A la mañana
siguiente Miley se levantó con la idea de pasar
el día en la biblioteca. Consiguió bajar antes que Nick; todo un logro,
pues él se levantaba muy temprano. Se asomó a la ventana y miró con tristeza
las calles cubiertas de aguanieve. Las duras gotas se estrellaban contra el
cristal como si fueran agujas. Aunque estaba desesperada por alejarse de Nick, no quería
ponerse en peligro conduciendo en ese clima.
Decidió cambiar
de planes. Se pasaría el día encerrada en su habitación. Se preparó una tetera,
agarró un bollo y se apresuró a volver al dormitorio antes de que apareciera Nick.
Cuando llegó al
escalón de arriba él abrió la puerta. Recién duchado, tenía el pelo húmedo y el
torso desnudo, llevaba unos pantalones vaqueros y su rostro la miraba curioso.
A Miley la desconcentró la visión de su
musculoso pecho y bajó la mirada. Sus caderas y sus largas piernas embutidas en
tejanos no solucionaron el problema así que miró sus ojos y suspiró. Todo él la
desconcentraba.
—Te has
levantado pronto comentó él.
—Pensaba ir a la
biblioteca para hacer un trabajo de Lengua Inglesa, pero las calles están
horribles. Estaré en mi habitación —le dijo, dirigiéndose hacia allá.
— ¿Qué tal estás
hoy?
Miley
cerró los ojos, estaba actuando como una maleducada. Era culpa de ese torso
desnudo, era mucho más musculoso de lo que ella había creído. Se volvió hacia
él.
—Muy bien, ¿y
tú?
—Perfectamente.
¿Y tu… trasero?
—Bien.
Recuperado —replicó ella intentando no sonrojarse.
— ¿No te hará
falta sentarte en un cojín? insistió él, con una leve sonrisa jugueteándole en
los labios.
—No.
—Anoche llevabas
un sujetador muy bonito.
—Preferiría que
te olvidaras de anoche dijo Miley, enrojeciendo
al recordarlo.
—Será difícil
contestó él en tono seco. Pero si vas a hacer un trabajo puedes utilizar el
ordenador del estudio. El procesador de textos está bastante bien.
Miley se quedó callada un instante, digiriendo la oferta.
—Pareces
sorprendida sonrió él.
—Lo estoy
avergonzada, añadió. Pero no del todo. Eres tan duro y agresivo en tu trabajo
que se me olvida lo amable que puedes llegar a ser.
Miró los ojos de
Nick y
durante un instante vio la mirada del niño que había conocido y admirado. En el
silencio que siguió, sintió un fuerte nexo de unión con él, y la nostalgia
invadió su corazón. Había sido muy amable con ella cuando eran niños y, en
cierto sentido, lo había adorado. Ese pensamiento la puso nerviosa.
—Gracias dijo, y
caminó lentamente hacia su habitación.
Tardó un rato en
recuperar su concentración, pero pasó el día recluida trabajando. De vez en
cuando oía a Nick al
teléfono o yendo de una habitación a otra. Sabía que si estaba en la misma
habitación que él sería incapaz de trabajar.
A finales de la
tarde, antes de cenar, decidió aceptar la oferta de Nick; encendió el
ordenador en el estudio y tecleó las seis primeras páginas del trabajo. Guardó
lo escrito, e iba por la mitad de la página siete cuando se fue la luz.
Totalmente a oscuras, esperó a que volviera la electricidad.
Un momento
después la luz de una linterna alumbró la habitación.
—Dime que has hecho una
copia de seguridad dijo Nick,
señalando el ordenador.
—He guardado
casi todo. Es algo que aprendí a fuerza de experiencia.
— ¿Acaso no
aprendimos todos así? murmuró él, disfrutando del sonido de su voz en la
oscuridad. Se acercó y percibió el aroma seductor de su aceite. Nick estaba
convencido de que ese aceite perfumado había sido creado para volverlo loco.
Era el aceite, no la mujer, se repetía.
—No. Estoy segura
de que hay personas que nunca jamás han perdido una sola palabra porque siempre
hacen copias de seguridad en disquete y guardan su trabajo cada dos minutos
dudo. Te hubiera incluido en esa categoría dijo, con voz divertida. El tipo
perfeccionista, opuesto al de los meros mortales como yo.
Él movió la
cabeza de lado a lado y colocó la linterna sobre el escritorio.
