martes, 10 de septiembre de 2013

Camino a la Fama Capitulo 31








Realidad vs Ficción.

Si esto fuese un libro, esta sería la escena en que la protagonista huye sin un destino aparente y descubre al final del corredor las escaleras, las toma pensando que son su última salvación. Y llegando al piso intermedio, tropieza con sus propios pies y termina con la cabeza rota contra el piso.

 El protagonista a quien todos odian por haberla llevado a esa situación, hace todo en su poder para salvarla y estando en el hospital esperando noticias, descubre que esta perdidamente enamorado de ella. Le pide a Dios el milagro de que su amada despierte y por supuesto, esto ocurre. Se disculpa, le jura su vida y un poco más. Se casan y viven felices para siempre. ¡Mierda! ¿No son los libros algo hermoso?

Pero la vida real no es así, Demi descubrió eso de la manera dura. Los felices para siempre están muy sobrevalorados últimamente, los felices para siempre fueron inventados para no revelar la verdad de lo que ocurre después. Nadie dice que a los tres años de matrimonio él la engañó, nadie dice que ella subió más de quince kilos antes del primer embarazo. Nadie, nunca nadie revela que él ahora es alcohólico, que ella ve en su mejor amiga algo más que un amiga y que muy probablemente ellos; ya ni comparten la misma cama.
Esa es la hipocresía de los libros y ésta, ésta es la verdad que los escritores nunca quisieron contar.
—Suéltame Joseph—Ella se sacudió el brazo, procurando no volver la vista atrás.
—Espera ¿Quieres?—No le puso atención, Demi comenzó a luchar con la tarjeta que abría la puerta y se sintió estúpida, por no lograr calzarla en la ranura adecuada.

Podía sentirlo a él parado a sus espaldas, podía sentir como la bilis le subía hasta la garganta. Las manos le picaban, quería golpearlo. Quería estrellarle la botella de Champagne en la cabeza. Pero matarlo no le serviría de mucho, luego ella tendría que soportar la cárcel por la simple razón de haber sido crudamente traicionada. ¿Traicionada? Pues sí, Ann era su agente y un hombre decente no se revuelca con la agente de su colega solo por… ¿Por qué? ¿Diversión? ¿Qué demonios lo había llevado a ser tan hijo de puta?
La puerta se abrió.
—Lárgate—Le dijo a tiempo que intentaba empujarlo fuera. Joseph le cogió ambas manos y la detuvo con fuerza.
— ¡Detente!

— ¡Muérete! —Demi siguió luchando, nunca antes se había sentido así de idiota. Nunca antes, se había puesto territorial con un hombre. Pero así lo sentía, porque Joseph de alguna forma le pertenecía. O ella había querido creer eso. Encontrarlo con una mujer fue demasiado perturbador, aun necesitaba tiempo para asimilarlo. Y para eso tenía que estar sola—Por favor, solo márchate—En esa ocasión su voz fue un leve susurro, al instante las manos de él perdieron fuerza.
Demi…—Ella miró al piso, no iba a llorar.

El tiempo pareció detenerse en el umbral de su habitación. El suave murmullo de la respiración de ambos, prevaleció por sobre cualquier otro sonido. Demi giró las muñecas hasta que su tacto le fue ajeno y dando un paso hacia atrás, le dirigió una sonrisa sin un ápice de humor.

—Sera mejor que regreses, a ella no le gusta esperar. Se pone de mal humor cuando la ignoran.

—No es…—Sacudió una mano para silenciarlo.
—No tienes que decirme nada Joseph, fui en un mal momento y realmente lamento haberlos interrumpido—Lo lamentaba de formas inimaginables, pero no le permitiría saber cuánto. Él frunció el ceño y soltó un suspiro bastante audible.

—Claro ahora hagamos de cuenta que somos personas superadas ¿no?—Demi se encogió de hombros, su expresión tranquila, ilegible. Cualquiera pensaría que se encontraba en un spa—Bien Demi ¡Como sea! No hice nada por lo que tener que sentirme mal…—Ella presionó las manos en puños, pero resistió la urgencia de replicar con una variada lista de adjetivos para ese…hombre—Hice lo que me dijiste.
— ¡Con Ann!—Eso fue todo lo que se pudo contener, hasta ella tenía sus límites— ¡Te acostaste con Ann! Eres…no puedo verte siquiera, me repugnas.
— ¿Por qué? ¿Por qué no estoy persiguiéndote? ¿Acaso rompí tu bonita burbuja? Discúlpame quieres, disculpa por no estar rogándote que me miraras, disculpa por seguir de ti. Disculpa por no hacer mi parte en tu historia de amor y mostrarme completamente a tu disposición.
— ¡Eres un idiota! ¡Lárgate de aquí!
— ¡Claro que me voy a ir! Ni por un segundo pienses que tienes algún control sobre mí. Hago lo que se me dé la gana, tú no quisiste ser parte de esto así que supéralo. No soy tu personaje Demi, no hace nada de lo que tú esperas. No puedes controlarlo todo ¿lo ves? ¡Este fue el gran giro en la trama! ¿Qué te parece? ¿Sera que después de esto me puedo reivindicar?

Y sin decir más se dio la vuelta, dejándola en un estado de completo enmudecimiento. Demi observó la puerta cerrada, y una a una las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. No fue consciente de ello, pues aun las palabras de Joseph seguían clavándose en su pecho como puñales. Lo odiaba. Se limpió el rostro con furia, y no, no iba a llorar.
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Un mes después…
— Joseph Rhone.

—Es bueno saber que aun mantienes tu nombre— Joseph sonrió mientras tomaba un botellín de agua de la heladera.
—Estoy algo apurado ¿Hay un motivo para esta llamada?
— ¿Necesito un motivo para hablar con mi hijo? —replicó su padre fingiendo estar ofendido.
—Tratándose de ti, sí lo necesitas —Darius suspiró cansinamente.
— ¿Has visto las noticas ya?
—No—mintió rápidamente.

