lunes, 22 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 40




Joseph me estudio un momento un momento.
— ¿Quieres bailar?
— No, Gracias.

Él sonrió vacilante. El traje oscuro y la camisa blanca hicieron que su sonrisa pareciera especialmente luminosa.

Me temblaba la mano. Dejé a un lado el ponche y empecé a alejarme.
Joseph me tomó del brazo.

— ¿Qué pasa, Demi? — Preguntó con suavidad—. ¿Estás… estás enojada por que vine con Swiss Kriss? No te pongas celosa. Se te ve…
— No es Eso — Susurré en seguida.
— ¿Entonces qué es?

No pude Contestar. De repente se me había nublado la vista. Todas las luces brillaban mientras mis lágrimas estaban a punto de caer. No voy a llorar, me propuse con firmeza, y miré el piso.

— ¿Demi? — Insistió Joseph. Puso su mano bajo mi barbilla.
No me toques, pensé, pero levante la vista pese a mí. Vi que descubría mis ojos llenos de lágrimas y que fruncía levemente el ceño.
— ¿Demi? —repitió.

Me Incliné hacia él. Parecía tan sincero que, de pronto, quise contarle todo lo que me preocupaba.
— Es sobre…

— Me encantó nuestra conversación telefónica, Demi — dijo Sonrisita vivazmente, surgiendo de la nada con Alex a su lado. Sonrisita era uno de los acompañantes, lo cual resulta una absoluta ironía, pero no importa. Me dedicó una gran sonrisa imbécil y se alejó.

— Hola, Joseph — dijo Alex con naturalidad —. Demi, ¿Vienes conmigo?
Lo miré en medio de una bruma. Mi instante de intimidad con Joseph de golpe pareció muy lejano y completamente irreal.
— Oh… sí.

— Demi… — empezó Joseph.
Enlacé mi Brazo en el de Alex. Sin Mirar a Joseph.
— Te veo más tarde — le dijo Alex por encima del hombro.
Miré mi reloj. Habíamos estado cuarenta minutos en el baile. Parecían cuarenta horas.

— ¿Quieres ir a casa de Marea Alta Pat después de que comamos algo? — preguntó Alex.

Sacudí la cabeza.
— En realidad, no me siento muy bien — murmuré —. ¿Podrías llevarme a casa?

Ya en casa, saqué todo el maquillaje, me puse el equipo de gimnasia y me uní a mi familia para compartir una cena tardía.

Permanecí en silencio, ignorando las miradas que me dirigían mis padres. No dejaba de pensar en la fiesta de Pat. Una parte de mi quería ir allí para controlar en persona los daños y prejuicios. ¿Pero cómo podría hacerlo? 

Que fuera la hija del director no me convierte en una completa ingenua.
Suspiré estaba extendiendo la mano hacia la ensaladera cuando Debbie, súbitamente, golpeo su bandeja con el puñito.

— Ve — dijo.
Dejé caer la cuchara en la ensaladera e intercambié una mirada con mis padres.

— ¿Dijo algo? — preguntó mama en tono esperanzado.
— No se — contestó papa, mirando a la beba con atención—. Debbie, ¿dijiste algo, tesoro?

—Ve — repitió Debbie.
Sentí que un trozo de cerdo asado se me quedaba atascado en la garganta.
— Vuelve a decirlo — Pedí en voz ronca.

— Ve — Dijo Debbie, obediente. Anne le dio unas palmaditas en la espalda.
El corazón empezó a latir con violencia. Reconozco un presagio cuando me lo ofrecen.

— Tengo que ir a un sitio — dije, mientras me levantaba.
Papá pareció sorprendido.
— Pensé que te sentías mal.

Pero mamá se limitó a mirarme y luego miró a Debbie.
— Creo que está bien que vaya — dijo en tono ligero —. No vuelvas muy tarde.

— Pierde cuidado — dije.
Besé la frente de Debbie, Tomé mi Campera y me dirigí a la puerta del frente. Estaba corriendo incluso antes de llegar a la calle.


