lunes, 17 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 15



Asigné a cada uno de ustedes un compañero de laboratorio.
La noticia fue recibida con un coro generalizado de gemidos. Todos saben que Sonrisita desea que cada pareja de compañeros de laboratorio esté integrada por un chico y una chica a fin de vigilar sus movimientos y ver si se enamoran, o se besan, o hacen lo que sea que espera que hagan.

Se que suena raro, pero es la verdad. El primer día de clase, sonrisita había dicho: ¿Por qué no se mezclan entre ustedes? Mañana vendré con un diagrama de sus asientos. De modo que tuvimos que sentarnos en distintos lugares mientras charlábamos y Sonrisita son observaba con ojos de halcón. 

Al día siguiente llegó corriendo con el diagrama, que tenía todo organizado en ¡adivinen! Parejas de chica y chico. No negaba que hacía eso como una especie de actividad casamentera.

De modo que al segundo día de clase me encontré sentada junto a Teddy Inman. Teddy Inman, es un chico más grande que repitió dos o tres veces y, si fuera posible, es aun más pervertido que el propio sonrisita. 

El año pasado lo suspendieron por traer ejemplares de Playboy al colegio vender páginas sueltas a los de primer año a cinco centavos cada una. Por si eso fuera poco en general es bastante siniestro: usa campera de cuero y siempre, y está adoptando actitudes insolentes y haciendo gestos despectivos. 

Ahora bien, imagínense a Sonrisita evaluando el asunto y pensando: Mmmm, creo que pondré a Demi con Teddy… ¡Tal vez hagan buenas migas!. Debo decir que no me hacía sentir muy bien la imagen que eso proyectaba de mi misma.

Bien, ahora escuchen todos: aquí están sus compañeros nos dijo sonrisita con voz de trueno Brad Hopkins, Juliet Miller.
Brad y Juliet intercambiaron miradas de agradecimiento. Siempre habían sido amigos.
Rose Smith y Bobby Weller.

Rose dedicó a Sonrisita una mirada asesina. Yo también lo habría hecho. ¿Se imaginan tener al lento de la escuela como compañero de laboratorio? Bobby pareció sorprenderse por el solo hecho de que habían pronunciado su nombre.
Swiss Kriss y Teddy Inman continuó sonrisita.

Teddy dirigió una mirada tétrica a Swiss Kriss, quien se veía evidentemente aterrorizada. No la culpé. No pasaría mucho tiempo antes que Teddy hiciera algo detestable, como por ejemplo apoyarle una mano en la pierna.
Sonrisita siguió poniendo a toda la clase en pareja. Por fin, me miró directo a la cara, con un brillo en los ojos.

Y por último, pero no por eso menos importantes, Demi Merill y Joseph Conner anunció con energía, antes de dejar a un lado la carpeta Y ahora, ¡vamos al laboratorio a disecar a esos gusanos!

Caminé aturdida hasta el laboratorio sin dejar de mirar hacia delante. Había estado tan interesada en los compañeros de los demás, que no me detuve a pensar en el mío.

Así que estaba atrapada con Joseph. En ese momento consideré que Teddy Inman o Bobby Weller eran compañeros de laboratorio muy atractivos.
Joseph estuvo junto a mí de un salto.

Bueno ¿no te parece una feliz coincidencia? dijo con alegría ¿o no es una coincidencia? Tal vez utilizaste tu influencia familiar para sobornar a sonrisita y tenerme de compañero.

Puse el escalpelo de mi equipote instrumentos contra su garganta.
Escucha dije con los dientes apretados Voy a ser tu compañera de laboratorio sólo si te guardas esos odiosos comentarios para ti y si haces todo el trabajo pesado.
Pareció reflexionar.
¿Qué entiendes exactamente por pesado?
Aparté el escalpelo.

Tocar los gusanos con las manos, incluso con guantes. Lo mismo vale para los sapos y los cerdos cuando lleguemos a ellos. Abrir los gusanos o los sapos, y en especial los cerdos. Secar la sangre que se derrame. Tocar todo aquello que una vez pudo haber sido el cerebro de algo.

Joseph frunció el ceño.
¿Entonces tú que harás?
Agité las pinzas de cirugía delante de sus ojos.
Escarbaré una vez que hayas terminado con la parte sucia, identificaré los órganos y todo eso.

