Irónico ¿no?
Demi aun miraba la puerta, cuando León
salió de la cocina en su búsqueda. No comprendía, simplemente no lo hacía.
¿Había sido real todo aquello? ¿Joseph
había estado en su casa para desearle suerte? ¿Qué demonios le ocurría a ese
hombre?
No podía pensar con claridad,
después de tanto tiempo sin verle la cara la primera impresión que tuvo al
encontrarlo allí, fue dolorosa. Sí, aun le dolía verlo.
No estaba segura de por
qué, podía ser porque lucia incluso bien en ropa deportiva y todo sudado, podía
ser porque lucia sexy a pesar de todo. Podía ser porque eso confirmaba que él,
no estaba para nada afectado por la ruptura de su amistad o lo que sea que
ellos tuvieran. ¿Y qué esperaba? ¿Qué hubiera perdido peso? ¿Qué estuviese todo
desalineado? ¿Qué de alguna forma su ausencia lo afectara en apariencia al
menos? Tal vez esperaba eso, razón que tan solo acrecentaba la sensación de
sentirse patética.
— ¡Hey!—Demi sacudió la cabeza y golpeó la mano
que cruzaba por delante de sus ojos— ¡Oye!—Se quejó León por su agresividad.
Ella no le hizo caso y sin decir nada fue hasta su sofá para colocarse los
benditos zapatos— ¿Ese es él? —No le respondió, prefería pensar que nada había
cambiado, que aún no se hablaban o veían. Que él seguía pasando de ella, como
había sido durante todo el mes— ¡Demi!
— ¿¡Qué!?—exclamó bastante harta de
la insistencia de León. Él la observó frunciendo el ceño y ella se vio obligada
a salir de su estado zombi come cerebros— ¿Qué?—inquirió más calmada, después
de todo nada era culpa de León.
— ¿Qué pasa?—Él tomó asiento a su
lado y le sonrió con cara de niño pequeño, Demi le acaricio el cabello como cuando
realmente lo era, aunque ya había poco de ese niño travieso en los rasgos
definidos y adultos de León.
—Nada.
—Estas mintiendo, pero bien…—Miró la
puerta con mala cara— ¿Quieres que patee su trasero?—Ella rió ligeramente, tal
vez aun si era un muchachito después de todo.
—Creo que te lo patearía antes de
que puedas intentarlo—Realmente lo pensaba, no que León no pudiera defenderse
pero Demi veía la diferencia muscular entre uno y otro. Y era
inevitable, deducir quien ganaría en ese enfrentamiento.
—Parece un asesino en serie—Apuntó
con sarcasmo.
—No seas tonto, es inofensivo.
—Eso es lo que quiere hacer creer,
me parece que si no me mató fue porque no tenía donde poner mi cadáver— Demi torció el gesto frente a esa suposición.
—León, no digas esas cosas.
— ¿Acaso no lo notaste?—Inquirió él
alzando la voz ligeramente, Demi sacudió la cabeza— ¡Estuvo a nada
de sacarme los ojos! Ese tipo tiene una seria cuestión contigo.
— ¿De qué hablas?—preguntó, aunque
en cierta forma tenía una idea de lo que quería decirle. Eso no significaba que
fuese verdad, o para el caso que León pudiese notarlo en tan escaso tiempo a su
lado.
— Demi, está completamente puesto por ti.
— ¿Podrías hablar en este idioma?
¡Dios León! Realmente necesitas actuar como un hombre de tu edad—Él rodó los
ojos, era como oír el mismo discursillo de siempre.
—Bien chiquilla inocente, lo diré de
forma que hasta un niño pueda entenderlo. ¡Ese Joseph, quiere acostarse contigo!
— ¡Claro que no!—Se apresuró a
decir, aun sabiendo que León estaba en lo cierto. Al menos lo estaría un mes
atrás, en ese momento ella ya no podía precisar nada en lo referido a Joseph.
