domingo, 1 de julio de 2012

La Inocente Novia Del Jeque Cap6 Jemi


Squeak, un perrillo paticorto al que Demi adoraba, se tumbó exhausto a su lado y no advirtió, pues hacía tiempo que había perdido el oído, el ruido de un motor que se acercaba.
Demi comenzó a devorar la revista y pronto estuvo completamente inmersa en el mundo de las celebridades, de la moda y del cotilleo.
De repente, el atronador ruido de una moto la sacó de sus ensoñaciones y, al girar la cabeza, comprobó con horror que iban a atropellar a Squeak.
Rápidamente, se puso en pie y consiguió sacar al perro de debajo de las ruedas de la motocicleta, cuyo conductor perdió el equilibrio ante la repentina frenada y cayó al suelo.

Demi ahogó un grito de horror, pero pronto comprobó que al conductor no le había sucedido nada, pues se ponía en pie tan tranquilo.
-¿Qué hace usted aquí? -gritó al ver que el hombre se acercaba a ella.
Joe estaba furioso por haberse encontrado a una mujer sentada en mitad del camino, como si estuviera esperando a que alguien se la llevara por delante
Y, para colmo, le estaba gritando.
Nadie le había gritado jamás.
Sin embargo, la belleza de aquella mujer nubló su enfado. Lucía una impresionante melena rubia que le llegaba a la cintura y tenía unos maravillosos ojos verdes que parecían esmeraldas.
Joe se sintió atrapado por su belleza.
-¿Cómo se atreve a entrar en esta propiedad? Es delito -insistió Demi.
-Le aseguro que no soy ningún delincuente -contestó el motociclista con el casco puesto.
¿Ah, no? ¿Y qué es la persona que entra en una propiedad que no es suya? -contestó Demi enfadada porque todavía no le había pedido perdón por el incidente-. ¿No se ha dado usted cuenta de que iba muy rápido?
-Sé perfectamente la velocidad a la que iba -contestó Joe.

Demi se dio cuenta de que aquel hombre no hablaba como un gamberro, aunque se comportara como uno de ellos. Era imposible no advertir su acento inglés de clase alta, pero a Demi le dio igual.
Se estaba comportando fatal y eso era lo único que importaba, así que levantó el mentón y lo miró en actitud desafiante.
-¡Nos ha dado un susto de muerte a mi perro y a mí! -exclamó dejando a Squeak en el suelo.
Squeak se acercó a Joe, movió el rabo, se hizo un ovillo a su lado y descansó al sol.
-Por lo menos, él no me grita -comentó Joe.
-Yo no estoy gritando -se defendió Demi-. ¡Lo único que quiero que comprenda es que podría haberme usted matado o haberse matado usted!
Joe se levantó la visera del casco y Demi se quedó de piedra.

Lo primero que se le pasó por la cabeza al ver sus ojos fue la imagen de un halcón de los que tenían en el castillo. Aquel hombre poseía una mirada penetrante y dura, pero también un espectacular brillo dorado en los ojos y unas pestañas negrísimas.
Demi sintió que el corazón le daba un vuelco y comenzaba a latirle aceleradamente.
-No sea usted exagerada -aulló Joe.
-Iba usted demasiado deprisa... -insistió Demi.
Joe no pudo evitar quedarse mirando el reflejo cegador del pelo de aquella mujer bajo el resplandor del sol y por primera vez en su vida olvidó qué iba a decir.
-¿De verdad? -preguntó quitándose el casco y revolviéndose el pelo.
Demi sintió que la boca se le secaba.
Aquel hombre era tan increíblemente guapo, que no pudo evitar quedarse mirándolo fijamente.
Tenía un rostro imposible de olvidar, una estructura ósea fantástica con unos maravillosos y altos pómulos, una nariz fuerte y masculina y cejas oscuras. Su complexión morena y su pelo oscuro sugerían unos ancestros de otras tierras.