Muy bien dijo él Trato hecho sus ojos brillaron Ahora, con respecto a callarme los comentarios odiosos, lo lamento, pero es mucho pedir.
Puse los ojos en blanco.

¡Que castigo! dije por lo bajo.
Abrimos la caja que contenía el gusano. Yo retrocedí ante el olor a formaldehído. En el fondo el gusano yacía rígido y como hecho de goma.
Oh constaté aliviada está muerto.
Por supuesto Joseph se echó a reír ¿Qué pensabas que primero tendríamos que darle un golpe en la cabeza?
Me sonrojé.
Bueno, no…

Me complace ver que ustedes dos se llevan bien dijo sonrisita detrás de nosotros. Ese es otro rasgo de sonrisita: uno casi nunca tiene problemas por hablar en clase, porque siempre piensa que uno esta flirteando, cosa que aprueba. Nos dedicó una ridícula sonrisa con todos sus dientes y siguió su camino.
¡Caramba! exclamó Joseph mientras se ponía los guantes de plástico.
Hay algo que anda muy mal en ese tipo.

Lo sé. 

Mi Adorable Rebelde capitulo 14



¿Qué me dices de las apuestas sobre la edad de la señora McCracken? me interrumpió Bruce con una brillante sonrisa.
Tuve que parpadear.
¡Entonces fuiste tú!
Bueno, no dije eso exactamente…

Puse los ojos en blanco y me precipité por delante de él para atravesar el vestíbulo y llegar a la clase de arte dramático, una de mis favoritas. El profesor, el señor Munger, es un alma buena que alienta a todos sin tener en cuenta su capacidad para actuar y jamás regaña o sermonea. Además no teníamos pruebas escritas.

Hola a todo el mundo dijo el señor Munger con la voz ronca, una vez que estuvimos sentados Me duele la garganta así que les pido que se queden tranquilos y lean Doce hombres en pugna Se encogió de hombros O que se ocupen de la tarea para sus otras materias, o que charlen entre ustedes o hagan cualquier otra cosa.

Se sentó en su escritorio y comenzó a leer una revista de historietas de Batman. Yo estaba a punto de empezar mi tarea para matemática cuando se oyó un golpe en la puerta.
El señor Munger señaló a Rose Smith.
¿Qué? preguntó ella.

Di entre le ordenó el señor Munger, siempre con su vos ronca.
Rose se aclaró la garganta como si fuera a intervenir en un ensayo para el Teatro Nacional y dijo: ¡Entre! en forma tonta y dramática.

La puerta se abrió y entró un enorme tipo musculoso empujando una carretilla. También llevaba una tablita con un sujetapapeles
Ejercito de salvación anunció Vengo a recoger la máquina de hacer algodón de azúcar.

Sucede que el Colegio Secundario Knox tiene una de esas máquinas. O bien la tiene el señor Munger. Se la pasa haciendo algodón de azúcar en sus horas libres.
El señor Munger pareció sorprenderse.

Me temo que hay un error dijo con su ronquera yo no tengo una máquina de hacer algodón de azúcar.

El tipo del Ejército de Salvación miró a la máquina ubicada en un rincón.
El señor Munger sonrió con ironía.

Bueno, no tengo una que desee regalar se corrigió.
El tipo de Ejército de Salvación parecía estar harto.
Oiga, don, recibí la llamada y me vine hasta aquí.
El señor Munger alzó las cejas.

Yo no hice la llamada.
El tipo del Ejército de Salvación pareció reflexionar.
Bueno, alguien hizo una llamada.

Miré enseguida a Joseph. Resplandecía lleno de orgullo.
Oiga, no importa quien llamó dijo el hombre del Ejército de Salvación La cosa es que yo me vine hasta aquí. De todos modos, ¿qué están haciendo con la máquina? ¿Acaso una escuela es un lugar para eso?

Quise defender al señor Munger. Es cierto que hacer algodón de azúcar en el tiempo libre tal vez no sea del todo normal, y tal vez no contribuya a promover la causa de una educación más elevada, pero ¿a quién perjudicaba?

No a Joseph, con seguridad, a quien, era obvio, le encanaba causar problemas por el sólo placer de hacerlo.