—Por favor Demi, hizo su pequeño despliegue de
macho alfa mientras tú te cambiabas. Creo que piensa que tú y yo…—No acabó la
frase y ella tuvo que mirarlo fijamente, para instarlo a proseguir.
— ¿Qué tú y yo, qué?—León se encogió
de hombros, como diciéndole “vamos, no te hagas” Demi seguía sin poder captar el mensaje—
¿Qué?
— ¡Oh Demi, venga!
— ¡Explícate!
—Pues… piensa que yo estoy aquí
prestándote un servicio, todo él estaba que bullía de rabia al verme.
— ¿Ah?—No era tonta, solo un tanto
inocente en asuntos del tipo; hombre + mujer = sexo.
— ¡Dios!—Se quejó él antes de soltar
un sonoro suspiro— Joseph cree
que tú y yo tenemos algo…—Demi asintió lentamente, esperando
porque las palabras le llegaran a la mente y de allí transitaran el camino de
la lógica.
Su primer impulso fue hacer una
mueca, a esta la siguió un escalofrío por toda la espina y luego finalmente un
grito ahogado de horror.
— ¡Oh por Dios!
—Así es.
— ¡Qué asco! ¡Tú y yo! ¿Qué
demonios…?—No le cabía en el cerebro esa idea, era demasiado para un día con
tantas emociones— ¡Carajo León! No necesito esa imagen en mi cabeza…—Se sacudió
un escalofrío—Es imposible.
—Oye, a mí no me hace muy feliz
tampoco. Solo te digo lo que vi.
—Tú y ese idiota están enfermos
—Sentenció poniéndose de pie. León soltó una gran carcajada antes de imitarla.
—Bueno tal vez, pero lo diferencia
entre nosotros es que no puedes deshacerte de mí… hermanita—Le cruzó un pesado
brazo sobre los hombros y ella lo miró frunciendo el ceño.
—No tientes tu suerte —Advirtió golpeándolo
para que la soltara—Camina.
— ¡Voy!—exclamó su hermano, mientras
cerraba la puerta a sus espaldas y se dirigían al hotel donde se llevaría a
cabo la conferencia.
¡León y ella! «¡Que tremenda
estupidez!» No podía ser posible que Joseph
pensara realmente que ella…Agg ese hombre era…sonrió tenuemente. Era un idiota,
pero la idea de que estuviese celoso de su hermano, le pintó una sonrisa real
en los labios. Una que hace casi un mes no mostraba su cara. Era irónico que la
persona que la hubiese puesto en ese estado de ánimo, sea la misma que le
devolviera las ganas de reír. Irónico y triste.
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— ¿Cómo se ven las cosas del otro
lado?
—Oh ya sabes lo usual, periodistas,
cámaras, libretas, un escenario…—Fiona sonrió pasándole las manos por sus
brazos, una técnica que según ella eliminaba el estrés—Relájate, lo harás bien— Demi suspiró sin encontrar esa confianza que poseía su amiga.
Antes de bajar del carro de su
hermano, se había encontrado con un panorama distinto al que acostumbraba ver
en esos eventos. Las puertas del hotel estaban asediadas por jovencitas con
libros en sus manos, que a grito de pulmón pedían un autógrafo o una
fotografía. Afortunadamente el estacionamiento era subterráneo y eso le dio la
oportunidad de evadir a esos fanáticos. Estaba casi segura que ninguno le
pertenecía a ella, era una lástima pues se llevarían una gran decepción si
pensaban que esa tarde conocerían a Sir Rhone. Demi no era estirada, si debía dar
autógrafos lo hacía pero eso rara vez ocurría, por lo que ni siquiera miró a
ver si uno de los fanáticos sostenía un libro suyo.
—No estoy nerviosa—Mintió—He hecho
esto antes—Y era verdad, lo había hecho varias veces.
Sin necesidad de observar al otro
lado del telón, ella podía deducir como se vería todo, incluso algunos de los
periodistas podían serles conocido. Si bien sus anteriores entrevistas habían
sido más privadas, esta no sería nada que no pudiera manejar. Tenía experiencia,
pero eso no significaba que con la práctica las cosas se le hicieras más
simples. Aun le sudaban las manos, sentía fuertes palpitaciones y siempre caía
en la vieja rutina de imaginarse a todos desnudos.
