jueves, 3 de octubre de 2013

Camino a la Fama Capitulo 35




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Al menos que Mayra hubiese hecho un cambio rotundo de carrera Demi, estaba casi segura que las personas del otro lado de la puerta eran paparazis. Peor aún, paparazis que habían capturado todos los ángulos de su rostro al despertar. Bueno, la vergüenza nacional tenía su lado divertido. Al menos las madres tendrían fotografías, para obligar a sus niños a comer verduras. 

No que esto la hiciera muy feliz, pero sin duda había algo ligeramente hilarante en el asunto.

Una profunda exhalación la sacó de sus pensamientos, Demi dirigió la vista hacia el ejecutor de tal acción. Joseph aún se encontraba con el cuerpo sobre la puerta, como si pensara que la gente del otro lado la tiraría abajo en cualquier momento. Su rostro era la viva imagen del desconcierto, quizás ella lucia exactamente igual, aunque más desalineada por supuesto. 

Aun ninguno había dado cuenta clara de lo que estaba pasando. Ella no abría la boca, por temor a confirmar que lo que vio no había sido imaginado. Sabía que no había sido imaginado, pero siempre que Joseph no se lo confirmara ella podría permanecer en ese semi estado de negación y estupidez.

—De acuerdo—Finalmente el echó abajo su ilusión.

— ¿¡Qué demonios fue eso!?— Joseph la observó sobresaltado por su repentina explosión.

Demi estaba notoriamente hiperventilando, la noticia había hecho el viaje hasta su cerebro y ahora se negaba a dejarla en paz. Ella había sido fotografiada en ropa interior ¡No! ¡Qué va! Si eso era lo más suave de todo el asunto.
 Ella había sido fotografiada en ropa interior, usando la camisa de un hombre y abriendo la puerta de la casa del mismo, como si fuera dueña y señora del lugar.

Estaba tan jodidamente, jodida.
— ¡Oh por Dios! ¡Joseph! ¿Qué rayos?
— ¿Cómo crees que voy a saberlo?
—Oh, no lo sé ¡Quizás porque es tu maldita casa!

—No es como si me encontrara reporteros en mi puerta todos los días. —Se excusó él y ella se dio cuenta de que definitivamente esto no era su culpa. O quizás sí, pero ¿Cómo confirmarlo? Joseph no lucia muy feliz por la repentina atención que estaba suscitando su pórtico.

— ¿Qué vamos a hacer?—Ella echó la mirada hacia la puerta, haciendo un conteo mental de todas las cámaras que había visto.
—Aguarda—Joseph se perdió antes de que le pudiera responder, segundos después reapareció con el teléfono pegado al oído. — ¿Josh?—

Preguntó en tanto que ella se acercaba y lo obligaba a colocarse a su altura para oír la respuesta del otro.
— ¿Joseph que ocurrió…?

— ¿Por qué hay reporteros en mi puerta?—Él ni le dejó finalizar la pregunta.
—Ah mierda ¿Abriste?
—Yo no, pero no importa…responde.

—Estoy en la esquina de tu casa, entrare por atrás, espérame— Joseph asintió colgando la llamada y luego se pasó una mano por el cabello, volviendo a mirar la puerta.

Demi sabía lo que estaba pensando, o al menos estaba bastante segura de poder adivinarlo. Él quería respuestas a las mismas preguntas que ella se estaba haciendo. 

¿Qué? ¿Quién? ¿Por qué? Y ¿Cómo? Muy en lo profundo esperaba que Josh se los dijera, aun así una pequeña parte de ella se negaba a aceptar que alguien los había delatado. 

Pues ¿Qué otra cosa podía ser? Esos paparazis no estaban buscando fotografiar la magnífica arquitectura de la casa, aunque dicho sea de paso, la arquitectura era genial. Pero esa no era la cuestión, obviamente allí buscaban al dueño de casa y el hecho de que ella los hubiera recibido, como que solo sumaba puntos a la ironía.

Joseph se dirigió a la parte trasera de la casa, haciendo que Demi lo siguiera por inercia. En ese instante Josh entró sin necesidad de llamar antes. Los tres se miraron en silencio por un largo segundo, hasta que por supuesto el hombre más sexy presente rompió la tensión.