El fornido señor del Ejército de Salvación se inclinó sobre el señor Munger.
¿No preferiría que muchos pobres tuvieran esa golosina?
Al señor Munger se lo vió perplejo.

Bueno, supongo… se animó de golpe, al parecer motivado por un espíritu comunitario. ¡Adelante llévesela! declaró con ademán grandioso Désela a los niños necesitados. ¡Me alegra donarla!

Suspiré. Supongo que donar una máquina de hacer algodón de azúcar es una buena idea, dentro de todo, pero no pude menos que pensar que el señor Munger extrañaría su máquina cuando llegara la quinta hora. Volví a mirar a Joseph, que trabajaba en su tarea de alemán con estudiada indiferencia.
Escuchen todos, el gran día ha llegado dijo sonrisita horas más tarde, con una sonrisa frenética.

Sonrisita es el profesor de bilogía, y el gran día al que aludía era nuestra primera clase en el laboratorio de disección. Por supuesto en su opinión, el día realmente grande sería el momento de llegar a la Unidad Ocho (reproducción). Sonrisita se desvive por enseñar educación sexual. El primer día de clase nos miró con expresión radiante y dijo: Sé que desean llegar a la unidad ocho con tanta ansiedad como yo, pero tendremos que esperar. Es un demente. 

Tiene esa sonrisa loca en la cara todo el tiempo, razón por la cual, nadie, ni quiere papá, deja de llamarlo Sonrisita. Fundamentalmente es una especie de pervertido, pero disfraza muy bien su perversión debajo del lenguaje académico, y yo creo que el colegio no puede despedirlo sólo por hablar mucho sobre estambres y pistilos y esperma y óvulos.

Sonrisita hojeó una pila de papales y nos miró radiante.

Mi Adorable Rebelde capitulo 13




¡Les está aceptando dinero! grité Les está cobrado entrada. ¡Y es probable que obtenga muchas ganancias!

Katie me miró confundida y, de pronto, me di cuenta de que no había podido oír nada de lo que yo había dicho. Le rodeé la oreja con las manos y empecé a repetirle mis palabras, pero ella hizo un gesto de impaciencia y señalo la calle.

Un patrullero se abría camino entre los autos estacionados. Se detuvo frente a la casa de los Conner y un policía bajó de un salto y atravesó el jardín con pasos firmes.

La música se interrumpió de inmediato. El policía permaneció en el porche con Bruce, gesticulando con aire severo.
Quisiera saber si Bruce puede oír lo que le dicen comentó Katie O si los tímpanos le estallaron hace una hora.
Es probable que se limite a asentir con la cabeza cada vez que sospeche que es el momento adecuado coincidí.

Miramos unos minutos más como la gente salía de la casa y trataba de encontrar sus autos. Aquello parecía un río humano.

Por fin podemos dormir dijo Katie dejándose caer sobre una de las cama gemelas de mi cuarto. Buenas noches.
Se tapó los ojos con el brazo y se durmió en dos segundos. Yo me demoré junto a la ventana, mientras miraba a las últimas personas que se retiraban.

Joseph seguía de pie en el porche, con el policía a su lado, y saludaba a todos con cortesía. Cuando el último invitado se hubo ido, le dio la mano al policía y luego observó al patrullero hasta que desaprecio en la curva de la esquina.

Se apoyó contra una de las columnas del porche. O veía su silueta a la perfección gracias a la luz que brillaba en cada ventana. Me pregunté por qué no se movía, por qué no recogía las botellas de cerveza y trataba de hacer que la casa de sus padres volviera a algo lo más parecido a la normalidad. 

No parecía un chico que acababa de dar una fiesta. Parecía un adulto, una persona madura, alguien carente de preocupaciones. A pesar mío admiré su tranquilidad al verlo parado en su porche delantero, respirando el aire fresco de la noche.
Al cabo de un rato, se irguió y se estiró. Luego hizo un gesto de saludo en dirección a mi ventana.

Por un instante sentí que me sonrojaba avergonzada. ¿Se habría dado cuenta que yo estuve mirando todo el tiempo? Con Demi cerca, siempre hay una especie de vigilancia constante, oí decirle a Marty. ¿Qué pasaría se llegaba a pensar que había sido yo la que había llamado a la policía?