No que funcionara, pero las
cábalas nunca pueden sobrar. Después de todo había una razón por la cual era
escritora y no actriz, no soportaba tener mucho tiempo la atención de cientos
de ojos sobre ella. En las lecturas siempre tropezaba en las primeras líneas y
debía disculparse apelando a su falta de contacto con los seres humanos, la
gente reía y ella finalmente encontraba la fuerza para continuar. Con la prensa
utilizaba la técnica de dejar que Ann abriera la charla, una presentación
rápida, un resumen de su trabajo previo y una pregunta inicial. Demi respondía todo lo ensayado y las
cosas acababan antes de que pudiera
comenzar a sudar como pollo en
rosticería «¿Los pollos sudan?» Vaya uno a saber.
Pero en realidad no estaba
preocupada, sabía que todo saldría bien. Otras cosas ocupaban su mente y para
su desgracia no tenían nada que ver con la conferencia o con pollos. No al
menos en ese instante.
—Estás pensando en el idiota
¿verdad?—Fiona era buena, no cabía duda de que sabía leerla.
—Agg…lo sé, no debo—Su amiga sacudió
una mano en el aire, restándole importancia— ¿Hay alguien conocido?—inquirió
tratando de guiar la conversación lejos de Joseph.
Fiona había estado pululando por el
salón, mientras ella aguardaba en la parte trasera que jugaba de reservado, en
el que podía “relajarse” o prepararse para la contienda, eso dependía de cómo
uno lo quisiera ver. La conferencia iniciaría en unos diez minutos, todo ya
estaba dispuesto, las sillas y sus inquisidores, el cartelón con la imagen de
la portada del libro, el micrófono que la haría retumbar en los parlantes,
haciéndola sentir como una mujer de ultratumba, incluso estaban los vasos de
agua a los que debería recurrir cada minuto para mojar su desértica garganta.
Todo, menos él.
En cierta forma, se alegraba de que
Josh le hubiese informado antes que Joseph
no pensaba presentarse. Eso la relajaba, pues no iba a tener que medir sus
respuestas o buscarlo entre el público, esperando que dijera algo para ponerla
en ridículo. Sabía que él no haría algo así realmente, pero a esta altura ya ni
quería especular nada con respecto a su colega.
—Bueno… Fred y León están sentados
en primera fila—La presencia de Fred era buen indicio, al menos si alguien la
fastidiaba siempre podía enviar a su amigo policía a silenciarlo. La primera
fila era para el apoyo emocional, la segunda, tercera, cuarta y teniendo en
cuenta la magnitud del evento, quinta y sexta, estarían repletas de
periodistas. Los fanáticos no estaban invitados a la reunión, pues se suponía que
era la presentación formal… y vetándolos, le daban la exclusiva a la prensa.
Aunque a decir verdad en la red se corría el rumor desde antes de que ellos
iniciaran, pero Ann y Josh vendían el discursito de la exclusividad y ella no
era nadie para discutirles. —También esta Josh, creo que ya lo viste antes.
Asintió recordando el rápido
intercambio con él. Josh parecía apenado porque su protegido, hubiese optado
por hacer como si ese día no fuese crucial para el libro. Por supuesto que ella
no le contó de la visita que le había hecho esa mañana, por alguna razón
prefería guardarse eso para sí misma
—Y vi a una gata disfrazada de
zorra, anda rondando el escenario y clavando el tacón en todo espécimen
masculino descuidado—Ann…pensó Demi con algo de aprensión.
—No hables así—Fiona se encogió de
hombros, como si el insulto le pareciera poco.
—Estas en lo cierto, pobres animales
no debería compararlos con “cosas” tan desagradables—Demi puso los ojos en blanco, no había
caso discutir aquello. Sin importar cuantas razones le diera, Fiona aun la
creería una estúpida por seguir trabajando con Ann.