—Tenemos problemas—Sí, Josh estaba para comérselo. Las cosas hay que decirlas.
— ¿Qué…?— Joseph hizo un ademan hacia la puerta, como si con eso dijera todo.

—Es mejor que veas esto—El agente de su colega, avanzó por los pasillos de la casa hasta el living. Encendió la televisión y tras rebuscar en los canales, se detuvo en uno de chismes y noticias de los famosos. Justo en ese momento, la pantalla se encontraba cubierta casi en su totalidad, por una fotografía.

Demi se olvidó de respirar, de un segundo a otro solo tuvo ojos para ver esa pantalla, esa imagen. Eran ellos, Joseph y Demi compartiendo un beso. 

El beso que ella le había dado, minutos antes de la conferencia de prensa del día anterior. Se sentía completamente surrealista verse besando a alguien, su cuerpo prácticamente estaba colgado del de él y los ojos de Joseph se encontraban entrecerrados, haciendo que sus pestañas ocultaran parcialmente aquella mirada azul. 

Mierda, si la situación no fuese tan indignante, ella pediría que le hicieran una impresión de esa foto. Su hermana se caería de culo, al ver con la clase de tipo que ella se besaba.

—“Esta mañana nos encontramos con una noticia exclusiva de la revista Glamour, —Anunció la reportera como una voz en off—…cuando su portada lució esta fotografía que ahora vemos en pantalla y la pregunta ¿Quién es Sir Rhone? Despertando automáticamente la curiosidad de las fanáticas de este autor. 

Según fuentes no reveladas por la revista, el hombre que se encuentra tan cómodamente atrapado por las manos de la escritora Demi Manfory, sería ni más ni menos que el aclamado autor de los bestseller del aventurero James Rhone. La fotografía fue tomada antes de la presentación formal del libro que ambos autores, piensan publicar en la…”

Joseph apagó la tele apretando con fuerza el mando a distancia, como si el pobre tuviese la culpa de algo.

— ¿Quién lo hizo?—inquirió hacia Josh, con las palabras prácticamente susurradas por entre sus dientes.
—Estoy trabajando en…

— ¡No! ¡Tú lo sabes!—Ella brincó en su lugar, no se había esperado esa acusación tan exaltada. Pero Josh no se inmutó, lo miró con la paciencia que solo años de tratar con la misma persona daban.

—Joseph, me puse en contacto con la revista. No quisieron decirme quien les vendió la foto o la información, pero se cubrieron bien la espalda al no dar a conocer tu nombre. Teóricamente solo publicaron un “quizás” por lo que es casi imposible presionarlos por el lado legal. Lo siento, estoy trabajando en eso. Voy a descubrir quién lo hizo…
— ¿Y mientras tanto que?—Le espetó sin preocuparse en modular su cabreo— ¿Mientras tanto les sirvo una limonada? ¿Los invito a jugar cartas? ¿Qué Josh? — Demi dio un paso en su dirección, pero la mirada agria que le dirigió la detuvo en seco. Ella no pensaba culpar a Josh por algo que ellos habían hecho, era después de todo su beso, no el de Josh.

— Joseph, calma—Él sacudió la cabeza, volviendo a soltar otro profundo suspiro. —Estoy seguro que lo dejaran correr en un par de días. Puedes intentar hablar con ellos o simplemente ignorarlos—Los ojos azules de Joseph brillaron con malicia, como si tuviera una idea mucho mejor. —Sé que te molesta la situación, pero por el momento es todo lo que podemos hacer.

— ¿Y qué entonces? ¿Cierro las puertas y espero a que se marchen?
—Supongo que esa puede ser una opción—Joseph lo fulminó con la mirada, Josh sonrió en disculpa. —Mira, lo mejor es que te tomes unos días lejos de la ciudad, ellos lo olvidaran…

— ¿Por qué arman tanto escándalo? Es un escritor, no George Clooney. —Ambos hombres la observaron con distintos grados de suspicacia, finalmente Josh encontró las palabras primero.

—Bueno, supongo que a nadie le importaría si no fuese un escritor anónimo. O si no fuese un romance tras bambalinas. Por alguna razón a las personas les fascinan los romances ocultos, no por nada la frase es: “el sexo vende”. Las fanáticas de Sir Rhone, tienen años imaginándose como podría ser. El misterio causa curiosidad, y cuando este es revelado la curiosidad causa…

—Desastres—Completó Joseph poniendo los ojos en blanco.
—Exacto—Concordó Josh, con un deje de frustración.

