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¿Desaparecido?
Joseph no
podía quitar esa palabra de su mente, mientras era transportado en el coche
patrulla, como si se tratara de un niño de cinco años que se había separado de
su madre en el mercado. ¿Cómo demonios consiguió que la policía fuese por él?
¿Acaso una persona no se consideraba desaparecida tras veinticuatro horas? Él
había estado dos horas fuera de su casa, esto no tenía ningún sentido. Y aun
así no veía una forma de decirles a aquellos hombres, que no se había perdido.
Al
llegar al estudio, su ira no había remitido ni una onza. Encontrarla a “ella”
allí con su ya no tan amigo Josh, fue como el momento culminante en las malas
películas de horror. Y en esa escena, Joseph era
el asesino sediento de sangre.
—
¿¡Desparecido!?—masculló con los dientes apretados, en el momento en que la
tuvo enfrente. La muy descarada ni siquiera tuvo el detalle, de ocultar su
diversión.
—
¡Oh Joseph, me
diste un susto tremendo!—exclamo ella llevándose ambas manos a la boca, en un
gesto de desmesurada preocupación o quizás solo intentando no evidenciar su
risa. Él se quedó momentáneamente atontado, pero finalmente sacudió la cabeza y
la observo con incredulidad— ¡Me ha vuelto el alma al cuerpo! Pensé que algo terrible
te había ocurrido.
Ella
seguía hablando, pero Joseph no supo comprender a donde quería
ir con toda esa farsa. Fue cuestión de ver a los tres oficiales parados detrás
de él, para caer en cuenta de que Demi,
les estaba pintando un número a la policía. Zorra descarada, lo estaba usando a
él para ganar puntos. Se volvió en dirección a Josh, con las cejas y las manos
alzadas en un pedido de auxilio silencioso.
—
¿Por qué la policía fue a buscarme?—Lo increpo tratando de comprender algo de
toda esa locura.
—
Joseph…—Su amigo parecía honestamente descolocado, pero eso Joseph no
lo noto. Pues estaba teniendo serias dificultades para ocultar las ansias
homicidas, que le despertaba cierta castaña— Demi estaba preocupada, me llamo diciendo que tú no estabas aquí y
yo había hablado contigo hacia cinco minutos. Prometiste que la esperarías,
pero no había señales de ti…te llame y me daba tu contestador.
Soltó
un resoplido, incapaz de esgrimir un comentario que no fuese una grosería.
Pues… ¡Vamos! no era la primera vez que se desconectaba del mundo para no ser
fastidiado, esto no era razón para armar tanto esperpento.
Aunque tuvo que
admitir que la preocupación de Josh, al menos no era actuada. Su agente
realmente se había puesto nervioso, con la idea de que
a él le hubiese ocurrido algo malo. Suspiro, no podía sentirse culpable, él
estaba molesto ¡Por amor a Dios
!
—Tan
solo fui a comer algo…—murmuro
casi sin ganas, después de todo no podía decir
que se había escapado incumpliendo su promesa de esperarla. Eso acarrearía
pensar una excusa, para justificar el porqué de su falta de interés.
¡Demonios!
Ese punto se lo había ganado ella, pero las cosas no quedarían así. Por
supuesto que no.
—Lo
que cuenta es que ya estás aquí, sano y salvo—Interrumpió Demi colocando casualmente una mano sobre su brazo, como si
fuesen amigos de toda la vida.
La muy cínica les dirigió una brillante sonrisa
a los oficiales y estos parecieron inflarse de orgullo, ante la dulce mirada de
la agradecida muchacha. Joseph puso los ojos en blanco y se
limitó a asentir, con el rostro contraído en una mueca de falsa
cortesía—Afortunadamente mi cuñado estaba disponible…—Continuo ella,
pellizcándolo fugazmente antes de soltarlo—No sé cómo agradecértelo Fred.
—Cualquier
cosa por ti Demi…—Apuntó
el oficial vestido de traje, dándole a Joseph sus
respuestas.
El
policía era su cuñado, por eso había conseguido que lo buscaran sin necesidad
de estar verdaderamente “desaparecido”.
Bien, iba a admitir que la jugada le
había salido perfecta a la arpía. De nada valía ponerse a la defensiva, una vez
que la ley estuviese fuera de la vista él le devolvería esa jugarreta.
—Yo…
debería llamar a tu padre—La voz de Josh, lo hizo volver en si abruptamente.
—
¿Llamaste a mi padre?—insto con
los ojos desorbitados.
—Lo
lamento Joseph, tenía que asegurarme de que no estuvieses allí
visitándolo o algo—Explico un muy avergonzado Josh, mientras sacaba su móvil
del bolsillo para realizar la dichosa llamada. Joseph
fulmino con la mirada a Demi,
esto sí que le iba a salir caro.
Fred
y sus compañeros, se retiraron una vez que ella les agradeció inmensamente la
ayuda. Sabía que nJoseph estaba en punto de ebullición,
pero todo había valido la pena, no se borraría jamás de su mente la expresión
que él llevaba al ingresar en el departamento. Demi
tuvo que contenerse para no romper en una carcajada, pero bien… él se lo había
buscado. Quiso jugar con fuego cuando claramente, no estaba listo para soportar
la llama, de nada podían culparla.
—Bien,
ahora que ustedes dos ya están bien…yo voy a seguir con mi trabajo—Ella se giró
para ver como Josh juntaba su saco, para retirarse. Oh no, no podía quedarse
sola con aquel hombre. No cuando lucia como un maniaco a punto de cometer un
crimen.