—Mira, simplemente evita sacar las
garras en su presencia.
— ¡Eso es ofensivo! ¿Acaso esperas
que comparta la pipa de la paz con esa…esa…arrastrada, tanga floja?
— ¡Fiona!—La reprendió.
—Demi eres
demasiado buena. Deberías haber pateado su bulímico trasero hace años, esto es
solo otra razón por la cual ella no te conviene—Frunció el ceño antes de
mirarla con resignación.
No podía negar que las palabras de
su amiga le dolieran y oírla repetir siempre lo mismo, solo le recordaba la
escena del hotel y a Ann abrazando a Joseph
«Asco». Todo en su interior se revolvía de odio y en verdad pensaba en patear
su “bulímico” trasero hasta hacerla llegar a la Luna sin escalas, pero luego,
luego se detenía a ver la imagen mayor y todo perdía fuerza. Y ya ni siquiera
encontraba una explicación racional para su repentino pesar.
— ¿Con qué argumento la despido,
Fiona? ¿Por qué vio a un hombre guapo y se acostó con él? ¿O por qué tuvo el coraje
de hacer lo que yo no?
—Demi…—Sacudió la cabeza para que no la
compadeciera, ya habían tenido esa discusión y lo único que lograban con eso
era despertar esa maldita, puta y desagradable sensación de querer llorar
«Realmente ¿Puedo ser más patética?»—Oh cielo, disculpa.
—Olvídalo.
—Es que…odio verte soportarla,
porque eso es lo que estás haciendo…soportando todo como siempre. Tendrías que
haberle cantado sus verdades, cuando tuviste la oportunidad.
— ¿Con qué derecho? Él no me
pertenece, Fiona— ¿Cuántas veces se había repetido eso? ¿Cuántas más tendría
que hacerlo para convencerse? Joseph
no era nada de ella y Ann, no había hecho nada malo. Sólo vio una oportunidad y
la tomó, la misma oportunidad que ella había desechado. ¿Qué caso tenia llorar
sobre la leche derramada? Ahora notaba los trasfondos de esa frase tan simple y
en cierta forma, comprendía el doble sentido en el nunca antes había
reparado—Ya no importa, en verdad—Sonrió—Lo he superado por completo—Su amiga
asintió no muy convencida, para ser honesta ni ella misma se había creído.
—Ok chica superada—Depositó una mano
sobre su hombro, como un entrenador de futbol listo para dar indicaciones—No es
que quiera poner en duda tus palabras, pero hay cierta cosita que ya
“superaste” entrando a las doce en punto— Demi giró su cabeza hacia la izquierda,
tratando de ver lo que Fiona le apuntaba—Doce en punto linda, esa son las
nueve.
—Oh…—murmuró apenada —Jet lag—
Bromeó volviéndose por completo sobre su eje.
—Es sexy el condenado, pero tú eres
fuerte…recuérdalo—Fiona le palmeó el trasero empujándola en dirección a Joseph, ella la miró como pidiendo
ayuda y esta le sonrió antes de perderse al otro lado del telón. «Traidora»
Demi masculló algunas palabritas indecentes
hacia su amiga, pero no tenía caso… ella ya la había abandonado a su suerte y
el plan de ignorar al hombre que la observaba desde la puerta de emergencia, no
iba a surtir efecto.
Ya no llevaba ropa deportiva, aun
así no venía vestido como para afrontar la entrevista. Eso extrañamente la
decepcionó un poco, pero no se permitió que aquello se viera reflejado en su
rostro. No tenía idea que podía estar haciendo allí y una pequeña parte de
ella, decidió al instante que no quería saberlo. Soltó un leve suspiro, mejor
terminar con el circo antes de que la patética escena de reconciliación llegase
a su fin y aparecieran los tramoyistas.
— Joseph…—Saludó nuevamente, o no lo nombraba en todo un mes o lo
nombraba dos veces en un maldito día.