Había visto las noticias temprano y por eso había decidido salir a correr, antes de permanecer en su casa pensando.
—“Evidencias” En realidad es un bonito nombre— Joseph apretó el botellín de plástico, incapaz de contenerse. Oír el nombre del libro lo alteraba y no quería pensar en ello. No quería pensar que en unas horas, Demi estaría dando la presentación formal a la prensa.

La historia aún no estaba terminada, pero ya contaba con una portada, sinopsis y unos quince capítulos. La idea de darle promoción estaba planteada desde hacía un tiempo, pero por supuesto de eso se encargaría ella, no él. Josh le había ofrecido un lugar entre el público, al menos para ser de apoyo para Demi. Después de todo tratar con la prensa debe ser algo complicado. Pero Joseph no quería eso, en el último mes la había visto un total de tres veces, le había telefoneado cinco y le había mandado alrededor de cien emails. No había necesidad de forzar la situación, ella no quería verlo y él…él ya se había acostumbrado a ese trato.

—Si lo es—respondió tras un largo segundo de reflexión. No que le molestara el título, en cierta forma le alegraba que ella hubiese propuesto aquel nombre. De alguna manera eso le daba a entender que al menos se acordaba de él.
Se lo había mencionado una sola vez, cuando su relación estaba en términos amigables. Habían terminado de editarse entre ellos mismos unos párrafos bastante cargados y mientras ella se paseaba con una chuchara de helado en la boca pensando, él había decidido aparcar en el sofá.
— ¿Ya te pregunte si tienes calzones de la suerte?—Joseph le regaló una sonrisa y asintió. Demi volvió la chuchara a su boca y continuó nadando entre las cientos de preguntas que quería soltarle. Cuando las conversaciones casuales no funcionaban para que cada uno hablara de cosas interesantes, ella proponía jugar a las veinte preguntas. Era un método fácil de conocer a alguien, sin parecer que realmente te estas inmiscuyendo en su vida. O al menos eso era lo que Demi creía—Bien… ¿Canción favorita?

Joseph se estiró completamente en el sofá, hurgando en su cerebro una buena respuesta. Esa clase de preguntas siempre venían con dificultades, uno no puede tener una sola canción favorita es casi imposible. Se lo pensó más tiempo del que ella estaba dispuesta a esperar y tras unos minutos de silencio, comenzó a oír los golpecitos de su tenis en el piso de madera.
—Estoy pensando.
—Si puede ser para este año, por favor—Él volvió a sonreír, sabía que ella no estaba realmente impaciente. Pero lo miraba con tal anhelo en su
rostro que no supo si la respuesta salió naturalmente, o solo porque sus ojos lo guiaron hacia aquel puerto.
—Evidencias—murmuró sin apartar la mirada de ella. Demi frunció el ceño un instante.
—No la conozco ¿De quién es?—Joseph sabía que no iba a conocerla, era una canción que alguien como Demi jamás oiría, al menos no sin que antes la obligaran.

—Es música brasilera—Los labios de ella formaron un bonito mohín, seguramente esperando que revelara más sobre el tema.
— ¿Y de qué va?

— ¿Qué no me toca a mí hacer la pregunta?—Era mejor evitar la cuestión de explicar porque había escogido esa canción. Fue el impulso del momento, fue verla y recordar la letra, cada parte, cada estrofa. Suena estúpido que uno sienta que una canción fue escrita para alguien en algún momento y lugar específico. Pero era difícil escuchar esa canción y no pensar en Demi.

— ¡Anda dime de que va!—Sólo faltaba que comenzara a hacer un berrinche.

—Es sobre alguien que…—Apartó la mirada deliberadamente, después de todo, los entramados de su tetera se veían más interesantes desde ese ángulo.

— ¿Sobre alguien…?—suspiró casi sin emitir sonido. Él se había metido en ese punto de aguas turbias, mejor rescatarse antes de que llegaran los tiburones.

—Un hombre que le miente a la persona que quiere, se pasa todo el tiempo diciéndole lo contrario a lo que piensa. Dice que no la quiere, que no la ama, que no quiere estar a su lado. Pero todo es una fachada, la canción revela las partes que no se atreve a decirle.
— ¿Qué cosas?—preguntó bajando el tono de su voz, tal vez compenetrada con la historia que escondía su elección.

—Que no puede imaginar la vida sin ella y que siempre le pelea y discute, pero que no quiere decirlo enserio. Una frase dice “En esta locura de decir que no te quiero, voy negando apariencias y disfrazando evidencias…” Supongo que por eso me gusta—Ella lo miró por un largo segundo y una media sonrisa se dibujó en sus labios, asintió conforme. Joseph aflojó el semblante, nunca le dijo que esa era su interpretación, porque la canción en realidad la cantaba una mujer.

— ¿Has hablado con Demi?— Sacudió la cabeza regresando al presente, la voz de Darius le sonó verdaderamente fuera de lugar por un corto instante. Pensó en lo que había dicho y reparó en el tono que empleaba para hablar de ella, la nombraba como si fuesen amigos de toda la vida y solo habían compartido una cena, pero él le había tomado gran afecto al parecer. ¿Y quién no lo haría? Demi es fácil de tratar, fácil de querer—Debe estar nerviosa ¿Estarás allí?
—No.
— Joseph…—En una sola palabra, estaba aquel salmo que solo un padre puede decir y hacerte sentir como la peor mierda en el mundo. Ese que reza “estas equivocándote, pero aun así eres mi hijo y te quiero”
—Darius no empieces.
—No llame para eso, sólo quería saber ¿Cómo lo estás llevando? Supuse que te presentarías y…

— ¿Y qué? Yo no trato con la prensa, ya lo sabes. Mira…voy a ir a correr, así que—Intentó llevar la conversación a aguas tranquilas, antes de que iniciara la misma discusión de todas las semanas.

Su padre sabía sobre la pelea con Demi, aun no estaba seguro como se había dado cuenta. Pero Darius lo había visto al regresar de Bristol y lo adivinó, supo que algo no andaba bien y hasta que no se lo dijo, no paro de preguntárselo.