Demi lo comprendió entonces, no era el hecho de que se hubieran vuelto famosos de la noche a la mañana o que la lectura estuviese ganando más adeptos que la televisión. 

La cuestión radicaba en el beso, en el romance prohibido de dos personas que solo deberían estar escribiendo en conjunto. La morbosidad de atrapar a alguien haciendo algo indebido, hacía del juego de cazarlos algo más divertido. El pequeño detalle de que ellos fueran, relativamente conocidos por un grupo de personas hacia de todo eso, un asunto mucho más vendible.

Oh rayos y ella como siempre no estaba vestida para la ocasión.
—Tal vez podemos ir a mi casa—Ofreció al ver que ambos se quedaban en un silencio analizador.

—Eso no servirá—Prorrumpió Josh, sin siquiera alzar la mirada—. Ellos están en la puerta de tu edificio, al parecer queriendo una nota exclusiva de la mujer por la que Sir Rhone decidió salir al sol.

—Ni que fuera un murciélago—murmuró él y a pesar de que intentaba hacer una broma, la nota sarcástica le sacó todo el peso a aquel comentario.

— ¿Entonces?—Inquirió haciendo caso omiso de la tensión que inundaba el ambiente.

—No lo sé—Josh soltó un suspiro—Supongo que…—Miró a Joseph —Tal vez podrías ir con Darius por algunos días, al menos hasta que logré controlar este revuelo.

Él no respondió sino que fue hasta el teléfono y tras unos segundos de espera, se enfrascó en una charla repleta de susurros y suspiros molestos. Ella no escuchó a quien le estaba hablando, pero podía apostar a que Joseph había optado por pedirle ayuda a su padre.

Al terminar fue a su lado y tomándola de un brazo, la insto a moverse.
— ¿Qué?
—Vamos.
— ¿A dónde?
—Lejos de esas cámaras—Ella pasó saliva con dificultad al recordar ese detalle y sin poder argumentar algo en contra, lo siguió escaleras arriba. Josh permaneció abajo, seguramente comprendiendo que Joseph no se encontraba en su mejor estado de ánimo.

Demi lo observó ir y venir por la habitación, mientras sacaba ropa de su ropero y las empujaba sin nada de cuidado, dentro de un bolso negro. Luego Joseph separó un pantalón deportivo gris, una chomba azul oscuro y una campera negra con capucha. Parecía el atuendo de alguien que piensa salir a correr o de alguien que realmente no quiere ser visto. 

Ella permaneció sentada en la cama, no tenía mucho que ponerse. Solo su vestido del día anterior y para colocárselo necesitaba de ayuda. No le dijo nada, no quería molestar lo que sea que estuviese maquinando. Él estaba concentrado en salir de allí y al parecer concentrado en guardarse todos sus pensamientos al respecto. ¿Qué podría creer? ¿Tendría un sospechoso para todo el asunto? Ella no.

Por una fracción de segundo, tuvo la pequeña teoría de que él quizás la culparía a ella. Pero alguien que planea echarte la culpa sobre algo, no te invita a escapar a su lado ¿verdad? Prefería no ahondar mucho por esa línea de pensamiento, prefería no hacerse ideas raras. 

Ellos no eran simples colegas, bueno, tampoco eran algo más. O quizás sí, en verdad esa parte aún estaba un poco confusa para ella. Cuando notó que se detenía en su ir y venir, también supo que la estaba mirando.
— ¿Qué?

— ¿Estas lista?—Ella bajó la vista a sus manos, que aun sostenían la parte superior de su vestido. Sacudió la cabeza.
—Necesito ayuda con la cremallera—Le dijo, poniéndose de pie algo avergonzada.

Él se detuvo detrás de ella y rápidamente le subió la cremallera sin emitir un sonido. Demi intentó no pensar en el momento en que Joseph le había sacado el vestido el día anterior, en los lentos que habían sido sus movimientos, sutiles, calculados, casi como si temiera asustarla.

 El recuerdo de sus manos subiendo por su espalda en una delicada caricia, la golpeó sin previo aviso y tuvo que hacer de tripas corazón, para contener las ansias de darse la vuelta y comerle la boca a besos.