Aquel hombre la sedujo rápidamente y Demi sintió que se mareaba como si hubiera estado dando vueltas sobre sí misma y, de repente, sintió en la pelvis algo que jamás había sentido antes.
-¿Cómo? -murmuró confusa.
Joe sonrió y Demi se sintió embrujada por aquella sonrisa.
-Es cierto que conduzco muy deprisa, pero le aseguro que soy muy buen conductor -apuntó Joe.
-Pero a esa velocidad es imposible ver el camino -insistió Demi.
-Desde luego, lo que uno no espera ni a esa velocidad ni a ninguna otra es encontrarse con una chica y un perro sentados en mitad del camino.
-En cualquier caso, esto es propiedad privada...
-Ya lo sé y sé perfectamente que no hay ganado suelto por aquí porque esta tierra es mía -contestó Joe.
-No, esta tierra no es suya. Da la casualidad de que yo vivo allí, bajando la colina, y sé perfectamente a quién pertenece esta tierra, así que no me puede usted engañar -sonrió Demi.
Joe se dio cuenta de que aquella mujer no lo había reconocido.
-Así que no es la primera vez que entra en estas tierras, ¿eh? -comentó Demi recordando las huellas que había visto cerca de casa de su padre-. Para que lo sepa, ha estropeado usted el camino de la colina.
-Le aseguro que yo no he sido -contestó Joe ofendido.
-¿Ah, no? ¿Cuántos motoristas como usted hay por aquí?
-Señorita, le agradecería que, teniendo en cuenta que no tiene usted pruebas, no me acuse de algo que yo no he hecho -se defendió Joe-, Es una gran ofensa -añadió en tono frío y distante.
Demi palideció.
-A mí lo que me parece una gran ofensa es que todavía no me haya usted pedido perdón por haberme dado el susto de mi vida -contestó ofendida.
Joe se sonrojó, pues siempre se había tenido por un hombre extremadamente cortés.



La Inocente Novia Del Jeque Cap5 Jemi



Tendré cuidado entonces para no cruzarme en su camino porque no quiero perder mi trabajo.
Cuando la habían contratado, le habían advertido que debía trabajar en el más absoluto silencio y que, si alguna vez se encontraba con el jeque en un pasillo, debía irse a toda velocidad, así que Demi no creía muy probable que pudiera verlo de cerca.
Si yo tuviera tu cuerpo y tu cara, haría todo lo que estuviera en mi mano para tropezarme con él -bromeó Jeanie-. Si le gustaras, podría apartarte de todo este mundo y ponerte una casa para ti. ¡Te solucionaría la vida! -exclamó-. Imagínate la ropa que podrías tener, y las joyas, y, además... ¡un hombre impresionante en tu cama! Demi, eres una mujer realmente guapa. Si hay alguien que pueda encandilar al príncipe Joe, ésa eres tú.
Demi la miró sorprendida y se sonrojó.
Yo no soy así...
Pues te iría mucho mejor si lo fueras -insistió la pelirroja-. La vida es para disfrutarla y para divertirse. ¡Cómo no tengas cuidado, al final tu padre va a terminar convirtiéndote en una solterona!
Tras terminar de lavar la vajilla de Sevres, Demi la secó con cuidado a pesar de que sus pensamientos estaban a años luz de allí.
Se sentía muy diferente a Jeanie porque a ella la habían educado en una casa en la que la única referencia que se hacía sobre el sexo la hacía su padre y siempre diciendo que era «el pecado de la fornicación».

