—Tuviste suerte de que pude
arreglar eso que habías enviado, le añadí un pequeño resumen, para que
estuviesen al tanto de cómo continuaríamos la historia…
— ¿Continuaríamos…?—repitió sin
sentido.
—Es un poco de lo mismo, pero
supongo que es exactamente lo que quieren—Miró el monitor—Parece que lo
trillado, vende.
— ¿Cómo…?
—Eso son detalles, mejor mira el
resumen— Demi lo detuvo en seco.
—No, dime ¿Cómo fuiste capaz de
enviarle mi capítulo arreglado? Yo no te lo envié a ti— Joseph se encogió de hombros.
—Detalles.
—Dime.
—No.
— ¡Dime!
—Bien—suspiró cancinamente—Los
emails que tú envías, viajan a mi casilla antes que a su verdadero destino. Yo
lo intercepté, lo arregle y lo envié— Demi se quedó muda por un largo segundo,
luego todas las fichas comenzaron a caer en su lugar.
—Tú…—Pero a la primera no le
salió nada— ¡Tú! — Joseph
retrocedió un paso, alzando las manos en paz—Eres… ¡Dios! ¡Eres un puerco!
¡Fuiste tú!
— Demi…
— ¿¡Cómo pudiste!? ¡Invadiste mi
privacidad! ¡Podrías ir preso por eso!
—Estas exagerando, de no haberlo
hecho ahora ambos estaríamos en problemas por la estupidez que enviaste.
— ¡Prefiero eso a trabajar con un
malnacido como tú!—exclamó encolerizada—Encima lo dices tan suelto de lengua,
como si todo esto fuese mi culpa. ¡No tienes moral!
— ¡Tú robaste mi
auto!—contraatacó él. Demi puso los brazos en jarra y con una irónica mirada, lo
disuadió de ir por ese camino.
—Es todo, te largas de aquí.
—Vamos Demi, lo solucione ¿o no?
— ¿Cuándo? Cuando yo creí que
perdería mi carrera, cuando ya todo estaba echado a la suerte. Cuando ni
siquiera tuviste la decencia de responder un puto email. ¡Sí! ¡Claro que lo
arreglaste! Siempre cuando a ti se te pega la regalada gana, pero no amigo, así
no son las cosas. ¡Renunciaste!
— ¡Yo no renuncie! —La miró
severamente—Y te merecías estar sola, porque te pasaste de la línea. Tal vez
para ti no sea importante, pero era mi auto ¡Mi auto!
—Una mierda de auto ¡Métetelo en
el cu…!— Joseph estiró una mano
rápidamente para cubrirle la boca, Demi casi se muerde la lengua en el
instante en que él la detuvo por la cintura para que no se le escapara.
—Cuidado Demi, hasta cierto punto te lo
permito. Pero no creas que no responderé…—Ella lo observó decidida, no le
importaba cuan amenazante luciera—
Te hablo enserio—Apartó la mirada reacia — Demi, no lo
hagas más difícil. Podemos seguir bien a partir de ahora, hablamos de la
historia y como personas civilizadas escogemos la manera de proceder con los
capítulos. Ninguno puede renunciar, tenemos un contrato…—Ella siguió mirando
hacia abajo—
Mírame—No lo hizo—Mírame Demi —Y tras un segundo completo de no hacerlo, termino por
fulminarlo con sus ojos chocolate—Buena chica.
Tal vez no tenía la boca libre, pero
si las manos. Por lo que con un gesto de su dedo mayor, le mostro que tan buena
era.
—Eso no es necesario, cariño—La
rabia se le escapó por la tangente frente a esa única palabra, Joseph la observaba fijamente y el
tono sugerente de su voz, la transporto a un lugar del que creía haber
escapado. Las imágenes de la semana anterior invadieron su mente de a tropel.
Recordó a Joseph bajo su cuerpo,
cubierto por las sabanas, completamente delicioso en esos bóxers ajustados.
Se sonrojó, no…peor aún, su corazón
comenzó a bombear como loco y la mano con la que tapaba su boca empezó a verse
demasiado tentadora. ¿La apartaría si ella le pasaba la lengua por la palma?
¿Cómo reaccionaría él? ¿Estaría sintiendo esa electricidad que despertaban
ambos?
— Demi…—Oh sí,
él también lo sentía.