Él ni siquiera la había rozado, incluso llego a pensar que realmente se había puesto a una distancia que parecería insultante, para el hombre que había dormido abrazado a su cuerpo toda la noche.
—Vamos—Soltando un suspiró lo siguió de nueva cuenta al piso de abajo.

Al verlos entrar en la cocina Josh se volvió hacia Joseph entregándole unas llaves.

—Mi auto está estacionado una calle abajo. Salgan por la puerta trasera y crucen por el jardín del vecino del lado izquierdo…

— ¿Solo cruzamos?—inquirió él con tono escéptico.

—Sí, al parecer ella es una gran fanática de tus libros y está encantada con ayudarles.

—Súper—masculló Joseph sin un ápice de verdadero aprecio.
—Gracias Josh—Se apresuró a gritar Demi, mientras era jalada hacia la puerta de atrás.

Sí bueno, él estaba molesto. ¿Pero tanto le costaba un poco de amabilidad? Josh y la vecina se estaban portando muy bien con toda la situación. Y a decir verdad él no era el más afectado en todo el asunto, su cara de “recién me levanto” no iba a ser la que decore las revistas de chismes la mañana siguiente.

Una vez que estuvieron en el auto de Josh, Joseph se puso en su plan de “soy piloto de fórmula uno así que no me mires y no me hables” por lo que Demi se dispuso a contar los arboles de los laterales, hasta que sintió que comenzaba a marearse. Luego de quince largos minutos de maravillarse con las formas que podía hacer con sus manos y la luz del sol que quemaba sus muslos, se decidió a romper el hielo.

— ¿A dónde vamos?—Hubo un buen momento de silencio, o él estaba decidiendo su destino aun o solo la estaba ignorando. Ella estaba debatiéndose entre esas opciones, y la segunda se llevaba las de ganar— ¿Joseph?
— ¿Qué?
— ¿A dónde vamos?

—A la casa de mi padre—Tal como se lo había figurado.
— ¿Yo también?

—Estas en el auto ¿no?—Bien, no había necesidad de emplear sarcasmo. Teóricamente ellos ya habían superado la etapa de atacarse como

críos luchando por un juguete nuevo. Al parecer habían hecho un retroceso y a ella no le había llegado el memo.

—Llévame a mi casa—Pidió, cruzándose de brazos algo fastidiada con su actitud. Él la miró un instante.

— ¿Para qué? ¿Para poder regalarles otro momento Kodak?— Demi frunció el ceño y sacudió la cabeza sin comprender, o tal vez solo obligándose a ignorar la acusación implícita que llevaban grabadas sus palabras.

— ¿Qué se supone que significa eso?—Bien, quizás no estaba tan a favor del plan “ignorancia”

—Nada—respondió secamente. Pero ella no estaba dispuesta a dejarlo pasar.
—No, ahora me dices.
—No.
—Dime.

—No.
— ¡Dime!—Él volvió a clavar sus ojos azules en su persona.
Una parte de esa reacción parecía estar pidiéndole que no siguiera presionando, la otra ocultaba una emoción que le costó un poco de tiempo descifrar. Pero tras mirarlo un momento más, lo descubrió. Desconfianza.

—Piensas que yo tuve algo que ver—No lo preguntaba, ella estaba segura de que había adivinado la dirección de sus deducciones. Joseph volvió a mirar la calle y sus nudillos emblanquecieron mientras apretaba el volante con mayor vehemencia. —Yo no hice nada.

—Lo sé—Pero no creía esas palabras, al menos no del todo.
— ¿Entonces porque piensas que…?
—Porque está a la luz, el sexo vende y esa maldita foto solo acarrea publicidad. Fama…—Volvió a mirarla— ¿No es eso lo que quieres, Demi?

Ella se quedó helada, él realmente pensaba que había armado esa jugada para conseguir algo de publicidad. Como si a ella le importaran esas mierdas, como si ella no lo hubiese defendido de los planes de Ann. Como si realmente creyera que no respetaba su decisión de permanecer en el anonimato.
Al mirarlo, en verdad sintió que no lo conocía en lo absoluto.
— ¿Así que soy yo la única que quiere fama? ¿Qué hay de ti? ¿Por qué no pudiste tu armar todo esto?
— ¿Yo?—Él lucia desconcertado por la acusación, pero si iban a poner las cartas sobre la mesa, al menos se aseguraría de armar bien su mano. — ¿Con que propósito? Yo soy el que tiene los premios, linda.