—Hola Demi—Caminó hasta ella, pero
afortunadamente se detuvo a un seguro metro de distancia. Bien, pensó con
satisfacción. Al menos él no tenía la confianza suficiente, como para invadir
su espacio personal.
—Pediré que coloquen un micrófono
para ti…—Comenzó a darse la vuelta.
—No, no vine a eso—Ella se volvió
fingiendo estar confundida, era obvio que él no había ido para eso, pero ¿Por
qué no fastidiarlo un poco?
—¿Ah no?—Preguntó mirándolo con ojos
grandes e inquisidores— ¿Entonces para qué viniste? —Se golpeó el labio
pensando—Ya me habías deseado suerte y…no creo que haya mucho más que hablar…no
entiendo.
— Demi—La cortó él sin ánimos de entrar al
juego, una pena porque de la otra forma ella al menos podía sacarle seriedad al
asunto.
— ¿Qué Joseph? ¿Para qué viniste?—En esa ocasión no había nada de humor
en su voz, solo la simple necesidad de saber.
—Quería…olvide decirte algo en tu
departamento—Ella asintió, sintiendo como un “algo” en su pecho comenzaba a
revolotear de forma alarmante. De no haberse dado cuenta antes de que su
corazón corría cuando estaba junto a él, se habría hecho revisar por un médico,
pues en cierta forma era extraño tanto ajetreo por un individuo.
Y a decir verdad no un “gran”
individuo, sino él. Alguien que parecía haber hecho del fastidio personal, un
modo de vida.
—Ok… ¿Qué?—Joseph dio un paso más cerca y ella lo retrocedió
inconscientemente. No quería mostrarse dolida por algo que en verdad, no
debería afectarla. Pero era difícil, porque aunque su mente supiera como eran
las cosas, todo el resto de ella parecía ir en contra de la decisión mayor. «No
lo sientas, no perdiste nada» Y aunque su voz sonaba convincente en su
interior, muchas veces quería preguntarle si realmente creía esa bazofia sacada
de un libro de autoayuda.
—Mira Demi…—Él se inclinó en su dirección,
bajando la voz deliberadamente—Sé que la cague ¿De acuerdo? Lo que sea que
estábamos haciendo, lo arruine aquella noche en el hotel…
—No—extendió una mano para
silenciarlo—Eso no importa ¿Sí? Olvídalo.
—No me interrumpas—Le pidió
bajándole la mano, él parecía estar sofocándose con sus propias frases y ella
tuvo que concederle la palabra a regañadientes. Era extraño verlo hablarle con
tanta intensidad, con algo parecido a verdadero deseo de ser escuchado. —
¡Dios!—Se revolvió el cabello antes de plantar su mirada en sus ojos—La
cuestión es que…quiero…
—Nada, él no dijo nada. Demi alzó las cejas expectante, se estaba resistiendo con todas sus
fuerzas a interrumpirlo pero si no hablaba pronto, mucho no iba a poder hacer
respecto a su curiosidad.
— ¿Qué quieres?—Terminó por perder
la batalla y preguntó, su paciencia se encontraba al borde de un abismo. Esto
no era una película, no podían meter comercial para crear suspenso.
—Pues…ya sabes.
—No, no lo sé.
—Sí, lo sabes.
— ¡Que no!—Él sonrió muy a su pesar.
—Ok, tal vez no…—Aceptó
finalmente—Hmm…lo que hice fue bastante infantil y no sé porque lo hice,
simplemente quería…molestarte—Ella abrió los ojos como plato, eso era una dosis
de honestidad que no deseaba oír. —O sea…no molestarte, molestarte. Solo…quería
enojarte tal vez…—La boca de Demi permanecía abierta, aguardando la
parte en que decía algo coherente. Porque si seguía así, ella le daría tal
patada que arruinaría gran parte del “encanto” de ese hombre.
— ¡Por Dios del cielo, Joseph! Si esto es un intento de
disculpa, por favor…préndeme fuego seria más fácil para ambos.