—Miley,
¿cuándo te convertiste en una mujer tan descarada y respondona?
—Cuando volví a
encontrarme contigo replicó ella tras una pausa. Sólo soy así contigo. Todos
los demás me consideran dulce, callada y tímida.
—Eso es porque
no te conocen como yo rió Nick.
—Es porque no me
«afectan» como tú.
— ¿Y eso qué
quiere decir? Nick
ladeo la cabeza.
— ¿Crees que tardará
mucho en volver la luz? preguntó Miley asomándose
a la ventana.
—No has
contestado mi pregunta. ¿Cómo te afecto?
—He cambiado de
tema.
—Y yo he vuelto
a él. ¿Cómo te afecto?
—Me das ganas de
gritar gruñó Miley.
—¿En serio? ¿Por
qué? insistió él, más curioso que nunca.
—Nick esta conversación
sería ridícula en cualquier momento, pero mucho más en plena oscuridad.
—Anda, sé buena.
Llevo todo el día leyendo casos. He oído decir que provoco instintos asesinos
en mis oponentes, pero nunca que les diera ganas de gritar.
—Eres el hombre
más frustrante que conozco dijo Miley. Eres una
dicotomía total. Por un lado eres un abogado despiadado que se niega a que sus
clientes lo afecten emocionalmente. No parece que tengas una sola fibra
romántica o sentimental en todo el cuerpo, y te burlas de los que sí la
tenemos. Por otro lado, rescatas a tu vecina de un incendio y actúas como si no
hubieras tenido otra opción. Permites que una adolescente llena de cicatrices
venga a tu casa porque no se atreve a mostrarse en público. Y le permites a tu
prometida de pega que use tu ordenador.
Miley
inhaló profundamente antes de continuar.
—Y estás
demasiado seguro de ti mismo. Asquerosamente seguro. Y deberías ser más feo.
Nick se quedó sin
habla durante cinco segundos. Eso no le pasaba casi nunca, a no ser que estuviera
utilizando el silencio como arma.
—Nunca he
recibido tantos cumplidos insultantes en mi vida. « ¿Asquerosamente seguro?» repitió.
—En parte es por
el trabajo explicó Miley. Pero tienes una
seguridad profunda que la mayoría de las personas no tienen. Esa seguridad que
no tiene que ver con el aspecto, ni con el dinero que se gana, ni con el
trabajo que se hace. Es algo que viene de dentro suspiró. Esa seguridad no se
consigue fácilmente.
—Y tú deseas esa
seguridad comentó él, notando la envidia en su voz.
—Sí, la deseo sonrió
ella con tristeza.
Su
vulnerabilidad le hizo daño, llegando a un lugar vacío que sentía en su
interior. Nick había
eliminado todo lo vulnerable de sí mismo. Había sido necesario por muchas
razones y nunca, hasta ese momento, había dudado de lo correcto de su decisión.
La transparencia de Miley lo atraía como una luz
en la oscuridad. ¿Acaso ella tenía algo que él se llevaba perdiendo muchos
años? Se acercó y miró fijamente sus ojos oscuros.
—Ese es uno de
los cumplidos más honestos que me han hecho nunca dijo y levantó la mano hasta
tocar su barbilla. Me asombra lo mucho que te menosprecias.
Ella lo miró un
segundo, luego bajó la cabeza.
—Una vez oí
decir que la seguridad es para los humanos como volar para los pájaros explicó Miley. Creo que significa que algunas personas nacen
con un enorme par de alas y se elevan sin ningún problema. Otros tienen que
apañarse con alas más pequeñas, o con alas que se han roto por el camino. Aún
pueden volar le dijo, mirándolo de nuevo. Simplemente les cuesta más esfuerzo.
Nick notó que algo
dentro de él se movía y crujía, uno de los muchos muros que había erigido
cuidadosamente. Sintió una oleada de emoción, del tipo que solía evitar; fue
como si le echaran agua salada en una herida. Vio claramente que Miley era un
pájaro con el ala rota. Por razones desconocidas, su familia y la gente que la
rodeaba casi la habían convencido de que no podría lograr sus sueños.
—Tú volarás dijo,
luchando con el seductor pero preocupante deseo de darle a Miley todo lo que nunca había tenido. Si hay alguien
en el mundo destinado a volar, ésa eres tú.
Miley lo miró
fijamente y seguidamente lo horrorizó por completo rompiendo a llorar.