Está bien, mirando de forma retrospectiva, resulta evidente que al menos debería haberme puesto un poco de lápiz labial antes de ir a casa de Pat. Pero sentí que estaba en juego temas más importantes que la mera belleza. 

Además, la belleza es una cosa y mi apariencia era otra. Tenía la cara blanca como la leche, sin una gota de maquillaje, cosa que probablemente hacia que mis ojos parecieran más grandes y asustados que nunca. Llevaba pantalones grises de gimnasia, un suéter desteñido que había

sido de mi abuelo, y una gorra de béisbol roja aplastada sobre mi pelo, que todavía tenia un montón de spray. ¿Se lo imaginan? ¿Pueden ver que escandalosa estaba? Bueno, ahora imaginen quien fue la primera persona que vi cuando llegue resoplando a la casa de lo Marea Alta. Swiss Kriss.

Estaba paseando por el jardín de adelante en medio de unas decientas personas. Fruncí el ceño ¿Por qué estaban todos en el jardín y no en el interior de la casa? ¿Había llegado la policía y los obligado a salir? Pero ni, esa multitud se veía demasiado tranquila.

Me abrí paso entre la gente hasta poder llegar al porche. Joseph estaba en mangas de camisa, llenando vasos de un ponche misterioso. Pat se encontraba junto a él.
Teddy Inman subió los escalones del porche

Mi Adorable Rebelde capitulo 39




Creo que, en este momento. Pat haría cualquier cosa que le pidiera.
Marty bufó

Es cierto fue alucinante la forma en que aceptó enseguida tu sugerencia de que hiciéramos una fiesta en su casa. Podrías ser mago profesional, ¿sabes?

Me mordí los labios ¿De modo que la fiesta había sido idea de Joseph?
Si así soy yo. Joseph volvió a bostezar Caramba estoy cansado
¿Te quedaste hasta tarde con Swiss Kriss?

¿Swiss Kriss? El solo pensarlo me hizo sentir un nudo en el estómago. No pueden creer que Joseph fuera a quedarse hasta tarde con Swiss Kriss.
Hmmm…

En fin, ya sé que no podrías haberte quedado hasta tarde con Demi continuó Marty Se acuesta a las ocho o algo por el estilo. ¿Verdad?
Hmmm

Mi mente era un torbellino. Esperé unos segundos que Joseph lo contradijera, pero todo lo que oí fueron unos murmullos y algo de risa.
No necesitaba oír más. Me apresuré a recorrer el vestíbulo en dirección a la escalera con el corazón desbocado. 

Había ido a confirmar que Joseph no planeaba aprovecharse del muchacho menos popular de la escuela , y descubrí en cambio algo mucho peor de lo que había imaginado Se acuesta a las ocho o algo por el estilo 

Las palabras retumbaban en mi cabeza ¿Por qué Joseph no se lo había contradicho? Me había asegurado que no se había estado burlando de mí. Pero lo que oí no eran burlas…porqué yo no estaba cerca para que se rieran de mí. Lo que oí fue un dialogo tranquilo racional y despreciativo acerca de mi.
Hasta tarde con Swiss Kriss…

Jamás debí confiar él, jamás debí olvidar aquella conversación que él y Mary habían mantenido en la puerta del baño. ¿Cómo pude permitir que me gustara alguien que se aprovecha de Pat de esa manera? ¿Cómo pudo gustarme alguien que se aprovecharía de mí?

A las siete en punto del día del Baile de Otoño, Alex Chase llegó a mi casa, muy elegante con su traje azul marino y, en lugar de un ramillete, me dio una caja con un ratón muerto adentro.

 Está bien, está bien, no era realmente un ratón muerto; era el ratón de imitación con el que juegan el gato de la familia Chase. Miré fijo el ratón, mientras Alex se reía a carcajadas; luego corrió hasta el auto en busca de las flores verdaderas. Oh, fue algo de veras distinguido, puedo asegurarlo.