Lo único que le estaba permitido leer era la Biblia y otros textos sagrados y ahora que había tenido acceso a otro tipo de publicaciones, periódicos y revistas, en los que se hablaba de otras cosas completamente diferentes Demi se sentía secretamente atraída por la ropa y los lugares exóticos que había visto en ellas.
Ojala su padre fuera un hombre más razonable.
Ojala le permitiera salir y conocer a gente, como hacían otras chicas de su edad. Demi razonaba que, al fin y al cabo, él tenía que haber salido con su madre antes de casarse y que aquello no podía ser malo, ¿no?
A medida que había ido pasando el tiempo, su padre se había ido haciendo cada vez más irrazonable; hasta el punto de que había discutido con los parroquianos en la iglesia y había decidido dejar de ir, prohibiéndoles a Demi y a Mabel que lo hicieran.
A Demi le encantaba la música y uno de los pocos placeres que tenía en la vida era escuchar la radio, pero su padre se la había roto cuando Mabel se había quejado de que la chica pasaba demasiado tiempo escuchándola y tardaba mucho en preparar el desayuno.
Demi todavía recordaba la cara de horror de su madrastra al ver la airada reacción de su marido.

Aquella tarde, después de comer, otra compañera le dio una revista que ella ya había terminado de leer y Demi la aceptó con la cabeza baja.
Mientras se iba, escuchó cómo sus compañeras comentaban que era una pena cómo la había educado su padre y, palabras textuales de la que le había regalado la revista: «a esa pobre chica le da miedo hasta su propia sombra».
No es cierto», se dijo Demi mientras pedaleaba rumbo a casa.
No tenía tanto miedo, pero tampoco estaba tan loca como para buscar un enfrentamiento abierto con su padre antes de disponer de los medios necesarios para irse.
La belleza de aquel día de principios de verano pronto apaciguó su ánimo y la llenó de vitalidad.
Era viernes, su día favorito de la semana porque terminaba pronto de trabajar y solía tener la casa entera para ella durante la tarde porque su padre y Mabel estaban haciendo la compra semanal.
Demi decidió sacar a pasear al perro y leer la revista y, media hora después, salía de casa de su padre y atravesaba la pradera verde en dirección al bosque. Una vez allí, entre los árboles, se quitó los zapatos, se desabrochó un par de botones de la blusa y se soltó el pelo para tumbarse al sol.

CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap7 Niley


-Por favor, sígame -dijo. Minutos más tarde la introdujo en una lujosa suite-. Tome asiento. Pronto la recibirá el señor del Jonas.
Tras media hora de espera, y cuando la tensión nerviosa y la rabia la impulsaban a marcharse, se abrió la puerta y Nick entró en la habitación.
-Miley -dijo al tiempo que ella se ponía de pie para no quedar en desventaja frente a él-. Lamento haberte hecho esperar -añadió al tiempo que se dirigía al ventanal que cubría una pared entera, de espaldas a la magnífica vista del puerto y con una mano en el bolsillo del pantalón.
Aunque la expresión de Miley era serena, sus ojos estaban oscuros de ira.
-¿De veras? Imagino que dejarme esperando forma parte del juego.
-Es la razón por la que sugerí que cenáramos juntos.
-No deseo compartir nada contigo. Y ahora hablemos de negocios, ¿te parece? -dijo indicando una gruesa carpeta-. Tengo en mi poder una copia de tu oferta. Todo parece estar en orden.
-Pareces sorprendida.
Miley le dirigió una oscura mirada.
-Dudo que cualquier cosa que hagas pueda sorprenderme.
-Imagino que Cameron te ha dicho que el trato está sujeto a una condición.
Los ojos de Miley brillaron de ira.
-Dijo que era algo personal. Explícate.
-Dos noches más y un fin de semana contigo,
Miley sintió como si una fuerza misteriosa la hiciera volar contra la pared más cercana.
-Eso es una barbaridad —dijo al fin.
-Llámalo como quieras.
Le llevó un par de segundos recuperar la voz.
-¿Porqué?
-Porque, ¿digamos que me divierte?
-Debí suponerlo.
¿Era esa su venganza por todas las invitaciones que ella había rechazado? Entonces podía hacerlo. Pero en esos momentos un rechazo tendría consecuencias demasiado peligrosas. ¿Tenía fuerzas suficientes como para arruinar a su padre y a la empresa a la cual él había entregado su vida?
-Una inversión de veintitrés millones de dólares, decidida en contra de todos los prudentes consejos, permiten una bonificación, ¿no te parece?
Sin pararse a pensar en las consecuencias, ella le arrojó lo primero que encontró a mano, con tan mala suerte que él lo atrapó en el aire y luego lo colocó en la mesa
-¿Quién te crees que eres? -preguntó Miley en un tono ronco que casi no reconoció como propio.
-Te aconsejo que pienses cuidadosamente antes de hacer otra tontería como esta -Nick le advirtió en un tono suave como la seda.
Los ojos de Miley lanzaron brillantes chispas azules.
-Qué esperabas. ¿Que cayera en tus brazos para expresarte mi eterna gratitud?
Afortunadamente, no percibió la chispa de humor en los ojos oscuros.
-Imaginé una cierta resistencia.
-¿Te das cuenta de que podría demandarte por coacción?
-Podrías intentarlo.
-¿Sólo para que tu equipo de abogados alegue que se trató de un mal entendido mientras tú retiras los fondos del rescate financiero?
-Eso es.
-El chantaje emocional es una táctica detestable.
-Es una de tantas herramientas para negociar -corrigió Nick, y en ese momento ella lo odió más de lo que pensaba que podía odiar a alguien.
-No.
-No estás en condiciones de regatear.
-No estoy en venta -declaró Miley con dignidad.
-Todo tiene su precio.
-¿Ese es tu credo?
-¿Lo dudas?
-Entonces el trato ya está hecho, ¿no crees?
Miley intentó calmarse mientras se acomodaba la correa del bolso en el hombro y se dirigía a la puerta.
Maldito Cameron. Y maldito todo ese asunto.
-Queda algo más -Miley reconoció tono de amenaza bajo la voz cansina-. Se trata de la homosexualidad de Cameron.
No era posible que Nick Jonas lo supiera. Nadie lo sabía, aparte de Cameron, su compañero y ella.
Miley sintió que la invadía el pánico al pensar que su padre pudiera enterarse.
-Te odio -las palabras salieron de sus labios con temblorosa ira.
Nick inclinó la cabeza mientras observaba sus pálidas facciones y la rigidez de la derrota que traslucía su expresión.
-En este momento creo que sí.

CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap 6 Niley

Miley lo condujo a la puerta. Luego se desvistió, se quitó el maquillaje, se metió en la cama y se quedó mirando al techo durante una eternidad.
A la mañana siguiente, una sesión de gimnasia seguida de unas cuantas brazadas en la piscina alivió en algo su tensión.
Más tarde, se vistió con unos vaqueros, un top holgado y fue a la cocina a preparar la comida.
Cameron llegó a las doce.
-Hay algo que huele muy bien.
-Las lisonjas no te llevarán a ninguna parte.
El almuerzo consistió en pasta con salsa marinera y una ensalada fresca.
-Primero vamos a comer y luego hablaremos de negocios. ¿De acuerdo?
Por la expresión de Cameron, era obvio que no se sentía mejor que ella y que había dormido tan poco como su hermana.
-Papá nos espera a cenar.
La reunión semanal con el padre era una tradición familiar que siempre cumplían. Aunque a Miley no le sentaba bien fingir ante él. Cierto era que el padre estaba enfermo, pero no se le podía engañar fácilmente.
Durante la comida hablaron de todo menos de Cyrus y sólo cuando los platos estuvieron lavados, Miley señaló la carpeta de Cameron.
-¿Te parece que empecemos? -sugirió.
La situación era peor, mucho peor de lo que había previsto, reflexionó Miley mientras examinaba con atención los documentos que indicaban claramente que Cyrus estaba a punto de declararse insolvente. La visión de conjunto de los contables acerca de la situación actual de la empresa era irrecusable e incuestionable.
-Se me ocurren varias preguntas -empezó a decir, pero luego eligió una sola-. ¿Por qué permitiste que las cosas llegaran a este extremo?
Cameron se pasó los dedos por el pelo.
-Esperaba conseguir más contratos que seguramente iban a mejorar la situación.
Miley maldijo a Nick Jonas y estuvo a punto de incluir a Cameron en la maldición.
-Los negocios no se basan en esperanzas.
Se necesitaba una mano firme que llevara las riendas de los negocios, asumiera el control y tomara decisiones adecuadas.
«Un hombre como Nick Jonas, dijo una voz en su interior.
La fusión de las empresas tenía sentido y, como observó Cameron correctamente, era la única oportunidad de salvar Cyrus.
-¿Quieres que me comunique con Nick y le diga que has aceptado su invitación a cenar?
-No -dijo al tiempo que se ponía de pie-. Necesito trabajar una o dos horas en el ordenador antes de ir a cenar con papá -añadió mientras lo acompañaba a la puerta-. Te veré allí.
-De acuerdo -dijo Cameron con una sonrisa incómoda-. Gracias.
-¿Por qué? ¿Por el almuerzo?
-Por eso también.
Eran pasadas las cinco cuando Miley cruzó la verja electrónica que custodiaba la espléndida mansión de Alexander Cyrus.
Habían instalado un ascensor interno para facilitar el acceso a las plantas superiores. Además había un ama de llaves y Sylvie, la enfermera, y ambas vivían en la casa.
Miley llamó al timbre y luego utilizó su llave para entrar al vestíbulo con suelo de baldosas de mármol.
Se le partía el corazón cada vez que visitaba al hombre que una vez había sido muy fuerte, actualmente reducido a ese estado de fragilidad.
Esa noche parecía más frágil que de costumbre, su dificultad de movimientos más pronunciada en comparación a la semana anterior, y con menos apetito que nunca.
Miley lo miró y deseó echarse a llorar. Cameron parecía igualmente afectado. A ambos les costó gran esfuerzo mantener una apariencia serena.
No, no permitiría que nadie perturbara a Alexander. Ni Cameron, ni Nick Jonas, se prometió Miley mientras conducía de vuelta a casa.
Esa noche le costó quedarse dormida y se levantó tarde al día siguiente. Así que tuvo que correr para llegar a tiempo a la oficina del magnate.
Enfrentarse a él era una prioridad, y había decidido desafiarlo en su oficina antes que hacerlo en una cena social.
De Jonas Corporation estaba situada en una de las plantas más altas de un rascacielos. Con airada decisión Miley cruzó las puertas hacia Recepción.
-nick Jonas -dijo con voz firme y autoritaria.
-El señor del Jonas está reunido y no ha citado a nadie para esta tarde.
-Llámelo y dígale que Miley Cyrus desea verlo.
-Tengo instrucciones de no pasar llamadas.
-Llame a su secretaria.
Muy pronto apareció una secretaria.
-Por favor, informe a Nick Jonas que necesito verlo.
-Tengo instrucciones de servir bebidas y canapés a las cinco -replicó la eficiente secretaria-. Entonces aprovecharé para decirle que usted lo espera.
Era una victoria pequeña, pero victoria al fin y al cabo.
-Gracias.
Pasó media hora leyendo elegantes revistas de actualidad que aliviaron muy poco su tensión nerviosa.
Cuando el personal empezaba a retirarse, apareció la secretaria en Recepción.

CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap5 Niley


MINUTOS más tarde, Miley se sentó tras el volante y pronto se sumó al flujo del tráfico. Hacía una hermosa noche, con una brisa fresca que anunciaba la primavera.
Mientras tomaba el camino hacia Doublé Bay pensaba que en quince o veinte minutos más estaría en casa, se quitaría el vestido, el maquillaje y se metería en la cama. Tenemos que hablar. Miley dirigió a su hermano una rápida mirada.
-¿No puede esperar hasta mañana?
-No.
Esa expresión taciturna no era propia de él.
-¿Algo no va bien?
-Aparca en la entrada de visitas -pidió Cameron cuando llegaron ante el edificio donde vivía Miley.
-¿Quieres subir?
-O subo o conversamos en el coche -dijo Cameron mientras abría la puerta del vehículo.
Miley insertó su tarjeta de seguridad para entrar al edificio. Cuando estuvieron en el vestíbulo llamó al ascensor.
-Espero que no nos lleve demasiado tiempo -previno mientras le precedía dentro del apartamento-. De acuerdo, dispara -dijo más tarde, mirándolo de frente.
Cameron cerró los ojos, los volvió a abrir y se pasó la mano por el pelo.
-No es fácil. Verás, la firma tiene problemas. Grandes problemas financieros. Papá se moriría si supiera cuan grave es la situación.
Miley sintió que se le helaba el corazón.
-¿De qué demonios estás hablando?
-Cyrus está a punto de ir a la quiebra.
-¿Qué? ¿Cómo?
Miley parecía hundido.
-Una mala dirección, malos negocios, incumplimiento de contratos. Problemas con el personal. Llámalo como quieras, pero es así.
Ella adoraba a su padre, pero Cameron no era el hijo que Alexander necesitaba. No poseía el talento ni las habilidades necesarias para hacerse cargo de Cyrus. El padre había pensado que Cameron dirigiría con éxito la empresa. Pero al parecer era su ruina.
-Exactamente, ¿cuál es la situación?
Cameron hizo una mueca y le lanzó una mirada desesperada.
-La peor. He recorrido bancos, empresas financieras; he buscado una asesoría independiente, en fin. Bueno, quedan dos alternativas. O la empresa se liquida o se acepta una oferta condicional.
-¿Y esa oferta es legítima?
-Sí, un inversor está dispuesto a proporcionar los fondos necesarios, yo me mantendría en calidad de miembro ejecutivo y él aportaría su equipo profesional, compartiría la dirección adjunta y se llevaría la mitad de las ganancias.
-Supongo que te has hecho asesorar por buenos abogados.
-Te aseguro que es la única posibilidad que nos queda. Y luego está el asunto de la condición impuesta.
-¿Y cuál es?
Cameron vaciló, inspiró a fondo y exhaló el aire.
-Tu.
Miley frunció el ceño, perpleja.
-El trato no tiene nada que ver conmigo.
-Sí tiene que ver.
Como en un rompecabezas, las piezas empezaron a encajar en la mente de la hermana.
-¿Quién ha hecho la oferta? Santo cielo, no puede ser...
-Sí, Nick Jonas.
La conmoción e incredulidad de Miley dieron paso a la ira.
-No hablas en serio.
Cameron respiró a fondo.
-Hablo muy en serio -dijo, desolado.
-Déjame entenderlo. ¿Nick Jonas intenta hacer de esto una cuestión personal?
-Sin ti no habrá trato. Lo discutirá contigo mañana. Desea que aceptes su invitación a cenar.
-¡Al diablo con él! 
-Miley -dijo Cameron, con el rostro grisáceo-. ¿Quieres que Alexander sufra otro ataque al corazón?
Sus palabras helaron a Miley. Los médicos habían advertido que otro infarto podría ser fatal.
Ella quiso preguntarle por qué había permitido que la situación llegara hasta ese extremo. Pero las recriminaciones no servían para nada.
-Quiero pruebas -sus palabras eran frías y controladas-. Hechos -añadió al tiempo que observaba el desconcierto de Cameron-. Necesito enterarme de los cornos y los porqués y saber hasta qué punto han llegado realmente las cosas.
-¿No me crees?
-Necesito conocer la situación a fondo antes de enfrentarme a Nick Jonas.
Cameron se puso aún más pálido.
-¿Enfrentarte?
-Está muy equivocado si cree que voy a aceptar sumisamente lo que se le haya pasado por la cabeza.
-¿Sabes con quién estás tratando?
-Creo que es hora de que Nick Jonas sepa con quién está tratando él -replicó al tiempo que se llevaba la mano a las sienes para aplacar el súbito dolor de cabeza.
-Miley...
-¿Podemos postergar esta conversación hasta mañana? Comeremos juntos y luego revisaremos los documentos.
-De acuerdo.

CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap 4 Niley

-Ya están aquí.
Miley  alzó la mirada... y se heló.
Nick Jonas acompañado de Delta Goodrem, modelo conocidísima en los ámbitos de la alta sociedad.
¡No! El grito silencioso retumbó en el interior de su cabeza.
Ya había sido demasiado admitir su presencia y conversar con él unos minutos, pero compartir la mesa con él durante toda una velada era demasiado.
¿Lo había organizado Cameron? Cassandra deseó despotricar contra él y preguntarle el porqué. Pero no era el caso de hacerlo sin atraer la atención de los demás. Si Nick se sentaba junto a ella se pondría a gritar. Desde luego que lo hizo.
Miley murmuró un saludo cortés con una leve sonrisa fingida.
Era muy consciente de su proximidad, del leve aroma de su ropa y de su exclusivo perfume masculino.
Sin embargo, era el hombre mismo, su potente virilidad y la fuerza primitiva que exudaba lo que hacía estragos en sus sentidos.
Se consoló pensando que sólo serían unas pocas horas. Todo lo que tenía que hacer era beber un poco de vino, comer los tres platos obligatorios y conversar amablemente. Seguro que podría hacerlo.
Sin embargo, su sistema nervioso estaba alerta a cada movimiento que él hacía.
-¿Más agua?
Había llenado la copa de Delta y en ese momento se ofrecía a llenar la suya.
-No, gracias.
Su copa estaba medio vacía, pero no iba a permitir que la atendiera.
¿Se dio cuenta de su reacción? Probablemente. Nick era demasiado astuto como para no notar que la insoportable cortesía de ella indicaba que no quería nada de él.
Unos camareros de uniforme sirvieron el primer plato con eficacia profesional y ella, ya sin apetito, se dedicó a remover con el tenedor la comida artísticamente presentada.
-¿El marisco no es de tu agrado? –preguntó Nick levemente divertido, con su característico tono cansino. Ella lo miró con ecuanimidad, casi inclinada a negar para ver qué haría a continuación, aunque lo adivinaba. Probablemente llamaría al camarero e insistiría en que le cambiaran el plato-. Sí, te gusta.
La respuesta afirmativa la sorprendió.
-¿Tienes el poder de leer los pensamientos? -inquirió, agrandando deliberadamente los ojos.
-Es uno de mis talentos -replico Nick con una leve sonrisa. Miley no se dignó a hacer un comentario y deliberadamente se concentró en el contenido del plato, aunque sin poder asegurar si había imaginado haber oído una débil y ronca risita.
Era el hombre más insoportable e irritante que jamás había conocido. Pero no se atrevió a preguntarse por qué. Al menos eso era lo que siempre se decía cuando la imagen de Nick se apoderaba de su mente... demasiado a menudo para su paz mental.
Era imposible escapar de ese hombre. Siempre estaba allí, una presencia constante en los medios de comunicación, celebrando un exitoso trato de negocios o escoltando a una renombrada personalidad femenina en una o en otra reunión social.
Cameron mencionaba con frecuencia al magnate de los negocios en un tono casi reverente.
Esa noche Nick Jonas había decidido invadir su espacio personal y a ella le contrariaba su manipulación, lo odiaba por elegirla como objeto de su diversión.
Miley bebió un sorbo de vino y deliberadamente se puso a charlar con Cameron. Claro que cuando el camarero retiró los platos ya había perdido el hilo de la conversación.
-Tengo entendido que tu especialidad es la gemología.
-¿Conversación cortés, interés genuino o un intento por aliviar el aburrimiento?



CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap 3 Niley



Los hermanos Cyrus también eran asiduos a esas fiestas benéficas, en gran medida en representación del padre enfermo. Era algo que ella aceptaba de buen grado y siempre con una fachada de cortesía.
Sólo ella sabía el efecto que Nick ejercía en su persona. Nadie podía notar su pulso acelerado ni el nudo en el estómago ante su sola presencia, ni como una mirada a su boca sensual le hacía hervir la sangre en las venas al recordar nítidamente el modo en que una vez esos labios se habían posesionado de los suyos.
Once años. Un beso todavía tan vivido. Un beso que se convirtió en la medida de los otros besos que le siguieron en esos años. Pero ninguno había sido como aquel, por mucho que ella intentara convencerse de que era un engaño de su memoria.
Había ocasiones en que pensaba que aceptaría una de sus invitaciones para satisfacer su curiosidad. Pero siempre algo, como un conocimiento innato del peligro, se lo impedía.
Las invitaciones de Nick y sus continuos rechazos se habían convertido en una especie de juego amable que ambos aceptaban.
A veces se preguntaba qué haría Nick si alguna vez lo sorprendía aceptando una invitación.

-Nick -saludó Miley al tiempo que devolvía con ecuanimidad su mirada apremiante.
-Cameron -saludó Miley. Por un segundo, ella creyó advertir una muda señal entre los hombres, pero luego descartó el pensamiento pensando que era sólo una fantasía-. Parece que la velada será todo un éxito, ¿no os parece?
La fiesta de esa noche se celebraba con el fin de recaudar fondos para proveer de equipos de vanguardia a un ala especial del hospital pediátrico de la ciudad.
Sin duda allí había muchos invitados con auténtico interés por colaborar en una obra benéfica.
Sin embargo, para la gran mayoría se trataba de un encuentro social en que las mujeres competían en glamour intentando superar a las demás con sus vestidos de diseño y costosa joyería, mientras los hombres aprovechaban para hacer negocios bajo la excusa de alternar en sociedad.
Nick Jonas no entraba fácilmente en ninguna de esas categorías y ella no tenía ningún interés en catalogarlo. De hecho, hacía cuanto podía para fingir que no existía, pese a los intentos de Nick por convencerla de lo contrario.

El podía tener cualquier mujer que quisiera. Y probablemente lo hacía. Su fotografía solía aparecer en las páginas sociales de numerosos periódicos y revistas, inevitablemente junto a una mujer sensacional pegada a su lado.
Era un hombre que inspiraba respeto y admiración en una sala de juntas y además, según se murmuraba, poseía el talento de enloquecer a una mujer en su dormitorio.
Algunas mujeres se habrían superado a sí mismas ante el desafío de domesticarlo, sin importarles demasiado lo que durara la experiencia. Pero Miley no era una de ellas. Sólo un loco se aventuraría a desafiar al diablo sin salir quemado.
-Si me perdonas, necesito saludar a alguien -dijo.

Una frase muy utilizada, pero cierta. Siempre había amigos que saludar para escapar de su presencia. Aunque Cameron hizo un gesto de protesta, Nick se limitó a inclinar la cabeza. Lo que no le ayudó en absoluto porque pudo sentir los oscuros ojos clavados en su espalda mientras se alejaba.
«Debes superarlo», se dijo a sí misma antes de integrarse en la conversación que mantenía un grupo de amigos.
Más tarde, Cameron se unió a ella.
-No había razón para que desaparecieras –dijo en tono desaprobador.
-Nick Jonas puede ser un regalo para los ojos, pero no es mi tipo.
-¿No?
No -declaró con una sonrisa que intentó mantener en los labios mientras se aproximaban a la mesa que les correspondía-. ¿Sabes quiénes se sentarán junto a nosotros? -preguntó en tono ligero en tanto se acomodaba en uno de los cuatro asientos vacíos y a la vez saludaba a los otros seis invitados que ya estaban sentados