Pero con el último gesto de saludo, de alguna manera sentí que, por una vez al menos, no se estaba burlando de mí. Era como si compartiéramos un secreto, aunque yo no sabía decir en qué consistía

Durante un par de días después del episodio del gran embuste, Doc Ellis se lo vio tan triste y abatido que de veras sentí pena por él. Pero luego pareció recobrar su humor ácido de siempre y se dedicó a preparar una nueva prueba de matemáticas diabólicamente difícil.

Ahora estaba de pie frente a la clase.
He corregido las pruebas dijo en tono de fastidio Creo que la mayor parte de ustedes ¿Me atreveré a decir todos ustedes? descubrirán que les ha ido menos bien en la Nueva Prueba Mejorada que en el viejo modelo.
Empezó a caminar ida y vuelta por el pasillo, distribuyendo hojas y haciendo comentarios sarcásticos.

Te desbarrancaste, Debra… Mitchell, me asombra que hayas manejado tan bien el material de la semana pasada… Lamento decepcionarte, Demi.

Dejó caer mi prueba boca arriba sobre mi banco. Doc Ellis no es un hombre de cosas evasivas, anónimas y boca abajo. Miré la nota: un tres. Todo encajaba. Ninguna cantidad de horas de estudio podía prepararme para la horrenda y difícil Nueva Prueba Mejorada.

Sonó el timbre. Recogí los libros y me dirigí a la clase siguiente. Joseph me siguió.
¿Qué te sacaste? preguntó alegremente.
Yo no dejé de mirar hacia delante. Era culpa suya que hubiéramos tenido una Nueva Prueba Mejorada, y no pensaba disimular mi rabia.
Tres dije con frialdad.

Oh, yo me saqué un dos dijo él Cambié una de mis preguntas tantas veces que en la hoja ya había un agujero.
Le dediqué una sonrisa helada.
Lamento no compadecerte.

Está bien dijo él, ignorando mi sarcasmo. Siguió caminando a mi lado y, dado que también estaba en mí clase siguiente iniciación del arte dramático me imagine que tenía intenciones de acompañarme hasta allí. Caminamos en silencio un instante y luego, al pasar por el centro de información Joseph me tocó el codo.
Espera un minuto dijo en tono despreocupado quiero ver la pizarra.

Me detuve con una sensación de curiosidad. Joseph no parecía ser la clase de persona deseosa de utilizar la pizarra universitaria de viajes que es sobre todo un boletín de anuncios de visitas a distintas universidades. Se supone que todo aquel que va a visitar una universidad debe poner un anuncio para ir con otros compañeros y, de ese modo, ahorrar nafta, disminuir la polución y, en general, escaparse de los padres por un día o dos. 

Papá está excesivamente orgulloso de esa pizarra, aun cuando siempre resulta inútil. Supongo que la mayoría de los padres son demasiado detallistas y quieren ir a ver las cosas con sus propios ojos.
¿Crees que mucha gente estará dispuesta a cerrar trato para esas visitas? me preguntó Joseph con una risita tonta.

Miré por encima de su hombro los anuncios que estaba leyendo. Todos eran para lugares como la Universidad Norteamericana de Beirut y la Universidad de Cambridge y la Nueva Escuela de Economía de Delhi. En el espacio libre para Nafta/otros gastos habían escrito 2.800 dólares de pasaje aéreo y, debajo de Duración estimada del viaje, se leía 356 horas.

Sacudí la cabeza. Papá iba a quedar anonadado.
¿Tuviste algo que ver con esto? pregunté en tono de sospecha.
¿Yo? preguntó él a su vez, con aire inocente.
La pizarra universitaria de viajes significa mucho para mi padre le dije.
Ya veo porqué repuso Joseph Es muy útil.
Entrecerré los ojos.

¿Qué me cuentas de lo de la semana pasada, cuando arreglaron el timbre de la puerta de recibo para que sonara con música de baile? pregunté Papá tuvo que llamar a un electricista especializado para que viniera a desconectarlo.
Joseph hizo un solemne gesto de sentimiento.

Muy bien hecho. Resulta difícil tomarse el estudio en serio cuando el timbre de la puerta suena como una canción

¡Oh, dame un minuto de descanso! exclamé furiosa en nombre de mi padre Ni se te ocurra simular que no…