Mi madre nos sacó una foto en el porche delantero, parados uno junto al otro. Vi que, enfrente, Joseph subía a su auto.

— Oh, mira, ahí está Joseph — dijo Alex —. ¡Hola, Joseph!
Él miro en dirección a nosotros e hizo un ademán de saludo. Yo no dejé de mirar a otro lado.

Llegamos al baile y la primera persona que vi fue a Swiss Kriss. Llevaba un vestido corto de terciopelo rojo con piel blanca en el cuello, el ruedo y las mangas. ¿Dónde encontraba esa ropa?

 ¿Tendría a un anciano que trabaje en los Alpes pera mayor gloria de vestuario? Había recogido su pelo rubio en un gracioso rodete en la base de la nuca y, no obstante la opinión de Joseph sobre las chicas que llevaban el pelo recogido, se le veía estupendo. Le enmarcaba la cara el número exacto de rizos. Su piel parecía terciopelo, sus labios eran rojos como su vestido… Me sentí una bruja a su lado
.
La primera persona que vio Alex fue a Juliet Miller, y se apresuró a correr hacia ella para llevarle un vaso de ponche. Suspiré y fui en busca de mi propio vaso de ponche.

Permanecí solitaria junto a la ponchera, sintiéndome invisible, como un fantasma de bailes pasados. El gimnasio estaba estupendo. Habíamos armado un enorme pabellón de telas oscuras con estrellas que cubrían las paredes. Algunas cabras un poco cursis poblaban las escenas aquí y allá, pero hasta ellas lucían bien en el medio de la suave iluminación.

Miré a mi alrededor en busca de alguien conocido. Rose pasó flotando del brazos de Brad Hopkisn. Me dedicó una gran sonrisa y un gesto de saludos; evidentemente se sentía generosa para reconocerme.

Un momento después, localicé a Katie no muy lejos, en la pista de baile. Llevaba un vestido corto azul con algo así como lentejuelas cosidas en la tela. Tenía aros brillantes en forma de estrellas. Su pelo color trigo parecía platinado bajo aquella luz, y el vestido era del mismo color de sus ojos. Gus la miraba con reverencia.

Me sorprendió mirándola y levantó ligeramente las cejas. Yo conocía ese gesto. Me estaba preguntado si necesitaba compañía. Sacudí la cabeza.
Pat también estaba allí, con un traje demasiado chico. 

Había venido solo. Sentí compasión por él. El Baile de Otoño no era un acontecimiento para ir solo. Aunque supuse que yo también puede haber estado sola, teniendo en cuenta la atención que me prestaba Alex.

Swiss Kriss pasó con un revoloteo de su vestido de terciopelo.
— Por supuesto, Joseph y yo estaremos allí — le estaba diciendo a alguien —. Joseph lo planeó todo.

No pensé que pudiera experimentar una opresión en el pecho más grande aun, pero en ese momento sentí como si estuviera llena de nudos. Joseph y yo. Como si fueran una pareja formal. Recordé la conversación telefónica que había escuchado a hurtadillas. Joseph decía:

La chica a quien quiero invitar nunca aceptaría. ¿En verdad pensé que alguna vez se refería a mí? Por supuesto, hablaba de Swiss Kriss. Ella jamás iba a interferir en sus planes con respecto a la fiesta de Marea Alta Pat; con ella, no tendría que preocuparse de que era vigilando.

Levanté la vista hacia las estrellas del pabellón. Había pasado horas pegando esas estúpidas estrellas, imaginado como una idiota que esa noche seria maravillosa y romántica.
— ¿Tienes tortícolis?
La voz de Joseph en mi oído.
— ¿Qué?

Él sonrió.
— Estuviste mirando el cielorraso tanto tiempo que me preocupé, pensé que el cuello te había quedado duro.