—No entiendo porque eres tan testarudo, yo no soy así. Eso lo sacaste de tu madre…

—Claro, cúlpala a ella. ¿Podemos hablar después?
— Joseph deberías disculparte con esa chica, no entiendo qué demonios le ocurre a tu cabeza. Así no te eduqué y mira que nunca me has dado razones para no sentirme orgulloso, pero últimamente estás haciendo méritos.
—Papá…

—Sí lo sé, no es mi problema y ya eres grande—dijo antes de que Joseph pudiese pensar que responder—Pero no me gusta, no me gusta nada lo que veo. Y cuando eso pasa, tengo que decirlo.
—No has parado de decirlo Darius, estoy seguro que ya cumpliste con tu buena acción.
—No seas condescendiente.

—Lo lamento—Esa era una de las pocas veces en que Joseph se disculpaba por ser mordaz, era el problema de hablar con su padre. Aun después de tanto tiempo de no vivir bajo sus reglas, parecía que obedecía a fuerza de costumbre— ¿Podemos…?

—Sí, sí…te llamo luego. Tal vez mientras corres consigas oxigenar tu cerebro o quizás despertarlo del coma.
—Muy gracioso.
—Lo sé—Admitió riendo suavemente—Adiós hijo, te quiero.
—Si yo también…—Posicionó el auricular en su base y se pasó una mano por el cabello, tratando de poner los pensamientos en orden. Soltando un amplio suspiro, rescató otra botella de agua y salió de su casa, antes de decidirse por escuchar los consejos de su padre.

Necesitaba aire fresco, un poco complicado de conseguir en Londres, pero eso no le importaba mucho. La idea de tener un camino pavimentado infinito delante de sus pies, lo alentaba a no detener su marcha. Más tarde en el resumen de noticias, aparecería la conferencia sobre el libro. Quizás entonces la miraría, pero ahora ¿Qué sentido tenia sentarse en su sillón y escucharla hablar? No oía su voz hacia tanto tiempo, que en cierta forma estuvo tentado a pegarse la vuelta y encender la televisión. Pero se contuvo, a pesar que echaba de menos solo verla, se contuvo. Había estado pensando
la cuestión de presentarse en la conferencia, pero siempre encontraba una razón lo suficientemente fuerte como para convencerse de lo contrario.

Si bien Demi no le había dicho nada más respecto a “aquel día” Joseph aun sentía que podía intentar arreglar algo. Obviamente no podía mover unas páginas y saltarse los capítulos hasta que la lectura se hiciera amena. Había partes de la vida real que apestaban y esas partes eran que sin importar cuanto demoraras algo, tarde o temprano tendrías que regresar para releerlo. Y Joseph lo había hecho, había repasado en más de una ocasión las palabras que se habían dirigido en aquel hotel. Mejor dicho que él le había dirigido. Recordar la canción minutos antes, le sonó como una amarga ironía.
Sus pies golpeaban el pavimento con fuerza, tal vez así descargaba la tensión o tal vez así lograba escapar de todas las mierdas que le estaban dando caza. 

No que en ese mes hubiese estado solo al pendiente de su colega, pero ese día veía imposible no dedicarle al menos un pensamiento. Bueno, él se había excedido pues llevaba en el asunto un largo rato. Las piernas le dolían, pero no tenía planeado volver o… detenerse. Aun sabiendo que el camino que acababa de cruzar lo guiaba a un lugar muy específico, no iba a detenerse. Subió las escaleras de dos en dos, sin perder el ritmo de su entrenamiento puertas afuera. 

El plan inicial consistía en pasar por enfrente de su edificio y esperar de alguna forma chocársela en la acera. Luego de pasar cuatro veces y comenzar a recibir extrañas miradas de la mujer que barría la calle, optó por subir y dejarse de niñadas. Vivian como a treinta calles de distancia, decir que pasaba por allí y pensó en saludarla quedaba demasiado mal. Pero no había podido idear nada mejor y para no parecer un secuestrador de viejas barrenderas, había decidido entrar en el edificio y subir hasta su piso.

Ahora estaba enfrente de su puerta y por más que le había dicho a su mano que diera los correspondientes golpecitos, ésta se negaba. Su respiración superficial lo ayudaba a creer que los enviste de su corazón contra su pecho, eran pura y exclusivamente por la reciente maratón. Pero no estaba seguro de que eso fuese tan cierto, aunque prefirió hacer caso omiso de ello y darle unas pataditas a la puerta, puesto que sus manos no estaban dispuestas a colaborar.

Aun podía correr por el pasillo y desaparecer antes de que ella abriera, pero se había golpeado mentalmente cuando ese pensamiento cruzo su mente. En teoría había dejado las tonterías en el piso de abajo, ya había corrido como idiota alrededor de su edificio. Necesitaba actuar como el hombre de veintiséis años que era.
—Por amor de Dios—musitó viendo lo ridículo que estaba siendo. Era Demi después de todo, tal vez… ¿Para qué mentirse? Seguro, estaba enfadada con él aun. Pues nunca había siquiera intentado darle un cierre a todo ese asunto. Pero ella no iba a matarlo, al menos no hasta que publicaran el libro. Noticia que en cierta forma lo relajo un poco.

—Hola—La puerta se abrió, pero la voz y la persona no eran las que Joseph esperaba. Tuvo la tentación de mirar el número, solo para verificar que había golpeado en el departamento correcto. Pero no lo hizo, pues claramente el hombre delante de él esperaba que hablara.