Y tras esas palabras, la burbuja de paz que se había armado Demi se reventó en ciento de partículas diminutas.

—Que yo sepa, no todos. —Señaló irónicamente, haciendo referencia al último premio que había perdido ante ella o el más importante que había perdido, ante Mike Donelly. Joseph soltó una maldición por lo bajo y de ser posible el auto tomó mayor velocidad. 

—Tus libros aumentaron sus ventas desde que se conoció nuestro trabajo en conjunto ¿Realmente piensas que no sé eso?—Ella contuvo el aliento, procurando que su corazón no se olvidara de tocar su ritmo usual.

— ¡Eso no tiene nada que ver!—exclamó realmente encolerizada y también dolida, sí, definitivamente esa sensación de asfixia se debía al dolor.

—Claro que no, no tiene nada que ver hasta que notas que el dinero extra en tu cuenta no cae para nada mal. —Frente a eso, Demi se dio cuenta de algo. No habría forma de defenderse de su acusación, él ya había tomado una decisión y había gritado a los cuatro vientos: ¡Bruja! Como en los tiempos de Salem.
—Tienes razón…—Aseguró, conteniendo las ganas de arremeterle un golpe— ¿Sabes? ¡Tienes toda la puta razón! Yo arme todo, yo hice que nos sacaran la foto y yo la vendí a la prensa. Justo en el momento en que hacíamos el amor, estaba negociando el precio. ¡Mil libras! ¿Te mando la mitad o prefieres donarla a la caridad?

Él detuvo el automóvil en ese instante, se volvió de lado para darle toda su atención. Sus ojos reflejaban cientos de interrogantes, parecía molesto, irritado, confundido y tal vez algo excitado. Ella no tenía idea de dónde provenía eso, pero tampoco estaba dispuesta a dejarse llevar por su deseo irrefrenable de arrancarle la camisa. 

Joseph no confiaba en ella, a pesar de lo que habían pasado juntos, él creía que se rebajaría a traiciones de ese estilo. Los escritores rara vez confían los unos en los otros, como en todo universo reducido, la competencia está a la orden del día. Escribir en conjunto es un gran salto de fe, confiar en que el otro no te intentara joder al último momento es un factor que nadie puede ignorar. Pero Demi se sintió ofendida al darse cuenta que él albergaba esa clase de dudas. Se conocían mejor que eso, o al menos eso había creído.

—Ya llegamos—Fue lo único que dijo, antes de abrir la puerta y bajarse del coche en una exhalación.

No se movió, no sabía si esa vez tenía tantas ganas de seguirlo sin chistar. Esta clase de cosas definitivamente deberían venir con advertencias. Algo como: En caso de emergencias de colega estúpido, rompa el vidrio y espere que una esquirla se le incruste en el cerebro.

Inocencia Capitulo 3






La chica temblaba como un cachorrito asustado, el color de sus mejillas se había esfumado, Joe la veía más pequeña y frágil, parecía que en cualquier momento se rompería, era diminuta y muy delgada. 

La vio apoyar la mejilla en el frío cristal del coche y cerrar los ojos, buscando un atisbo de cordura en todo lo que sucedía.

Era muy buena actriz, pensó Joe, estuvo a punto de alzarla en brazos y pedirle a chofer que los llevara al hospital, pero se contuvo. Su madrastra había atrapado a su padre de la misma manera, mostrándose frágil y delicada para luego mostrarse mordaz y olvidar que él existía. 

Las facciones de su rostro se tensaron en recordar como la noche después de que su padre muriera ella se había colado en su habitación desnuda y dispuesta. Arpías, todas lo eran, incluida la mujer que tenía al lado. 

Entonces recordó que no sabía su nombre, no sabía nada de la mujer que le había puesto en ese aprieto.

Aunque no se le había ocurrido nada mejor, su plan ya se estaba efectuando y para cuando terminara, no necesitaría ni recordar su nombre.

-¿Cómo te llamas?- dijo en un tono bajo, intentando sonar lo más tranquilo y relajado que podía. La observó mientras suspiraba y abría lentamente sus ojos, unos ojos hechiceros de color violeta que lo marearon, pero ella no lo estaba mirando, parecía mareada y miraba por la ventana junto a él.