— ¡No! Mierda es que…—Chasqueó los
dedos y soltó una leve carcajada—Es que no me sale esto, soy consciente de que
no actúe del todo bien contigo. Pero es que hay una parte de mi cerebro, que
también te quiere culpar por todo…
— ¿¡A mí!?—Exclamó completamente
atónita— ¿Y yo qué hice?
—Nada—replicó él al instante—Es que
es eso…tú no hiciste nada.
—Perdona si no consigo tu lógica,
pero ¿De aquí a cuando no hacer nada se considerada algo malo?
—No esa clase de nada, es que
solo…—Sacudió la cabeza, sin acabar la frase—Olvida lo que dije ¿sí? Eso no
importa…
—No, ahora quiero saber.
—Sólo olvídalo.
— ¡Dime!
—¡Bien!—aceptó exasperado—Tú no
hacías más que confundir las cosas, cuando creía que avanzábamos al mismo
objetivo, te echabas para atrás. Que si, que no, que tal vez…que somos colegas,
que no te conozco, que no somos lo suficientemente colegas. No hay un propósito
contigo ¿Qué se supone que tenía que hacer? Si nada de lo que me dices es
claro…
—Podrías no haberte acostado con
Ann—Sugirió mordazmente, él presionó la mandíbula al oírla decir aquello. Pero
no había encontrado que otra cosa replicar, en cierto punto Joseph estaba diciendo una muy
concreta verdad y eso la había puesto a la defensiva.
—Tienes razón, podría…y también
podría raparme la cabeza, mudarme al medio oriente y comenzar el sacerdocio.
¡Eso no quiere decir que vaya a hacerlo!
— ¿Sabes qué? No me importa lo que
hagas de tu vida, rápate la cabeza o mejor aún córtatela de cuajo…—Se pegó la
vuelta para dirigirse al escenario, Joseph
la detuvo antes de que pudiera dar siquiera un paso.
—Aguarda…bien, mal plan. Volvamos a
la parte en la que me disculpo Demi…
—Déjame Joseph, no hay caso. No podemos hablar civilizadamente—Él negó al
instante.
—Eso no es cierto, si podemos—La
movió lo suficiente como para que quedaran enfrentados—Vamos, no todo fue tan
malo.
—No, no lo fue, pero eso ya no
importa.
—Importa para mí—Lo miró sin poder
ocultar su sorpresa ¿Qué había dicho? —Mira, puedo intentar darte una disculpa
que no vas a aceptar o ambos podemos enfrentar el hecho, de que esto es una
culpa compartida—Ella bajó la mirada incapaz de dejarse amedrentar por un par
de palabritas de escritor. —Ok ¿70—30?
—90—10…
—Yo creo que lo tuyo fue un poco más
de diez…—Contrarrestó Joseph,
con el asomo de una sonrisa en sus labios.
—¿Ah sí? ¿Y con quien me acosté
yo?—Le recriminó, logrando que él la fulminara con la mirada.
—Bien, 85—15—Demi le sonrió
sin querer y Joseph captó su
reacción al instante.
Tal vez él si tenía un poco de
razón, pero eso no hacía que estuviese menos molesta. Aun así de alguna forma,
iba admitir para sí misma que extrañaba tener esas charlas sin sentido, con las
que nunca llegaban a nada más que a reírse de ellos mismos.
— ¡Demi!—Ambos se voltearon hacia la voz
que la reclamaba.
Ann desde el pie de las escaleras
que conducían al escenario, sacudió una mano para indicarle que ya era hora.
—Debo irme— Joseph envolvió sus largos dedos alrededor de su muñeca,
impidiéndole marcharse—Tengo que…—Comenzó a decir, pero al mirarlo notó que él
aguardaba algo más— Joseph…
— ¿Me perdonas?—inquirió
deteniéndole el corazón en ese mismo lugar. Demi no supo que decir, qué hacer…
¿Tenia piernas? ¿O ahora flotaba como una boba gaseosa, insípida, incolora e
inodora?
¿Por qué tenía que hacerle esto unos
segundos antes de la conferencia? Como si hablar frente a cientos de extraños,
no fuese suficiente para su errático y poco confiable corazón.