— ¿Demi?—Instó sin un “hola” o un “¿podrías por favor?” de por medio. Le valía un carajo ser cortes con ese tipo, no lo conocía y no le gustaba su rostro. No sabía que hacía en la casa de ella, con una cerveza en la mano y una pose tan casual. Abriendo su puerta, como si todo el derecho y la responsabilidad de hacerlo, cayera en sus hombros.
—Ella está ocupada ahora—respondió el extraño.
Joseph lo escrutó abiertamente, del mismo modo que lo hacia su par. Ojos verdes, cabello negro, metro ochenta… quizás un poco más. No muy fibroso, si tenía que romperle la cara muy probablemente ganaría. El otro se cruzó de brazos en una pose arrogante y Joseph enarcó una ceja suspicazmente, con ese solo movimiento el tipo se había autodefinido. Era un idiota en toda ley. Las expresiones corporales de intimidación eran tan burdas que por poco y casi carcajea. ¿Enserio ese estúpido pensaba que podía detenerlo allí en la puerta?
—La esperare—Pelo negro frunció el ceño, cubriéndole la entrada con su cuerpo. No demasiado fibroso de acuerdo, pero aun así bastante grande.
— ¿Y quién eres?—Notó que el extraño tenía un acento un tanto trastocado por las calles. El mismo que se le oiría a un pandillero, las frases que había soltado parecían inacabadas y Joseph pensó que ese no tenía todas las luces del candelabro firmes.
—Soy su colega—Le paseó la mirada por el cuerpo, como si estuviese sopesando aquella opción.
—No pareces un escritor—Tal como Joseph pensaba el idiota había deducido eso de mirar su ropa. ¿Qué demonios hacia Demi con este tipo?
—La asociación protectora de escritores, promueve abiertamente el individualismo. Hace tres años que el sindicato consiguió vetar los uniformes—Pelo negro no sonrió, dándole a Joseph la confirmación de que era de esos que jugaban sin jugadores, estadio, tribuna y pelota incluida— ¿Puedo ver a Demi?
—Ella…se está cambiando—Su mirada relampagueó hacia la puerta que conducía a su habitación. Joseph lo sabía, pues él había estado ciento de veces en ese departamento.
—No hay problema…—En el segundo en que pelo negro parpadeo, él se hizo un lugar en el umbral y con su hombro se abrió paso al interior—La espero—anunció aun atónito idiota…es decir, hombre. Claro “hombre”
— ¿Quieres una cerveza?

—No, gracias —No había razón para no ser amable con el tipo. Sí, estaba en la casa de Demi pero eso no significaba nada ¿verdad?— ¿De qué conoces a Demi?—Que no signifique nada, no quiere decir que este demás confirmar.

—La conozco de toda la vida…—respondió pelo negro desde la cocina, seguramente asaltando el refri de su colega. No había sido muy específico y por un segundo, Joseph sintió una punzada de rabia ascender por su garganta. El extraño regresó y lo observó desde lo alto—Es un amor de niña—Añadió dejándose caer a su lado. Su gruñido de protesta, se vio interrumpido por algo más. Algo mucho más digno de ser oído.
— ¡León! ¿Y mis zapatos?—Pelo negro alzó la cabeza para mirar la puerta del cuarto cerrada.
— ¿¡Ya búscate junto a la cama!?—Inquirió a grito de pulmón.
— ¡Sí!—El así llamado León soltó un suspiro de derrota.
— ¡Mira bien! ¡Tal vez estén debajo de mis pantalones!—Lo miró de soslayo, encogiendo un hombro como quien no quiere la cosa. Joseph se recordó la voz de su padre pidiéndole paciencia, cordura, decencia. “Yo no te eduqué así”
— ¡No están!—No podía soportar más tiempo de esa charla, Demi no sabía que él estaba sentado junto a León y en cierta forma la idea de confrontarla estaba marchitándose. No podía ¿Para qué? Ella estaba bien, incluso había perdido sus zapatos debajo de la ropa de León. ¿Por qué debería preocuparle como estuviese? Obviamente no estaba afectada, obviamente ni esperaba que él estuviese sentado en su sala. Mejor se iba. Ya casi, solo tenía que ponerse de pie y huir como el mejor imitador de James Bond. Tarde.

— ¡Busca bajo mis trusas cariño!
— ¿Cariño?—Inquirió una confundida y sonriente Demi, apareciendo en el corredor con un zapato negro y otro beige en las manos. Sus ojos fueron de León a un Joseph en retirada. Él tuvo que abortar la misión, sería demasiado estúpido decir que solo estaba compartiendo una copa con su… ¿Qué carajos era ese tipo de ella?— ¿Joseph?
—Hola Demi…— ¿Qué más da? Perdido por perdido.
— ¿Qué haces aquí?
—Solo…—Observo a León quien parecía estar súper entretenido con la escena, Demi también lo miró.
—León—Chasqueó los dedos—Ve por mis zapatos—El otro parpadeó negando suavemente—Ahora, ve.
—Wouf—Ladró en respuesta como un perro obediente y Demi se limitó a girar sobre sus talones descalzos para enfrentarlo. Joseph bajó la mirada un instante y luego procuro encontrar el valor que lo había llevado hasta allí.

— ¿Así que, a qué debo el honor?—Preguntó ella dirigiéndose casualmente a la cocina, la siguió.
—Quería hablar contigo.

—Obviamente—Tras esa interrupción no dijo mucho más. Colocó agua en la estufa y sacó dos tazas del aparador— ¿Té?

—Sí, gracias—Joseph le pasó las cucharas y las bolsitas que estaban más cerca de él. Había tardado alrededor de un día, para descubrir el sistema de ordenamiento que ella utilizaba en su casa. Exactamente sabía dónde estaba todo, pero ese dato no le ayudaría en esa ocasión. Su mirada viajó hasta las tazas de igual tamaño y forma, pero de distinto color.

Un pequeño recuerdo lo golpeó sin previo aviso.
—Es la necesidad de sentirse perteneciente a algo— Demi pestañó sin entender.

— ¿No te sientes perteneciente a esta ciudad? ¿A este país? ¿O a este planeta?—No le dio tiempo a responder—Porque si es la tercer cuestión, tengo una teoría que podía ser interesante.
—No soy un de Marte, Demi.

—Siempre le quitas la diversión a la vida—Se quejó ella deteniendo su andar frente a un escaparate—Mira, es un bonito color ¿no crees?—Era una taza rosa o más bien fucsia, algo que él nunca le habría atribuido a una chica como Demi.

—Es lindo—musitó sin compenetrarse mucho en el nuevo tema. Hasta que sus ojos se posaron en la taza junto a la que Demi le había señalado—Me gusta la verde.
—Puff…a mí me gusta la otra—Sentenció como si él acabara de decirle que se llevara la verde para ella.
—Voy a comprarla—Lo miró con extrañeza—Y la dejare en tu casa, será una forma de sentirme más cómodo en ese entorno.
— ¿Comenzaras con la taza y luego voy a tener que lavar tus calzoncillos?