- Demi...- Susurró muy bajito. Demi Hart. – Y volvió a cerrar sus ojos, su rostro empezó a tornarse verde y Joe comprendió que no era ninguna actuación, ¡esa mujer estaba apunto de vomitar en su coche!

-¡Pare el coche! – Bramó al chofer, este se asustó ante su orden y tardó un minuto en estacionar en un desvió de la carretera. 

Joe bajo de prisa del coche, dio la vuelta y abrió la puerta de la chica.

 La ayudó a salir del coche y ella mantenía los ojos cerrados por culpa del sol cegador. Ella se aferró a sus hombros y estaba tiesa.

-Respira, mujer ¡Por Dios! – Ella abrió su pequeña boca y tomó aire para luego soltarlo lentamente.

 Apoyó su cabeza contra su pecho y Joe inspiro todo el delicioso olor a frutas del bosque que desprendía su cabello, y disfrutó del calor que desprendía ese cuerpecito contra el suyo y como este encajaba perfectamente. Entonces ella se alejó y apoyó sus manos en el techo del coche y se deslizó con cuidado en el asiento de nuevo.

-Yo no he hecho nada malo… déjeme ir, por favor.- Su voz sonaba casi rota, herida, lo miraba con los ojos repletos de lagrimas que al parecer por orgullo se negaba a soltar y el se lo agradecía, odiaba a las mujeres lloronas. 

Apreciaba que se lo pidiera e intentara arreglar el lío en que lo había metido, pero era demasiado tarde, no podía dejarla ir.

-Te propongo un trato que nos beneficiara a los dos. – Ella lo escuchó atentamente. 

– Serás mi prometida el próximo mes, harás lo que yo te diga sin rechistar y luego te podrás ir, no sabrás nada más sobre lo ocurrido y tú vida estará completamente alejada a lo que ocurra después respecto a mi. – la joven frunció el seño y lo miró irónica.

-Solo parecen beneficios para usted.
-Oh, ya lo entiendo, quieres dinero. Pues lo siento bonita, ya lo has estropeado mucho, no tocaras ni un centavo, no te saldrás con la tuya. 

– Ella apretó con fuerza sus manos en puño y los levanto no sin esfuerzo ya que se veía agotada, sus mejillas estaban rojas y tenía la frente perlada de sudor, aun así Joe la encontró fascinante.
- Es usted un cretino y un ególatra. 

No me interesa su dinero, ¡Por mi si se lo puede meter por…!- Masculló por lo bajo y respiró profundo.- Solo digo que no creo que usted me deje ir tan fácil. ¿Cuál es el truco?
- No hay truco.

-No me lo creo. – Replicó y Joe se exasperó.
 Nunca, ninguna mujer o persona le había hablado de esa manera. La gente acataba sus ordenes y si no lo hacían aceptaban sus consecuencias, y ahora una chiquilla que hacía un rato parecía romperse le reprochaba como si no supiera quien era el, o lo peligroso que podía llegar a ser.

- Cree lo que prefieras, ese es el trato, lo tomas o lo dejas. No pienso perder el tiempo hablando contigo en mitad de la nada, al final vas a terminar haciendo lo que yo te diga.

-¿podré marcharme como si nada después de que se acabe el mes? – preguntó con su voz de nuevo baja y apoyándose en el coche. Joe cerró la puerta del coche y volvió a su asiento.
-Solo si cumples mis normas. – Respondió él.
-Como no.- bufó ella. - ¿Cuáles son?

-Tienes que actuar más que bien, el mínimo fallo y tú estarás jodida. No quiero que me repliques o retes cuando estemos con mi familia, harás el papel de dulce prometida perdidamente enamorada y compartirás mi cama.
-¿Qué?- Casi gritó ella. 

Inocencia Capitulo 2






Demi estaba terriblemente asustada y no sabía como reaccionar. Ese hombre que hacía unos minutos le había parecido el más atractivo del mundo y al que terminó besando por alguna extraña razón, parecía un asesino en serie que deseaba estrangularla y disfrutar haciéndolo. 

Tragó saliva, era verdad que no era muy habladora, Demi se consideraba más bien tímida y se ocultaba en si misma. Aunque su familia solía juzgarla por su naturaleza libre y salvaje, ella prefería estar sola y disfrutaba de cada pequeña cosa que la rodeaba. 