— ¡Demi! ¡Ahora!—Ella sacudió la cabeza al
oír los gritos de Ann, e intentó liberarse nuevamente.
—Debo…
—Dime—Le urgió en un susurro—Al
menos déjame ser tu amigo otra vez.
— Joseph…yo no…
—Me comportare como un amigo, no
tienes que preocuparte.
—Pero no puedo…—murmuró logrando
finalmente deshacerse de su amarre.
— ¿Por qué?
— ¡Demi!—«¡Demonios!» La mente le iba a
explotar dentro del cerebro, no podían esperar tanto de ella, no en esa maldita
situación.
— Demi…—Pidió él aun aguardando a que le
diera una razón, para su negativa.
— ¡Está comenzando! ¡Sube!—Y la
perra de Ann seguía insistiendo. Nunca antes como en ese instante, deseó tener
un clon que fuese capaz de amordazar a esa arpía.
— ¡Un minuto!—exclamó con voz de
ultratumba, volviendo toda su atención a Joseph—Lo lamento, pero tú y yo no podemos ser amigos.
— ¿Por qué?—Ella lo miró por largo
rato, tratando de descifrar la respuesta a esa simple pregunta en algún lugar
de su rostro.
— ¡Si no subes, iré por ti!—Puso los
ojos en blanco y dejando ir un amplio suspiro, amarró a Joseph por el cuello de la camisa y lo besó tomando ella la
iniciativa, por primera vez en todo el tiempo que se conocían.
Sin palabras o
una mirada de advertencia, apretó sus labios contra los de él un infinito,
sensual y acogedor segundo, para luego soltarlo pretendiendo que aquella acción
era de lo más normal.
—Porque no podemos ser amigos
¿comprendes? —Él asintió lentamente, quizás tan confundido como ella por el
reciente suceso.
—Estoy empezando a comprender—Y en
esa ocasión, fue Joseph quien la
amarró por la cintura para demostrarle como se daba un verdadero beso
arrebatador de conciencias.
—Ok…—Susurró cuando hubo recuperado
la cordura, palmeó su pecho y él la dejo ir.
Demi sonrió como idiota, mientras
dificultosamente intentaba encaminarse hacia el escenario con un paso que bien
podría atribuírselo a un ebrio de oficio.
—¡Demi!—Miró por sobre su hombro,
sintiéndose aun obnubilada—Esta vez, no te puedes escapar—Le recordó Joseph desde el punto donde ella lo
había dejado.
—No pensaba hacerlo—Le respondió
suavemente y en ese instante el telón se descorrió lo suficiente para dejarla
pasar. Ann le echo una rápida miradita de soslayo, mientras subían por las escaleras
hacia el escenario. Pero Demi estaba en la décima nube, esa que
estaba reservada para los idiotas, y no se detuvo a pensar que tal vez su
agente los había visto besándose. No le importo tampoco, aun sintiendo el aroma
de Joseph a su alrededor, poco
le importaba el resto del mundo o los “gatos” que en el habitaran para el caso.
Se dejó caer en su silla y enfrentó
a su público con una amplia sonrisa, las manos se alzaban aquí y allá con
preguntas llenas de curiosidad. Tan solo esperaba que nadie le preguntara ¿Qué
se estaba inyectando? Porque sería incapaz de ocultar que cierto hombre en la
parte trasera del auditorio, era mejor que cien vueltas de heroína y crack
juntos.
Él le regalo un guiño y ella tuvo que sacudir la cabeza para enfocar la
mente. Por su bien, debería ignorar esa chispa de satisfacción que aparecía en
esos indecorosos ojos azules. No quería hacerse ilusiones al respecto y por
sobre todo, no quería aparecer sonrojada en televisión nacional. Pero era
imposible no soñar despierta, cuando todo Joseph parecía estar al pendiente de cada uno de sus movimientos.
Dios la ampare y la cuide, esa sería
una larga y tortuosa conferencia. Aun así, el final pintaba un panorama por
demás alentador.