—Claro que no—Sacudió la cabeza sonriendo—Tengo una mujer que hace eso por mí.

—Niño rico—Se burló ella, tomándolo por el brazo para ingresar en el local—La fucsia es mía.

—Hecho.
Y ahí estaban ambas tazas ¿Qué sentido tenia pensar en el momento en que las habían comprado? Ninguno, pero vivir aquellos instantes por efímeros que fuesen, parecía mucho más tentador que el presente.

— ¿Y bien?—Por supuesto, aún estaba esa cuestión de explicarle porque estaba allí.

—Quería saber…— ¿Qué había dicho su padre? ¡Ah, sí!— ¿Qué tal lo estás llevando?—La pregunta podía significar miles de cosas, pero el trabajo de adivinar qué se lo dejaba a Demi.
—Bueno, ya me han dicho lo que tengo y no que decir. Así que no te preocupes, no diré nada sobre ti o como es escribir con Sir Rhone—Eso no lo preocupaba en lo más mínimo y darse cuenta de ese hecho lo confundió un poco.
—No es como si hubiese mucho que decir—masculló olvidándose por un instante que estaba allí, para ondear la bandera blanca. Demi asintió dándole su taza de té. Joseph la bebió en tiempo record, quizás se había causado una úlcera en el proceso, pero la verdad es que no importaba. No podía estar perdiendo el tiempo con frivolidades—No vine a hablar de la conferencia, sé que lo harás bien…
— ¿Entonces?
—Yo…—Venga Joseph, un lo siento por ser tan idiota contigo, no es la muerte de nadie—Veras, yo…
— ¡Los tengo!—Exclamó una voz desde el quicio divisorio y la simple visión de aquel individuo, lo regresó a la realidad—Te dije que estaban entre mis trusas preciosa—La mirada de Joseph se desencajo, mientras León recorría los pocos metros que los separaban y cruzaba un brazo sobre los hombros desnudos de Demi. Sí, ella llevaba un vestido sin breteles.

—Oh, pues… ¡gracias!—Demi brincó en su lugar, para darle un abrazo al idiota. Joseph se tragó el veneno que estaba acumulando en su boca,

aunque bien podía ser té ¿Cuál era la diferencia? Se sintió igual de destructivo.

—Ya me tengo que ir—Aseveró pasando en torno a los tortolitos que se abrazaban frente a sus ojos. ¡Mierda! La insultó mentalmente en todos los idiomas que conocía y al llegar a la puerta, se detuvo una milésima de segundos.

— Joseph…—La miró por sobre el hombro, ella estaba sola observándolo fijamente desde el recibidor. Se veía hermosa y confusa, algo que le gustó más de lo que estaba dispuesto a admitir. Sonrió.

—Buena suerte en la presentación—Intentó por todos los medio sonar sincero—Solo vine…a desearte suerte—Y como en un capítulo que nadie quiere que acabe mal, Joseph dio por finalizada aquella presentación, ganándose definitivamente el título del malo de la historia.

La realidad choca, duele. ¿Para qué afrontarla entonces? 

jueves, 5 de septiembre de 2013

Un Tío Malo Capitulo 18

Mónica no dijo nada por unos segundos, hasta que finalmente, habló.
Iré a hablar con tu padre.- se levanto pero antes de que pudiera caminar, Demi la cogió del brazo. No, por favor. No quiero más problemas con él.
- No te preocupes, Demi. Si no te escucha a ti, me tendrá que escuchar a mí. Demi, Gracias, Mónica. No sé que haría sin ti.
Joe salió del baño enrollado en una toalla blanca de la cintura para abajo mientras que se frotaba con fuerza la cabeza con otra. Se detuvo al frente de la habitación de su hermana, al escuchar que hablaba con Erik sobre Demi y presto más atención. La puerta estaba entreabierta, no podía verlos, pero los escuchaba con claridad.
- Erik, por favor, Demi ya lleva casi todas las vacaciones encerrada aquí en la casa. Tienes que dejarla salir.
- No lo sé, a mi no me parece suficiente castigo.
- ¡Erik!- lo miro enfadada.
- ¿Qué? Es la verdad, Mónica. El día en que Demi suba sus calificaciones, ahí recién la podré perdonar.- dijo firme.
Mónica se aguantó las ganas de querer estrangularlo. Era imposible, Erik no parecía ceder a la idea de que su hija necesitaba disfrutar de sus vacaciones tanto como ellos lo hicieron.
- Por favor… si no lo haces por mi, hazlo por su mamá.
El corazón de Erik se encogió. La muerte de la madre de Demi era un tema sumamente delicado para él, del cual no le gustaba hablar.
 Esta bien, desde a partir de mañana Demi podrá salir, pero no puede dejar de estudiar.- aclaró.
Mónica sonrío.
- Bueno, algo es algo. A propósito, Ashley me invito a una cena con su familia mañana. Hace mucho tiempo que no la veo y me gustaría que ustedes me acompañaran, ya sabes, Demi, Joseph y tú.  Si es importante para ti, entonces iremos.- paso su brazo por encima de sus hombros y la acerco mas a el. Ella apoyo su cabeza sobre su pecho.- esta ese chico, el tal… ¿Claudio?
 Carlos.- le corrigió.- es el hijo de Ashley, de seguro se pondrá contento en cuando vea a Demi.
Joseph se tensó. Una holeada de celos invadió su cuerpo.
- A Demi no le agrada ese chico.
- Bueno, sabes que desde pequeño siempre ha estado enamorado de Demi. Ella necesita salir, conocer nuevos chicos, es joven y tiene que divertirse de vez en cuando. Ha estado muy triste últimamente, por eso acepte la cena, tal vez así este mas feliz.
 Si tú lo dices.- sonrío y se inclino para besarla en los labios.- te amo.
 Yo más.
Joseph retrocedió unos cuantos pasos de la puerta. No necesitaba escuchar más. Camino y se detuvo en la habitación de Demi y se le paso por la mente la idea de abrir la puerta, tomarla entre sus brazos y hacerle el amor. Con esa fantasía en su mente, se alejó y se encerró en su cuarto.