Auque en su vida solían haber más problemas que alegrías Demi trataba no desanimarse, pero estaba claro que ese no era su día. Se sentía muy estupida y atemorizada y que ese hombre la fulminara con la mirada no ayudaba.


Un teléfono comenzó a sonar y Demi logró salir de su estupor un instante, vio al hombre sacar el móvil de su bolsillo y mascullar algo, se sentía tan mareada y confusa que no llegó a comprender nada de lo que el hombre decía.



-Estaré allí en un instante. Me surgió un…- la observó de arriba a bajo y eso la incomodó. – pequeño problema. – Colgó el teléfono y tiró de ella por el largo pasillo.



-¿A dónde me lleva?- preguntó Demi agitada y tremendamente asustada, intentando frenar con sus pies, lo que hizo que casi se cayeran.
-¿Qué coño crees que haces?- Le gritó.



-¡Quiero que me suelte, no lo conozco, no se a donde me lleva, déjeme ir! –Lo vio apretar la mandíbula y todo el valor que había tomado se esfumó rápidamente. 


Volvió a forcejear con el, pero este la agarró de la cintura y la apretó contra si. Demi comenzó a golpear su pecho con fuerza.


-¡Quédate quieta!
-¡No!



El hombre tomó sus manos con una sola suya, las apretó contra su pecho y ella alzó el rostro furiosa. Entonces vio como brillaban esos ojos marrones, era un brillo especial, completamente diferente de lo que Demi hubiera visto nunca. 



Lo vio posar sus ojos en sus labios y se sonrojó, intento apartarse, pero fue demasiado tarde.
La beso con rudeza, casi con rabia, Demi deseaba apartarse, le estaba haciendo daño, en ese momento el la atacó con su lengua y un dulce deseo recorrió su cuerpo. 


Se pegó más a él y el placer de sentir su calor y su fuerza hizo que su cabeza comenzara a dar vueltas, entonces los flashes comenzaron de nuevo y para cuando recuperó la razón se encontraba en la salida de la universidad con un hombre que sonreía con rabia y un montón de paparazzi que no dejaban de sacar fotos y hacer preguntas que ella no comprendía.


-Señor Jonas, ¿es esta joven su nueva pareja?- gritó uno.
-¿Qué a pasado con Francesca? – Exclamó otro.
-¿Desde cuando se conocen?
-¿va en serio?



Demi no comprendía de que hablaban, el la apretó contra el y ella ocultó su rostro en el hueco entre su cuello y su pecho.



-No daremos declaraciones, mi prometida y yo tenemos prisa. – lo oyó decir y Demi se sintió morir. ¡Prometida! 



¿Desde cuando?
No supo cuando entró en un coche y mucho menos se enteró cuando el tal Señor Jonas le pidió al chofer que arrancara. Demi prefirió quedarse callada y observar como el hablaba por teléfono y le indicaba al chofer donde tenía que ir. Cuando por fin colgó la miró fijamente y Demi se ruborizó.



-¿A dónde me llevas? – susurró mirándolo fijamente. Acababa de comprender que no la asustaba, que solo se había sentido acorralada, pero aunque tenía el aspecto de un animal asechando su presa, Demi no le temía.



-Al aeropuerto. Nos marchamos a Grecia.



-¿Nos que? – jadeó Demi. El hombre sonrió de forma socarrona.
-Te esta bien por intentar conquistarme y haber planeado todo esto. Con ese aspecto de santa y esos besos de virgen que das estuve a punto de creérmelo. 


Pero solo eres una pequeña viborita que creyó que iba a ganar. Pues estas muy equivocada, te pondré un anillo en ese dedo y vas a hacer lo que yo te diga. – Abrumada por sus palabras Demi no supo que decir.


-No se de que me esta hablando, ni siquiera sé su nombre. Yo… - tragó saliva y apretó nerviosa sus dedos. 


– No pienso ir con usted a ninguna parte. A demás, ¿Por qué tengo que hacer lo que usted diga? No lo comprendo…- intentaba parecer tranquila, pero la cabeza le iba a explotar y solo deseaba irse a la cama y dormir un año entero. El la miró severo y frunció un instante el seño, entonces de repente una sonrisa casi malvada escapo de sus labios.


-Si no haces lo que te digo, juro por lo que más quieras que arruinare tu vida y ninguna empresa o persona querrá darte trabajo después de que termine contigo.