad—
Ella sonrió muy a su pesar.
—No importa…esto, no es importante—Se
evadió, pidiendo en silencio que no la interrogara.
—Bueno, si no me quieres decir lo
comprendo—Demi clavo la vista en uno de los
botones de su camisa, incapaz de mirarlo a la cara—Pero… ¿Qué te parece si
festejamos?
— ¿Qué festejaremos?
—Tú victoria.
—Pero…—Se detuvo un segundo,
cualquiera creería que para pensar sus siguientes palabras, obviamente ese
cualquiera no conoce muy bien a Demi—Te gané —Joseph sacudió la cabeza y al mirarla nuevamente, una centellante
sonrisa decoraba sus labios.
—Sí, creo que eso lo sabemos
todos.
— ¿Y no estas molesto?
— ¿Molesto?—Si estaba actuando,
ella iba admitir que el tipo la tenía bien ensayada. Pues por un instante,
realmente se creyó que él no comprendía la razón de su pregunta— ¿Por qué iba a
estar molesto?
—Bueno…—Lo miró con cierto grado
de desconfianza—Estábamos nominados para el mismo premio—Realmente la risa de Joseph podía curar el cáncer, en eso
iba darle un punto a Ann. Si lo escucharan reír, seguro le dan el nobel de
medicina.
—Soy consciente de eso y creo que
ha ganado el mejor—Admitió sofocando aun su risilla.
— ¿Estas drogado?—Debía
preguntar, una nunca podía descartar ninguna hipótesis.
—Vamos Demi, intento ser un buen perdedor
¿Por cuánto tiempo seguirás humillándome? —Poniéndolo de ese modo, ella casi se
sintió como el lobo que se comía a Blanca nieves. Aunque…el lobo, se comía a la
de vestido rojo ¿o esa era la de la manzana? ¡Demonios! Debía darle una
repasada a sus cuentos de princesas.
—Ok…—Y hasta ahí llegaba su
raciocinio, más cuando cierto escritor de ojos azules ponía carita de
cachorrito regañado.
—Entonces…tengo un Champagne en
mi habitación—Con un ademan de su mano le apunto el elevador. Ella dudo un
segundo, solo un segundo antes de seguirlo.
—Soy más dada al Cabernet.
—Veremos que podemos
conseguir—Las puertas del elevador se cerraron y ella se permitió analizar
aquello un instante.
¿Estaría bien subir a su
habitación? ¿Los dos solos? ¿Otra vez? Demi sabía las respuestas a todas
esas preguntas y aun así, no le importó. Quería
en su noche de victoria, ganar de
todos los modos posibles. Y con todo el calor del momento por la discusión con
Ann, la presencia de Joseph en
ese diminuto ascensor y la promesa de su vino 1986 a punto, esperando ser
puesto en la mesa.
Ella no sentía que algo estuviese mal, aunque muy
probablemente las cosas cambiarían cuando las puertas del cuarto 38B la
transportaran a un mundo solo habitado por ellos. Pero ¿Para qué cuestionarse
antes de tiempo? Todavía quedaban seis pisos, antes de llegar a destino.