Un Tío Malo Capitulo 17

Demi sintió algo retorcerse en su interior. No sabia porque, pero esas palabras la hirieron en el alma.
- ¿Por qué me haces esto, tío? ¿No puedes olvidar lo ocurrido en la fiesta, y admitir lo que realmente sientes por mí?
Demi lo veía. Sentía el amor de
Joseph por ella, pero lo único que él hacia nada mas era ignorarla, y ocultar el verdadero sentimiento que sentía por ella.
- ¿Sentir que? No hay absolutamente nada de lo que yo pueda sentir por ti, Demi. Escúchame bien, cuando Mónica y tu papá regresen, olvidaremos todo. ¿De acuerdo? Todo volverá a ser como antes.
Demi sintió un dolor desgarrador en el corazón. Sus ojos se aguaron.
Joseph no lo sabía, pero la estaba hiriendo con sus palabras. Apretó los labios, obligándose a sí misma a no llorar y siguió hablando por más que le costara.
- Después de todo por lo que hemos pasado, ¿Estas seguro de que todo volverá a ser como antes?
- Si.- contesto fríamente, con el rostro inexpresivo.
- Vale.
De repente, se escucho el ruido de unas llaves entrar por la cerradura de la puerta principal. La puerta se abrió, y Mónica y Erik aparecieron con maletas en las manos. Demi retuvo todas las ganas de querer llorar y dibujó una sonrisa en su rostro.
- ¡Hola papá!- exclamó Demi abalanzándose hacia los brazos de su padre.- ¿Cómo estás? - Bien, ¿Y tú, hija? ¿Haz estado estudiando?
Demi solo asintió, débil. En vez de que su padre le preguntara por como había estado, le preguntó por sus estudios. Una cosa más para decir que su padre no la amaba.
- ¿Cómo lo pasaron?- preguntó Joe.
- Excelente.- sonrío Mónica.- Miami es grande, y bellísimo… ¿Y ustedes dos? ¿Alguna novedad?
Joseph y Demi intercambiaron miradas llenas de dolor. No hay absolutamente nada de lo que podamos compartir.- dijo Demi, retrocedió unos cuantos pasos y subió las escaleras para encerrarse en su cuarto.
Mónica toco un par de veces la puerta. Demi, cariño. ¿Puedo entrar? Si.- por el tono de su voz, Mónica pudo darse cuenta de que había estado llorando.
Mónica abrió la puerta y entró. Se acerco hacia la cama de Demi y se sentó a la orilla del colchón. Acaricio la cabeza de Demi, en un intento por consolarla. Mi amor, ¿Qué pasa?
 Nada.- contesto con el rostro hundido en la almohada.
- Sabes que estoy aquí para escucharte… ¿Acaso no te alegra de que tu padre y yo hallamos vuelto?
- No, no es eso.- levanto la cabeza y se dio la vuelta para mirarla a los ojos.- por supuesto que me alegra de que estén aquí, es solo que… papá ni siquiera me saludo ni como es debido. ¿Tan mal hija soy para que merezca su odio?
- Oh, mi niña, no digas eso… él no te odia, sabes que tu padre te quiere. - No me lo demuestra.

Un Tío Malo Capitulo 16

La última semana paso lenta y aburrida para Demi. Mientras que su tío salía, ella se encontraba en su habitación encerrada y estudiando. Más de una vez había tratado de utilizar el teléfono a escondidas, pero como siempre, Joseph la pillaba… y todo terminaba de mal en peor.
- ¡Perdón!- había dicho por enésima vez Mark, después de lo ocurrido en la fiesta.- no sabes cuánto lo siento, pequeña…
- Eres un pésimo mejor amigo Mark.- gruño Demi.
- Lo sé. De seguro tu tío debe estar odiándome por dejarte sola.
- No tienes idea de cuanto. Por tu culpa ahora él esta enojado conmigo.
- Lo siento, se que él es muy importante para ti y bueno….- suspiro.- la cage.
- Si, la cagaste y demasiado.- dijo molesta.
- Perdóname, Demi... juro nunca mas volverlo a hacer.- dijo con arrepentimiento, y esque no le gustaba que ella estuviera enojada con él.- lo lamento…
Demi soltó una risita.
- Esta bien, ya paso solo olvídalo. Si te perdono, tonto.
Mark soltó un suspiro de alivio.
- Prometo nunca mas hacerlo, linda… oh, por cierto, ¿Quieres venir a mi casa hoy? Necesito hablarte sobre algo…
- No creo que pueda, Mark, esque…- y antes de que pudiera terminar la frase, el teléfono fue arrebatado violentamente de sus manos.- ¡Oye!
- ¿Es que acaso no fui lo suficientemente claro la ultima vez? Nada de llamadas.- dijo
Joseph.
Demi lo fulminó con una mirada glacial.
- Solamente quería tomarme un tiempo de descanso. Discúlpame por querer divertirme en mis vacaciones.- dijo irónica.
- Pues escúchame bien, mientras este yo aquí, harás todo lo que te diga te guste o no.- dijo Harry, mas que una advertencia, parecía una amenaza.
Demi no dijo nada más. Era imposible tener una conversación normal con él sin que se enfadara y obviamente, la que salía perdiendo era ella. Cuanto extrañaba aquellas noches en que él le hacia el amor hasta las tantas de la madrugada… el caliente contacto de su piel con la suya, y sus besos, aquellos labios que le hacían gozar de placer, eran únicos. Todo en él era único, era especial. Y ahora lo veía con claridad, ahora las piezas del puzzle encajaban a la perfección. Ella lo amaba. Por primera vez, lo estaba viendo con otros ojos, y no como su tío favorito, el cual la mimaba cuando era una niña de trece años. No, era mucho más que eso. Lo estaba viendo como
Joseph Jonas.
Y llego aquel día, en que jamás pensó que llegaría, pero se equivocó…
- En un rato mas llegaran tu madrastra y tu papá, Demi.- le dijo
Joseph desde la cocina.
- Que bien.-dijo con sarcasmo, sin siquiera verlo.
Joseph suspiro y camino hacia la sala principal. La vio ahí, sentada en el sillón y leyendo un libro que parecía ser de Química.
- No te noto muy contenta, ¿No te alegra saber de que llegaran?
Demi suspiro con pesadez y cerró el libro para dejarlo a un lado del sillón. Alzó el mentón y lo miro.
- Para serte sincera no. Es más, preferiría que no volvieran.
- ¿Por qué?
- Porque así tendremos que terminar con todo lo que hemos empezado.
Joseph se la quedó mirando, tratando de encontrarle el sentido a sus palabras. De pronto, se río con amargura.
- ¿De qué te ríes?- preguntó Demi frunciendo el ceño. No recordaba haber dicho algo gracioso.
- Es que me resulta gracioso, porque… tú y yo nunca hemos empezado algo. Eres mi sobrina, Demi. Jamás te miraría con otros ojos.