Me di vuelta y me serví otro vaso de ponche.
— ¿Dónde estuviste ayer? — preguntó Joseph — Te llamé, pero tu mamá dijo que no estabas en casa.


— Entonces no estaba en casa — respondí, lacónica. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 38




Joseph, a mi lado, recogió su rastrillo y se apoyó en él, se estremeció.
Me duele la espalda.

A mi también Lo miré por supuesto la espalda no te dolería tanto si no hubieras robado la campana de la cafetería.
Se echó a reír.

¿Lo viste en la crónica policial de hoy? Decía que esa estúpida campana en realidad cuesta más de quinientos dólares, lo cual significa que robarla es un delito.

¿Joseph? sacudí la cabeza Es una suerte para ti que no te hayan descubierto. Y que papá no haya hecho demasiadas preguntas. Jamás entrarías en la universidad con eso en tu solicitud de ingreso.

Oh, no sé… Joseph pareció reflexionar Si yo estuviera al frente de una universidad me gustaría entrevistar a chicos con cosas totalmente inapropiadas como esa en sus solicitudes. Me gustaría escuchar las historias que hay detrás.

Traté de imaginarme a Joseph frente a una universidad, pero mi inspiración no me ayudó. Estudié su perfil contra la luz naranja de nuestra fogata. Parecía que con esa luz temblorosa, y durante un momento sentí un poco de miedo…esa rara sensación de ser un extraño en tu propio jardín delantero, cuando tu casa esta toda iluminada y de repente estás seguro de que, si tocaras el timbre nadie te reconocería.

Eh dijo Joseph ¿Qué pasa? Me sonrió, y de golpe me sentí mucho mejor, como siempre cuando me sonreía.
Nada repuse Estoy muy bien
Extendió una mano en busca del termo.

Demi dijo con suavidad de veras lamento haberle dicho a Swiss Kriss que iría al baile con ella.

Está bien dije enseguida. No estaba muy segura acerca de con qué estaba yo de acuerdo. ¿Con el hecho de que iba con Swiss Kriss, con el hecho de que no iba conmigo, con el hecho de que el si iba a ir al baile?
No sé como zafarme prosiguió Además tu le dijiste a Alex que irías con él.

Lo sé lo tranquilicé.
Joseph extendió la mano para tomar la mía.
Pero habrá otros bailes, ¿no? Y podemos bailar juntos en el Baile de Otoño. ¿Correcto?

Correcto dije suavemente. Si en ese momento Joseph me hubiera propuesto escaparnos a México, yo habría contestado correcto con la misma suavidad.

Demi exclamó él de repente , tienes las manos llenas de ampollas.
Ambos miramos mis manos. Yo parpadeé.
Ni me había dado cuenta dije.

Joseph sonrió. Con gran ternura deslizó las puntas de los dedos por las ampollas que había en mis manos. Observé su cara a la luz de la fogata. ¿Cómo pudo parecerme que era un extraño? Sentí que lo conocía de toda la vida.
Me acerqué a él. Él fuego crepitó, su aliento era dulce, olía chocolate, y yo me sentía feliz, tan feliz.

El jueves por la tarde, estaba en el baño de las chicas pintándome los labios y observando a Swiss Kriss por el rabillo del ojo. Acá debo detenerme un momento y describir lo que tenía puesto: una blusa blanca con volados, pantalones de cuero verde muy estrechos, y tiradores. 

Ahora bien, si yo usara todo eso, parecería Robin Hood. Lo cual no quiere decir que Swiss Kriss pareciera una estudiante normal de hecho parecía un inmigrante de la Familia Trapp. Pero se la veía esplendida. En ese momento, me deprimió. 