Su voz ligeramente ronca, le
dejaba claro que aquella situación lo incomodaba tanto como a ella.
Quitó su
mano. Joseph esperaba su
respuesta, la mente de ella tan solo le decía que lo olvidara todo. Podían
reconciliarse de la forma clásica, un beso furtivo y cada uno dejaba sus
pesares perderse entre las sabanas. Al menos ahora
lo recordaría, valía la pena el intento. Pero ¡No! ¿En que estaba pensando?
«Quítate esas ideas, él no es para ti»
—No— ¿Se lo decía a Joseph o a ella misma? No lo sabía,
pero que importaba. Funcionaba—Es diferente, tú has irrespetado mi intimidad…yo
no fui tan…
—Sí, lo sé…lo siento—Ambos se
quedaron callados. Demi no podía creer lo que había
oído, seguramente él tampoco.
— ¿Qué cosa?
—Vamos.
—No, quiero oírlo—insistió, Joseph chasqueó la lengua.
—Venga, lo siento ¿sí? Estuvo mal
y le quitare el maldito bloqueo ¿Estas feliz?
—La verdad es que no, pero es un
inicio—Le sonrió, pero su interlocutor al parecer no compartía su dicha—Tan
serio.
— ¿Podemos hablar ahora?
—No—respondió limpia y
llanamente. Joseph rió sin
gracia, ella lo ignoró tomando una vez más su camino, lo apartó a un lado y
salió al pasillo.
— ¿Por qué no?
—Porque tengo que tomar un
helado.
—Me estas jodiendo…—Lo observó un
segundo antes de encaminarse al ascensor.
—Cree lo que quieras.
Joseph puso los ojos en blanco antes de
salir tras ella, esa mujer estaba loca.
Mientras saboreaba su helado
sentada en una banca de madera, él miraba degustando por sí mismo cada paso de
esa lengua sonrosada. Iba y venía, como si intentara encontrar un gusto más
debajo del ya conocido. Joseph
seguía cada movimiento, no hablaban, no era necesario. Ambos estaban
disfrutando, a pesar que él no había tomado ni siquiera un bocado.
Pero el
simple hecho de mirarla tan enfocada en su tarea, relamiéndose los pequeños
vestigios que quedaban en sus labios, era suficiente. Aquí, allá, tenía ganas
de decirle que dejara un poco que él lo limpiaría, pero no se atrevía. Era
mejor mirarla, era mejor que pensara que no le ponía atención.
Demi tenía los ojos puestos en la
calle, miraba a unos niños discutir por algo. A Joseph no le importaba eso, tenía mejores cosas en que enfocarse.
Pero entonces ella le devolvió la atención, se apresuró a recuperar la
compostura y al parecer Demi no notó su pequeño carraspeo.
— ¿Y bien?
No tenía idea que le estaba
preguntado, pero si hablaban se sacaría todas esas sensaciones que venían
atormentándolo en la última media hora.
— ¿Qué cosa?—instó evasivo. Demi dio otra lamida a su conito de
helado, mierda no podían hablar en esa situación.
— ¿De qué va el resumen?—Joseph observó a los niños, tenía que
aplacar de alguna forma toda esas ansias reprimidas.
—Lo mismo de siempre—musitó,
viendo como el pequeño rubio le daba un coscorrón al más grande. Demi se movió a su lado, no supo que
hizo exactamente hasta que la espió
por el rabillo del ojo. Ella estaba enfrentando su perfil, una forma indirecta
de reclamar su atención.
— ¿Y qué es eso? —Otra lamida. Joseph presionó las manos en puños y
contó hasta diez.
¿Sabría ella lo delicioso que hacia
lucir a ese helado? Seguramente que no, era demasiado inocente para esas cosas.
Incluso tal vez pensara que su atuendo la desmerecía, cuando solo despertaba
más de una fantasía.
¿Cómo se le ocurría salir a la calle en pijamas? Los
pantalones de chándal se ajustaban demasiado a su trasero y esa camiseta de
tiras, invitaba a más de uno a jugar a descorrerlas, para ver que tanto
soportaban sobre sus hombros blancos y desnudos.
El dibujo de la ovejita le
otorgaba un toque infantil, pero dulce. Y la frase que quedaba sobre su abdomen
“Meeee…voy a dormir” parecía decirle ¿Quieres venir conmigo?