Un Tío Malo Capitulo 15

Demi entró a la fiesta acompañada de Mark. Divisó a lo lejos a Amanda, Mark le hizo una seña y esta se les acercó.
- Hola, cariño.- saludo él, rodeándola de la cintura y besándola suavemente en los labios.
- Hola Mark.- sonrío y dirigió su mirada hacia
Demi.- hola Demi, ¿Cómo estás?
- Bien… ¿Y ustedes dos? En unos cuantos días más cumplen… ¿Cuánto? ¿Una semana?
- Dos semanas.- respondieron al unísono.
- Me alegro por ustedes… de veras, se ven tan bien juntos.- sonrío. Miró por detrás del hombro de Mark y vio a Susan, una amiga de la escuela.- luego los veo chicos, que se diviertan.
Demi caminó entremedio de las personas y fue hacia ella. En cuanto Susan la vio, ambas gritaron de la emoción y se abrazaron.
-
Demi, que alegría volver a verte! Pensé que no vendrías a la fiesta.- dijo separándose del abrazo y sonriendo.
- Ni loca me la iba a perder, la fiesta esta increíble…
- ¿Cómo lo hiciste para venir? Creí que tu papá te había prohibido las salidas.
- Oh, es que…- se sonrojó. ¿Por qué se sonrojaba?- convencí a mi tío de que me dejara salir.
- ¿Tu tío? Oh, recuerdo que una vez lo vi… está buenísimo.- mordió su labio inferior.- no entiendo como no puede tener novia, con lo guapo que es…
Demi solo sonreía mientras la escuchaba hablar. Aunque por dentro, sintió una pequeña chispa de celos aparecer. ¿Por qué le ponía tan verde escucharla hablar de Joseph? No lo entendía. De repente, sintió unos brazos rodear su cintura por detrás y de inmediato se giró.
- Hola
Demi.
- Ethan.- sonrío falsamente y tomo sus manos que se encontraban aun en su cintura para retirarlas suavemente de allí.- tanto tiempo, ¿Cómo estas?
- Bien… ¿Te gustaría bailar?
- No, gracias. Esque estoy con Susan.- dijo ganándose a un lado de ella, como para excusarse.
- Bueno, si cambias de opinión, solo avísame.- y sonrío seductoramente para luego alejarse.
- Es lo mejor.- le dijo Susan a su lado una vez que se fue.- Ethan no es para ti, mereces algo mejor.
- Lo sé.
Siguió ahí parada, mirando el mismo punto fijo en que Ethan se fue. Era guapo, si. Hubo una vez que había caído enamorada de él, como la mayoría de las chicas de la escuela, pero ahora que estaba Justin, todo cambió. Ethan era el típico chico mujeriego el cual todas las chicas mueren por él, pero eso a
Demi nada más la asqueaba.
- Bueno, no te quedes parada ahí. Vamos a bailar.- dijo Susan, la jaló del brazo y se la llevo al centro de la pista de baile.
Y unos cuantos movimientos de caderas, de parte de ellas, bastaron para que los chicos se les acercaran. Bailaron junto con unos cuantos amigos de la escuela, los cuales
Demi no los había vuelto a ver desde que salieron de vacaciones. Se lo estaba pasando en grande, hasta que…
-
Demi, ¿Sabes qué hora es?- preguntó Susana, elevando la voz, pues la música impedía poder escuchar bien.
La sonrisa de
Demi se esfumó, y el terror invadió su rostro. Rogando por que no fuera tan tarde, buscó el celular entre su bolso y se fijo en la hora, pero no fue eso lo que le llamo mas la atención, sino la cantidad de mensajes y llamadas que tenia perdidas. Treinta y dos llamadas pérdidas y trece mensajes. Y para empeorar, eran las una y media de la mañana.
« Mierda, mierda, mierda » se repetía una y otra vez.
- Es demasiado tarde.- dijo
Demi, con la cara llena de miedo.- joder, mi tío me matará. Lo lamento tengo que irme Susan.- y se alejó de ella sin siquiera esperar su respuesta.
Demi se abrió paso entremedio de la gente y busco a Mark. Lo encontró ahí, en una esquina besuqueándose con Amanda. Camino hacia él y le habló interrumpiendo el momento.
- Mark… es muy tarde, llévame a casa por favor.- le dijo pero este lo ignoro. Lo tomo del brazo y lo sacudió.- ¡Mark!
- ¿Qué pasa?- pregunto, un tanto confundió.
- Pasa que mi tío me matara. Llévame a casa. Ven, vamos.- lo jalo del brazo pero él no se movió.- muévete.
- Lo lamento, es que prometí llevar a Amanda a su casa.- giró la cabeza para verla. Ella sonrío.- pídele a Susan que te lleve.- dijo simplemente, volvió a besarla y desapareció.
Demi estaba tan sorprendida que ni siquiera se inmutó para seguirlo.
Se giró sobre sus talones, y de repente, estaba Ethan al frente de ella.
- Veo que necesitas alguien quien te lleve. Puedo ir a dejarte, si quieres.- le propuso.
Demi dudó un poco en contestar. Pero bueno, no tenía otra opción.
- Está bien.- aceptó y se fue con él.
Salieron fuera de la fiesta y se subieron al auto de Ethan. Tal cual como prometió, la llevo y aparcó fuera de su casa. Ambos se bajaron.
- Bueno, gracias Ethan. Te debo una.- sonrío de la manera mas linda posible y se acerco para besarlo en la mejilla. Al momento de hacerlo él la tomo de la muñeca e impidió que se pudiera ir.- debo irme…
- No lo creo.- sonrío.- ¿Qué te parece si disfrutamos un rato los dos juntos?- deslizó una de sus manos por su espalda, hasta llegar a su cadera.
- No gracias.- dijo e intento apartarse de él empujándolo. Pero el no la dejó.- suéltame.
Ethan la ignoró y bajo sus manos hasta su trasero. Apretó.
Demi se sobresaltó y alzó la mano para abofetearlo, pero no izo falta ya que de repente, no sabía cómo pero Joseph estaba al frente de ella y estaba golpeando a Ethan en el suelo. Todo ocurrió tan rápido, que ni siquiera le dio tiempo para reaccionar.
- Le vuelves a poner una mano encima, y te rompo la cabeza.- lo jaló del brazo y lo obligó a meterse al auto. Él arrancó asustado y el auto desapareció.
Joseph se giró y fulmino a
Demi con la mirada. Demi pudo notar la furia en sus ojos, pero sobre todo terror. Joseph la cogió del brazo y la llevo dentro de la casa. Ya ahí dentro, se desató la pelea.
- ¿Quién era él? ¡Maldita sea
Demi! Te dejo ir a una fiesta, ¿Y así es como me pagas?
- ¡Lo sé y lo lamento!- gritó al borde de las lágrimas.- por favor perdóname…
Joseph negó con la cabeza.
- Esto es demasiado. ¿No pudiste haberme contestado mis llamadas, por lo menos?
- No escuche el celular, de veras lo siento tío…
- Confíe en ti.
Y ella ya no lo aguantó. Las lágrimas se hicieron presentes. Sin siquiera pensarlo dos veces, fue hacia él y lo abrazo con todas sus fuerzas. Él permaneció inmóvil.
- Por favor, perdóname.- sollozó. Joseph no dijo nada.- dime algo…
- ¿Quieres que te diga algo? Esta bien, y escúchame bien por que no lo volveré a repetir… nada de salidas, televisión, celular ni computador hasta que lleguen tus papas, ¿Entendiste?- la tomo de los hombros y la aparto de él. Se abrió paso entre la sala y desapareció por las escaleras.
Demi escuchó el fuerte sonido de la puerta cerrarse y se sentó en el sillón para llorar. Y esque aun no entendía… cómo una simple noche podía terminar tan mal.