De repente me sentí segura de que estaría tan hermosa en el Baile de Otoño, que Joseph se olvidaría de mí. Yo estaría obligada a no despegarme de Alex, quien, probablemente, (a) le hablaría todo el tiempo de Juliet Miller; (b) me contaría infinidad de chistes groseros, (c) trataría de meterse una menta en la nariz, (d) trataría de meter una menta en mi nariz…

¿Demi? dijo Katie, apareciendo súbitamente junto a mí e interrumpiendo mis pensamientos ¿Demi?
¿Hmmm?
Traté de calmar los latidos precipitados de mi corazón.
Katie estaba llena de noticias

¿Te enteraste? comenzó Marea Alta Pat va a dar una fiesta después del Baile de Otoño y piensa invitar a todo el colegio.
Yo parpadeé

Eso es una locura. Nadie invitaría da todo el colegio. Ni siquiera el propio colegio invita da todo el alumnado a nada. Incluso debes tener una entrada en los bailes.

Me lo dijo Bobby Weller afirmó Katie con insistencia.
¿De veras? Uno no consideraría a Bobby Weller una fuente de información confiable en ningún sentido, pero cuando se trata de fiestas, por lo general maneja bien las cosas. El Baile de Otoño es mañana.

Es verdad confirmó Swiss Kriss con su voz suave, sincera Aparentemente, sus padres decidieron irse de la ciudad ayer.

Oh, pobre Pat dije. Nunca supe de nadie tan poco popular como Marea Alta Pat que organizara una fiesta. Y para colmo, ¿ha invitado a todo el colegio! Debe tener miedo de que no vaya nadie pensé en voz alta.
Oh no, irá todo el mundo aseguró Swiss Kriss.

En serió dijimos Katie y yo a coro. Swiss Kriss asintió, frunciendo levemente el ceño ante nuestras caras de incrédulas.
Si –dijo va a ser algo muy descontrolado.
¿Descontrolado? repetí.
Swiss Kriss sonrió con gentileza.

Si, porqué Marea Alta Pat no es, digamos, amigo de nadie. De modo que…en fin, no tenemos por qué ser cuidadosos en su casa. Los Marea Alta tienen una bodega en el sótano ¿Saben? Estamos planeando tomarla por asalto.

Fruncí el ceño.
¿Joseph está enterado de tus planes para…eh…tomar la bodega por asalto?

Durante un momento. Swiss Kriss me miró con cara inexpresiva.
Oh si, toda la fiesta fue idea suya volvió a prestar atención a su imagen reflejada en el espejo y se aplicó lápiz labial en su perfecta boca en forma de corazón.
¿Qué opinan de este color? preguntó en tono reflexivo Se llama Rojo Alpino.

Hola Demi me saludó la doctora Conner. Estaba sentada ante la mesa de la cocina, pelando arvejas.

Hola, doctora Conner respondí ¿Está Joseph?
Si, está en su cuarto con Marty Richards dijo la doctora Conner. ¿Por qué no subes?

Está bien dije Gracias.
Comencé a subir la escalera con lentitud. Había preferido que Marty no estuviera allí porqué deseaba hablar con Joseph a solas.

Mi conversación con Swiss Kriss me había tenido preocupada toda la tarde. No podía imaginar a un grupo de personas populares arrasando la casa de Pat…con Joseph detrás de todo el asunto. Claro que yo no era tan tonta como para dejarle la última palabra a Swiss Kriss, se tratara de lo que se tratara. 

Quería dar a Joseph la oportunidad de explicar que sucedía en realidad. Ahora bien, yo no había planeado escuchar a hurtadillas la conversación entre Joseph y Marty, pero cuando uno oye su propio nombre a través de una puerta cerrada, resulta difícil golpear y preguntar si puede integrarse mientras siguen hablando del tema.

No, Demi no es la clase de persona que se metería en eso estaba diciendo Joseph.

Claro supongo que no va por ahí tomando bodegas por asalto comentó Marty.
Los dos se echaron a reír.

En fin, con respecto a ese asunto de la bodega empezó Joseph.
Oye tal vez no tengamos que tomarla por asalto replicó Marty ansioso ¿No crees que podrías convencer a Marea Alta Pat de que nos deje entrar?

Joseph bostezó.