—Pensándolo
bien, creo que yo también voy a regresar a mi casa…
—No,
tú no te vas—La silenció Joseph, levantándose del sofá en el que
llevaba los últimos diez minutos sentado. Ella retrocedió por instinto y él le
sonrió socarronamente, notando que había logrado ponerla nerviosa.
—Has
tenido un día lleno de agitaciones, lo mejor es que descanses—Miro a Josh en
busca de apoyo, éste algo confundido asintió.
—Sí Joseph,
con todo esto de la policía y tu desaparición…
—
¡Yo no desaparecí, con un demonio!—Ambos se sobresaltaron por su repentino
despertar de emociones. Josh fue el primero en reaccionar, afortunadamente,
pensó Demi dejando ir un suspiro.
—Lo
sé, lo siento…no me refería a eso. Simplemente que ya es tarde, ambos deberían
regresar a sus casas y mañana comenzar todo de nuevo. Como si este incidente jamás
hubiese ocurrido.
Ella
le dirigió una esperanzadora mirada a Joseph,
pero por supuesto él no estaba listo para dejarla ir.
—De
acuerdo Josh, tienes razón—Sorprendida por su súbito cambio, no pudo más que
observarlo anonadada. Él la miro de reojo y ella supo leer en sus ojos azules,
que no estaba dejando para nada el combate. Demi se
estremeció.
—Bien
muchacho—Josh le palmeo el hombro amigablemente— Compórtate.
La
saludo con un leve movimiento de su cabeza y entonces se fue. Demi no
logro decirle a sus pies que iniciaran la carrera y estúpidamente, permaneció
un segundo demás en su sitio.
—Sabes
todo esta cuestión de las desapariciones, me dio algunas ideas—Con un respingo
se volteó, para ver al hombre de sus pesadillas demasiado cerca de su persona. Joseph
sonrió sin un ápice de humor—Me pregunto…—Alzo una mano para tomar una mecha de
su cabello y con innecesaria fuerza apartarla de sus ojos, Demi
retrocedió frente a la amenaza que auguraba su mirar— ¿Cuánto tardaran en
comenzar a buscarte?
—¡Joseph!—Con
un mano puso distancias entre ellos—Tú comenzaste…
—Oh
no, mi querida…—Sacudió la cabeza y por un segundo ella se sintió siendo
atravesada por su mirada de hielo—No tienes idea…cuando en realidad comience,
lo notaras. Ten por seguro que lo notaras.
—Me
estas amenazando.
—
¿Acaso te queda alguna duda? ¿No soy claro para ti?—Se inclinó reduciéndola
completamente con su exuberante altura—
Sí, te estoy amenazando. Por el bien de
tu carrera, deja de fastidiarme…sal de mi camino. Nunca permitiré que una sanguijuela
como tú, se cuelgue de mi éxito.
—
¿Quién demonios te
crees?
—Cierra
la boca…
—No
me mandes a callar y ni piensen que quiero algo de ti. Jamás…—Demi
intento sonar contundente—Jamás vas a oírme renunciar. Tú…—Le clavo un dedo en
el pecho—Amigo…serás el que se baje de esta carrera.
—No
te daré la satisfacción—Ella sonrió con sorna.
—
¿Esa es tu frase para las conquistas?— Joseph
abrió los ojos con sorpresa, para luego presionarlos en finas líneas.
—Nunca
lo sabrías, tú pequeña rata de biblioteca. Apuesto que esto, es lo más cerca
que nunca estuviste de un hombre.
—
¡Vete al infierno!
—Gustoso,
si allí no tengo que ver tu trasero flácido y tu cuerpo de niño de diez años—A Demi se
le atoro el aire en los pulmones y antes de soltarte una
bofetada a ese rostro de modelo, cogió su bolso para salio corriendo fuera del
departamento como una estúpida colegiala.
Los
ojos comenzaron a picarle y de un segundo a otro rompió en un patético llanto,
al alcanzar el elevador parecía estar a punto de ahogarse con su propia
humillación.
Ella sabía que no era la más atractiva, sabía que su cuerpo era
pequeño y no muy femenino. Había tenido que lidiar con esa clase de acosos
desde la escuela secundaria, cuando todas sus compañeras comenzaron a
desarrollarse a paso vertiginoso. Mientras ella se mantenía casi igual, con sus
diminutos pechos copa B y su trasero esquelético. Al menos así la había
descripto su primer y único novio, antes de romper con ella.
Había sido una
estúpida en buscar provocar a ese idiota, por supuesto que Joseph
tenía armas mucho más fuertes con las cuales atacarla. Nunca debió abrir la
boca, nunca debió forzarse a romper la imagen perfecta que tenia de él. Pero ya
todo estaba echado a perder y aunque quisiera negarlo, sabía que no iba a
retractarse.
Podía
ser pequeña, fea, común o como él dijo “una rata de biblioteca” pero tenía
orgullo. Eso le sobraba y no se iba a dar por vencida, si Joseph
pensaba que atacando su autoestima iba a lograr bajarla de la carrera.
Pues Demi le
iba a demostrar su error, se necesitaba más que una cara bonita para
intimidarla. Después de todo llevaba su vida enfrentando a idiotas como él, que
Joseph
fuese un escritor exitoso no cambiaba nada. Seguía siendo un idiota y uno que
merecía un castigo.