Un Tío Malo Capitulo 14

Demi se retoco el maquillaje una vez más. Se miró al espejo de cuerpo completo. Lucia hermosa con aquel vestido de fiesta color negro, strapless, el cual ceñía cada una de sus muy bien formadas curvas. Traía el pelo recogido, y unos aros colgantes que rozaban sus hombros, haciendo que su cuello se viera más largo. Termino por colocarse sus zapatos de taco alto y cogió su pequeño bolso. Bajó las escaleras asiendo que sus tacos sonaran con cada paso que daba y buscó a Joseph.
- ¿Tío?- lo llamó.
- Aquí estoy.- respondió desde la sala. Demi fue hacia allá y se encontró a su tío viendo televisión.- ¿Ya te vas?- pregunto sin voltearse a verla.
- Sí. Vuelvo a las doce.- dijo y se giró para irse, pero él la detuvo.
- Espera, yo te voy a dejar.- apagó la televisión, se levantó y se giró.
Él la miro de pies a cabeza. Su vestido no le llegaba más abajo del muslo y su escote era algo… revelador.
- ¿No traes puesto un vestido muy corto? Demi entrecerró los ojos.
- No esta corto. Y no te preocupes, Mark pasara por mí.
Antes de que Joseph pudiera decir algo el claxon de un auto se escuchó desde afuera.
- Es él.- sonrío ella, se acercó a él y se colocó en puntitas para besarlo suavemente en los labios.- nos vemos después.- se volteo pero Joseph la cogió del brazo, atrayéndola hacia él.- ¿Qué pasa?
- Me gustaría conocer a ese tal Mark.- dijo y aun sujetándola del brazo, se la llevo afuera.
Juntos salieron y efectivamente Mark estaba ahí. Sonrío cuando vio a Demi pero enseguida su sonrisa se esfumó al verla acompañada de Joseph.
- Hola Mark.- saludo Demi, besándolo en la mejilla.
- Hola, pequeña.
Joseph frunció el ceño ante el apodo que utilizó para hablarle a ella. Así solía llamarla él.
- Soy el tío de Demi.- se presentó Joseph, extendiendo el brazo.
Los dos hombres se estrecharon la mano.
- Un gusto.
- La quiero de vuelta a las doce en punto aquí.- dijo refiriéndose a Demi.
- No se preocupe, yo me encargare de regresarla sana y salva.
- Bueno.- dijo Demi.- ¿Nos vamos Mark?- lo tomo del brazo y lo alejó de Joseph, dirigiéndolo hacia el auto.
- Claro.- sonrío.- oh, por cierto, estas bellísima.- le dijo, creyendo de que Joseph ya no los escucharía, pero se equivocó y Joseph lo fulmino con la mirada.- creo que… mejor te espero en el auto Demi.- dijo nervioso, y encogiéndose de hombros se alejó.
Demi se giró sobre sus talones para enfrentar a Joseph con la mirada.
- ¿Qué?- dijo él.
- ¿Cómo que qué?
- Lo lamento, es que es inevitable.- acaricio su mejilla.- aunque debo admitir, que él tiene razón en algo… estas hermosa.
Ella sonrío.
- Gracias.
- Cuídate mucho, ¿Si?
- Tío, es solo una fiesta. Nada malo me sucederá.
Joseph dudó un poco antes de contestar.
- Tienes razón. Bueno, ve y diviértete.- y dándole una cachetada en el trasero la adelanto a caminar. Aunque tenía un mal presentimiento de lo que iba a ocurrir en esa noche.